En la clínica veterinaria en la que trabajo me encontré con un chimpancé casi humano.
La empleada de una clínica veterinaria, después de terminar sus labores de limpieza, se puso de ociosa a tener sexo con un chimpancé..
En la clínica veterinaria en la que trabajo me encontré con un chimpancé casi humano.
Soy asistente veterinaria, aparte de que me pagan bien poco, la mayoría de las veces me toca hacer el trabajo sucio, cuando no es que a última hora, me llamaban a casa para hacer el peor turnos.
Yo estaba acostada con mi esposo en casa, besándonos, acariciándonos y ya él después de quitarme toda mi ropa, como parte de nuestros juegos se dedicó a besar toda mi vulva divinamente.
Cuando llamó la Doctora, diciéndome que debía ir a trabajar ese maldito turno, por lo que cuando se lo comuniqué a mi esposo, a él pareció no importarle mucho.
Así que continuamos acostados dejando que su miembro se abriese paso dentro de mi mojada vulva.
Pero ante la situación que debía ir a trabajar, mi esposos no hizo nada más enterrarme su miembro, que se vino en un abrir y cerrar de ojos.
Cosa que me dejó bien frustrada, maldiciendo mi mala suerte, pero sin decirle nada a él, para que no se sintiera más mal de lo que ya estaba.
Esa noche nada más me medio lave el coño y tras vestirme arranque a la clínica.
Ya en la clínica, después de que me explicó que pacientes nuevos teníamos, sustituí a la otra empleada.
Por curiosidad más que por otra cosa, decidí dar una ronda, pero al llegar frente a la jaula de uno de los recién llegados, me encontré con un chimpancé adulto, lo extraño era que usaba pantalón.
De inmediato leí su historial, y decía que era sumamente manso, que obedecía órdenes verbales, y que sus necesidades las hacía en el baño en lugar de usar pañales, como es el caso con otros monos, ha y que además su nombre era Sansón.
Fue cuando decidí romper algo de la rutina y de inmediato pensé en dedicarme a limpiar, pero debido a la prisa con que salí de casa, olvide agarrar el morral, en que traigo a mi trabajo, la bata que uso para limpiar.
Como no quería ni ensuciar, ni sudar, la ropa que tenía puesta, y como para los efectos me encontraba yo sola, únicamente acompañada por los animales de la clínica, no lo pensé mucho y me quité casi todo, menos las pantis.
Lo cierto es que descalza y con las tetas al aire comencé a lavar algunas jaulas, el piso, y los depósitos de agua y alimentos.
Ya había terminado con casi todo, y solamente me quedaba la jaula del recién llegado, al abrirla el chimpancé, se comportó de lo más bien, pero eso sí no dejaba de verme, de una manera que me hicieron pensar que, de ser un tipo, juraría que sus ojos los tenía clavados en mis tetas.
Cuando no los fijaba en mi apenas tapado coño, en fin, como cualquier hombre lo hubiera hecho.
Al principio no le di la menor importancia, hasta que de momento me di cuenta de que el condenado mono, se pasaba su mano de manera repetida directamente sobre su miembro, y si fuera eso nada más todo estaría bien.
Pero el bulto que se le formó bajo la tela del ridículo pantalón que tenía puesto, me llamó más la atención.
Además de ser asistente veterinaria, también estudio la profesión, solo que la temporada de verano, en lugar de adelantar materias y créditos, tengo que trabajar.
Les digo eso porque por lo mismo es que conozco algo de la anatomía de los chimpancés, y aunque no soy una experta, sé que su miembro normalmente es de pequeñas proporciones.
En ese momento me dije, normalmente ya que, en el caso de Sansón, lo que yo observaba no era nada normal, y aunque salí de la jaula lo más pronto que pude, me llamó mucho la atención, y una vez que terminé con la limpieza, en lugar de darme una ducha, vestirme, y ponerme a descansar.
Me acerqué a su jaula, y volviendo a ver las notas sobre el mono, en especial la que decía que obedecía órdenes verbales, y que era muy manso.
En ese instante se me ocurrió llevada por la curiosidad, ordenarle que se quitase el pantalón, y casi de inmediato lo hizo, pero para mi sorpresa, al condenado mono, llevaba puesto interiores.
Los que cuando le ordené que se quitase, se me quedó viendo, señalando mis pantis, haciendo un gesto de cómo diciéndome. “Quítatelas primero tú.”
Nuevamente se lo ordené, y él nuevamente me hizo las mismas señas, lo cierto es que de no ser por la curiosidad que sentí, además que aun en interiores el bulto era muy grande para ser de un chimpancé, y como estaba sola, me bajé las pantis hasta que me las quité completamente.
De inmediato sin que yo se lo volviera a ordenar, Sansón se quitó también el interior.
Lo cierto que por primera vez en mi vida vi el miembro de un chimpancé, pero definitivamente, así como hay hombres que tiene el miembro corto o pequeño, y los hay que lo tienen bastante grande y grueso.
La única explicación que se me ocurrió pensar fue, que Sansón debía pertenecer, al pequeño y exclusivo grupo de primates con su miembro súper desarrollado.
Una vez que vi esa cosa, que para los efectos era más o menos del tamaño como la de mi esposo, procuré no prestarle atención, y cuando justo pensaba en irme a bañar, vi como Sansón sin más ni más comenzó a jalárselo.
En cosa de segundos, vi que mayor era su semejanza con el miembro de los hombres.
De momento iba a dirigirme al baño, pero la manera tan especial en que el condenado Sansón continuaba viéndome, al tiempo que seguía masturbándose lentamente, como si me estuviera retando.
Hicieron que pensara o mejor dicho me preguntase a mí misma, como sería eso de tener sexo con ese mono.
Nada más por ver como actuaba me acerque o mejor dicho me pegué bastante a la jaula, y observé que Sansón en lugar de actuar como lo haría cualquier mono, gritando y chillando.
Llevó una de sus manos a la altura de mi coño, e introduciendo alguno de sus dedos por los agujeros de la reja, comenzó a acariciar mi desnuda vulva.
No sé si sería el que estuviera completamente desnuda, o que mi esposo me dejó a medio camino, la cosa es que al sentir el dedo del animal rozando y acariciando mi vulva por fuera, me entró la loca idea de llegar a tener sexo con el mono ese.
Sin realmente pensarlo mucho, abrí la jaula y le ordené que me diera la mano, de inmediato nos encaminamos a la sala de exámenes, ya que la camilla es sólida y bastante acolchada.
En el trayecto, el rostro de Sansón irradiaba felicidad, pero cuando cerré la puerta, de inmediato él se trepo en la camilla acostándose a lo largo, y sin dejar de agarrar su particular miembro.
Yo me acerqué y supuse que debía colocarme de espaldas como lo haría una mona de su especie, y casi de inmediato sentí como su verga comenzó a penetrarme al tiempo que sus largos brazos rodeaban todo mi cuerpo.
Yo terminé de colocarme boca abajo, y él continuó metiendo y sacando su miembro de mi mojado coño, al tiempo que hacía fuertes sonidos guturales.
En mi vida había disfrutado tanto de tener sexo, digo para ser un mono lo hacía de maravilla, además una de sus manos la colocó sobre mi coño.
Al tiempo que me clavaba su caliente verga una y otra vez, no dejaba de manosear el resto de mi vulva incluyendo mi clítoris.
Hasta que momentos después de que disfruté un morboso orgasmo, sentí que se corría dentro de mi coño.
Al terminar, de inmediato me lavé frente a él, a medida que yo me lavaba el coño y expulsaba gran cantidad de todo su semen, Sansón no dejaba de mirarme, fue cuando no sé por qué se me ocurrió preguntarle, que si le gustaría mamar mi coño.
El chimpancé se me acercó lentamente, y con uno de sus dedos exploró mi vulva, luego se lo olió aspirando con fuerza, y de momento sin que yo hiciera o le dijera algo más se dedicó a mamar mi coño, como nunca antes alguien lo hubiera hecho.
Fue tanto el placer que me provocó en esa segunda ocasión que, al momento de volver a disfrutar de otro salvaje orgasmo, de mi coño salió disparado un fuerte chorro, no precisamente de orine, sino de mis propios líquidos vaginales.
Yo quedé exhausta, pero apenas me recuperé un poquito, él se agarró su miembro algo mustio, y señalando mi boca y mirando su verga, de inmediato comprendí que también deseaba que se lo mamase.
Así que lo primero que hice fue lavárselo, y en lugar de secarlo, al terminar coloqué mi boca sobre su verga casi humana y comencé a mamar, a los pocos instantes ya nuevamente se encontraba completamente en forma, y a medida que yo continuaba mamándoselo.
El chimpancé comenzó a tocar y acariciar mis senos, hasta que tanto mi boca como mi propia garganta se llenaron de su leche, la cual no me avergüenza decirles que me tragué.
Después de tanta actividad, lavé a Sansón, lo llevé a su jaula, y él mismo sin que yo le dijese u ordenara nada más se puso sus interiores y pantalones, para luego de inmediato tirarse a dormir con una cara de felicidad tremenda.
Yo también descansé bastante bien, y al día siguiente cuando la Doctora me preguntó si no tenía inconveniente en volverme a quedar, sin pensarlo mucho le respondí que no, que podía contar conmigo hasta cuando comenzaran mis clases.
Después me preguntó cómo se había portado el chimpancé y le dije que, de lo mejor, que no dio ningún trabajo.
Resultó ser que el chimpancé es de una bióloga que estaba de vacaciones, y justo cuando ella regresó comenzaron mis clases.
Pero durante los muchos días que compartimos, hicimos muchas loqueras, con decirles que hasta dejé que, en varias oportunidades, me diera hasta por el culo, cosa que ni a mi esposo aún no se lo he soltado.
Como a la semana después de que se llevaron a Sansón, su dueña pasó por la clínica, y cuando la Doctora le comentó que yo fui la única que cuidó a Sansón, en tono sarcástico, y con una risita de quien sabe algo más me comentó. “Así que tú eres la responsable de los nuevos trucos que me hace Sansón.”
Yo me quedé sin saber que decirle, pero de inmediato acercándose a mi oído me comentó. “Estoy tan agradecida contigo, que me gustaría que una noche de estas nos vengas a visitar, de seguro a él le encantará tanto como a mí.”
Cosa que he hecho y en varias ocasiones, sin que mi esposo sospeche la realidad.
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