El motero
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Carmen, española, tengo 35 años, mi marido y yo tenemos un bar al que siempre viene un motero de aspecto muy rudo.
Cabellos largos, pañuelo en la cabeza, perilla hasta mas abajo del pecho, aretes en las orejas, lleno de tatuajes y con una moto tremenda.
Siempre viene al bar y se toma algunas cervezas, mi marido y él son argentinos, aunque el motero tiene mucho mas marcado el acento, mi marido ya lo perdió.
Cuando viene se sienta en la terraza y yo salgo a atenderlo y me quedo un rato hablando con él.
Es muy educado y simpático, me dijo que se llama Sebastian y que vive del otro lado del pueblo.
Me he cruzado con él varias veces en el super mercado, nos saludamos y seguimos lo nuestro.
Una vez me vio que me lo quedé mirando, no se porque me atrae tanto, es todo lo contrario a mi marido, su aspecto, es el doble de ancho, una presencia que impone, en cambio mi marido es delgado, apático, ni siquiera sabe conducir.
Una tarde cuando estaba sentado en la terraza, me tomé el atrevimiento de decirle que me encantaría dar una vuelta en su moto, que era la mas grande que había visto en toda mi vida.
"Cuando quieras, pero que va a decir Raúl?", me dijo, "no, él no debe enterarse", le dije riendo nerviosa, "entonces, como hacemos?", le dije, "no se, deja que lo piense y te digo, dame tu número de móvil", le dije.
Que estaba haciendo?, soy una mujer casada, pero no voy a hacer nada malo, solo dar una vuelta en moto, me decía a mi misma.
Pasaron los días y Sebastian seguía viniendo a tomar sus cervezas, pero no me decía nada ni yo a él.
Un lunes, el trabajo está muy flojo, le dije a mi marido que me iba a casa de una amiga.
Le mandé un mensaje a Sebastian y le dije que lo estaba esperando en la estación del tren, a las afueras del pueblo.
Yo había dejado mi coche debajo de unos árboles, lejos de la mirada de los que pasaban por la ruta por si lo reconocían.
Como a los diez minutos escucho el inconfundible sonido del motor de su moto, estaba nerviosa, mi corazón latía muy fuerte, tenía las manos y los pies sudados.
Cuando lo veo mas de cerca le hago señas con los brazos y veo que viene a mi.
Detiene su moto y se baja, se quitó el casco y nos miramos, lo vi tan atractivo, que lo bese en los labios sin darme cuenta.
No me dijo nada, me dio el segundo casco, me lo coloco y ahí el que me beso los labios a mi fue él, "te queda hermoso", me dijo, colocándose el suyo y nos fuimos.
Yo me cogía con todas mis fuerzas de cintura, iba aterrada.
Cuando estábamos entrando en Talavera de la Reina, en vez de ir al centro, se dirigió hacia la costa del río.
Detuvo la moto en un lugar apartado y bajamos, "que nervios tu moto, estoy aterrada", le dije, quitándome el casco, y Sebastian se quitó el suyo, "te gustó el paseo", me dijo cogiendo una de mis manos, acercándonos a un árbol que estaba casi al lado, me cogió de la cintura y me beso la boca, no fue un beso grotesco, fue un beso muy suave, muy delicado, pero a la vez muy intenso.
Yo quedé sorprendida, pero no me desagrado que me haya besado, "que labios tan dulces que tenes", me dijo, volviendo a besar mi boca, lentamente lo fui abrazando yo también y pegando mi cuerpo mas al de él.
Al tercer beso, ya tenía una de sus manos acariciando una de mis tetas por sobre la ropa, "no Sebastian, acá no", le dije, cuando intentaba desabrochar mi pantalón jeans, "vamos a casa", me dijo, volviendo a besar mi boca y metiendo su lengua.
Yo estaba cachonda, sentía su polla dura contra mi coño, "que va a decir Raúl?", le dije tontamente mientras me ponía el casco, "y quien se lo va a decir", me dijo, subiendo a la moto y como me abrazo a su cintura, me bajo las manos hasta su polla y mientras nos íbamos a su casa, yo iba acariciando su polla por sobre el pantalón.
El viaje me pareció interminable, hasta que llegamos, metió la moto en el garaje, subimos en el ascensor y fuimos a su casa, yo no me quitaba el casco, casi todo el mundo me conoce, estaba que me temblaba todo el cuerpo, primero de que nos vayan a descubrir y segundo que estaba muy cachonda.
Cuando entramos, me quitó el casco, nos empezamos a besar y él me iba desnudando, yo lo dejaba, eso me ponía mas a mil todavía, cuando me está quitando el pantalón, me da una mordida en el coño, haciendo que de un pequeño grito de placer.
Tras la mordida, me quitó la braga, estaba totalmente desnuda, él de rodillas entre mis piernas, con sus manos hace que las abra y siento su lengua pasar haciendo que de un fuerte gemido.
Yo estaba recostada contra la pared, de piernas abiertas y Sebastian abriendo los labios de mi coño y lamiendo todo.
Yo soy una mujer delgada, las piernas me temblaban, como si me fueran a fallar las rodillas, Sebastian se puso en pie y me levantó en sus tremendos brazos, me llevó hasta su cama, donde me deposito con mucha suavidad, volviendo a abrir mis piernas y me empezó a comer el coño.
Yo retorcía el cuerpo de placer a medida que con su lengua y su boca me hacía gritar de placer y él se iba quitando la ropa.
Cuando se pone en pie y se quita el pantalón, le veo la polla, cabezona, se le notaban las venas, ni larga ni corta, pero gruesa, me senté en el borde de la cama y le cogí la polla con la mano y la lleve a mi boca.
Totalmente distinta a la de mi marido.
Él estaba de pie frente mío, cogiendo mi cabeza mientras yo no dejaba de chupar la polla de Sebastian.
Me hace poner de pie y nos besamos, pegando bien nuestros cuerpos, Sebastian acomoda su polla entre mis piernas, contra mi coño y yo cierro las piernas, sintiendo su polla contra mi coño.
"No sabes lo cachonda que estoy", le dije, besando su boca y moviendo mi coño contra su polla.
Sin dejar de besarme me fue sentando en el borde de la cama, haciendo que me recueste y a medida que mi espalda se iba apoyando en la cama, iba abriendo mis piernas para que Sebastian meta su polla en mi coño y me folle.
"Haaaaaaaaa, haaaaaaaaa", gemía al sentir como Sebastian metía su gruesa polla en mi coño, hasta sentirla toda dentro, quería envolverlo con mis piernas pero es el doble de ancho de mi marido y no podía, "que polla que tienes, nada que ver con la de Raúl", le dije, gimiendo, sintiendo como me entra y me sale, como hace que mi coño este empapado y yo flipando de placer, "cuando la tengas en el culo, mas te va a gustar", me dijo, sin dejar de mover su polla dentro de mi coño, "no me voy a poder sentar después que me hayas metido todo eso en el culo", le dije entre gemidos y ayes de placer, sintiendo como ese motero de aspecto rudo me estaba follando de una manera que me estaba haciendo disfrutar como hacía años no disfrutaba, "haaaaaaa, Sebastian, que bien me follas, sigue, no pares", le pedía sintiendo su polla entrando y saliendo de mi coño, "date la vuelta Carmen que te la voy a meter en el culo", me dijo, sacando su polla de mi coño, "pero despacio, es monstruosa tu polla", le dije, dejando que me acomode en el borde de su cama, sacando el culo.
Siento que me abre las nalgas y su lengua lamer mi ano, "haaaaaaaaaa, que delicia, como me comes el culo", le dije, bajando mi cabeza y mi pecho para que mi culo salga mas hacia él.
Yo mordía las sábanas y las estrujaba con mis manos de placer al sentir la lengua de Sebastian lamer mi ojete.
Me hace que yo me las abra ahora y siento algo líquido y viscoso caer sobre mi ano, y como pasaba su dedo, lo metía en mi culo, lubricando bien la parte interna, yo respiraba nerviosa, ansiosa por tener esa polla gruesa metida en mi culo.
Siento como se acomoda detrás mío, como acomoda la cabeza de su polla contra mi ano, "haaaaaa, hayyyyyy, haaaaaaaaa", me quejaba yo al sentir como lentamente Sebastian me iba metiendo la polla por el culo, "Carmen, estas bien?", me dijo, dejando de meterla, "si, sigue, mete toda tu polla en mi culo", le dije, volviendo a quejarme cuando la siguió metiendo y abriendo mi ojete, hasta que mis nalgas quedaron aplastadas contra su cuerpo, "por dios, como he de tener abierto el ojete con semejante polla metida dentro", dije, sintiendo como Sebastian muy suavemente la hacía entrar y salir de mi culo, "que mal te coge mi paisano", me dijo, metiendo su polla bien adentro de mi culo, y la movía en círculos, para los costados, haciendo que grite de placer, "ni parecido a como me estas follando tú", le dije, metiendo mi mano entre mis piernas y acariciando mi coño mientras la polla de Sebastian entraba y salía de mi ojete.
Como dije, soy una mujer delgada y no muy grande, Sebastian pasa su brazo por debajo de mi tripa, y me levanta en vilo sin sacar la polla y se sienta él en el borde de la cama conmigo sentada en su polla, siento sus manos en mis tetas, sus dedos como entran en mi coño, no solo me estaba follando, me estaba acariciando toda, yo pegué mi espalda a su pecho, moví mi cabeza hacia el costado y con mi boca buscaba la suya, "decime siempre que quieras salir a pasear en moto", me dijo, pasando sus manos por debajo de mis nalgas, las abre bien y me empezó a hacer subir y bajar de su polla, "me estas destrozando el culo", le dije, pero no quería que deje de follarlo, "pero te gusta que te lo destroce", me dijo, mordiendo mi nuca, "si, me encanta sentir tu polla como me abre el ojete", le dije, dejando que me siga subiendo y bajando de su polla y yo acariciaba mi coño, disfrutando lo que no está escrito, "me quiero correr Sebastian, me quiero correr", le grite, teniendo un tremendo orgasmo sin que él deje de follar mi culo, yo me retorcía toda, gritaba, le pasaba mis pies por sus piernas.
Mientras me estaba corriendo él no dejaba de subirme y bajarme, hasta que me baja de su polla, haciendo que me arrodille frente a él, yo me seguía corriendo y Sebastian mete su polla en mi boca, haciendo que se la chupe, pero fue mínimo, ya que enseguida se empezó a correr en mi boca, me volvía loca al sentir los chorros de leche en mi boca, era como que no podía dejar de correrme, mientras Sebastian me llenaba la boca de leche y yo iba tragando como podía.
Quede exhausta de como me había corrido, seguía tragando la leche de Sebastian y lamiendo su polla.
"Eres un bestia follando", le dije, todavía de rodillas, lamiendo y besando su polla, "no te gustó?", me dijo, acariciando mi cabeza, "me haz matado, ahora me tienes que llevar a donde deje el coche y te lo dije, como me duele el culo, no voy a poder sentarme ni caminar", le dije, poniéndome en pie, "ya te vas a acostumbrar", me dijo, acariciando mis nalgas.
Nos vestimos y me llevó a donde había dejado el coche, me dolía el culo al caminar y mas cuando me senté.
Fue llegar al bar y estaba Sebastian sentado en la terraza, nos miramos y nos sonreímos levemente, "lo de siempre por favor", me dijo en voz alta, "como me duele el culo al caminar", le dije, hablando en voz muy baja, "pero me gusta, y cuando quiera dar una vuelta en "tu moto", te digo", le dije, sin que nadie escuche, y Raúl siempre nos vio hablando, así que no le iba a llamar la atención, "y cuando va a ser eso?", me dijo, "cuando el culo me duela un poco menos", le dije, y entre en el bar para que mi marido se vaya un rato a casa.
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