Don José el verdulero servicial
Fuí a comprar verduras y Don José se convirtió en un placer impecable, disfruté muchísimo su atención..
Hola, les cuento lo que pasó ese verano que vivíamos en la zona oeste de mar del plata. Vivíamos con Iván ya dos años, nos llevamos muy bien, cada uno con sus cosas, yo de vacaciones de la facultad, ya el último año de arquitectura.
Don José, un hombre grande, de sesenta y pico, muy amable, educado, muy alto, manos grandes, siempre simpático. Estaba a 6 cuadras de mi casa, no era muy frecuente ir a su negocio, Iván cómo es chef, siempre compra al por mayor y trae siempre fruta y verdura. Pero alguna vez tocó ir.
Día caluroso, nada como una ensalada de pepino, tomate y zanahoria, mucha actividad desde temprano, Iván se fue a trabajar a las 8; fui al gimnasio en bicicleta , luego un rato a la playa, San Sebastián, de ahí a casa a bañarme, Salí de la ducha, aún con calor, pensé en almorzar, pereza ponerme a cocinar, voy a hacer una ensalada de pepino, zanahoria y tomate me puse un vestido de algodón sin corpiño y apenas una colaless, estaba un poco excitada siempre, con las cosas que venían pasando en nuestra relación, ya ponerme la bombacha apretada me calentaba; fui a la verdulería y don José me atendió, con una amabilidad exagerada, me comía con la mirada y aunque estaba ya guardando los cajones porque cierra para la siesta, fue muy evidente su calentura.
Debe haber estado excitado previamente, terminó de guardar los 2 cajones que le quedaban y me preguntó, en qué te ayudo nena; ese “nena” me produjo una excitación que me mojé; cierro por si entra alguien más, dijo y cerró la puerta. Ya me tengo que ir, sino, no termino más.
Nos quedamos solos, me miró y se acercó sonriente. Para que soy útil ‽ Preguntó cómo siempre.
Tomate le dije un kilo. Por favor, Eligió con delicadeza como siempre, puso los tomates en una bolsa, mirándome los pechos, luego a los ojos, interrogante de que, para que otra cosa era bueno.
Pepino, dije.
Este te va a gustar me dijo y puso un pepino largo y grueso, muy firme en la mesa, le sonreí, entendí su indirecta, acaricié suavemente el pepino con mi mano, probé su firmeza y moviendo los ojos y mis cejas, sonreí y le dije, necesito al menos 4 de estos, él río muy fuerte, se puso colorado, no esperaba esa respuesta, yo reí fuerte y lo miré fijo; me buscó 3 parecidos y los puso junto al elegido primero, te gusta así, inquirió morbosamente, agarré de a uno apretando con mi mano y asentí, están muy buenos.
Acariciaba los pepinos mirando a Don José y le pedí zanahorias.
¿unas 4 bien grandes y firmes? Me preguntó entrando ya en un terreno muy picante.
Siempre cierra a esta hora? Dije desviando el tema, vos vení cuando quieras me dijo a mi espalda ya que las zanahorias estaban del costado del mostrador y él tenía que pasar atrás, no necesariamente tenía que quedarse atrás, pero lo hizo, apoyando las zanahorias en la mesa. ¿Te gustan así? Me dijo.
Me encanta le dije y acaricié morbosamente la más pareja, larga y bien firme. Querés alguna albahaca me dijo siempre a mi espalda, yo estaba muy caliente ya
Su pepino me encanta le dije mirándole apenas de reojo, inmediatamente sentí sus manos en mi cola, abrí las piernas y dejé que me tocara, muy ágil y en un segundo estaba don José besándome en el cuello sacando su tremenda herramienta, evidentemente había estado excitado antes, era muy grande su miembro, como el pepino casi.
No tengo preservativos, ¿te hago la cola?
Me decía al oído y tocando me mi empapada vagina, humedeció su dedo con mis jugos y metió en la cola. Claro le dije gimiendo y lamentando no poder disfrutar ese instrumento , abrí las nalgas y sentí la interminable entrar y entrar en mi cola, fue muy placentero, era descomunal, estaba tan lubricada le salía mucho líquido preseminal, que entraba despacito, bombeó suavemente, dándome placer gemía poco por vergüenza, ¿así que te gustó este pepino?
Lo agarró y me lo acercó a la vagina, totalmente ensartada por detrás como un experto me comenzó a frotar el pepino en la vagina. Increíble, yo tenía orgasmos y mojaba el pepino, no tan hábil como Iván, Don José se las arregló para meterme el pepino y hacerme acabar unas 30 veces hasta que se estaba por correr y la sacó de mi cola, me di la vuelta, me arrodillé y comencé a chuparla, apenas me entraba en la boca y casi me llegaba a la garganta, tenía feo gusto, se la chupé, igual con muchas ganas y se vino en mi boca, me preocupé por qué es grande, no le haga daño, su orgasmo muy fuerte, me llenó de leche hasta la garganta y me tragué todo, muy feo sabor y olor, pero genial, yo tenía el pepino metido en mi vagina hasta el fondo, lleno de mis jugos, me lo sacó y volvió a meterlo ofreciéndome continuar, le dije que estaba bien, lo saqué, ofreció una bolsa aparte, te gustó nena, me dijo.
Me encantó, te quedaste de sin acabar?? No se preocupe, ya tendré tiempo dije, agarré la compra y sin pagarle siquiera, salí sin darme cuenta del dinero, me temblaban las piernas de los orgasmos anales que no había tenido encuentros así y fui a casa.
Llegó Iván a las 4, yo estaba en la cama con el pepino, llegó. Que haces en la cama? Me preguntó, me dio un beso largo y profundo, se duchó.
Se metió en la cama, me abrazó, sabiendo ya que algo había pasado, y me preguntó, le conté, lo que había pasado, con detalles mientras me manoseaba y metía 4 dedos por delante, el pepino por detrás, yo me movía como loca mis 2 orgasmos eran muy fuertes, nos besábamos con pasión, me mordía las orejas y me preguntaba si me había gustado, si me gusta, si esto, si lo otro. Por momentos parecía que disfrutaba más que yo.
El pepino fue por todos lados y el artífice de unos 200 orgasmos y un trío arriba de Iván con el pepino hasta el fondo en la cola, encantada estaba, sentía tanto placer, me estremecía, recordando el enorme miembro en mi cola, la facilidad que tuve para aceptar tener relaciones con un apenas conocido, con la aceptación y el apoyo de mi Amor.
Programamos con Iván dos visitas más a don José, una un lunes que Iván tenía descanso, fuimos a la playa temprano, ya en la playa veníamos planeando la compra, eligió el vestido de algodón finito y cortito, con una bombacha de encaje negro, sin corpiño, zapatos tipo sueco, calculamos la hora de cerrar para la siesta, llegué cuando estaba cerrado, me abrió muy contento la verdulería, pasé y le pedí un zapallo coreano o Anco. un Anco en la vagina y un Zucchini en la cola, Iván me hizo tener unos 200 orgasmos fantásticos Un amor don José. Un genio.
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