El que quiera azul celeste, que se acueste (3 de 3)
Ahora contaré cómo estuvo el trío MHM que hicimos mi amante Bernabé, su ex y yo..
Ramón, mi marido, acostumbra llegar muy tarde los viernes de quincena, pues infaltablemente se van a tomar. Dalita y yo les dijimos a nuestros maridos que el viernes de la semana siguiente iríamos juntas al cine y luego cenaríamos a la salida, de esta manera tendría yo más tiempo para gozar del trío. Obviamente Dalita estaba al tanto de lo que yo haría. “Si sale bien, luego lo hacemos tú y yo con Bernabé o con Amador”, me dijo. “¡Ah! ¿El pago por tu tapadera es pedalear mis bicicletas?”, le pregunté. “No, mi amor, quiero ver qué tan feliz te hacen tus amantes”, replicó. Además, el jueves en la mañana vienes para que yo te rasure, pues así quiere tenerlas Bernabé a Teya y a ti para compararlas mejor… ¡Me encantó su propuesta! Ya que no sólo sería la depilada lo que haríamos, y me serviría de entrenamiento para hacer disfrutar a la puta de Teya.
El lunes fui con Bernabé a que me hiciera limpieza con la lengua. Y lo sondeé sobre la posibilidad de que Dalita también tuviese oportunidad de un trío con él y yo. “¡Puta! ¿Tu novia está tan buena como tú?”, preguntó y yo, con el teléfono en una mano y su falo en la otra, le mostré unas fotos de Dalita. “¡Está bien equipada por el frente y por detrás!, además tienes buen gusto, es bonita…”, me dijo. y yo sentí en mi mano como se le endureció la verga cuando vio las fotos. “Cuando quieran, nenas…”
Ese día me regresé a casa después de la enculada de rigor, pero me pidió que le enviara esas fotos, “Para ir haciéndome a la idea”, dijo; pero lo correcto debió ser “Para hacerme una chaqueta”.
El martes le corresponde a Amador tomarse la ordeña que le hago a mi marido, la cual hice en tres partes: en la panocha dos y una en la boca. “¡Qué rica estás mamacita…!, me decía al chuparme las verijas y meterme la lengua en la almeja. Le conté que el viernes haría el esperado trío con Bernabé y Teya, la ex de este último.
–¡Las va a gozar, Bernabé! ¡Qué envidia tener a una nalgona y a una chichona juntas en la cama! Pero éstas no están mal… –dijo y me penetró poniéndose a mamar el pecho mientras me apretaba las nalgas.
¡Estuvo rica la cogida y abundante su venida! Ya que nos calmamos pasé a sondearlo.
–¿Te gustaría que mi novia chichona y yo te cogiéramos? –le pregunté, yéndome a mamarle la verga.
–¡Sí, Mar, ha de ser delicioso estar con dos mujeres calientes para hacerles lo que quiera! –exclamó cerrando los ojos por el trabajo que le hacía.
–Quizás haya oportunidad, puto caliente… –le dije al sacarme el pene de la boca y ponerme a chuparle los huevos.
El jueves fui a la casa de Dalita para que me depilara y a platicarle lo que dijeron mis amantes.
–Eres muy puta… –me dijo sonriente metiendo la mano bajo mi falda y me bajó las bragas.
–Somos… Vas a comerte dos vergas nuevas –le dije cuando me acarició los pelos de la panocha.
Yo me quité toda la ropa y comencé a desvestirla también a ella. Desnudas nos besamos y pronto quedamos en un 69, saboreando la leche que a cada una le dejó su marido. Seguimos amándonos durante media hora más, por último, antes de que Dalita comenzara la operación de dejarme sin vellos, hicimos unas tijeritas que nos dejaron mojadísimas.
–Te quedó muy chupable la pepa –dijo Dalita al terminar su tarea de depilación, y sentí sus labios chupando mi raja…
Esa noche le mostré a mi marido el trabajo que me hizo Dalita y me mamó el clítoris y los labios con fruición. Al terminar me quedaron tan hinchados como me los deja Bernabé. “Me chupas más rico que Dalita”, le dije al acariciarle el pelo y presionar su cabeza en mi pubis. La noche fue de pura ordeña…
En la mañana, tomé mi bibi y nos metimos a bañar. Desayunamos acariciándonos y sonriendo como lo hacíamos en nuestro inicio de casados. Cuando llegaron los de la cuadrilla a recogerlo, en lugar de tocarle el claxon para que saliera, Pedro bajó a tocar la puerta. Yo sólo traía una bata y justo cuando entró cerré la puerta para darle un beso.
–¡Mira! –le dijo mi marido abriéndome la bata–. Ya se uniformaron nuestras viejas.
Pedro me miró y se puso en cuclillas para lamerme la panocha, pero no hubo más pues mi marido le dijo “Vámonos, mejor mañana vienen a saludarnos”, y de retiraron. Les advertí, antes de que salieran, que hoy comeríamos juntas Dalita y yo, luego nos iríamos al cine.
Yo me vestí en cuanto salieron y salí a tomar un taxi para ir a mi encuentro con mi amante y su ex. Yo iba ansiosa y con cierto nerviosismo.
Al tocar la puerta del departamento de Bernabé, Teya me abrió la puerta recibiéndome con una sonrisa y un beso en la mejilla. ¡De verdad que es muy bonita! Creo que yo tengo más arrugas. “¿Usará bótox?”, me pregunté, sin evitar acariciarle la cara; ella lo permitió sin dejar de sonreír.
–Pasa, preciosa –dijo Bernabé y me tomó de la mano.
Nos sentamos en la sala y mi amante sirvió una bebida helada con jugo de tomate y vodka.
–En vivo, te ves más bonita que en las fotos –le dije mirándola arrobada.
–¿Es una declaración? –preguntó.
–Es una verdad –insistí antes de darle un trago a mi bebida.
–Ya verás al rato que tengo lonjas y piernas muy flacas. En cambio, tu trasero sí es muy lindo, según lo que se ve y las fotos que he visto –dijo y llevó el vaso a su boca.
–Permiso nenas –dijo Bernabé y se sentó entre nosotras abrazándonos.
Lo comenzamos a besar y acariciarlo mientras lo fuimos desvistiendo hasta dejarlo completamente encuerado. Nosotros seguíamos vestidas, pero acariciándolo juntas. La verga estaba erguidísima y las bolas colgaban apetitosamente.
–Abre las piernas –dijo Teya con el teléfono en la mano, haciendo un ademán para que yo me hiciera a un lado para tomar la foto.
–Teya, ven a mamarme la verga, mientras encuero a Mar –ordenó mi amante poniéndose de pie.
Teya obedeció y yo fui receptora de besos en cada parte que me desnudaba Bernabé. “Ahora tú tocarás corneta”, me indicó mi amante. Comencé a lamerle el pito y los huevos ya humedecidos con la saliva de su ex. El olor del perfume de Teya había quedado enredado en los vellos de mi amado, al aspirarlo sentí cosquilleo y humedad en la panocha. “¡Madre mía, qué tetazas!”, susurré al ver las lindas ubres que tiene la puta, y los pezones que, desde mi punto de vista, sobresalían como pitones de vaca. Al quedar todos sin ropa, nos fuimos a la cama. Sí, la puta tenía la piel flácida en el vientre, poca nalga y piernas flacas, pero con curvas suficientes.
Quedamos acostadas boca arriba y tomé su mano mientras Bernabé nos chupaba y acariciaba la panocha. “Ambas tienen un monte de Venus bellamente notorio” decía mientras cambiaba la lengua de una a otra. Nuestro macho se volteó, dejando las rodillas a los lados de nuestras cabezas dejando una asombrosa vista de la verga que escurría un hilo de presemen. Ambas quisimos tomarlo con la lengua y éstas se acariciaron. Nuestras manos fueron a la vez al tronco para exprimirlo y, educadamente, compartimos el sabor del postre, en tanto que la lengua de Bernabé seguía lamiendo alternadamente.
Nuestras bocas coincidieron en el glande de Bernabé, de donde separamos los labios para besarnos Teya y yo, paseando la verga por nuestras mejillas, de la cual seguía saliendo presemen al compás de los jalones de tronco que le dábamos. Nos estábamos entendiendo muy bien…
Después, acostamos a Bernabé nos pusimos a mamarle la verga y los huevos. Él acariciaba el pelo de cada una y decía guarradas de nosotras. Nos frotamos la nariz una a otra mientras cada quien tenía un huevo dentro de la boca y el escroto estirado como si fuese de goma; además, con las manos le apretábamos el tronco que estaba hinchado y ardiendo por tanto riego que le daba nuestra cachondez. Al mamarle el pito, compartíamos el glande y el tronco llenándolo de saliva. ¡Hermosas putas, las amo!, dijo Bernabé y escurrió un poco de semen que tomamos equitativamente, compartiéndolo con la lengua.
Más tarde, Bernabé se acostó boca arriba, sentando a Teya sobre la verga para que lo cabalgara y a mí me sentó sobre su cara, quedando ambas de frente. Nos pusimos calentísimas, Teya y yo gritábamos por los orgasmos continuos que Bernabé nos provocaba con la verga y la lengua. Le acaricié las tetas a Teya, a las cuales yo veía maravillada como saltaban por la frenética cabalgada que ella gozaba y la puta correspondió acariciando las mías. Pronto nos besamos apasionadamente.
Al terminar de exprimir a mi amante, éste quedó extenuado y nosotras nos pusimos a saborear nuestros flujos en un 69. A mí me tocó degustar lo mejor, el atole con leche. Sentí que me penetraban por el culo, pero no podía ser Bernabé pues era pronto para haberse repuesto. Era Teya que había tomado el consolador, nuestro juguete común en esa casa, para metérmelo. La puta me sacó más jugo que seguía saboreando, y yo la chupé con mayor intensidad gozando la textura de sus grandes labios y clítoris turgente. Al concluir vi que le quedaron hinchados como globitos, tal como a mí me los pone Bernabé y, obviamente, también a ella.
Cuando el macho se repuso, me ensartó de cucharita por el ano frotándome el clítoris con su mano. Teya acercó a mi boca la punta de una chiche y yo abrí la boca lo más que pude; se la chupé mientras recibía el masaje dentro de mi vagina. Teya besó a su ex y comencé a escuchar el sonido del vibrador: era la puta que se había clavado el juguete en el culo para disfrutar mejor de mis mamadas y el beso que ella y mi amante se daban.
Otra vez quedó Bernabé extenuado. Teya aprovechó el lugar que mi amado dejó vacío para limpiarme la cola acariciando mis nalgas con sus mejillas. Yo me puse a limpiarle el pito a Bernabé que le volvió a crecer, no había duda, ¡el puto se tomó doble ración de viagra!
Después de un descanso más, Bernabé dormitaba, pero ambas traíamos cuerda, así que nos fuimos una sobre otra en un abrazo, ¡empiernándonos riquísimo! Nuestras lenguas peleaban y las manos se deslizaban por el cuerpo de la otra. Me acostó y levantándome de una pierna se puso a hacer unas deliciosas tijeritas que ambas disfrutábamos con un coro de gemidos.
También quedamos cansadísimas y nos acostamos con las caras en contacto. Escuchamos unos chasquidos conocidos. Era Bernabé jalándose la verga. Seguramente se comenzó a acariciar viendo cómo friccionábamos nuestras pepas. ¡Tengan mamitas putas! Gritó y nos salpico la cara de leche. Teya y yo sonreímos nos pusimos a limpiarnos la cara a lengüetazos.
Nos echamos un sueñito más, abrazando a Bernabé antes de meternos a la regadera. Ahí ya se notaban los estragos que hicimos en mi amante, no se le ponía tiesa la verga por más caricias y jalones que le dábamos al enjabonarlo. Nos secamos unos a otros y nos besamos. ¡Teya estaba rutilante!, hasta de “carita lavada” es hermosa, y se lo dije. “El secreto es ponerse una mascarilla de semen una o dos veces a la semana, hidrata muy bien”, contestó. “Lo voy a hacer, al fin que tengo un cornudo muy lechero…”, le dije guiñando un ojo.
–¡Vamos a comer! –expresó Bernabé.
–Quedé de ver a una amiga al rato. Gracias, no puedo acompañarlos, pero acepto un aventón –aseguré.
–¡Qué lástima! –dijo teya y se quitó una hermosa pulsera de oro que traía– Esta me la regaló Bernabé hace mucho tiempo, pero quiero dártela –me dijo poniéndomela y dándome un beso en la mejilla que correspondí de la misma manera.
–¡Gracias! –contesté muy agradecida, y me volví hacia Bernabé– ¿Verdad que vas a reponérsela? –le indiqué y él sonrió.
–Claro que lo haré, mamita puta, ambas lo valen –contestó besándome y abrazando a Teya.
Cuando llegué con Dalita, ella miró la pulsera. “¡Qué bonita, debe valer una fortuna si es de oro! No te la conocía” dijo admirándola”. “No sé cuánto valga, ni de qué sea, pero sí, esta hermosa”, le contesté con un suspiro.
–¿Te la dio Bernabé? –preguntó.
–Él la compró para su ex –¿o sería su esposa, entonces?, me pregunté–, pero ella me la regaló hace rato.
–¡Cuéntame cómo estuvo el trío! ¿Vale la pena que tú y yo hagamos uno con él? –me preguntó cuando nos dieron la carta en el restaurante, y le conté…
¡Mi amor, ya te tiraste a otra vieja más! Al parecer, le gustaste tú también a la señora. Basta mirarte de nalgas y cualquiera tiembla.
Tú sí sabes, en carne propia, cómo soy, mi amor. Beso a tus dos bellezas colgantes.
Pd. Esa puta es el demonio de la belleza y la lujuria.
Puta con los hombres y con las mujeres… ¡También yo quiero darte amor en chorros!
Lo sé, cuándo vienes por mi tierra para que lo hagas, aunque sea sólo un par de horas, o dos, o tres pares de horas (en distintos días).
Tu amiga va a quedar fascinada de que usen juntas a tus machos. ¡Así se hace, amiga! ¡A exprimir a los putos!, para eso son, para cogérselos y dejarlos como limón usado en la cantina.
¡Ja, ja, ja! Así se quedó Bernabé, Teya y yo lo exprimimos a nuestro antojo. Pero estoy segura que después de la comida, le aguantó otro palo a su ex.
Por lo que leo, ambas quedaron enamoradas, la una de la otra. Al parecer, ella se olvidó de mencionar que estás gorda, como dices que lo dijo una vez a tu amante.
Me gustó cómo las trató Bernabé, se nota que es todo un caballero, aunque les diga putas, pero eso es por lo calientes que los ponemos.
Me cayó bien Teya. Por cierto, su consejo es muy cierto, la leche de burro es buena para la piel, al menos no se arruga pronto. Me consta…
Pues la verdad, a mí sí me flechó. Seguramente le gustan las gordibuenas, por eso ya no me dijo nada de eso
Todos me dicen puta cuando se están viniendo, ¿a ti no ?
Ya lo había escuchado antes, pero ahora les pediré a todos un poco en la cara y en el cuello.
Y yo que pensé que lo de Dalita era de verdad…
Te da lo mismo, sea mujer, si tiene tetas u hombre, si tiene verga. Te gusta alguien y te lo (la) tiras. Alguna vez subiste unas fotos en una página y te veías atractiva (gordibuena como yo), ¿te has puesto mejor?
Yo hablo desde la envidia, aunque no me va mal con las vergas (ni en calidad ni cantidad), pero no tengo idea si me gustaría, a la hora de la hora, estar con una mujer, aún en trío.
Así estaba yo, con temor, hasta que llegó Dalita a quien amo de verdad. También amo a mi esposo y a mis dos amantes hombres. ¿Por qué no podría crecer esto con Teya?
La verdad, hago un buen de ejercicio, además de la cabalgata en burro y meneada de corneta para facilitar la ordeña. Mis nalgas no están bofas y mi vientre no está como antes, pero las estrías causadas por la maternidad ahí siguen; Bernabé me las recorre con la lengua (más si tienen leche de mi marido, es común cuando me suelta el chorro en el ombligo y se desborda hacia los lados).