El bolso
Una esposa que hace una compra desmesurada y se ve obligada o buscar el dinero de cualquier forma.
Carlos se había enfadado bastante con mi última compra, era mi capricho desde hace tiempo, le insinué varias veces mi deseo por ello, se lo mostré por la web y ya que él no me lo regalaba, decidí comprarlo yo, se trata de un bolso de un valor superior al que en estas fechas nos podemos permitir. Él insistía en que debía devolverlo, pero estaba claro que eso no iba a suceder, por lo cual en mi despecho le dije:
– No te preocupes, ya que parece que no te importo nada, yo tengo el dinero para pagar mis propios caprichos
Realmente no sabía cómo conseguir los 2.000€ que había pagado con la tarjeta de mi esposo, y así andamos durante las tres últimas semanas, sin hablarnos, acabamos durmiendo en habitaciones separadas, y aunque yo intente hacerme la mimosa usando las armas de mujer, él no parecía dispuesto a ceder, en nuestro poco dialogo Carlos me dijo, que no volvería a casa a comer, se marchaba de viaje y llegaría en la noche, un frio adiós y después escuché sacar el coche del garaje.
Tomé el té de la mañana y salí hacia el gym, había reservado hora en las primeras clases de la mañana, el ejercicio me mantenía distraída y por un momento con la cabeza fuera de la disputa que mantenía con mi marido, como vivimos cerca del gym, terminé mis clases de crossfit y volví a casa sin pasar por la ducha, solté la bolsa en la entrada y me subí al baño, dejé caer las mallas y el top, aun mojados por el sudor, y me saqué el pequeño brasileño que uso para estas sesiones, mi cuerpo se está moldeando con tanto ejercicio, me mantengo espléndida, hasta ahora centrada exclusivamente en mi esposo, aunque no me faltan propuestas de compañeros de gym o incluso los amigos de Carlos, realmente soy injusta, porque él no me descuida en ningún momento, siempre atento en detalles, me sorprende en muchas ocasiones con conjuntos de lencería, trajes de baño, perfumes y ropa o incluso zapatos, por eso todo lo dedico para él, mi vida se centra en estar dispuesta para él, mi pubis esta depilado a su gusto, me retoqué el pecho por él y hasta el color de pelo lo llevo a su gusto, ahora han pasado casi cuatro semanas que no tenemos sexo, entre su trabajo y ahora este enfado de pareja.
Bajo el agua templada mi mano comenzó a explorar algo que bien conocía, y que sabía dónde podía darme placer, la esponja natural, impregnada en espuma me acariciaba , entraba por todos las partes de mi cuerpo más sensibles, la dejé caer y la sustituí por un juguete que tengo en el armario del baño, ayudada por mis mano con body-crem, sabía que con solo poner una gota en mi dedo y acariciar mi clítoris con el dildo metido en mi vagina, no tardaría en tener un orgasmo, continué con ese preámbulo antes de acabar provocándome una explosión, bajo el agua, me pareció escuchar el timbre de casa, corté el agua y efectivamente, alguien llamaba, me extraño la hora, me colé un albornoz y metí mi juguete en el bolsillo, con el pelo mojado me acerqué al visor de la puerta.
Era Luis, el socio de mi marido, le abrí la puerta y le invité a pasar, me dijo:
-¿Llego en mal momento?
-No te preocupes, estaba saliendo de la ducha,
Le pregunté si quería tomar un café y me respondió afirmativamente, por la confianza que tenemos nos dirigimos a la cocina directamente, yo me mantenía solo con el albornoz y en el bolsillo mi juguete, y aunque anudado a la cintura este siempre hacia por abrirse, percibí como Luis me miraba las piernas y el escote, yo lo intenté cerrar, pero siempre acababa volviendo a abrirse, le dije que Carlos había salido temprano, que no se encontraba en casa, a lo que me indicó que estaba al corriente de eso
-Bien, entonces Luis, ¿qué te trae por aquí?
De nuevo dijo que sabía que Carlos estaría de viaje todo el día y que tenía conocimiento de nuestra disputa con supuesta compra
-Pues querida Beatriz, tu esposo anda estás tres últimas semanitas mal por la empresa, me ha contado que está enfadado por un capricho que te has permitido con un precio algo elevado, y que según él, no lo quieres devolver, también me comentó que te has ofrecido a pagar, pero que él sabe que no dispones de ese dinero.
Todo eso lo hablamos mientras tomábamos el café, y no dejaba de mirar mis piernas. Luis siempre ha sido el clásico hombre divertido y atractivo, por su esposa he sabido que en ocasiones se ha metido en líos de faldas, y yo lo entiendo, no es como mi marido, que aunque Carlos es la cabeza pensante, él tiene la capacidad de atraer a los clientes, es muy ameno, deportista y jovial, él me recomendó el gym donde voy en las mañanas.
Como socios de la empresa, coincidimos habitualmente, un día después de una firma en la notaría, Carlos le pidió a Luis que me acercara a casa, y en el coche el diálogo fue más que picante, me dijo que si no fuera la esposa de su socio, ya nos habríamos acostado, yo no le dije que no, también una noche en una fiesta en su casa acabó quitándome la parte de arriba del bikini.
-Beatriz, he pensado que podía ayudarte a salir de este atolladero, podía hacer que obtengas ese dinero, pero a cambio tienes que colaborar.
-¿De qué se trata?
– Imagina, espero que no te ofenda mi propuesta
– No sé a qué te refieres
– Ya sabes lo que me atraes, desde que hemos salido a cenar, en viajes o de vacaciones, en cualquier encuentro contigo siempre he terminado sin poder dejar de imaginarte en mis fantasías, has hecho que me masturbe en cualquier momento, que piense en ti mientras tengo sexo con mi esposa, eso es a lo que me refiero
-Pero Luis, no sé qué pensar
– Lo tienes muy fácil, solo conviértete en mi puta por unas horas y yo te daré ese dinero, por ejemplo podía ser esta misma mañana.
Yo me ruborice, pero era cierto que desde hace tiempo yo también he fantaseado con él, y si aparte solucionaba lo del dinero, pues más de una vez en la ducha o en la cama me ha ayudado su imagen, y en una ocasión en un viaje, teníamos las habitaciones contiguas y desde nuestra terraza en la noche lo vi follando con su esposa, aunque creo que no lo sabe, o eso pienso, recuerdo ver su espalda tensa y húmeda por el sudor mientras envestía a su esposa y ella le clavaba las uñas, los escuché gemir, deseé que mi marido me hiciera el amor de esa forma, pero nunca ha pasado de un misionero y a dormir, acabé tocándome y deseándolo.
Mi cuerpo se estaba excitando, noté como se humedeció mi entrepierna, quería dar rienda suelta a mis deseos, en el fondo era lo que deseaba desde hace tiempo, solo dejar abrir el albornoz y mis piernas quedarían visibles, mi piel estaba brillante, él mientras me hablaba y miraba fijamente a los ojos, puso su mano sobre mi rodilla, no hice intención de retirar y ahora dejé el escote abierto hasta la cintura, él podía ver desde el lado todo mi pecho incluso él pezón.
Sacó unos billetes y los puso sobre la mesa:
-Esta es mi propuesta, y si te portas bien, como lo que quiero que seas para mi, la puedo mejorar.
Sobre la mesa había 1000€, entonces le di a tirar del cinturón del albornoz, lo hizo con suavidad y sensualidad, pasé mi lengua por mi labio y mordí el inferior, mi cuerpo quedó totalmente desnudó y expuesto a él.
Metió su mano por mi nuca y me atrajo hacia él, nuestras bocas se unieron, se sellaron la una con la otra, mientras nuestras lenguas se entrelazaron como dos serpientes, su mano acariciaba uno de mis pechos, después el otro, pellizcó mis pezones, ahora su mano recorrió mi cintura y mis caderas, mordió mi cuello.
Ahora sacó 500€ más y los puso sobre la mesa, vamos a ver como trabajas con tu boquita, me agarro de los hombros y me hizo poner de rodillas, mi mano acariciaba aquel descomunal paquete, le abrí el pantalón y saltó como un resorte una bestial verga, dura con las venas bien marcadas, con la piel bajada, de nuevo puso su mano en mi nuca y me guió sin demasiada dificultad, estaba claro que no me entraría entera en la boca, con mis dos manos la pajeaba, y mi boca la salivaba bien, estaba dura y brillante, sentí arcadas al intentar tragar más de lo que estaba acostumbrada, y así hasta que me pidió que parara, que si continuaba se acabaría corriendo en mi boca.
Otro aporte a la mesa y ya estábamos en 2000€, ahora me volteo y me puso a cuatro sobre la encimera de mármol de la cocina, comenzó con una revisión , metiendo sus dedos, diciendo lo húmedo que lo tenía y mojando la punta de su verga con saliva comenzó a buscar por donde penetrarme, agarro mi pelo aún húmedo y tiró de él, mi barbilla se levantó, sentía dolor y humillación, pero también placer, no le costó entrar, debido a mi calentón, aunque no había llegado al orgasmo, si me tenía bien mojada, tras agarrar mis caderas con maestría y seguridad comenzó un mete saca, pronto llegó mi ansiado orgasmo, me temblaban las rodillas y él seguía sin bajar el ritmo, le pedí que parará pero eso le excitaba más, y sus envites eran más violentos.
Una de las veces que la sacó y no sé si queriendo o por accidente, me la clavo en el chiquito, vi las estrellas, intenté retirarme. Me azoto el culo y me llevó contra él, y mientras la metía, vio en el bolsillo del albornoz mi juguete de color rosa fucsia, lo agarró y dijo
-Mira la putita, te estabas dando placer en el baño, ahora te lo voy a dar yo
Su verga me hacía estallar el culo y el dildo me lo dio a mojar con mi propia saliva, lo introdujo en mi vagina, tenía los dos agujeros bien rellenos, los dos los movían al unísono, me iba a venir de nuevo, me hacía daño pero me estaba dando tanto placer, me humillaba con sus palabras, me azotaba el culo con la palma de su mano, una de las veces no grité, entonces sacó el cinturón de su pantalón y me azoto con el, me escocia, sin verlo sabía que me lo estaba dejando bien rojo, y así hasta que agarrando mis caderas y uniendo su cuerpo me lleno el culo de su leche caliente, al sacarla, la descarga caía por mis muslos, me quedó un recuerdo doloroso, aun así no tenía fin, me encontraba a su antojo, de nuevo , ahora sentada en la encimera y con las piernas abiertas era duro en cada envite, y así hasta que tiró de mí, y me obligo a estar de nuevo de rodillas ante él, de nuevo volvió aq descargar, era algo totalmente nuevo para mí, en la boca, en la cara, en los ojos y tetas estaban totalmente inundadas, su sabor no era tan acre como recordaba el de mi marido, me pareció algo dulce. Lo miré de forma lasciva y le pregunté:
-Que tal, ¿te ha merecido la pena el pago?
-Él contestó:
– Nunca había follado con una puta tan viciosa como tú, con esto te pago las visitas la semana que viene
Él subió su pantalón, yo hice por ir a lavarme, pero el con un azote en mi culo me dijo:
-Nadie te ha dado permiso, hasta que salga de tu casa estarás desnuda y con mi leche cayendo por tu cuerpo.
Y así fue, lo acompañe a la puerta, y como despedida me volvió a dar un azote, mientras pellizcaba mis pezones diciendo:
-Prepárate para una segunda visita, tu marido se marcha dos días de viaje, puede que traiga un amigo para que vea lo puta que eres.
Se marchó, me quedé desnuda, y ultrajada, me sentía sucia aunque satisfecha.
Bajo la ducha volví a tocarme hasta tener un nuevo orgasmo, mientras me vestía, sonó mi teléfono móvil, era Carlos, que me dijo:
¿Vas a salir?, Es que tiene que pasar Luis por casa y te dejará 2000€ para un pago que tenemos que hacer en el banco mañana.
El muy hijo de perra de Luis me había engañado y follado gratis, ahora tenía que preparar mi venganza,
¿Quizás cuando volviera el próximo día, se encontraría a su esposa en mi casa?
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!