El fruto de la lujuria – Capítulo1
Estar casado, tener una hermosa familia, un excelente trabajo y una bella esposa no puede llenar a este hombre..
Capítulo 1 – La figura.
Abro los ojos y aquí estoy de vuelta, me deslizo suavemente por la cama, tratando de no despertar a mí esposa. Se ve tan dulce. La conocí «por accidente» hace casi ocho años durante una reunión con amigos de mí primo. No puedo decir que haya sido amor a primera vista, pero con el tiempo se volvió parte de mí vida. Y aquí estamos, felizmente casados, con una preciosa hija de tres años y otra en camino. No puedo negar que esta vida con mí familia es bastante cómoda y somos tan felices como queremos.
Se me está haciendo tarde para llegar a la oficina. No quiero atrasarme pero necesito un baño luego del momento que pasamos anoche con Gabi, mí mujer. Una vez limpio, y seco, me alisto y conduzco hacía mí trabajo. Para mi suerte no hay tráfico.
Llego temprano y me dirijo al estacionamiento del edificio, hacia mi spot para dejar el carro y…¿Qué demonios fue eso? Un ruido plástico quebrándose resonó en mis oídos
-¡Maldición, rompiste las luces de mi auto! – Grité.
-¡Oh, lo siento mucho, fue mi culpa! – Exclama una figura saliendo del auto había roto el mío.
Me quedo totalmente paralizado al ver una hermosa mujer viniendo hacia mi. Piel morena, cabello rizado, piernas largas y senos de ensueño, claramente era extranjera, lo noté en su acento.
-¡Dios mío!, ¿está usted bien, señor? – Preguntó nerviosa y avergonzada.
-Por favor, ya quebraste las luces de mi auto, no me faltes el respeto llamándome señor – Respondo en un tono amable y burlón
-Ay de verdad lo siento, ¿Cómo es su nombre? – Pregunta más calmada.
-Camilo – Le respondo. ¿El tuyo?
-Le voy a pagar cada centavo del daño – Dirige su mirada hacia mi auto y puedo notar preocupación en su cara.
Si bien el choque solo había ocasionado unos pequeños daños, mi auto no es un vehículo económico de reparar. Pero no había tiempo de seguir con esta conversación, por más que quisiera, debo presentarme en mi oficina. No me gusta ser impuntual.
-Este es mi primer día aquí, prometo pagarle por esto – Dijo en un tono acelerado.
-Despreocúpate – Respondí luego de un suspiro. -Yo me haré cargo. Quiero que empieces tu día con el pie derecho, si, con ese que hundiste el acelerador – Sigo con un tono burlón
-De verdad se lo agradezco, Camilo. – Respondió apenada
-No te preocupes, ¿entramos? – Señalo la puerta que lleva al edificio
Mantuvimos una breve plática mientras nos acercábamos a las oficinas, aunque siendo sincero, no recuerdo mucho. El movimiento de los senos al simplemente caminar, la corta falda que vestía y sus carnosos labios, me tenían hipnotizado. Dalila era perfecta.
Por fin en mi oficina, me pongo a revisar unos papeles que tenía pendiente del día anterior. Como era de esperarse, no puedo sacarme a esa chica de la cabeza. Dejo por un momento los documentos y me llevo las manos a la cabeza, imaginando como cogería a esa morena. No puedo seguir aguantando. Para mi suerte la oficina que ocupo es privada y está alejada, comienzo a masturbarme. Es algo que hago habitualmente allí ya que nadie me molesta, y estoy solo, lastimosamente.
El solo hecho de imaginarme los negros senos de esa morena rodeando mi pene hace que en pocos minutos quiera correrme. A segundos de hacerlo escucho que tocan la puerta y salto de la silla para abrocharme el pantalón.
-Adelante – Grito desde mi silla.
-Con permiso, seño-. ¿Camilo? – Exclama una voz
-Ese soy yo. Que sorpresa, la señorita que chocó mi auto y no me dijo su nombre. – Respondo
-Al parecer voy a ser su secretaria. Por cierto, me llamo Dalila – Responde sonriente
-Excelente, un gusto Dalila. – Le devuelvo la sonrisa – Así que vienes en reemplazo de Sofía, esperemos que des a la talla – Dije en un tono más serio
-No se preocupe, voy a esforzarme en dar la talla. – Respondió segura y firme. -Por cierto, ¿Puedo preguntar qué ocurrió con su antigua secretaria? En el informe no lo especificaba
-Simplemente renunció por la carga laboral y la intensidad con la que se trabajo – No era cierto, pero, ella no necesitaba todos los detalles.
-Vengo a dar lo mejor de mí – Exclamó, golpeando su puño contra su palma.
-Ya veremos – Y vaya que quiero verla.
Se marchó de la oficina y terminé aquello que tenía pendiente.
Era la hora de salir, había una tormenta muy fuerte afuera y había olvidado mi paraguas. No estaba pronosticado este diluvio. Me quedé unos minutos más, esperando que parase, pero no hubo caso. La espera, innecesaria, se hizo más amena cuando mi hijita y mi mujer me hicieron una videollamada de casi cuarenta minutos. Disfruto estás conversaciones, estar en la oficina me quita mucho tiempo del que me gustaría destinarles a ellas, pero es lo que hay.
Sin suerte, el diluvio sigue. Me dirijo al ascensor y veo justo afuera de mi oficina a Dalila. Estaba sentada con unos documentos en las manos. ¿Me estuvo esperando todo este tiempo?, ¿Querrá lucirse por ser nueva?. Me sorprendió.
-¿Dalila, que haces aquí? Tu turno terminó hace dos horas. – Pregunté extrañado
-Lo estaba esperando, mi turno termina junto al suyo. Si me requiere incluso después de mi turno, aquí estaré. – Respondió con una amable sonrisa.
-Me dejas sorprendido, no me esperaba tal voluntad por tu parte. Muchas gracias por esperarme – Respondí casi disculpándome por tardar tanto
Mientras caminábamos al ascensor, recordé una pequeña conversación que tuvimos en la mañana, cuando subíamos hacia las oficinas y fantaseaba con quitarle la falda . Dalila me comentó que en su país no había mucho trabajo y esta era una gran oportunidad para ella. Ahora entiendo el por qué de sus acciones.
Entramos al ascensor y presiono el botón de la planta baja.
-Por fin a casa – Suspiro
Comienza a bajar hasta que se escucha un horrible relámpago y se va la luz del edificio, o por lo menos del ascensor. Maldición, solo quiero llegar a casa.
-¡Auxilio! – Dalila suelta un grito ensordecedor. – ¡Que alguien nos ayude! – Continúa gritando y comienza a sollozar.
-Tranquila, solo hay que esperar que vuelva y el sistema automáticamente volverá a funcionar. – Dije tratando de calmarla
-¡¿No hay nadie en el edificio que pueda ayudarnos?! – Dijo gritándome. – No me gusta estar en lugares cerrados y le tengo fobia la oscuridad – Dijo antes de romper en lágrimas
-Oye, oye. Es cuestión de tiempo, ven. – La acerco hacia mi y la abrazo, tratando de contenerla.
La tuve conmigo hasta que la luz hizo un intento por volver, pero fue peor. La luz volvió unos segundos y el ascensor se movió violentamente unos metros hacia abajo para luego volver a detenerse.
-No, no, no. ¡Por favor! – Decía Dalila llorando sin parar
Aún seguía abrazada a mi. De repente, segundos después del abrupto movimiento del ascensor, sentí su cuerpo desvanecerse. Dalila se había desmayado luego de llorar desconsoladamente casi media hora y haber trabajado arduamente durante el día.
-Dalila, ¿me escuchas? – Reposé su cuerpo sobre una pared del ascensor.
No había caso, estaba completamente desmayada. Intenté hacer lo que pude, moverla, gritarle, pero no había caso. Comencé a preocuparme hasta que me di cuenta de la situación en la que estaba. Solo, encerrado con la morena que me estuvo volviendo loco todo el día y lo mejor de todo, la tenía dormida y podía hacerle lo que quisiera sin que se entere.
Si veo que es apoyada subo el siguiente capitulo: «El día después»
Joder pues claro que es apoyada, esto promete, en el momento que comiencen a follar…. No te desanimes has empezado de lujo, relato corto, explícito, con conversaciones, sin entrar en rollos… Vamos yo quiero más
Se me ocurren tantas cosas para lo que puede ser útil una secretaria muy cerda que estoy deseando saber que tienes en mente
Mmm, cómo te explico…
Sino sigues la historia le voy a contar a tu mujer…