El albañil y yo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Lo siguiente me ocurrió recientemente, mi nombre cambiado es Irma. Aveces la indiferencia entre la relación de las parejas trae duras experiencias. En mi caso, las relaciones con mi marido se fueron espaciando al grado de tener sexo con mi marido una vez cada dos semanas o a cada mes. Yo tengo 41 años y me considero aún bastante atractiva, todavía tengo que ofrecerles a los hombres, mis senos aún se mantienen casi firmes, mis piernas son largas, delgadas y atractivas, mi colita es bonita y tiene carne y firmeza. Pero la rutina y la falta de imaginación arroja a las parejas a buscar donde satisfacer sus necesidades.
A mi marido lo acaban de promover en su trabajo, pero ese ascenso lo obliga a estar fuera por temporadas. Esto terminó de matar muchas cosas que agonizaban. En esos días estaban remodelando la casa en el primer nivel, de hecho tuvimos que subir la mesa del comedor a la planta alta para evitar el polvo que eso conlleva. El trabajo lo estaba haciendo una compañía la cual pusó a tres albañiles a realizarla, uno de ellos, de nombre Fabian, era un fortachon hombre de unos 35 años, manos grandes y asperas por el tipo de trabajo que acostumbra, con bastante vello en el pecho, brazos y piernas, se miraba que era del tipo macho.
No puedo definir lo que me sucedía cada vez que lo veía o entablaba alguna conversación con él. Me temblaba la voz, las piernas se me aguadaban y me cortaba. Fabían tenía una personalidad imponente, fuerte, posesiva y yo era susceptible a su energía. Debo decir que además de eso yo lo veía viril y sexi, me llamaba poderosamente la atención. Esto aunado con que mi marido no me había tocado en casi un mes, me ponía alocadas mis hormonas, las mirdas entre Fabian y yo se ponían mas lascivas y un día mientras se acercaba la hora de almorzar, tome valor y tome una pedazo de papel y escribi “te invito a comer conmigo en la planta alta”, se lo pasé dejándo en la mano sin decir una palabra, solo nuestra mirada dijo todo.
Al medio día lo oí subir las gradas, yo estaba aún poniendo algunos platos en la mesa, le iba a decir –Gracias por aceptar mi invitación-, cuando sentí sus menudas manos abrazarme la cintura y apretarme contra su paquete, yo me había puesto un vestido de una pieza no tan corto, yo le dije –Qué haces?-, pero sus manos se metieron por debajo de mi vestido y manosearon mis piernas y mis nalgas, su boca me besaba el cuello por detrás lo cual me daba ciertas cosquillas eróticas increíbles, la chuchita se me empezaba a mojar por dentro, él ya tenía el control sobre mi. Fabían ya iba decidido a almorzar pero mi cuerpo. Sus asperas manos se metieron dentro de mi calzón, que no era de hilitos, sino grande poco sexi, sus dedos jugaron con los pliegues de mi panochita, uff eso me acaloraba, las puntas de sus dedos separaban mis labios vaginales y seguían toda la rayita hasta pasar sobre el botoncito de mi clítoris. Eso me hizo exclamar sonidos de placer y me deje caer hacia atrás sobre su hombro varonil.
Uno de sus dedos penetró mi chuchita, era grueso y aspero, el cual se movía hacia adentro y hacia fuera, -Estas mojadita!!- me dijo Fabian y era cierto, yo eyaculaba grandes cantidades de jugos lubricantes en mi vagina. La otra mano de él, me apretaba las tetas sobre el vestido, como tenía un generoso escote, fue fácil que metiera su mano adentro y masajear mis senos a su gusto. Cuando ya me tenía muy caliente, me volteó y me abrazó para buscar mis labios, fue un beso lleno de saliva, sus dos manos ahora sujetaban mis nalgas. Por un momento pensé en detenerlo, como era posible que me estuviera metiendo con un albañil, pero mi calentura ya era indetenible, intenté decirle que me soltara, -no esta bien esto!!- le dije, pero lejos de soltarme metió sus manos por atrás dentro de mis calzones y sus dedos nuevamente jugaron con mi chuchita, mientras sus labios descendían hacia mis tetas, las chupó abundantemente, sus labios apretaron mis pezones y los jalaron como si fuera de hule, yo gemí, este hombre parecía un pulpo sus manos estaban por todos lados.
Fabian me levantó por los muslos, yo me prendí de su cuello y me cargó hacia la mesa del comedor, alli me acostó y me rompió mi calzón en pedazos para quitarmelo. Eso fue muy excitante. Después de eso, me abrió las piernas y yo todavía intenté en vano tapar con mis manos mi chuchita, en un gesto instintivo, ya que el único que había visto mi intimidad era mi esposo, él con lujo de fuerza me las quitó de allí y su boca me empezó a lamer mi chuchita. Su lengua era caliente y viscosa, sus dedos abrieron mis pliegues vaginales para permitirle llegar a lo más íntimo de mi vulva. Mi reacción fue decir -ayy no!!- y con mis manos jalarle el pelo a Fabian, pero era más por inercia que por querer retirarlo de mi coño, ya que me daba deliciosas sensaciones.
Asi también Fabian abria mis piernas cuando, por la estimulación yo las cerraba. Que clase de mamada me dio esa vez ese hombre, no recordaba cuando fue la última vez que mi marido me había comido la chuchita de esa manera. No tardé en obsequiarle una jugosa venida que mojó toda mi vagina de nuevo entre gemidos y quejidos que yo daba de gusto. A los pocos minutos sentí su dedo grueso y aspero penetrarme la vagina, y luego lo empezó a pajear dentro de mi. Asi también sus labios y lengua estaban sobre mi clítoris, por inercia nuevamente le pedi que se detuviera, pero lógicamente no lo hizo. Ese hombre me hacía estremecer toda sobre la mesa del comedor, un orgasmo nuevamente me hizo revolverme allí acostada. La boca y los labios de Fabian eran una máquina de chuparme el coño.
La cosa no terminaba allí, uno de los otros dedos de Fabian me acarició mi ojito del culo y lubricado con mi eyaculación vaginal, lo fue introduciendo en mi colita en forma lenta, le volvi a pedir casi gimiendo que no lo hiciera, pero su dedo abrio mi esfínter y se introdujo en mi recto. Ahora tenía un dedo en mi chuchita y otro en mi colita, de la misma mano, mientras me los pajeaba ahora ambos, sus labios apretaban mi clítoris, no tardé mucho en venirme de nuevo, era increible haber tenido tres orgasmos en poco tiempo a manos de la lengua de Fabian.
De pronto sentí que Fabian sacaba sus dedos de mi interior y se preparaba para follarme. Bajó su overol y sentí su gordo glande jugar con mis labios vaginales, él lo estaba frotando por el largo de mi chuchita y en ocasiones en mi colita, de pronto sentí como me penetró y luego comenzó a moverse en un rico vaiven, cada vez sentía su verga más adentro de mi. Luego sus manos se posaron en mis tetas y me apretó los pezones. Sus bombeos eran cada vez más intensos y fuertes, por fin oi gemir y pujar a Fabian de la fuerza que me cogía. Yo me quejaba como loca y gemía gozando todo lo que me daba.
Fabian alli parado me puso las piernas en sus hombros y su ritmo aumentó de velocidad, volvi a subir la cumbre del orgasmo, pero esta vez no me fui sola, oi que Fabian estaba por explotar, yo quería sentir su leche caliente en mi chuchita, pero él tenía otra idea, me sacó su verga y se puso a un lado con el falo en su mano y buscando mi boca, -ábrela!!- me indicó, casi ordenandome, yo acerqué mi boca y la abri casi automáticamente; poniendo su glande en mis labios estaba cuando sentí un chorrito de esperma salir de su verga, el me tomó de la cabeza para que no la retirara, asi que toda su venida la hizo en mi boca, parte de su semen me salió por la comisura de mis labios y la otra parte la tragué.
Como si no hubiera sido nada, Fabían se subió su overol de trabajo, tomó un trozo de carne de la mesa con las manos y se fue hacia la planta baja, sin decirme nada. Yo me quedé allí acostada sobre la mesa, semi desnuda, con las piernas y la chuchita abiertas, con semen en mi boca, pero sobre todo, satisfecha.
Un sentimiento de culpabilidad y cargo de conciencia me abrumó los días siguientes, a pesar de haber gozado como una ramera, no quería ni ver a Fabian. Y asi fue, no entable ninguna conversación con él, ni le daba la vista. Mi marido llegó ese fin de semana y lo provoqué para que me cogiera, lo hizo, pero no era comparable a lo que me hizo sentir Fabian. Eso me hizo caer de nuevo en los brazos de Fabian.
Una semana y media más tarde, el ingeniero encargado de la remodelación, quien llegaba solo a supervisar los trabajos, me confirmó que el trabajo se finalizaba al siguiente día. Fue cuando tomé la decisión de despedir a Fabian, le escribi nuevamente en otro papelito, el cual decía: –Lo invito a cenar mañana por la noche-, esta vez quería tenerlo solo conmigo sin nadie más en la casa.
Ahora si me puse lo más sexi que encontré en mi vestidor, un vestido super corto, con amplio escote, sin sujetadores, zapatos de tacón y una tanguita que tenía un par de años de no usar. Fabian llegó puntual, también ya no tenía puesto su overol de trabajo, sino un pantalón oscuro y una camisa sport. Como la vez anterior, previo a la cena, me empezó a comer a besos la boca, el cuello y mis senos. Al poco tiempo ya estaba de nuevo en sus manos. Me pidió que me pusiera en cuatro sobre el sofá levantándo mi colita, él se colocó a tras y comenzó a decirme que tenia una colita preciosa, luego me subió el vestido y besó las nalgas una a una mientra sus dedos hurgaban mi chuchita, que ya estaba mojada. Luego su lengua inspeccionó mi colita, haciendo a un lado mi tanguita, de nuevo su lengua me ponía loca de placer. Le pedi entre quejidos que me la metiera. No me hizo esperar y poniendose de pie atrás de mi, sacó su gorda verga y me la metió en mi chuchita, luego empezó a bombearmela con ricos golpes secos.
Llegué a un orgasmo a los pocos minutos después de penetrarme. –quiero chupartela!- le dije, me desprendi de su falo y me senté mientras el parado frente a mi esperaba mis labios en su verga. La tomé con ambas manos y la lamí arriba y abajo, pude sentir mis propios jugos vaginales que tenía su verga impregnada. No me importó, se lo mamé como si fuera un rico manjar. Fabian me tuvo que detener, porque sino él se hubiera venido en mi boca, pero el tenía otras ideas. Ahora el se sentó primero en el sofá y me dijo que de espaldas me sentara sobre su verga, asi lo hice, su verga entro hasta lo más profundo de mi chuchita sin obstáculos. Fabian me abrazó con sus fuertes brazos y yo me voltee para besarlo a la vez que movia mi trasero sobre su rica verga. Por un momento sentí que su verga me llegaba hasta lugares nunca explorados dentro de mi vagina. Al rato me desprendí y yo tomé la decisión de sentarme sobre su verga de nuevo, pero ahora sentada de frente a él. Volvimos a darnos besos de lenguita, mientras yo lo cabalgaba, el mamaba mis senos y manoseaba mis nalgas y mi colita.
En lo mejor estabamos en esa posición, yo gritaba de excitación y me había vuelto a venir, cuando me dijo al oido -quiero tu culito!!-. –No papi, por alli no, la tienes muy gruesa!, le traté de explicar, pero con la fuerza de su cuerpo me volvió a dejar en cuatro sobre el sofá, me lamió mi colita tratándo de lubricarla, luego se puso de pie atrás de mi, yo traté de relajarme para ayudar un poco, luego sentí su verga empujando mi colita y finalmente se fue deslizando lentamente dentro de mi recto, Fabian paraba ocasionalmente para que yo y él pudieramos tomar aire y un descanso, al cabo de dos o tres minutos, yo tenía su dura verga en mi colita clavada. Normalmente no había sentido placer de ser clavada por allí, pero con Fabian era diferente, me la bombeo durante varios minutos y por primera vez sentí tener un orgasmo causado por la penetración anal.
Fabían emitió un quejido fuerte y luego sentí algo caliente en mi recto, era su esperma hirviendo que me regalaba en mi colita. Descansamos un rato y lo invité a la mesa a cenar, nos vestimos y cenamos. Nos despedimos como viejos amigos y me dejó el número de su telefono movil.
Ya han pasado cinco semanas desde ese último encuentro, mi vida sexual con mi marido sigue siendo aburrida y siento tentación de llamarlo y que me haga el amor de nuevo de esa forma que me gusta.
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