DOÑA TERESA 3/4
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
—¿Cómo saben ellos cuando te acabo de coger? —le preguntó el marido a doña Tere.
—Ellos saben que todos los días me das una cogida en la noche y otra en la mañana, porque les he contado, también los calienta saber cómo me coges.
A veces llego y le digo a quien me espera que “no me dio tiempo de asearme” por llegar a tiempo a la cita.
Se pone más arrecho y lo primero que hace después de encuerarme es ponerse a aspirar el olor de mis vellos y lamerlos, después su lengua hace paseos lo más internamente que puede.
Yo me mojo más de lo que vengo y me hace venir con las sorbidas que me da en los labios interiores y en el clítoris, así como tú, mi cornudito…
—Sí, Nena, tu pelambre y tus labios son tan hermosos como tus chiches.
Volvimos a la ventana y los vimos arrodillados en la cama, frente a frente, ella con las manos en la cintura de él y el marido jalándole los pezones.
—¡Ay, no tan fuerte!
—¡Perdóname…! ¿Ellos no te las jalan?
—Sí, es frecuente, son como tú, pero ya saben que no deben hacerlo fuerte, sólo cariños, magreadas suaves y las mamadas que quieran.
—¿Cómo le gusta más a Carlos?
—A él le gusta cogerme de perrito, aunque dice que, en mi caso, es de vaquita.
Me pone frente al espejo y se mueve mucho para que mis tetas bamboleen, eso lo enciende y ¡a mí más!
—¿Por qué?
—Porque me suelta chorros abundantes y siento el calor en mi vagina.
—Y Guillermo, ¿cómo te gusta que te coja?
—¡Como él quiera, tiene una verga grande y gorda, el sueño de todas las mujeres! Aunque algunas dicen que no importa el tamaño, entre más grande, más adentro se siente el calor de su semen.
Ellos se abrazaron y se pusieron a coger en la posición del misionero.
Después, él dejó el abrazo y se agarró de las chichotas de su esposa.
se veía que ella disfrutaba los embates de su marido.
“Más, más, más” gritaba ella que seguramente tenía un orgasmo tras otro.
El cornudo se movió más rápido cada vez hasta que también se vino, gritando “¡Te amo puta, mi Nena!”; ella le contestó “Y yo a ti porque eres quien más aguanta sin venirse, dándome más orgasmos”.
Se quedaron quietos, respirando agitadamente, ya calmados, sin sacársela se pusieron de lado y el marido se puso a mamarle el pecho lo que mirábamos con la boca abierta, con el antojo de ser nosotros quienes mamáramos esas chiches.
Todo lo vimos sin soltar la verga del otro, que traíamos en la mano y le dábamos fuertes apretones al jalarlas.
Sí, se nos mantuvo erecta, teníamos orgasmos con las caricias, pero ya no salía casi nada.
CONTINUARÁ
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