ELVIA. LAS VISITAS DE MI YERNO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Últimamente mi yerno y mi hija se han quedado en mi casa los fines de semana.
Todo es alegría, mi hija y mi nieto están felices de convivir conmigo esos días.
Yo también me siento feliz al tenerlos pero mi felicidad es completa porque mi yerno también está aquí.
Eso implica que voy a estar de cachonda con él sin que nadie se dé cuenta.
Cada que mi hija sale ya sea a la tienda o a cualquier lado, mi yerno siempre está al acecho.
Esa mañana mientras hacíamos el desayuno le pedí a mi hija que fuera por unos blanquillos.
En cuanto mi yerno escuchó el cerrar de la puerta fue hacia la mesa, donde estaba yo.
-¿A dónde fue tu hija?
A comprar huevos a la tienda.
Aquí fue donde se me pegó por atrás pasándome la lengua por el oído.
¡Mamita te extrañé tanto!.
-Yo también, le respondí.
No había tiempo y él lo sabía, así que metió su mano bajo mi camisón y fue directo hacia mi panocha.
Yo no dije nada, solo me acomodé para que hiciera bien a un lado el elástico de mi pantaleta.
Estaba yo muy caliente y lo dejé que me tallara encima de la tela.
Y es que nosotros tenemos una química increíble, con la vista nos podemos decir todo.
Y esa mañana ahí estaba yo recargada en la mesa del comedor, con la bata levantada y mi yerno ya dedeandome mi peluda concha.
A veces me entra el pudor o el miedo de que mi hija nos pueda ver y me zafo de él.
Otras veces recuerdo que le dije que no nos íbamos sentir piel a piel sino que sólo nos masturbaríamos con la ropa puesta, pero soy tan caliente que pienso que sólo le dije eso por no tener otra excusa y por seguirme sintiendo decente y purificada pero la verdad no aguanto sin sentir la piel de otra persona en directo, mi yerno lo sabía y lo dejé que me acariciara ya más íntimamente.
-No, no mi rey, espérese, nos pueden ver, mi hija sólo fue a la tienda.
Me alejo, pero ya estoy toda caliente, hirviendo.
Él lo sabe, se acerca y me abraza, me besa en la boca, nos damos la lengua ricamente.
-Ya papi, por favor, yaaaaaa.
Me da la vuelta y me vuelve a recargar en la mesa, me baja las pantaletas y es entonces cuando ya no tiene piedad, antes de que me arrepienta me mete todos los dedos en mi encharcada pucha.
Tiene unas manos largas, grandes con dedos gordos.
Al meterme los dedos estos se me van todos, estoy muy resbalosa, muy caldosa.
-Ahhh mamita como se te van.
Yo ya los siento adentro, moviéndose, abriéndome toda.
Yo siempre he sido muy gritona, estoy caliente y tengo miedo.
-Yaaaaaa amor, ya papi, nos van a veeeeeerr, ayyyy que rico mi rey, que rico.
Ya sáquelos, va a venir mi hijaaaaaa.
Me muevo en círculos con la pierna izquierda levantada para abrirme más, sintiendo la salvaje dedeada que me está poniendo mi yerno, el olor a panocha inunda la cocina, me mete los dedos de su otra mano a mi boca, yo los chupo, los mamo como si fuera una verga.
En la dedeada me jala mis vellos.
-Ayyyy papi, ¿¿¿¿¿me los quiere arrancar??????
Sí Elvia, quiero arrancarte los pelos de tu panocha, que se queden conmigo para masturbarme con ellos.
Me mete tal dedeada que hasta me hace brincar recargada en esa mesa, los mete fuerte, salvaje, yo abro lo más que puedo mi pierna para que su mano no tenga barreras y me manoseé toda.
-¿Quiere que me los depile y se los doy en una bolsita para que los tenga en su casa?
-No mamita, no se te ocurra rasurarte esa panocha rica
-¡¡¡¡Yaaaa, yaaaa por favor, ya me voy a venir, yaaaaa, yaaa, ahí está, ahí estaaaaaaa!!!!!!
Es cuando una gran cantidad de caldo me sale de mi abierta panocha, siento como me vacío desde adentro de mi ser.
-¡¡¡¡Ayyyyyyy siéntalos, siéntalos mi rey, me los sacaaaaa, me está sacando la leche!!!!.
Una gran cantidad de líquido escurre por su mano, por mis piernas y cae al piso y al mantel de la mesa.
Yo quedo toda temblorosa, escurrida, batida de mi venida, aún con la pierna levantada siento las últimas gotas escurrir por mis muslos.
Bajo mis pierna y me apoyo en la mesa, recargo mi cabeza en el comedor, descansando, tomando aire.
Me subo los calzones y me arreglo lo más que puedo.
Con una jerga limpio el batidillo de mi venida.
-¡Váyase a su recámara por favor!
Con mi vista le mido su verga, la tiene dura y parada entre su pantalón el cual presentaba una enorme mancha de lubricante en la entrepierna, mi yerno se quedó con su leche adentró, sólo lubricó pero no se vació.
En verdad deseo su carne en mí, que me la meta toda sin piedad pero mi doble moral me lo impedía.
Hubiera querido bajar a mamársela pero algo en mí me detenía.
Mi panocha latía por la dedeada que me dio, me empezaba a doler y a arder por los salvajes tallones que me propinó mi yerno.
La toqué con mis dedos y sí, estaba inflamada, latiendo y muy mojada.
-¿Quieres más?
Me preguntó mientras me auto exploraba.
Se bajo el cierre del pantalón y se sacó su verga, la movió con sus manos hacia los lados.
Mi boca estaba llena de agua por el deseo de ponerla en mi boca ya.
En eso oímos que se abre la puerta del portón, mi hija regresaba de la tienda.
-¡Ya váyase… váyase! le digo.
No sé si mi hija llegara a oler la fuerte esencia de sexo que quedó en la cocina, el olor a panocha es inconfundible, ella lo ha de saber.
Me hago la tonta como que estoy haciendo algo en el fregadero de platos, no sé que vaya a pasar.
-Al rato mando a mi mujer al supermercado.
Yo solo lo veo a los ojos…
-¡váyase, por favor!
Esa noche me fui a mi cama, toda confundida.
Por un lado el saber que estaba haciendo mal al dejar que el marido de mi hija me hiciera estas cosas pero a la vez, mi cerebro caliente me decía que me dejara hacer todo.
Recordé todo lo que he vivido con mi yerno y me calenté, así que por debajo de la cobija me levanté mi camisón, abrí mis piernas, metí mis dedos y me empecé a masturbar.
-Amor, amor ¿qué ha hecho usted de mi?
No me quise dedear fuerte pues no quería escurrir y mojar las sábanas.
Solo una dedeadita para venirme y dormir tranquila.
Recordé las lengüeteadas que nos hemos dado y empecé a venirme en un orgasmo rico, tranquilo, me sacudí en la cama por el gozo.
Lloré al venirme, lloré porque sabía que había vuelto a mi despertar sexual, al reinicio de la lujuria que vive en mi y la cual me mantuvo en abstinencia sexual por años.
-Papito, voy a ser suya, pensé mientras me vaciaba.
Ya no me importa nada más que sentir de nuevo un goce sexual.
Me tapé y me quedé dormida.
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