El JUEGO con mi cuñada nalgona
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Saludos a todos.
Les relataré una historia que sucedió hace tiempo con mi cuñada, por razones obvias cambiaré los nombres.
Soy Daniel y cuando esto sucedió tenía 30 años, soy alto y rellenito, y no diré más de mí, jeje.
Mi cuñada Jennifer, hermana de mi mujer, tenía 27 años en ese entonces, casada y con dos hijos, de ella sí diré más, mide como 1.55 m o menos, de tez blanca, cara bonita con facciones finas, cabello de color claro tirándole a rubia y a pesar de que casi nunca se maquilla o se arregla mucho y de traer el cabello simplemente agarrado en cola, se ve bien porque tiene una belleza natural.
De cuerpo está bastante buena, no tiene muchos pechos, no es lo que la caracteriza, lo que siempre me ha excitado de ella es su parte inferior: una cinturita esbelta curveada que remata en unas caderas también curveadas y sexys, un abdomen plano, unas buenas piernas y lo mejor de ella: su CULO, unas nalgas redonditas, paraditas, grandes sin exagerar pero de muy buen tamaño, que viéndola de perfil sobresalen de una forma muy sexy en continuación con la curvatura de su espalda baja.
Además, sabe lucir mucho esas nalgotas porque suele usar mucho mallas ajustadas o llamadas actualmente leggins, siempre me ha excitado ver como las mueve cuando camina o como las expone cuando se agacha.
Las reuniones familiares de mi mujer suelen ser ajustadas en espacio ya que son una familia numerosa y la casa de mi suegra en la que se juntan no es muy grande.
Todo empezó en una de esas reuniones, la mayoría de los presentes estaban viendo un partido de futbol y otros estaban afuera, como no me interesa el futbol yo estaba hasta atrás de pie recargado cerca de la entrada de la cocina perdiendo el tiempo con mi celular, cuando en eso pasa Jenny con sus leggins de colores moviendo como siempre ese culo riquísimo que se carga y roza con su cadera, casi con la nalga, mi entrepierna al pasar (y como yo suelo usar pantalones de vestir, pues sentí más), me dice:
– ¡Ay! perdón, Dani.
– No hay cuidado – le contesté.
Iba de prisa así que no pasó a mayores y siguió su camino (yo me hacía wey, si me encanto el contacto, jeje).
Después volvió a pasar, rozándome de nuevo con sus caderas y me dice:
– Ya la traigo contra tí, jajajaja.
Debo decir que este comentario de ella se me hizo raro ya que el trato que tengo con ella no es lo que se podría decir de mucha confianza, simplemente nos hablamos como cuñados que somos y punto, simple y sencilla amabilidad, además agregando que tanto ella como yo tenemos personalidades serias, por eso me sorprendió esa confianza.
Por otro lado eso que me dijo me animó a intentar algo, como ella era la única que en ese momento pasaba por la cocina me acomodé de tal forma que mi pelvis quedara un poco más hacia adelante.
Funcionó.
Ella seguía pasando y seguía rozando su cadera contra mi pene ya erecto (lo bueno es que traía pantalones de vestir algo sueltos y no era tan evidente, nunca me ha gustado usar ropa ajustada), pasaba rápido siempre rozándome y en algunas de esas ocasiones me lanzaba una sonrisita pequeña pero pícara.
De repente me habló y me dijo que si iba a la cocina a ayudarle.
Entré y me pidió que moviera una olla a la estufa, después de haberla puesto donde me dijo ella se acerco a verla y, distraída como andaba y al ponerse a un lado de mi, con un movimiento leve de su brazo tocó mi entrepierna con su mano.
– ¡Perdón! ¿te pegué?
– No, no te preocupes.
Obviamente ella sintió mi erección, ¿habrá sido accidente?.
Pues total que así quedó por el momento, los días siguientes me puse a pensar sobre lo que pasó y excitarme mucho recordando el sabroso culo de mi cuñada y sus roces a mi verga.
En otra reunión familiar igual yo buscaba y me acercaba a Jenny esperando que cooperara otra vez, pero esa vez se puso más difícil ya que ahora no había algo que acaparara la atención de los presentes y todos volteaban para diferentes lados, no obstante logré en más de una ocasión rozar sus nalgotas con la mano o con mi entrepierna, en varias de esas veces me echó esa sonrisita picarona que ya la caracterizaba, definitivamente me di cuenta de que a ella también le gustaba; de hecho en una ocasión yo tenía la mano sobre un mueble y ella recargó del todo su buen culo sobre ella haciendo como que se recargaba en dicho mueble, duró un ratito ahí y yo me excité aún más, cuando se quitó me sonrió de nuevo y dijo:
– ¡Ay Dani! ¿no te lastimé?
– No te preocupes Jenny, ya estoy acostumbrándome a que me lesiones, que mala eres.
– Jajajaja, ¡claro que no! perdona, ¿quieres que te cure o algo para compensar?
Y ¡ZAS!, que recuerdo algo y se me prende el foco, que en esa casa había un “cuarto de tiliches” (se le llama así a un cuarto que tiene muchas cosas variadas, antiguas y la mayoría inútiles, como una clase de minibodega).
Ese cuarto tenía poco espacio, ¡era perfecto! Le dije:
– Pues no estaría mal, me lo debes ¿eh?
– ¿Qué hago pues?
– Me habían dicho que en el cuarto de “tiliches” de la casa tienen un viejo teclado de computadora que ya no les sirve, ayúdame a buscarlo, me serviría para.
(no me acuerdo que chingados le dije, igual no importaba, todo era una vil mentira para estar con ella a solas.
Y la cosa se facilitó)
– ¡Qué casualidad!, yo quería ir ahí para buscar algo también, vamos entonces.
Fuimos al cuarto y entramos, estábamos solos y a punto estuve de abrazarla y manosearla ahí mismo pero la seriedad y timidez que siempre me han caracterizado me ganó y a pesar de todo lo sucedido pensé “si arma un escándalo, se me arma aquí con la familia”, además me puse a pensar que el JUEGO iba bien como iba, lento y excitante así que dejé que siguiera su curso.
Se acercó a uno de los espacios cerrados y me dijo:
Creo que lo que busco está por ahí, mira ahí arriba.
Me acerqué y me puse casi detrás de ella pegándome contra su cadera primero, el espacio que había era estrecho ya que había un montón de cosas.
– ¿Cuál? – pregunté.
– Es esa caja, la de hasta arriba.
Ya más animado me le pegué más y me puse casi detrás de ella, su culito ya pegaba en mi pene que se empezaba a poner duro.
Se lo repegué y ella no se movió, le dije:
– Pues señálame cuál, dime cuál.
– La de hasta arriba.
Comenzó a señalar y a tratar de levantarse sobre las puntas de su pies ya que no alcanzaba lo que señalaba, moviendo sus nalgas arriba y abajo contra mi verga, se sentía delicioso.
Yo me hacía wey y le decía:
– ¿Cuál?
– ¡La de arriba! ¡la de allá!
Como su torso se inclinaba hacia adelante para apuntar paraba más sus nalgotas y seguía moviéndose arriba-abajo, en ese momento volteé a ver como su rico culo envuelto en sus mallas de colores se frotaba y se hundía en mi pantalón de vestir café, y mi pene erecto dirigido hacia un lado apretado por esa deliciosa redondez se movía a su ritmo.
Eso me excitó aún más y a punto estuve de abrazarla, besarla y manosearla cuando en eso se escuchó:
– ¡Jenny, tu hijo te busca!
“¡PUTA MADRE!” pensé, era su esposo, ella se quitó y salió del cuarto diciendo:
– Bueno, mejor luego buscamos.
¡Rayos!, me quedé solo, triste, abandonado, y con la verga parada.
Ese día ya no hubo oportunidad de estar con ella, ni hablar, pero al menos la grata experiencia me quedó.
Se llegó a dar la misma situación una segunda vez en otra reunión, entramos al “cuarto de tiliches” y seguíamos “buscando”, en esa ocasión traía ropa más floja, una de esas prendas de una pieza estilo suelto con pantalón que creo les llaman “palazzos” o algo así, en lo personal nunca me han gustado como se ven esas madres pero a muchas chicas les gusta usarlos y como yo no se nada de moda pues ni hablar, igual su culo se iba a sentir bien.
En esa ocasión, ya teniéndola adelante de mi repegando sus nalgas, la tomé de la cintura y le “ayudaba” a tratar de levantarse para que señalara lo que quería que encontrara; ahora sí se veía descarado, parecía que me la estaba cogiendo por detrás sobre la ropa sujetándola de la cintura moviéndola hacía arriba y abajo.
De repente la abrazo del todo por detrás, me la pego completamente a todo mi cuerpo y la empiezo a besar en el cuello.
Creo que se asustó (si, en serio, se asustó, ya ni la chinga ¿verdad?) y se sacó casi de inmediato, no armó escándalo pero se me separó y dijo:
– ¡Ay Dani!, tranquilo.
Y salió sin decir más, en serio, EN SERIO que estaba sólo JUGANDO.
No me quejaba del todo, aunque me dejaba prendido, los “fajes” (“fajar” es un término que significa besarse, acariciarse y manosearse apasionadamente sin llegar al sexo como tal) me encantaban, así que pensé: “pues tendrá que ser lo que ella permita, igual con sentir su culote me conformo”.
Y se da una tercera vez, esa vez traía unos leggins ajustadísimos blancos, ustedes saben que el blanco suele remarcar aún más la figura de una mujer, y así fue con ella, se me hizo más deliciosa aún.
En esa reunión casi desde el principio la vi de lejos y le hizo un gesto con la mirada señalándole la dirección del cuarto, ella hizo esa sonrisa pequeña pero pícara.
Se me acerca y me dice:
– Dani, ¿vamos a ver si ahora si encontramos la caja?
– Si claro, pero a ver si AHORA SI es EFECTIVA nuestra búsqueda – le dije en tono como de reclamación.
– Pues depende de ti, depende de que encuentres la caja.
– ¡Ah! ¿depende de mí?
– Claro cuñadito, depende de que LA ENCUENTRES.
Creo que lo entendí, ¡hija de su madre! Estaba en serio JUGANDO conmigo, jugando LITERALMENTE.
Entramos al cuarto y de nuevo ella se mete, me pongo detrás de ella, le pego mi pene y empezamos:
– Entonces cuál caja pues, Jenny.
– ¡Esa! la de arriba, ya te lo había dicho.
– Es que no la veo.
Repetimos, ella poniéndose de puntas e inclinando el torso hacia adelante, yo detrás de ella viendo como ese culote en forma de corazón invertido de color blanco se pegaba y se hundía en mi pantalón y se frotaba contra mi pene erecto.
Que se me ocurre decirle:
– ¿Esta caja? (yo señalé a lo pendejo, no había visto ni madres)
– Si, ESA.
– ¿Esta?
– ¡Si, esa!
– ¿Esta?
– ¡Si, esa!
Cada vez que le decía “¿ESTA?” le repegaba la verga aún más contra sus nalgotas de blanco y la aventaba hacía adelante:
– ¿Esta es la que me decías?
– ¡Siii, esa es la que te decía!
– ¿ESTA es la que quieres?
– ¡Siii, ESAAA!
Ella ya no señalaba nada, había bajado sus dos brazos y se recargaba en las cosas que tenía adelante, se inclinó aún más y paró más sus nalgas.
– Déjame preguntar de nuevo, Jenny, ¿ESTA ES LA QUE QUERÍAS?
– Si Dani, esa mera, ¡ESAA!.
¡ESA!.
¡ESA!.
¡ESA!.
¡ESA!.
¡ESA!.
En ese momento estábamos en un vaivén y decía “ESA” cada vez que se la empujaba.
Yo tomándola de la cintura la hacía para atrás y adelante.
Después de un ratito la abracé, la levanté y le acaricié sus pechos que aunque estaban pequeños, se sentían suaves y ricos por encima de la ropa, le empecé a besar el cuello por detrás, esta vez no se retiró, al contrario, arqueó la espalda y empezó a gemir casi en silencio.
– ¡MMMMMMMM!.
¡MMMMMMM!.
¡Por fin la encontraste, Danielito!, ¡ESAAAA!
Se me despegó un poco y llevó su mano hacia atrás, empezó a sobarme el pene sobre el pantalón; yo le correspondí, empecé a acariciarle las nalgotas con una de mis manos y con la otra le sobaba los pechos, esta última la comencé a bajar hasta su vientre, luego a su pubis y finalmente a su vulva, empezó a gemir más, pero se los aguantaba, el maldito cuarto no tenía puerta y nos podrían oír afuera.
Seguía besando su cuello por detrás mientras ella me la sobaba y yo le acariciaba sus labios vaginales y su culo, todo sobre la ropa, era MUY EXCITANTE, se contoneaba de placer, como bailando de forma sexy.
De repente se dio la vuelta y nos besamos apasionadamente, le seguía sobando las nalgas y la vulva, se sentía tan suavecito y lisito sobre sus leggins, obvio sentí como ya estaba mojadita de abajo.
Ella continuaba sobándome el pene, con la palma de la mano abierta, con los dedos, en círculos, hacia los lados, ¡vaya que sabía hacerlo!.
Duramos un rato así, besándonos, yo manoseándola y ella masajeando mi verga.
En eso oímos:
– ¡Jenny, tu hija quiere ir al baño!
“¡PERRA MADRE, ¿ES EN SERIO?!”, pensé, ella también puso cara de decepción y molestia, se separó de mí y me dijo en voz baja:
– ¡Pero que inútil marido tengo!.
pues ni modo Dani, tengo que ir.
– No se vale Jenny, ¿me vas a dejar así? Tenemos que terminar esto.
– Tengo que irme ya, no se puede ahorita, además sabes que no podemos aquí, no hay privacidad.
– ¿Y si hallo la manera de tener “privacidad”? ¿lo terminaremos?
– .
MMMM.
pues.
supongo.
– Dijo riéndose.
– Además, ya “encontré la caja”, merezco algo.
– Si – dijo sonriendo – tienes razón.
Sonriendo salió del cuarto, pero cuando se puso de espaldas para salir del cuarto le di un buen agarrón y frotadón de nalgas.
Empecé a pensar cómo chingados hacerle para estar con ella COMPLETAMENTE a solas al menos por un rato, en esas reuniones nunca podríamos pasar de que me la “fajara” sobre la ropa en el cuarto de “tiliches”, que aunque eso era riquísimo, yo quería cogérmela del todo.
Se me ocurrió algo, ambos trabajábamos en turnos vespertinos, al igual que mi mujer, y ya que los niños eran llevados a guardería mi casa se quedaba sola por las tardes, convencí a mi cuñada de que faltara al trabajo un día, yo haría lo mismo y nos veríamos en mi casa.
Total que lo hicimos, yo hice como que iba a trabajar, salí de la casa pero lo que realmente hice fue pasar por mi cuñada cerca de su casa (porque obviamente ella “hizo” como que iba a trabajar también).
Pero en cuanto la vi, ¡NO JODAN! ¡Me sorprendió! Se veía hermosa, sexy y hasta elegante, como pocas veces se había dejado ver: su cabello suelto peinado que le llegaba a los hombros, su bello rostro bien maquillado, traía una blusa de botones de un color claro que realzaba su cintura esbelta y remarcaba sus pequeños pero lindos senos, y una FALDA roja ajustada que realzaba y hasta resaltaba sus deliciosas nalgas redondeadas y sus curveadas caderas, era larga, hasta la rodilla, remarcaba sus bonitas piernas también (era la prueba de que una mujer no necesariamente tiene que enseñar piel para verse sexy y deliciosa).
Cómo me excité nada más al verla, se subió a mi camioneta y nos fuimos.
– ¡Te ves hermosísima Jennifer!
– Ay, gracias Daniel, jeje.
Favor que me haces.
– En serio, y porque no decirlo, también muy sensual.
Deberías vestirte así más seguido.
– ¡Ay como eres.
! jajajaja.
Desde que se subió no podía dejar de ver sus piernas y caderas lucidas y hasta resaltadas por el rojo en posición sentada (siempre se me ha hecho muy sexy como se les ensanchan las caderas y las partes laterales de las piernas a las mujeres en posición sentada), en más de una ocasión le acaricié las piernas mientras conducía, ella todo el tiempo iba volteando a la ventana y no decía nada, como que le daba risita y se ponía roja, en alguna ocasión me animé a tomar su mano y ponérmela en el pene que ya estaba medio firmes, pero ella la quitaba CASI de inmediato; ya no le insistí mucho porque si seguíamos con eso podría chocar y arruinar nuestra tarde, jeje.
Lo que sí me llamó la atención es que al parecer ella seguía con EL JUEGO.
Llegamos a mi casa que ya estaba sola, entramos y ella arrancó a la cocina, “¡¿y ahora qué?!” pensé.
Me dijo desde allá:
– Dani, tengo algo de frío y me dieron ganas de café, ¿dónde lo tienen? ¿me ayudas a buscarlo?
– Si claro.
“¡¿Es en serio!?” pensé, seguía JUGANDO.
Me acerqué a la cocina y ella estaba en su típica posición media inclinada buscando en las alacenas altas, parando un poco ese culo delicioso y lisito por su ajustada falda roja.
¡Ya no podía más!, pero si quería seguir jugando SUBIRÍAMOS DE NIVEL.
Me froté con mi mano la verga ya parada sobre el pantalón, me la acomodé para que apuntara hacia enfrente y me le repegué sin disimular nada, la “estoqueé” en las nalgotas para que ella percibiera bien mi pene.
– Está por ahí arriba, ¿lo ves? – Le dije.
– No lo veo.
– Deja te ayudo un poco.
Empezó a hacer su movimiento arriba-abajo y la tomé por la cintura para ayudarla con los movimientos, frotaba sus nalgas en la punta de mi pene que casi se introducía entre sus nalgas a pesar de la falda ajustada.
Sólo se escuchaba el “zzzzssss, zzzzzsss, zzzzzsss” de las telas de mi pantalón y su falda rosándose, era muy excitante.
Se me ocurrió otra cosa, le dije:
– ¡Ah!, ahora que recuerdo se me hace que está en la alacena de abajo.
Lo que pasa es que como yo casi no tomo café no recuerdo bien donde está.
– ¡Oh!, está bien.
Se agachó completamente para buscar en la alacena de abajo quedando empinada y dejando su culote redondo hacia arriba.
Yo ya había dejado de disimular, le restregaba mi pene de todas las formas, con la punta, hacia los lados, en círculos, hacia arriba y abajo, hacia adelante y atrás, mientras con mis manos la sujetaba de las caderas y la movía para que se restregara más; y escuchaba en todas el “zzzzzsss, zzzzzsss, zzzzzsss” de las telas tallándose.
En un momento casi la tumbo, jeje, la sujeté y en eso me dijo:
¿Sabes qué?, ya no quiero café, mejor quiero leche, eso es, quiero LECHITA – Esto último lo dijo con tono picarón.
“¡¡GAME OVER.
FIN DEL JUEGO!!” Pensé yo.
– Aquí la tienes.
La levanté y dirigí su mano a mi erecto miembro, hice que me la sobara sobre el pantalón.
– Aquí podrás obtener lechita.
– ¡Ay Dani!.
Está bien.
eso quiero.
– Echó esa sonrisita pequeña y pícara que ya conocía.
Estaba aún de espaldas hacía mí y le empecé a frotar y sobar sus enormes nalgas con mi mano, con la otra mano le guiaba la suya para que siguiera sobándomela, aunque eso no era necesario, lo sabía hacer muy bien.
La volteé hacia mi y nos besamos apasionadamente, me abrazó por los hombros y yo la abracé de la cintura, repegamos nuestros cuerpos y baje mis manos a sus nalgotas, se las seguía frotando y acariciando sobre la falda, me encantaba sentirlas sobre esa tela delgada y lisa.
Nos dirigimos a la sala.
Una vez en la sala ella casi me aventó para que me sentara en el sillón y ella se sentó sobre mí, se sentó sobre mis piernas de lado, seguimos besándonos en esa posición mientras yo le acariciaba las piernas, su cadera, sus senos, lo que alcanzaba de su culo.
Le metí la mano por debajo de la falda y percibí por fin directamente la piel de sus piernas, era muy suave, metí más la mano hasta su vulva y empecé a acariciarle su sexo sobre la tanga que traía.
Ella aumentó su respiración y sus jadeos cuando toqué su sexo, cerraba los ojos y hacia gestos de placer.
Además me excité más porque cuando le metí la mano casi no se subió la falda y ella no había separado mucho sus piernas así que todo mi antebrazo se veía metido dentro de la falda aún extendida, eso me pareció un cuadro muy sensual.
Después de estar así un rato se levantó y se volvió a sentar en mí pero completamente de espaldas, vi como su redondo culo aún con la falda roja iba bajando hasta que contactó y luego “aplastó” mi verga bien erecta, me excitaba mucho ver eso (ya se habrán dado cuenta a estas alturas que soy muy VISUAL, jeje).
Comenzó a moverse, arriba-abajo, en círculos, movía su culo restregándolo en mi pene en varias formas y direcciones sujetándose con sus brazos en mis rodillas, a veces como bailando.
La tomé de la cintura y bajaba mis manos a sus caderas ensanchadas por la posición sentada mientras ella “bailaba” y frotaba en diferentes formas sus nalgas, y seguía escuchando el “zzzzsss, zzzzzssss” de las telas tallándose, más excitación (en la sexualidad hay que usar la mayor cantidad de SENTIDOS posibles, para tener más placer y disfrutar de varias formas, jeje).
En un momento ella volteó hacia mi y notó como yo veía todo, me dice:
– A como te gusta ver cuñadito, no has quitado la vista de encima.
– Eres bella y estás buenísima Jenny, es inevitable querer verte y ver todo lo que me haces.
Me gusta mucho ver.
– ¿En serio?, que depravadito, JAJAJAJA.
– Nada de eso Chiquita, lo que es nada más, jaja.
En eso la tomé de su torso y la hice hacia atrás para pegarla contra mí, le manoseé sus pechos y la empecé a besar en el cuello mientras ella seguía moviendo en círculos sus caderas para seguir restregando su culo, en ese momento aumentó de intensidad sus gemidos de placer.
a lo dicho, más excitación también para mí.
La senté a mi lado y seguimos besándonos, bajé el cierre de mi pantalón, tomé su mano e hice que la metiera por ahí, me sobaba y acariciaba el pene sobre el boxer, con la palma, con las yemas de los dedos y con leves contactos con las uñas (eso da un cosquilleo muy rico, jeje); yo movía mi pene ya durísimo mientras ella me lo manoseaba.
En un momento me dijo:
– ¡Uy, está vivo!, jaja.
– Así me pones, Jenny.
Ya con su mano dentro del pantalón la mete por debajo del boxer y toca mi verga directamente.
– ¡Está muy caliente! – dijo ella.
– Mejor que el café para quitarte el frío, Chiquita ¿no lo crees?
– Claro que si, y está muy duro también.
– Como ya dije Hermosa, así me pones.
continua.
¡Ah!
Por fin sacó mi pene del boxer, que aunque no es muy grande sí que lo sé usar… y se lo demostraría, jeje.
Comenzó a masturbarme, movía su mano arriba y abajo con buen ritmo, a veces con su pulgar tallaba gentilmente el glande y se llenaba de mi líquido preseminal.
Estuvo un rato masturbándome mientras yo me relajaba y me dejaba hacer, ya no nos besábamos, ella estimulaba mi pene y al mismo tiempo lo veía fijamente.
Me dijo:
– Está bonito tu.
este.
lo tienes bonito, jaja (le daba pena decirle por su nombre, ya ni la hace a estas alturas ¿verdad?).
– Te gusta ¿verdad?, ¿quieres besarlo?
– ¡Ay Dani! ¿cómo crees?
– ¡Vamos Jenny!, dijiste que te gustó ¿no?, ¡vamos!
– Es que yo CASI nunca he hecho eso, a mi marido se lo he hecho pocas veces.
– Pues que hoy sea el CASI, te gustará, créelo.
Ponlo en tu boca.
Tomé un cojín del sillón, que son algo grandes, y lo puse en el suelo, justo en frente de mí.
– ¡Vamos, te gustará! – “y a mí más”, pensé – pon ahí tus rodillas.
Dudaba pero terminó cediendo, se levantó, se hincó en el cojín y quedo entre mis piernas, yo ya me había bajado casi del todo los pantalones y el boxer; mi verga apuntaba directamente a su cara.
Lo tomó con una de sus manos y siguió masturbándome, no se terminaba de animar, le daba risita y algo de pena.
– Estoy esperándote Jenny, a tu boquita.
– ¡Ay, no seas vulgar! Jajajaja, estoy armándome de valor.
– Te gustará, ya te lo dije.
– ¡Ay! Es que.
(le daba más risita).
Bueno pues, ahí voy.
¡pero no veas!
Acercó su cara a mi glande, paró la boquita y le dio un beso, fue un contacto leve pero electrizante.
Continuó dando algunos besos a la punta y después sacó su lengua y la lamió leve y superficialmente, ¡qué rico!
– ¡Está bueno! Jajaja – dijo ella – Sabe dulcecito.
– ¡Te lo dije! Y se pone mejor, nada más no uses los dientes.
– Jajaja, eso si lo sé, tampoco te quiero lastimar.
Empezó a agarrar confianza, seguía besando y lamiendo la punta, abrió su boca y por fin se la metió, poco a poco iba bajando tragándosela toda.
Yo gozaba de lo lindo, hice mi cabeza hacia atrás y empecé a gemir, su boca y lengua se sentían riquísimo.
De ahí ya se desinhibió más y comenzó a hacerlo en forma, lamía toda la verga, el glande, el tronco, la base, a veces hasta los testículos, frotaba sus labios contra todo el miembro, se lo metía a la boca y se hacía hacia arriba y hacia abajo, haciendo los inevitables sonidos de tipo “chapoteo”, jeje.
Estuvo un rato haciéndome sexo oral alternando todas esas formas de dar placer que describí.
En una de esas la volteé a ver y ella me vio, se lo saco de la boca y dijo:
– ¡Ay Dani! ¡Te dije que no me vieras!
– Es que es muy excitante ver como lo haces chiquita, además, ya sabes que es mi estilo ¡Sigue!
La tomé de la cabeza con mis manos y la bajé con un poco de fuerza para que siguiera chupándola, con mis manos metidas entre su cabello le ayudaba a seguir el ritmo, arriba-abajo y obvio no la dejé de ver.
Veía como mi tronco se perdía y volvía a salir de su boca muchas veces, veía como sus labios rodeaban mi miembro, veía sus ojos mirándome mientras me la mamaba, como sacaba su lengua y lo lamía, como me sonreía en momentos, ¡era fabuloso! Yo movía un poco mi cadera para ayudarle con el mete y saca en su boquita.
Después de un rato le dije que se levantara y que se subiera al sillón a mi lado y se pusiera en 4 “patas” dirigiendo su cabeza hacia mí para que la siguiera chupando, continuó haciéndolo mientras mi brazo alcanzó su culo empinado hacia el lado opuesto de donde estaba yo, se lo sobé, le levanté la falda y se la dejé como faja.
Traía como había dicho, una tanguita que me permitió por fin (si, después de todo este desmadre y apenas hasta este punto) tocar la piel de sus nalgas directamente.
¡Riquísimas!, voluminosas, paraditas, no estaban duras pero eran naturales, temblaban ligeramente bien rico con el movimiento (sin ser muy grasosas o celulíticas, cabe aclarar).
Le masajeé las nalgas y posteriormente hice a un lado la tanga y procedí (que fino, jaja) a toquetear y acariciar su vulva, toqué su clítoris y lo empecé a estimular, ella comenzó a jadear sin dejar de chupármela, le metí los dedos a la vagina y los empecé a mover, le metía y le sacaba los dedos y alternaba con acariciar su clítoris, me concentraba en darle placer a ella, así disminuía un poco mi atención (y sensibilidad) al sexo oral que ella me hacía, podrían creer que esto es una locura ¿por qué querer sentir menos el placer?, porque es una buena técnica para durar más, jeje.
De repente sentí como se contorsionó, jadeó mas fuerte y salieron más líquidos de su vagina, un buen orgasmo, ¡EXCELENTE! (siempre me ha gustado ver como tienen los orgasmos las chicas, quiere decir que lo estoy haciendo bien, jaja).
Saqué mi pene de su boca que ya estaba a reventar, la levanté y la senté en el sillón bien recargada hacia atrás, le quité la tanga, le abrí las piernas y me encontré con una “concha” (como dicen los españoles) bien depiladita y rosadita, con una pequeña línea de vello.
Me dirigí a “regresarle el favor”, arrimé mi boca y empecé a hacerle sexo oral, le lamía todo, sus genitales externos, su clítoris en la parte anterior y a meter mi lengua lo más que pudiera en la vagina, también le chupaba todo con toda mi boca y labios.
Ella se contorsionaba de placer, jadeaba, gemía, y aunque quisiera no hubiera podido hacer lo que yo hice cuando ella me la chupó, voltear a verme mientras me la “comía”, ya que todo el tiempo tenía los ojos cerrados y con la cabeza hacia atrás, se arqueaba.
– ¡¡Así Dani!!, ¡¡ASIIIIIIIÍ!! ¡¡ESTO ES RIQUÍSIMO!! ¡Hace mucho que no me lo hacían!
– Eso es un desperdicio Pequeña, estás para comerte diario – dije separándome un momento.
– ¡¡No te detengas!! ¡¡NO TE DETENGAS!! – Me dijo casi exigiendo y tomándome de la cabeza con sus manos para que continuara.
Y yo obediente, continué.
Me encantaba verla gozar.
Y ¡ZAS!, otro orgasmo con jadeo, contorsión, arqueo y líquido incluidos.
Me levanté completamente y mi pene quedo a la altura de su cara, seguía durísimo pero ya no tan a punto de “reventar” (ese lapso me había servido para “relajar” un poco mi pene, como ya dije, son medidas que yo usaba para durar más).
De inmediato nos quitamos lo que nos quedaba de ropa y quedamos finalmente desnudos.
Se hizo hacia adelante y comenzó a chupármela de nuevo.
En eso yo saco un preservativo que había sacado de mi pantalón mientras me había estado comiendo su “concha”, lo abro y se lo doy.
Ella lo toma y me lo coloca, lo empezó a bajar para cubrir todo el miembro, un poco con sus manos y un poco con su boquita.
Después hice su torso hacia atrás me agaché y comencé a besar su blancos pechos mientras mis manos volvían “al ataque” a masturbar su vulva (he aprendido que la prioridad es que ellas gocen, si lo haces, el placer de uno sale solito, jeje).
Esto si fue sólo un momento, separé sus piernas y dirigí mi miembro a su vagina quedando yo enfrente y casi arriba de ella, y se la metí, lentamente, no le batallé mucho dado lo enormemente lubricada que estaba su entrada.
Empecé lentamente a meter y sacar y fui acelerando el ritmo, ella me ayudaba moviendo un poco la cadera, empezamos el vaivén, el mete y saca, yo la tomaba de la cintura y sus manos agarraban mis hombros.
– ¡¡¡AAAAYYY!!! ¡¡¡AAAAYYY!!! ¡¡¡AAAAHHH!!! ¡¡SIIIIIIII!! ¡¡SIIIIIII!! ¡ASÍ DANIELITO! ¡ASIIIIIÍ!
– ¡¡SI PEQUEÑA!! ¡¡ASÍ CHIQUITA!! ¡¡ME ENCANTAAA!! ¡¡DISFRÚTALA JENNY!! ¡¡Disfruta de mi pene!!
– ¡¡Si lo disfruto!! ¡¡Claro que si lo disfruto!! ¡¡Me encanta que estés dentro de mí!! ¡¡AAAYY!! —- ¡¡Otra vez!! ¡Otra vez estoy llegando!, ¡¡¡OTRA VEEEEEEZ!!
Otro orgasmo de ella después de un rato, ¡BIEN!, me salí y me senté en el sillón a su lado.
Le dije:
– Ven Preciosa, móntate en mí.
– ¿Aún no has terminado? – me dijo medio riéndose – Normalmente con mi marido ya habríamos terminado.
– ¿Es en serio? ¡Estás demasiado buena para disfrutarte en una sola posición! Ven ¡súbete!
Se subió en posición para cabalgarme, abrió las piernas y dirigió con su mano mi pene a su vagina, se lo metió y comenzó a bajar.
Y va de nuevo, ahora ella subía y bajaba, jadeando.
Ahora si tuve más oportunidad de ver como mi miembro se perdía en su entrada vaginal, su piernas abiertas y su cinturita esbelta subiendo y bajando.
Con mis manos la sujetaba otra vez de la cintura y las subía a sus pechos para acariciar sus pezones, más placer.
– ¡Así siento más Dani! ¡La siento como si estuviera enorme!
– Ese es el plan Chiquita, hay que saber usar lo que uno tiene, aunque no sea mucho.
– Jajajaja – pudo reír a medio acto – ¡Ay cómo eres! ¡No rompas el encanto!
– ¡Ups! ¡Disculpa, Hermosa! Jaja ¡Pero así te gusta ¿no?! – Le dije esto mientras eyo subía mi cadera para que ella sintiera más.
– ¡¡¡AAAAAAHHH!!! ¡Si Daniel! ¡¡SIIIIII!! ¡¡Me haces sentir mucho! ¡¡¡AAAAAAHHHH!!!- Otro orgasmo, que ventajas tienen las mujeres, jaja.
Así estuvimos poco rato (mi resistencia disminuía, jeje), nos levantamos y la puse recargada hacia el respaldo del sillón con sus rodillas en el asiento parando el culito, me acomodé y se la metí de nuevo en posición por detrás.
Empezó el vaivén y ahora veía como esas nalgotas chocaban contra mi pelvis y temblaban al hacerlo, haciendo el típico sonido de: “pas… pas… pas”.
Con mis brazos la tomaba de la cintura o de los hombros para ayudarle con el ritmo, pero lo que más hice en esa posición fue manosear, acariciar y agarrar sus voluminosas nalgas que temblaban con el vaivén; también me inclinaba y le acariciaba los senos y los pezones, ella se volvía loca.
– ¡¡Así Papacito!! ¡¡Así Dani!! ¡¡Que rico!!
– ¡YA HERMOSA! ¡YA! ¡Ya casi me vengo! ¡ya casi viene!
Se detuvo en seco, se saca y me dice:
– ¡Espera! ¡Quiero una última posición!.
Hice un esfuerzo sobrehumano para detener la eyaculación y por muy poco lo logré (se puede hacer cuando apenas estás percibiendo que viene), me contuve.
Me sentó en el sillón y se puso delante de mi dándome la espalda, me dijo:
– Te gusta ver ¿verdad? ¡Pues mira esto!
– ¡Si, ven Pequeña, ven!
Vi como sus nalgotas se iban a sentar en mi verga, que ahora sí la tenía a punto de reventar, la acomodé con mi mano en su entrada y comenzó a bajar, como ya lo habíamos hecho con ropa anteriormente.
Vi como mi pene se perdió completamente de vista al ella sentarse del todo, comenzó a subir y bajar, sólo veía una parte del tronco que se perdía entre esas nalgas, su vagina lo engullía.
Ella se inclinaba en momentos hacia adelante resaltando aún más su culo sin dejar de bajar y subir.
– ¡Jenny! ¡Jenny! ¡Jennifer! ¡Es RIQUÍSIMO! ¡Me excita mucho ver como tus nalgas se sientan en mi pene!
– ¡A mi me haces gozar también, Danielito! ¡Así también siento mucho y bien rico! ¡¡AAAAAHHH!!
Después de un rato yo ya no podía aguantar más, sintiendo sus nalgas en mi pelvis y su vagina en mi miembro y viendo como su culo en forma de corazon invertido subía y bajaba fue demasiado.
– ¡Ya, Preciosa!, ¡Ya!
– ¡Ahora si termina ya, Papi! ¡Te lo mereces! ¡Y bien merecido! ¡¡Yo también voy a llegaaaaar!!
Aceleró el ritmo con sus nalgas y sentí esa punzada característica que se siente cuando la eyaculación está en camino.
– ¡¡¡AAAAAAHHHHH SIIIIIIIIIIIIII!! – dijo ella.
– ¡¡Jenifeeer!! ¡YA! ¡YA! ¡YAAAAAA!- dije yo.
– ¡Quiero ver!
Rápidamente ella se levantó y me quitó el preservativo, apenas alcanzó a quitármelo cuando salieron de inmediato varios chorros de semen, entre gotas y otros chorros menores, ella me masturbaba lentamente mientras salía todo, caían en mi abdomen, en el suelo y en su mano.
– ¡¡AAAAAHHHH!!, ¡¡AAAAAAHHH!! ¡¡SIIIIIII!! ¡¡Eso Preciosa!! ¡¡Así Jenny!! – Decía yo.
Cuando terminaron de salir los chorros, ella sólo me acariciaba el pene suavemente.
– ¡¡Woooww!! ¡Vaya! ¡Salió muchísimo! ¡Estabas bien cargado cuñadito! Jajajajaja
– Fue gracias a ti Jenny, gracias a ti.
– Le dije ya relajado y con ese sueño que me suele dar en la fase de resolución.
Nos quedamos acostados, desnudos y relajados un rato en el sillón, ya más recuperados me dice:
– ¡Vaya! ¿Sueles durar así siempre?
– Casi siempre, jeje.
Procuro dar un rendimiento como este y la mayoría de las veces lo logro, aunque a veces me “agarran más cansado” y duro menos, jeje.
– Ya me hacía falta un acostón así cuñadito, mi marido y yo casi no hemos tenido sexo, es que él trabaja mucho, y cuando lo tenemos, apenas medio nos besamos, me penetra y ya.
– ¿De veras? Si ya te dije que estas muy bella y muy buena como para disfrutarte en una sola posición, jaja.
– Pues así es, en nuestras pláticas de mujeres ya mi hermanita había comentado lo bueno que eras y pues, quise probar, sin querer ella te recomendó, jeje (es bien sabido que las mujeres, entre ellas, platican mucho y de forma más desinhibida de su sexualidad que los hombres).
Me gustaron los “fajes” que teníamos al inició y pensé en dejarlo nada más en eso, pero empecé a querer más.
– A mi me pasó lo mismo.
– Aunque no puedo evitar sentirme un poco mal por mi hermana y mi esposo.
– Si te entiendo.
– .
Lo que sí se es que afortunada es mi hermanita.
– ¿En serio lo crees? JAJAJAJA.
Después de un rato nos limpiamos, limpie la “escena del crimen”, nos vestimos y nos fuimos.
La llevé cerca de su casa y yo regresé a la mía como si hubiera ido a trabajar.
Nunca hablamos de hacerlo otra vez, ya ni siquiera hemos JUGADO EL JUEGO de nuevo, yo nunca le insistí o la busqué, ella tampoco, volvimos a tratarnos sólo como cuñados.
A pesar de lo sucedido queríamos a nuestras parejas y familias, supongo que eso nos bloqueó a ambos; yo no podía quejarme de mi mujer ya que también es atractiva y tenemos muy buen sexo.
Supongo que lo de mi cuñada sólo fue un juego sexual y lo jugué, literalmente.
Fue fabuloso y no me arrepiento de lo que hice con mi cuñada aunque no puedo evitar sentirme algo mal por mi mujer.
Sólo me quedó dejarlo en el pasado como una fantasía cumplida.
una fantasía secreta.
un JUEGO SECRETO.
Me hiciste recordar, cuando tuve un rico faje de «juego» con la hermana de mi mujer, de hecho cuando eramos novios , una noche de fiesta se volvio algo riquisimo!!!