ATENCION: Contenido para adultos (+18), si eres menor de edad abandona este sitio.
Sexo Sin Tabues 3.0
  • Inicio
  • Relatos Eróticos
    • Publicar un relato erótico
    • Últimos relatos
    • Categorías de relatos eróticos
    • Buscar relatos
    • Relatos mas leidos
    • Relatos mas votados
    • Relatos favoritos
    • Mis relatos
    • Cómo escribir un relato erótico
  • Menú Menú
1 estrella2 estrellas3 estrellas4 estrellas5 estrellas (2 votos)
Cargando...
Fantasías / Parodias, Infidelidad, Orgias

El Castillo de Naipes que Derrumbé – (Parte 2)

Sara sigue cruzando la frontera tras el roce con Miguel, su culpa creciendo. Llega al lado gringo, pero la tensión con los otros migrantes sube. Miguel se va, dejándola sola, y ella camina hacia un autobús, sin saber que el peligro está a punto de alcanzarla..

El cañón estaba oscuro, el aire pesado con olor a tierra seca y sudor rancio. Mis tenis crujían contra el suelo, cada paso resonando en mi cabeza como un martillo. Acababa de apartar a Miguel, sus manos ásperas todavía quemándome el culo a través de los jeans, su lengua dejando un sabor a tabaco que no podía sacarme de la boca. Mi pelo rizado, empapado de sudor, se me pegaba a la cara, y mis tetas grandes, apretadas bajo la camiseta gris, rebotaban mientras corría para alcanzar al grupo. La culpa me apretaba el pecho como una soga, pero el miedo a quedarme sola en este maldito lugar era peor.

—¡Muévanse, cabrones! —gritó el pollero desde adelante, su linterna cortando la oscuridad como un cuchillo. Los otros cuatro migrantes, sombras moviéndose entre los matorrales, me miraban de reojo. El bajito con tatuajes en el cuello soltó una risa seca, sus ojos clavados en mi culo mientras ajustaba su mochila. Sentí sus miradas como manos sucias, y apreté los brazos contra mis costados, tratando de hacerme más pequeña.

Miguel caminaba a mi lado, callado ahora, su respiración pesada. “Tranquila, Sara, ya casi llegamos”, murmuró, pero no lo miré. No podía. Sus dedos todavía parecían estar en mis caderas, apretando mi carne firme, y el recuerdo de mi mano rozando su verga dura me hacía querer vomitar. ¿Qué chingados hice? Ethan estaba a kilómetros, durmiendo en nuestro departamento en Tijuana, y yo aquí, besándome con un desconocido, dejándolo tocarme como si no tuviera nada que perder.

—Ni me hagas hablar, Miguel —dije entre dientes, mi voz temblando—. Esto no pasó, ¿me oyes?

Él se rió bajito, ajustándose el pantalón. “Como quieras, morra. Pero te gustó, no te hagas pendeja.”

Quise gritarle, pegarle, pero el pollero nos calló con un “¡Cierren el hocico!” que me heló la sangre. Seguimos caminando, el suelo lleno de piedras que me hacían tropezar. Mi piel canela brillaba de sudor, la camiseta pegándose a mis tetas hasta marcar mis pezones en el bra, y el calor me ahogaba aunque la noche estaba fría. Mis caderas anchas se movían con cada paso, los jeans apretándome el culo como si quisieran recordarme lo que Miguel había tocado.

Llegamos a un claro cerca de San Ysidro, donde el pollero paró de golpe. “Aquí se quedan. Sigan derecho, alguien los recoge en un rato”, dijo, su bigote brillando bajo la linterna antes de subirse a la camioneta y largarse. El motor rugió, dejándonos en un silencio que pesaba como plomo. Los cinco hombres me rodearon, sus sombras altas contra el cielo negro. El bajito con tatuajes se acercó, oliendo a sudor fuerte.

—¿Y ahora qué, chula? ¿Te vienes con nosotros? —dijo, lamiéndose los labios. Los otros rieron, un sonido que me puso los nervios de punta.

—Déjala, cabrón —interrumpió Miguel, poniéndose entre ellos y yo. Su voz era firme, pero sus ojos oscuros no me miraban—. Yo me encargo de ella.

—No soy tu pinche esposa —le escupí, dando un paso atrás. Mi pelo rizado cayó sobre mi cara, y lo aparté con un manotazo, mi respiración rápida. No quería su ayuda, no después de lo que pasó, pero los otros me miraban como perros hambrientos, y no era estúpida.

—Vete con tu contacto, Miguel. Yo sigo sola —dije, apretando la mochila contra mi pecho, mis tetas aplastándose contra la tela sudada.

Él dudó, rascándose la nuca. “Como quieras, morra. Pero ten cuidado. Estos no son de fiar, nadie lo es.” Señaló con la barbilla a los otros cuatro, que ya empezaban a caminar hacia un camino polvoriento. Miguel se dio la vuelta, corriendo hacia una figura que esperaba bajo un árbol, y en segundos, desapareció en la oscuridad.

Quedé sola con los cuatro, el aire oliendo a tierra y gasolina. El bajito con tatuajes me miró, sus dientes brillando en una sonrisa torcida. “Vamos, chula, no te quedes atrás. La noche es larga.”

—No me digas chula, pendejo —respondí, mi voz más valiente de lo que sentía. Di un paso atrás, mis tenis hundiéndose en el polvo, y empecé a caminar rápido, siguiendo el camino que el pollero había señalado. Mis caderas se movían, los jeans marcando cada curva, y sentía sus ojos clavados en mi culo como si fueran cuchillos. El sudor me corría por la espalda, mi camiseta pegada a la piel canela, y mis tetas grandes rebotaban con cada paso apresurado.

Pensé en Ethan, en su voz grave diciendo “No seas terca, Sara”. La culpa me pegó otra vez, más fuerte. No follé con Miguel, pero esos besos, sus manos en mi culo, mi mano rozando su verga —eso era traición. Lo sabía, y cada paso que daba lo hacía más real. Pero no podía parar. Tenía que llegar a un autobús, a San Diego, a la casa de mi tío Raúl. Solo un poco más, me dije, aunque mi corazón sabía que algo iba mal.

El camino se abrió a una calle oscura, con postes de luz rotos y basura tirada por todos lados. Vi una parada de autobús a lo lejos, una silueta borrosa bajo una lámpara que parpadeaba. Mis muslos temblaban de cansancio, mis uñas negras clavándose en la mochila. Estaba a punto de correr hacia ahí cuando escuché pasos detrás de mí, rápidos, pesados. Me giré, y ahí estaban: los cuatro hombres, caminando juntos, sus risas cortando el silencio.

—Oye, chula, ¿pa’ dónde tan sola? —dijo el bajito, su voz rasposa. El gordo con barba, el flaco con cicatrices, el moreno musculoso, y el joven de pelo largo se acercaron, rodeándome como buitres. Mi pelo rizado cayó sobre mis ojos, y lo aparté, mi respiración atascándose.

—Déjenme en paz —dije, dando un paso atrás, pero el gordo me cortó el camino, su panza rozándome. Olía a sudor y tierra, y sus manos sucias se alzaron como si ya me tuvieran.

—No tan rápido, pinche putita —gruñó el flaco, sus cicatrices brillando bajo la luz rota. Mi culo se apretó contra los jeans, mis tetas subiendo rápido con cada aliento. Quise correr, pero el moreno me agarró del brazo, sus dedos hundiéndose en mi piel.

—¡Suéltenme, cabrones! —grité, mi voz rompiéndose, pero el joven de pelo largo me empujó, y caí de rodillas en el polvo, la mochila rodando lejos. Mi camiseta se levantó, dejando ver mi cintura estrecha, y el bajito se lamió los labios, sus ojos en mis tetas.

—Qué buena estás, morra —dijo, y supe que no había salida. La noche era un maldito hoyo negro, y yo estaba cayendo.

605 Lecturas/18 abril, 2025/0 Comentarios/por Arya la redactora
Etiquetas: culo, esposa, flaco, gordo, joven, putita, verga
Compartir esta entrada
  • Compartir en Facebook
  • Compartir en X
  • Share on X
  • Compartir en WhatsApp
  • Compartir por correo
Quizás te interese
Así conseguí el Pack de mi hermana.
La vida de mi hijo adoptivo parte 1
Terminé claudicando y le entregué el culo al musulmán
hetero cogido por amigo
El chico de las yeguas
La casa de los gemidos ( capitulo 6 )
0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.

Buscar Relatos

Search Search

Categorías

  • Bisexual (1.076)
  • Dominación Hombres (3.208)
  • Dominación Mujeres (2.507)
  • Fantasías / Parodias (2.493)
  • Fetichismo (2.184)
  • Gays (20.178)
  • Heterosexual (7.053)
  • Incestos en Familia (16.091)
  • Infidelidad (3.951)
  • Intercambios / Trios (2.690)
  • Lesbiana (1.063)
  • Masturbacion Femenina (713)
  • Masturbacion Masculina (1.508)
  • Orgias (1.692)
  • Sado Bondage Hombre (406)
  • Sado Bondage Mujer (146)
  • Sexo con Madur@s (3.521)
  • Sexo Virtual (220)
  • Travestis / Transexuales (2.189)
  • Voyeur / Exhibicionismo (2.130)
  • Zoofilia Hombre (2.024)
  • Zoofilia Mujer (1.590)
© Copyright - Sexo Sin Tabues 3.0
  • Aviso Legal
  • Política de privacidad
  • Normas de la Comunidad
  • Contáctanos
Desplazarse hacia arriba Desplazarse hacia arriba Desplazarse hacia arriba