EL ALUMNO ENSEÑANDO A LA PROFESORA
Hola, soy una mujer de 45 años, casada desde hace 25 años con una hija en mi matrimonio. Soy maestra de Psicología en la universidad de mi ciudad por lo cual muchos de mis alumnos son de entre 18 y 25 años más o menos. Yo no soy una mujer guapa, pero creo, que tengo mi atractivo y esa es la razón de.
Hola, soy una mujer de 45 años, casada desde hace 25 años con una hija en mi matrimonio. Soy maestra de Psicología en la universidad de mi ciudad por lo cual muchos de mis alumnos son de entre 18 y 25 años más o menos. Yo no soy una mujer guapa, pero creo, que tengo mi atractivo y esa es la razón de mi confesión y por la cual le fui infiel a mi marido al cual amo mucho, pero a veces, el cuerpo es débil.
Todo empezó un día que me una ex alumna de la universidad que venía de visita a la ciudad quería saludarme, ya que, tuvimos y tenemos una buena amistad. Me dijo que llegaría el sábado con unos amigos que, si podíamos ir a tomar unas copas y claro que acepte, le comenté a mi marido y se ofreció acompañarme, pero él me alcanzaría más tarde. Llegue al bar como a las 3 de la tarde, era sábado y mi hija se quedó ese día con mi mama hasta el otro día. Cuando me la encontré ella ya estaba ahí con dos muchachos más o menos de 25 años, me los presento y empezamos a platicar de muchas cosas. Carlos y Javier, sus amigos muy simpáticos, y a pesar de la diferencia de edad teníamos una plática interesante y muy divertida.
Ya eran como las ocho de la noche cuando mi esposo me llamó para decirme que no iba a llegar al bar, pero que los invitara a la casa para saludar a mi amiga, les pregunte si aceptaban y los tres aceptaron. Pedimos la cuenta, nos fuimos a casa no sin antes pasar a comprar más tequila y Carlos pidió más cerveza porque él no toma otra cosa. Llegamos a la casa, puse música, y seguimos platicando hasta que llego mi marido, algo tomado y muy contento, saludo y se integró a la reunión. Seguimos así, mi marido muy entrado en plática con mi amiga y Javier y Carlos y yo platicando otras cosas.
Note que Carlos empezó a coquetearme, no directamente, pero si muy seductor y seria por el alcohol que me empezó a poner algo nerviosa, cosa que nunca me había sentido, pues no había imaginado engañar a mi marido. Mi esposo saco a bailar a mi amiga unas cumbias y algo de salsa, y me dijo que bailara con Carlos que ya dejáramos de platicar, Carlos no se hizo de rogar y de inmediato empezamos a bailar. Carlos no perdía oportunidad de rozar nuestras pelvis y se pagaba a mis pechos, eso me empezó a excitar y la verdad comencé a verlo de una forma diferente, todo su cuerpo era fuerte como de gimnasio sin exagerar, la camisa un poco abierta dejando ver algo de su vello en el pecho, lo cual me gusta de un hombre y mi marido es lampiño jeje, y movía sus caderas muy sexy lo cual me encantaba, además pude ver el bulto que sobresalía en sus ajustados jeans que hacía que me imaginara algunas cosas que me ponían aún más caliente, él no dejaba de soltarme piropos a los cuales yo sonreía.
Así estuvimos varias horas, bailando, platicando y tomando, tanto que ya nos habíamos acabado la botella de tequila y mi marido saco otra la cual ya llevábamos por la mitad, todos ya estábamos muy tomados y alegres.
Serian como las dos de la mañana y mi amiga se paró, muy mareada, para despedirse por que tenían que buscar hotel donde quedarse, a lo cual, mi marido de inmediato les ofreció quedarse en casa para que no se arriesgaran y yo lo secunde por lo cual no se pudieron reusar, así que seguimos con la plática y la bebida. Mi marido ya estaba muy tomado y se disculpó para irse a dormir, poco después mi amiga también se despidió junto con Javier a los cuales les indique el cuarto donde se quedarían, el cuarto de mi hija y regrese a la sala donde Carlos seguía tomando su copa.
Le pregunte si se iba a dormir, pero me dijo que se tomaba la última y se acostaba, pidiéndome de paso que lo acompañara, lo cual acepte. Me sirvió otra copa y el relleno la suya. Me senté en el sofá junto a él, y me sentir algo nerviosa ya que, aunque me había puesto cachonda, el hecho de que mi marido estuviera durmiendo en la habitación me daba miedo que viera algo que no era. Después Carlos me dijo que quería hacerme una confesión y que esperaba que no me molestara a lo cual le dije que no había problema, me dijo que le gustaba mi forma de ser, que era una persona muy interesante y que era muy sexy, que le atraía mucho, mientras tomaba mi mano la cual trate de retirar pero él la agarro con fuerza pero sin brusquedad, me dijo que no me ofendiera que me deseaba mucho, le dije que no siguiera que mi marido estaba en la habitación y que no estaba bien, el siguió tocando mi mano y se me acerco más para decirme al oído… él no se dará cuenta y será nuestro secreto, y en ese instante sentí un escalofrió que recorrió todo mi cuerpo, mezcla de miedo y excitación y al sentir su aliento en mi oído se me aflojaron las piernas, el aprovecho para tocármelas y empezó a besarme el cuello haciéndome sentir humedad en mi concha y ya no pensé más que en lo que estaba por suceder.
Le dije en un susurro que parara pero para él era como si le pidiera más, así continuo besándome el cuello y su mano ya estaba debajo de mi blusa apretando mis senos, los que con maestría saco de mi brasier, yo solo gemía con cada caricia que me daba y más cuando recogió mi falda y empezó a meter su mano hasta llegar a mi concha y darse cuenta lo húmeda que la tenía, metió dos dedos de una vez sin mayor trabajo, ya tenía un seno en su boca y me decía que estaba riquísima, lo cual me prendió más.
Ahí me tenía en el sofá a su disposición, con la blusa abierta y los senos fuera, mi falda recogida para poder meter su mano. Ya estaba deseosa de sentirlo dentro de mí sin importarme que estuviera mi marido dormido me estaba entregando a las caricias de este joven mucho menor que yo dándome un faje que me provocaba una excitación que nunca, nunca, había sentido.
Instintivamente estire mi mano buscando en su pantalón aquel bulto que había notado mientras bailábamos y el me ayudo posándola en ese enorme tronco que ya quería salir de su prisión, intente desabrochar su pantalón pero no pude y él lo saco rápidamente y al tocarlo sentí como me mojaba más, era suave y muy grueso, apenas si lo podía abarcar con mi mano, no pude más con la curiosidad y voltee para verlo y wow un hermoso pene moreno, grueso, grande con unas venas que parecía le iban a reventar y una cabeza grande como un durazno rosado y tieso como un bate de beisbol el cual quería comérmelo, la verdad mi marido tiene buen pene, pero este estaba mejor, y por el alcohol y la calentura, ya quería sentirlo dentro.
Carlos se levantó como adivinando lo que quería, se bajó el pantalón hasta los tobillos y me ofreció aquel enorme pene, poniéndolo frente a mí, tenía unas gotitas en la punta las cuales probé cuando empecé a lamerlo primero y luego introduje lo que pude en mi boca mientras tanto mi lengua lo saboreaba, le acariciaba la puntita, haciéndolo estremecer. Él se quitó la camisa y mientras se movía empecé a tocar su estómago y su pecho lleno de vellos que parecía un oso, hizo que me parara y saco por completo mi falda y mi tanga, para después sentarse él en el sofá, indicándome que me sentara encima de él y me ensartara su enorme verga, de repente me entraron nervios al pensar que le iba a ser infiel a mi marido y en su propia casa, empecé a temblar como loca pero a la vez la excitación fue más fuerte, así que me coloque arriba de él para acomodármelo, él no se movía solo me miraba y yo no dejaba de temblar, como pude agarre su pene y lo acomode y empecé a sentarme poco a poco disfrutando y sintiendo como me empezaba a abrir sin poder evitar un primer orgasmo al momento que la tuve toda dentro, me quede quieta disfrutando aquel placer que me provocaba ese enorme tronco.
Luego poco a poco empecé a mover mi cuerpo primero en círculos luego de arriba a abajo, él me tomo de la cintura y cada vez que bajaba lo hacía con más fuerza para que me la introdujera toda, así continuamos unos quince minutos hasta que él me sostuvo con fuerza para no dejarme mover y sentí como su pene se movía dentro de mi concha como si se hinchara más y vi su cara de placer que nunca voy a olvidar, dándome cuenta que estaba eyaculando dentro de mí. Así estuvimos un rato, sintiendo como se hinchaba su pene y me quedaba dentro todo su semen y cuando me soltó, suspiro, me tomo de la cabeza y me dio un beso muy apasionado, un beso que sabía a miel.
Así estuvimos un buen rato, abrazados sin yo quitarme de encima de él hasta que sentí que su pene se puso flácido entonces me sali y me senté a su lado en el sofá y vi como su pene estaba empapado, y yo seguía sintiendo mi concha palpitar deseando más sexo y disfrutar un nuevo orgasmo, el volteo a verme, me beso y me decía que estaba muy rica, muy apretadita, que sabía cómo moverme, que mi marido debía estar encantado con una hembra como yo.
Comenzó a acariciarme el clítoris que estaba bastante hinchado y eso me puso más caliente, yo solo movía mi cintura al ritmo de sus dedos con los ojos cerrados, y él seguía diciéndome cosas y me pregunto si me había gustado como me cogió, yo entre suspiros conteste que sí, ¿tu marido te coge así? No le conteste, ¿quieres que sea tu amante? yo ya estaba bastante excitada y dije que sí, entonces vas a ser lo que te pida para que pueda seguir cogiéndote, yo a todo le decía que sí, de repente, sin dejar de masturbarme me levanto y me inclino hacia adelante contra el sofá, él se puso detrás y sentí su lengua en mi concha, nunca me habían hecho sexo oral, una sensación riquísima, yo solo separaba más mis piernas para facilitarle el trabajo, al tiempo él empezó a meter un dedo en mi ano ya que con el mismo liquido de mi concha me lubricaba el ano, se levantó y así de espaldas metió su pene en mi concha sacándome un gritito de placer, luego la saco y trato de meterla por mi ano, aunque no pudo yo me inclinaba hacia adelante, y él me jalaba de la cintura y poco a poco la fue metiendo, yo sentía que me iba a romper mi culo en dos, era virgen ahí, le pedí que no siguiera él no me hizo caso, lo metía más y más hasta que entro toda y se quedó quieto, mis piernas se aflojaron y él me tuvo que mantener y poco a poco me fui acostumbrando y más con sus caricias en mi clítoris y senos, empezando a tomar gusto, él comenzó a moverse poco a poco metiendo y sacando su verga y sentía como mi ano lo apretaba como queriendo no dejarlo salir, al comienzo sentí un poco de dolor pero luego el placer fue enorme, al punto que yo misma movía mi cuerpo hacia adelante y atrás con fuerza buscado que me penetrara hasta lo más profundo posible alcanzando un placer inexplicable.
Así tardamos unos diez minutos yo disfrute varios orgasmos, hasta que sentí un arrimón muy fuerte, su pene dentro de mi vientre y se vino a chorros, más tarde al separarnos por mis piernas temblorosas escurriría todo su semen en cantidad, cuando quiso sacar su verga le pedí que no, era una sensación extraña sentir como lo fue sacando, así que él espero hasta que se puso flácido dejando que solo se saliera poco a poco, yo sentí un vacío dentro de mí y mi ano palpitando fuerte.
Empecé a vestirme, ya estaba clareando y pensé en que mi esposo no fuera a despertar, Carlos seguía desnudo en el sofá con el pene flácido pero gordo y mojado de semen, al verlo ahí sentí un estremecimiento en mi cuerpo, me acerque le di un beso en su verga y en la boca y me despedí, el me dio una palmada en mi trasero y me dijo; Ahora soy tu amante y tú eres mía.
Después de ese día he aprovechado tres oportunidades para follar con Carlos, en las cuales, su gruesa verga ha dejado mi sexo y mi ano en candela, aunque cada vez lo disfruto más. No se cuando voy a parar porque me gusta sentir su dominio y las nuevas formas de disfrutar del sexo que él me ha enseñado.
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