EL PEDIDO INUSITADO DE GUILLERMO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Soy casado con una bella mujer de nombre María. Nos casamos enamorados y nuestra vida sexual en el comienzo del casamiento era festiva, animada, bárbara. Tanto que luego en el primer año de casamiento pues que ella se queda embarazada. Y va formando tremenda barriga.
Cuando tenía unos siete meses de embarazo me sucedió lo que aquí cuento. Nosotros teníamos una pareja de amigos llamados Guillermo y Brenda, ambos gente buena y muy guapa. Brenda, una rubia de cabellos cortitos de hermosos senos y cintura fina, lindas caderas. Guillermo un hombre atlético, algo delgado, campeón de corridas de motocicleta. Bellas personas y aparentemente felices. Ellos nos visitaban con frecuencia. Éramos buenos amigos. En una de esas visitas, bien me recuerdo a Guillermo estar algo ansioso, acompañándome a todo lado que yo iba dentro de la casa mientras preparaba unas carnitas para acompañar con cerveza. Él y yo conversando mientras Brenda se quedaba con María en alguna parte de la casa. En una conversación de esas triviales, Guillermo se refirió a María, a su enorme barriga. Él me dijo:
-tremenda barriga que le pusiste a María-
-así es. Está con siete meses-
-feliz vos que podés-
-¿poder qué?, no entendí-, dije
-que podés preñar una mujer. Porque yo no puedo-
-¿de veras? Nunca me lo imaginé_
-es de eso que quería hablarte. Necesito un favor tuyo-
-me estás dejando curioso y perplejo, ¿ a que favor te referís?-
-quería pedirte que me preñaras a Brenda-
¿qué? No…-
-no hablés nada todavía, por favor, primero escuchame-, me interrumpió Guillermo. Yo me quedé callado mientras lo escuchaba atento, parado al pié de la refrigeradora, en la cocina, Guillermo hablando en tono bajo, discretamente. Él me dijo:
-vos sabés, René, como soy loco por mi mujer. Yo quiero a esta mujer y creo que me moriría si la perdiera-
-¿y por qué la irías a perder? ¿están teniendo problemas?-
-aún no pero los vamos a tener cuando ella descubra que soy machorro, que no puedo preñar mujer-
-tal vez ella entienda-
-no va entender. Mirá, dos mujeres ya me dejaron porque no logré embarazarlas y con Brenda va a pasar lo mismo. Si hay algo que frustra a una mujer es no tener un hijo. Yo sé. Por eso te pido este favor de amigo, que preñés a mi mujer-
-estás loco, Guillermo, solo podés estar loco pidiéndome esto-
-no lo estoy. René, vos sos mi amigo, casi un hermano para mi y te tengo tremendo cariño. Yo criaría un hijo tuyo como si fuera mío. Porque sos mi amigo y un hermano para mí-
¿Brenda qué piensa de esto?-
-ella no sabe ni va a saber de este plan mío-
-me estás dejando con la boca abierta-
-vos la ibas a preñar y ella no lo iba saber nunca-
-¿Cómo pensás hacer una cosa de esas? ¿pensás emborracharla?-
-mas o menos. Mi plan es que me sustituyas en medio de la relación, vos entrás y terminás el trabajo. Así de fácil-
-¿fácil? ¿acaso Brenda no va a sentir la diferencia?-
-ella no va a saber, si me observas atentamente somos vos y yo casi de la misma estatura y complexión. Ahora no sé el tamaño… vos sabés a que me refiero-
-no creo que estoy hablando esto con vos…-
¿Cuánto mide tu pene erecto?-
-pero…-
–vamos, decime-
-siete, ocho pulgadas-
-casi lo mismo que el mío. no hay problema-
-no quiero hablar sobre esto-, dije y me retiré para la sala. Guillermo me detuvo.
-espera, René, escuchame. Por lo menos prométeme que lo vas a pensar. Por favor-
–no puedo hacerle esto a María-
-ella no lo va a saber-.
Yo no dije más nada. Continuamos en la sala con los demás. Guillermo de vez en cuando me miraba con ojos de súplica y decía algo con la boca casi cerrada y con la quijada me indicaba a su linda mujer. Un monumento de mujer. Yo balanceaba la cabeza en desaprobación y con gestos le contestaba, estás loco, estás loco. Y Guillermo insistió al teléfono. Todos los días me llamaba a la oficina. Y poco a poco fue cambiando mi cabeza. Ayudó en esto la imagen de Brenda, tan linda, tan sensual. Y también la secura por la que pasaba con María en los últimos meses de embarazo. Fue entonces que llamé a Guillermo a un café para ultimar detalles. Guillermo había pensado en todo. Me llevó un frasco de loción de la misma que él usaba. Me explicó que iba darle a Brenda unas dosis de whisky que había comprado y que eso garantizaría la inocencia de ella en su plan. Yo puse apenas dos condiciones. Una que solo lo iba hacer una vez y que caso ella se quedara embarazada, el niño a nacer iba a ser bien tratado, criado como hijo de ambos. Guillermo me juró que así sería mientras me miraba alegre con ojos de agradecimiento.
-no cabe duda que sos loco-
-loco por esa mujer. Soy un loco-.
Entonces cierta noche me fui a la casa de Guillermo, dispuesto a hacerle el favor que me pedía. Me sentía un poco culpable por causa de María pero apacigüé mi conciencia pensando que se trataba de una buena acción. Iba ayudar a un amigo y la idea no había partido de mí. Me sentía menos canalla cuando pensaba así. Guillermo me escondió en un cuarto contiguo al de él. A la hora de la actuación, él me mandó a entrar al cuarto en penumbra para que lo viera cogiendo a Brenda. Yo, bien bañado y perfumado con la loción que me había dado metido en un ropón sin nada de ropa por bajo. Me quedé esperando sentado en una silla. Bien discreto. Brenda estaba de cuatro patas suplicando por el marido. –donde estás, que te hiciste-, preguntaba.
Guillermo se aproximó de ella y le besó las nalgas. Que hermosas nalgas. Luego le besó la vulva. Ella gemía y decía que era delicioso lo que sentía. Con aquella escena mi verga luego se quedó dura como piedra y con ganas de meterse en algo caliente y acogedor. Que lindo culo que Brenda tenía. Guillermo continuaba excitando a su mujer haciéndole un demorado cunnilingus. Entonces Guillermo paró su lengua y se dispuso a penetrarla. Ella gimió cuando sintió que el pene de Guillermo le llenaba todo por dentro. Él se la cogió por unos minutos. Paró de repente y saltó de la cama mientras me pedía para que continuara la cogida. Al pasar cerca de él, tocó mi verga, midió la espesura con sus dedos y la aprobó levantando su dedo pulgar como hacían los romanos cuando perdonaban la vida de un gladiador en la arena. No sé porqué pero aquello me excitó bárbaro y obedecí rápido, ansioso por probar aquel culo. Brenda quería y preguntaba melosa porqué Guillermo había parado. –ahora sigo-, dijo Guillermo mientras yo me subía a la cama. Yo apalpé la vagina, arrimé mi verga y la metí. Que rica sensación. Que cosa apretada, caliente, lubricada. Brenda gimió.
–métemela toda, mi amor, soy tuya, soy tuya-, dijo. Y yo se la metí. Un frenesí me invadió y aceleré el movimiento de metisaca. Se la empujaba toda hasta que solo mis bolas se quedaban de fuera. Quería gemir, gritar, hablar alguna cosa pero me contenía para no arruinarlo todo. Guillermo miraba todo desde el sillón. Él podía ver mis nalgas cuando empujaban mi verga. Yo continué cogiéndome a Brenda. Que rico era. Sentí el gozo viniendo. Mi semen guardado de varios meses estaba por explotar en una eyaculada caballar. Paré el movimiento. La metí hasta el fondo y me derramé. Que suplicio era no poder gritar. Apreté a Brenda por la cintura, arremetí su vagina contra mi verga. La inundé con mi esperma. Salí bien despacito de dentro de ella. Brenda extendió su brazo para atrás queriendo retenerme. Salté de la cama con mi verga goteante. Guillermo ocupo mi lugar. Yo me aparté y esperé sentado en el sillón la orden de Guillermo. Guillermo besó a su mujer y le dijo algo en el oído que no logré escuchar. Se levantó. Abrió la puerta y me invitó a salir. Afuera me abrazó y me agradeció. Yo me fui al baño, me duché y me vestí. No había nadie en la casa. Guillermo había cuidado de todo. Después de una media hora Guillermo apareció. Me llevó a la casa en su auto. Durante el trayecto me agradeció otra vez mientras me decía que todo iba a salir bien.
-¿Cómo podés estar tan seguro que Brenda se quedará embarazada?-, l e pregunté
-anduve leyendo un libro de un médico japonés. Si el está correcto, de aquí a nueve meses tendremos un hijo nuestro-
-me gusta oír eso, “nuestro”-
-así será, hermano mío. Has salvado mi casamiento-.
-¿no te molesta ni un poquito haberme cedido a tu mujer?-
-en nada. Además, es mejor darle la mujer a un amigo por una noche que perder esa misma mujer para siempre-
-sos único, Guillermo. ¿sabés una cosa? Ahora te quiero más. Y sé, estoy seguro que vas a cumplir tu promesa con respecto al niño-
Guillermo me pasó el brazo derecho por el cuello y me aproximó de él. Se veía feliz.
Después de eso Yo continué callado. Llegué a la casa. María dormía. Me le acerqué y le besé en la mejilla. Que beso de Judas.
Guillermo tenía razón. Todo salió bien. Brenda se quedó embarazada y en el final de ese año tuvo un varoncito. Salió rubio como ella. Un lindo bebé. Ahora el chico tiene 17 años. Guillermo lo quiere y lo mima mucho. de vez en cuando él me llama para darme noticias. Me manda fotos también. continúa con Brenda. Enamorado de ella como en el principio. Y yo continúo con María. Tengo dos hijos con ella. Una pareja.
Hasta ahora me pregunto varias cosas. No sé si hice bien. No sé hasta cuando guardaré este secreto. Y la pregunta que más me instiga es esta: no sé si Brenda era inocente en todo esto. A veces me quedo pensando que fui usado. Bueno. Así es la vida.
FIN
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