En mi propia cama
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi amigo ha acosado a mi esposa como nadie creo que lo haya hecho.
No la conocía hasta que se casó conmigo pero fue como rayo que lo atravesó.
Congeniaron los dos porque siempre están hablando de sexo.
Las manos se le vuelven zarpas para tocar todo lo que puede.
No se inmuta auqneue esté yo presente.
De hecho las insinuaciones son permanentes.
Y los refrotones también.
Por eso y porque a mi también me tiene cachondo perdido , a menudo aparece en nuestras conversaciones coitales.
Ella se excita pensando en él y yo a su vez también.
Cierra los ojos y abre su boca y yo me voy .
Lo recordamos y es por ello que alguna le he dicho que me gustaría verla con él en la cama.
Sé que la haría feliz dicho encuentro.
Por eso y porque además mi amigo fue tejiendo una tela de araña para conseguir sus propósitos es algo increíble la forma de acoso.
Le llama a casa cuando sabe que yo no estoy y le cuenta obscenidades y jadea .
Ella sabe que es él y así me lo ha dicho.
Ya van unos cuantos polvos seguidos en los cuales siempre aparece él.
Mi locura está al límite.
Y ahora viene lo siguiente.
Una noche lo invitamos a cenar con todas las ganas de acabar con las fantasías y cerrar esas absurdas masturbaciones mentales.
El encuentro provocado lo agradeció y trajo unas rosas.
El ambiente creado entre los dos favorecía que todo transcurriera de la forma deseada.
La ropa de mi mujer era sexy y no dejaba ninguna duda que aquello iba a acabar bien y en la cama.
Sus buenos melones salían de su mazmorra y proponían una palabra, cómeme.
Al final de la cena , la música embriagó el ambiente y los cuerpos de los dos se entrelazaron en un baile sensualy atrevido.
Mi cabeza no andaba muy sensual , ver aquello y permitirlo encima me había hecho beber más de la cuenta.
Sus caderas insinuantes se movían al ritmo de sus embistes .
Un poco más y sus bocas se buscaron , sus manos destaparon el volcán de su escote y afloraron los senos turgentes.
Se los comió uno a uno en mi presencia.
Sus manos buscaron el tesoro hasta que lo encontró.
Cayeron las bragas y su lengua lamió el clítoris .
Ella no se quedó quieta e hizo lo mismo con su miembro.
Para no perder más tiempo y visto el consenso existente , fueron a nuestra cama.
He dicho la nuestra , ahora lo padezco porque he consentido.
Allí la función de estreno entre los dos funcionó.
Hubo de todo y ella gritaba como nunca.
La función terminó a las cuatro de la mañana y los tortolitos seguían besándose.
Se dieron un último lametón y cucando el ojo los dos , pactaron un nuevo encuentro.
Ya he conseguido tener cuernos y en mi propia cama.
Mi mujer está feliz y ahora ya sin tapujos me pasa por mi cara el nuevo amantey su satisfacción.
Me queda el consuelo de saber que a mi me estimula y por eso sigo consintiendo.
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