EL ESPOSO DIABETICO NO SE LA COGIA… Y ELLA QUERIA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
-Ay, doctor, me da muchísima pena contarle esto… vine con el alma, doctor, porque estoy angustiada. Usted me conoce, soy mujer de trabajo y desde que me casé he sido, creo, una mujer fiel, de su casa, doctor. Como usted sabe, mi esposo es mayor que yo por diez años y ha sido buen esposo, no lo niego, pero ya tiene como un año que entre el y yo no hay nada… nada de nada ¡Usted me entiende, doctor! Yo no le decía nada, porque se que la diabetes es mala y daña a los hombres, pero aun enfermo el y yo… ¡Bueno, lo hacíamos! El ya no se tardaba mucho, y rapidito se venia pero yo no le decía nada. Lógicamente me quedaba con ganas, doctor, porque yo soy así, digamos medio calentona, doctor, pero aun así no le decía nada a Abdón, mi marido… pero alguien me dijo que andaba con una vieja del lugar donde vivimos… ¡Y sinceramente me enojé mucho!
-Claro, Ángela, y estabas en todo tu derecho, creo yo- le dije animándola a seguir contándome. Ella tendría en ese momento unos 34 años y sinceramente estaba buenísima, con una cintura pequeña, unos senos paraditos pero sobre todo, con unas nalgas realmente espectaculares que se le notaban mas por el apretado pantalón vaquero que llevaba. Yo la conocía casi desde niña, de unos 14 años, porque en algún momento su mamá la había llevado a consulta conmigo y luego hasta la había dejado trabajando con nosotros en los quehaceres de la casa, ayudando a mi esposa… pero de esto hacia ya por lo menos 20 años. Y sinceramente nunca imaginé que al paso de los años Angelita se pusiera así de buena.
-Me enojé, le digo, y hasta lo espié, pero la verdad no le pude comprobar nada. El es hombre de trabajo, usted lo sabe, y nunca faltaba a la casa… pero en la cama ¡Nada de nada conmigo, doctor! Y yo ya no hallaba como animarlo para que cogiéramos… yo no soy de que necesite verga a diario, doctor, y perdone que lo diga así pero es la verdad. Pero no sé, una también tiene sus necesidades y tampoco es cosa de salir a buscar a alguien o meterse con cualquiera… ¿A poco no es así?
-Claro que si, Angelita… pero tu eres hermosa… no entiendo el porque tu marido ande con otra mujer teniéndote a ti en la casa.
-Es lo que yo le dije cuando nos peleamos, doctor… le dije hasta de lo que se iba a morir pero anduvo mas o menos bien unos días aunque de plano no me tocaba para nada… y ¿Qué cree usted que hacia mi marido? Lo veía inquieto, mas o menos me trataba bien, pero como usted sabe, nuestros hijos aun están con nosotros porque no han conseguido trabajo… el caso es que nuestra cama no está muy aislada y por eso, cuando mi marido y yo cogíamos, casi siempre lo hacíamos en la mañana cuando los dos estábamos solitos pero por mas que me le insinuara ¡Nada de nada, doctor! Casi podría decir que andaba encueradita por la casa, solo con una batita muy transparente y el solo se hacia pendejo, como si no me viera, hasta que una noche, hace como tres semanas, vi que se levantaba y pensé que iba al baño pero no… ¡El muy cabron se fue a la salita… serian como las dos de la mañana y vi cómo se la empezaba a chaquetear… como chamaco, doctor, y eso no se vale!
-¿estas segura, Ángela? ¿No habrás visto mal y te confundiste al verlo en la madrugada? –le dije mientras me imaginaba la escena, y vi en ese momento que Ángela estaba bastante guapa de verdad, y sobre todo, con un par de nalgas que se antojaban.
-¡Que va a ser, doctor, lo vi clarito! Se la estuvo jalando y además lo vi terminar y echó su leche en un papel sanitario… ¡Me dio un coraje tremendo de verdad! Y luego, fue a tirar el papel al baño y se regresó a mi cama… yo me hice la dormida pero como que me arrimé y lógicamente, mi marido se hizo tonto y fingió dormir… al otro día estábamos a solas y le pregunté qué había hecho en la madrugada y se puso como idiota sin saber qué responder… le aventé el papel sanitario ya tieso con sus mecos y solo agachó la cabeza… y hasta pleito me echó al decirme que yo… yo tenia la culpa de que él, en vez de coger como debe ser, se tenia que chaquetear… ¡Hágame usted el favor, doctor!
-Bueno, Angelita, de hacerte el favor si te lo hago, porque de verdad estas linda y tienes un cuerpo hermoso- le dije mirándola a los ojos. Ella se rió y dijo:
-Humm, doctor… ¿Quiere cogerme de verdad? ¿Y qué va a decir su mujer? ¿A poco le va a dar permiso, doctor?
-Bueno, no creo… pero además, ella no tiene porqué enterarse… de verdad estas buenísima –le dije, acercándome a ella y acariciándole la mejilla y luego baje mi mano hasta su cuello, regresé a su orejita y al acariciar el lóbulo de esta, oí a Ángela suspirar muy rico. Seguí acariciando su cuello y le besé la orejita y como pensé, ese era el punto débil de Angelita que empezó a jadear. Alcancé su seno por encima de la ropa y ella giró su cabeza para decirme con voz ronca:
-Humm ¿De verdad te gusto? ¿No nada mas me estas engañando? ¿No crees que esto sea malo? Recuerda que yo estuve en tu casa como la chacha… ¿Y si tu esposa se entera?
-Humm, no, no creo que sea malo… ya no eres la niña aquella y estas muy linda… me gustas, Ángela… estas buenísima… yo no sé donde tiene la cabeza tu esposo que no te atiende como debe ser, mamita… mira, ven… ponte de pie Angelita –le dije y la jalé para estar frente a ella. Nos besamos muy rico, y sentía su lengua un poco tímida pero como no dejaba de acariciar su orejita poco a poco fue cediendo hasta que nuestras lenguas se entrelazaron.
Le fui zafando los botones de su blusa hasta poder quitársela. Llevaba un sostén sencillo, de color perla, y al abrazarla para quitárselo ella repegó su cuerpo al mío y solo la escuchaba jadear y suspirar. Ya sin el sostén, me incliné y pude besar sus senos y succionar sus pezones. Me senté en una silla amplia que tengo y la hice sentarse en mis piernas. Mientras le succionaba los pezones la veía de reojo y sus ojos se iban poniendo vidriosos, indicio de que estaba cada vez mas caliente. Ángela tenía ganas de coger y había que satisfacerla.
No había tocado para nada su ponche pero Ángela es de esas mujeres que se excitan hasta el orgasmo solo con estimular sus senos y los pezones y poco a poco ella solita abría las piernas. Puse mi mano sobre su rodilla derecha y lentamente, lo más lentamente que podía hacerlo, fui subiendo mi mano en busca de su tesorito, por debajo de su falda, hasta que por fin toqué el resorte de su pantaleta. Comencé entonces a acariciar su ponche por encima de su ropa y estaba empapada de sus jugos, esos jugos de mujer ganosa de coger y que Abdón, su esposo, no satisfacía. Sus ojos estaban ya con esa expresión que me encanta de excitación, y la besé en la boca de nuevo, luego besé su orejita y succioné el lóbulo al mismo tiempo que con mi mano exploraba ya su vagina en directo. La tenia muy mojada y despedía un aroma rico de verdad, ya que a veces los hombres somos medio pendejos y no somos capaces de ir sintiendo la cantidad de coas que pasan en el cuerpo de una mujer cuando se calienta.
Succionaba el lóbulo de su orejita y al mismo tiempo sobaba su clítoris haciendo a un lado los pocos vellos que tenia Angelita ya que es morenita y por naturaleza, es de poco vello púbico, a diferencia de mi esposa que es blanca y casi dos veces por semana yo mismo le rasuro el ponche hasta dejárselo como de niñita, que es algo que me excita. En ese momento decidí que yo mismo le rasuraría la zona púbica a Angelita pero por lo pronto había que cogérsela y hacerla gozar mucho si es que quería yo que se enculara de cómo me la cogía y siguiera siendo mi amante. Ella se puso de pie y se bajó la pantaleta hasta medio muslo y con un movimiento de sus caderas terminó por sacársela por completo. Era lindo tenerla ahí, con los senos al aire y con su falda únicamente, sabiendo que debajo de esa falda estaba un tesorito ganoso de verga.
Le sonreí y la volví a sentar en mis piernas y comencé entonces con la mano izquierda a sobar su clítoris y con la mano derecha sobaba sus hermosas nalgas, duritas y firmes, y me imaginaba al pobre de su esposo haciéndose una chaqueta mientras su mujer, Ángela, deseaba que se la metiera. Luego me enteré que por la diabetes, el esposo había “fallado” a la hora buena y quizá por eso, como se lo dije a Ángela, había buscado cogerse a la otra mujer y aunque no lo crean, la fui convenciendo durante las siguientes veces que cogimos, que perdonara a Abdón, y que por sus hijos buscara que su matrimonio se fortaleciera… con mi ayuda sexual si era necesario… y tan lo entendió bien que siguen juntos aunque ella y yo seguimos cogiendo de vez en cuando, platicamos sobre cómo va su vida matrimonial y ella no solo acepta mis consejos sino que me ha traído al esposo a consulta… ¡Cabronas que son las mujeres!
Era grandioso estar sobándole por un lado el clítoris y por el otro acariciándole el ano mientras seguía succionándole tanto el lóbulo de la orejita como los pezones, y en mis dedos sentía cómo escurrían los jugos de su vagina ya que Angelita es una mujer multiorgasmica. Mi deseo era que ella, ella solita, me pidiera que se la metiera, y esto es importante creo yo, porque los hombres somos muy precipitados y nos gusta metérsela de inmediato a la mujer y así no es, y menos aun cuando la mujer tiene ganas de que se la cojan como debe ser. De repente, Angelita me dijo:
-Siento muy rico, papacito… ¡tengo ganas de que me la metas, mi amor!
Si, mamacita… mira que sabroso te mojaste ya… ¿Así te mojas cuando te coge o te cogía tu esposo?
-Humm, me cogía, ahora ya no, pero Abdón es de esos que apenas me la metía, se movía unas cuantas veces y me echaba su leche y casi siempre me dejaba con ganas… ¿Tu no me vas a dejar con ganas, mi amor?
-Humm, muy bien, mamacita… mira, tengo ganas de besarte el ponche mi amor… ven, ponte aquí, mi cielo –le dije y la llevé a una camita que tengo en el consultorio. Ángela se sentó y sonrió cuando me vio hincarme para besarle, según ella, su conchita; Me dijo entonces:
-Humm ¿A poco de verdad me vas a besar ahí? Mi marido no lo ha hecho… bueno, porque yo no me he dejado… ¡La verdad! Y es que me da cosa que me haga algo así… me bañé bien antes de venir así que no creo que huela feo… y como te dije, tiene mas de seis meses que mi marido no me coge, así que tampoco tengo restos de su leche… ¿Cómo me pongo para que me lo hagas, mi amor? –dijo Angelita ya muy excitada. No creo que haya una sola mujer en el mundo que no disfrute de platicar sobre como se la coge el marido mientras coge con el amante… y a veces es la revés, o sea que la mujer se excite y termine cogiendo con el esposo al platicar con éste cómo fue que cogió con el amigo… ¡En cuanto al sexo, la mujer es impredecible y es uno de sus encantos, creo yo!
Acostadita en aquella estrecha camita, y yo hincado, comencé a besarle los muslos y fui subiendo hasta que mi lengua fue haciendo a un lado cada vello que encontraba en su camino. Luego, comencé a pasar mi lengua por el clítoris y solita, Angelita tomó mi cabeza y comenzó a apretarla contra su ponche jugoso y yo succionaba el clítoris y metía mi lengua entre sus labios vaginales haciendo que se viniera tres veces mientras que con la garganta solo gemía y decía palabras entrecortadas.
Pude sentir la diferencia de sabores en la vagina de Ángela, ya que cuando una mujer está excitada el sabor es un poco agrio pero va cambiando a alcalino y mas cuando ella se viene y es que el orgasmo hace que el sabor sea por completo distinto… aun que los dos sabores me encantan. Mi esposa goza cuando le succiono los pezones y le beso el ponche metiendo mi lengua y dándole vueltas al clítoris así que lo mismo le hago, con pequeñas diferencias, a todas las mujeres con las que he cogido y sinceramente todas quedan satisfechas. El rostro de ellas lo dice todo, y es que cuando una mujer se viene a su entero gusto, el rostro se les pone terso, se ven mas hermosas, y la piel de todo su cuerpo como que se les pone mas turgente y, en fin, que una mujer que coge rico no puede ocultarlo, como que hasta se les quita el rictus de amargura o de tristeza de su rostro… ¡Obsérvenlo, amigos, y verán que no miento!
Como estaba yo aun vestido por completo, Angelita me dijo que me encuerara pero no lo hice, sino que solamente me saqué la verga. Por precaución, desde hace años no uso pantalones con cierre sino con botones para evitar un accidente. Ya con la verga de fuera, ella sonrió y comenzó a sobármela y luego sencillamente se montó en mí de frente y mientras me besaba, ella solita se colocó la verga en la entradita de su ponche y lentamente comenzó a bajarse hasta que le entró toda. No se movió ya, sino que comenzó a apretarme la verga con sus músculos vaginales en un perrito sensacional, una cualidad que sinceramente no pensé encontrar en Angelita, y nuevamente pensé en el esposo… ¡Pobre tipo, con esa mujer tan cachonda y no cogérsela!
Le besaba los senos y los labios y Angelita tuvo dos orgasmos más. Sus brazos en mi cuello me apretaban y solo con los apretones de verga que me estaba dando, bastaron para que le dijera que me iba yo a venir. Ella solo movió la cabeza asintiendo y comencé a echarle mi semen dentro de su ponche mientras su “perrito” me exprimía hasta dejarme seco.
Luego que mi verga se puso aguadita y se le salió, ella sonrió y se levantó. Me dio otro beso en los labios y como si nada, se dirigió al baño, en donde la escuche lavarse muy bien. Luego salió de ahí ya vestida, nos besamos y regresó a su casa, donde la esperaba su marido. Desde luego hemos seguido cogiendo, pero ya no en el consultorio sino en alguno de los muchos motelitos que hay por todos lados. Ella, insisto, es una mujer sencilla y me encanta ver su cara de sorpresa cuando en la cama le hago algo que ella no había intentado, como metérsela por atrás, ya que Ángela me decía que entre las mujeres que ella frecuenta existe la idea de que si se dejan coger por el culito se les hace mas ancha la cadera… le he dicho que no es verdad y que en todo caso a nosotros los latinos nos encantan las mujeres de cadera grande, con nalgas que llamen la atención… y ella solo se ríe… y solo me pide que le unte algún lubricante para que, al metérsela por la puerta trasera, no le duela demasiado, Le ha tomado el gusto a coger por atrás y espero que en algún momento ella solita le pida al marido que se la meta por ahí… si es que el señor puede.
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