El amigo de mi marido
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Adriana, tengo 28 años, casada y madre de dos hijos.
Mi família y yo vivimos en Uruguay, a unos 70 kilómetros de Montevideo.
Mi marido tiene un amigo de toda la vida, siempre me habla de él, hasta que un día le dije que lo invite a casa.
Craso error de mi parte.
Cuando llega a casa y lo vi, realmente me.
sorprendió mucho, un hombre de 35 años como mi marido, pero Eduardo, que así se llama su amigo, mide mas de un metro ochenta, pelo largo, la.
barba le llega al pecho, rubio,.
ojos verdes, todo un tipazo.
Una tremenda moto, me.
gustó desde el primer momento.
Es tan simpático que es difícil no estar riendo continuamente con sus ocurrencias.
Yo me lo comía con los ojos, jamás le había faltado a mi marido, pero Eduardo me hizo tilín.
Nosotros vivimos en una chacra, cerca de casa hay un monte de eucaliptos y pasa un arroyo muy lindo donde siempre vamos a pasar el día.
Mi marido se fue al pueblo a comprar carne y achuras para irnos al monte a hacer un asado.
Eduardo se quedó.
en casa y yo no podía contenerme y coqueteaba delante de él, me sentía extraña, no podia dejar de mirar sus ojos verdes, parecía una boba.
«Voy.
a ver si encuentro la maya de baño, que siempre que vamos me baño en bombacha y corpiño», le dije y fui a mi dormitorio a buscarla.
Cuando la encuentro, me desnudo y me la pruebo, «como me queda?», le dije, dándo una vuelta completa, dejando que Eduardo me mire, «Adri, te queda hermosa», me dijo dándo un silvido.
A mi me temblaron las piernas.
Me fui a cambiar de nuevo antes que llegue mi marido, y.
como quien no quiere la cosa, dejé abierta la puerta del dormitorio, caminando desnuda como si no me diera cuenta que de donde estaba sentado el amigo de mi esposo me podía ver.
Me vestí y salí a preparar el mate.
antes.
que mi marido llegue.
No sabía si me había visto o no, estaba nerviosa, caliente, pero no quería perder los papeles.
Esa noche nos echamos un polvo con mi marido, como hacía tiempo, lo único que yo veía la.
cara de Eduardo, que era Eduardo el que me.
estaba cogiendo y no mi marido.
Al otro día cuándo nos estábamos llendo, le pregunto a mi marido si podía ir con Eduardo en su moto, ya que a mi las motos me encantan y mas una tremenda moto como esa.
Mi marido fue con mis hijos en la camioneta y yo con Eduardo.
Me abrazo a su cintura y como quien no quiere la cosa, aplaste mis tetas contra su espalda, y baje mis manos casi hasta su pija.
Nosotros llegamos primero, y cuando estoy bajando de la moto, Eduardo me da una palmada en la cola.
Yo lo miré sonriendo y me.
quedé quieta esperando otra palamada, pero en vez de eso, paso su mano suavemente acariciando mis nalgas, «que hermosa cola que tenes», me dijo apretando una de mis nalgas.
Me sonreí y me aparte ya que estaba llegando mi marido, pero de buena gana me hubiera dejado seguir acariciando la cola con él.
Pasamos un dia genial, muy divertido, Eduardo y yo no dejábamos de mirarnos sin que mi marido se diera cuenta.
Cuando volvíamos a casa iba manejando yo, ya que mi marido estaba bastante mareado y mis hijos dormían.
Eduardo me ayudó a acostar a los niños y a mi marido.
Sin decir nada ni hacer ruido, lo agarré de la mano y lo llevé al galpón, donde empezamos a besarnos y meternos mano.
Yo le acariciaba la pija y él me bajaba el pantalón y la parte de abajo de la malla de baño sobando mis nalgas.
«Agachate y abrite las nalgas», me dice haciendo que me ponga de espaldas a él.
Yo hice lo que me dijo, y siento como me.
pasa saliva por mi ano, acomodando su pija.
Yo estaba inclinada hacia adelante, abriendo mis nalgas lo que más podia.
«Haaaaa», gimo cuando Eduardo haciendo fuerza me la empieza a meter por la cola.
Sentía como mi ojete se abría a medida que Eduardo me metía toda la pija, hasta que mis nalgas quedaron pegadas a su cuerpo.
«Que guacho, como me estas cogiendo por la cola», le dije moviendo mi cola en círculos con toda su pija adentro.
«Tenes una cola preciosa para cogerla», me dijo empezando a sacarla y meterla despacio, subiendo sus manos hasta mis tetas, acariciandolas sin dejar de sacar y meter su pija de mi cola.
«Me estas reventando el ojete», le decía entre ayes de placer, «y me vas a decir que no te gusta como te estoy cogiendo la cola?», me dijo metiendo bien adentro su pija y apretando mis tetas, «me encanta tener tú pija bien adentro de mi cola», le dije mordiendo las palabras de placer.
Mientras Eduardo me seguía cogiendo la cola, solté una de mis nalgas y me empecé a acariciar la concha.
«Edu, Edu, me voy a acabar, llename bien la cola de leche», le dije haciendo fuerza para atrás metiendo bien adentro su pija en mi cola, cerré los ojos y empecé a gemir como una loca acabando, mientras Eduardo me empezó a coger mas fuerte y escucho su gemido cuando me clava bien adentro su pija y me empieza a llenar los intestinos de leche.
«Sí, así, dame toda la lechita, llename bien la cola de leche», le decia sintiendo como se me aflojaban las piernas de placer.
«Que buena cogida me diste, me dejaste la cola llena de leche y el ojete ardiendo», le dije sintiendo como Eduardo sacaba su pija de mi cola y caía la leche sobre mi bikini.
«Espero que esto se vuelva a repetir», me dijo Eduardo, besando mis labios, «siempre que podamos», le dije arreglando mi ropa y volviendo a casa.
Mmmmm, que rica y excitante historia