En nuestro primer trío nuestro invitado penetró a mi mujer, y luego mientras mi mujer me mamaba la verga, a mí me dio por el culo.
Una pareja invita a un vecino a pasar un rato en el bar de ellos, las cosas se van calentando y terminan teniendo un trío, donde el vecino penetra a la mujer y posteriormente le da por el culo al marido..
En nuestro primer trío nuestro invitado penetró a mi mujer, y luego mientras mi mujer me mamaba la verga, a mí me dio por el culo.
Recientemente en una fiesta en el barrio en que tanto mi mujer como yo participábamos, conocimos a un nuevo vecino de unos sesenta años, que aparte de que se mantiene en muy buen estado físico, es muy alegre.
Como tanto mi mujer como yo quedamos con las ganas de seguir la parranda, por lo que lo invitamos seguir la fiesta, pero en nuestra casa, con la idea de mostrarle el bar que hice.
Tras una ligera cena que nos preparó mi mujer, quien vestía una corta minifalda, que la hacía verse más culona de lo que ya es, de por sí.
Después de la cena pasamos al bar, en el que tenemos un gran sofá de terciopelo rojo, aparte de un magnífico sistema de sonido.
La idea es que el bar nos sirva para beber con nuestras amistades.
Al principio nuestro invitado se dedicó a ir viendo las distintas botellas de las diferentes bebidas, pero me dio la impresión en cierto momento que también observó detenidamente el hermoso culo de mi mujer.
Cosa que en el fondo me llenó de orgullo, mientras que yo fui buscando, lo que consideré era lo mejor que teníamos.
Claro que, con la ayuda de mi esposa, a medida que fuimos bebiendo algunas de las botellas, nuestro invitado nos fue contando algunos chistes bastante buenos, casi todos relacionados con sexo.
A medida que seguimos bebiendo, nuestro invitado se fijó en el sistema de sonido, y me sugirió que pusiera algo de música, en lo que lo complací, pero al mismo tiempo que lo complacía, me di cuenta por segunda vez, de la manera tan especial que él miraba las nalgas de mi mujer.
Que, dicho sea de paso, a sus treinta y tantos años, mantiene un cuerpo espectacular.
Quizás motivado por la forma en que él la miraba, me provocó sacarla a bailar, lo que mi esposa gustosamente aceptó.
Y a medida que bailábamos, ella me confesó, que se había dado cuenta de la manera tan especial que nuestro invitado le miraba las nalgas, pero que lejos de sentirse incomoda por ello, en cierta forma o manera se sentía sumamente excitada.
Yo en cierto momento le dije, si ella quería, bailase con él la siguiente pieza, asegurándole que no me sentiría mal por eso, y como muestra de ello le di un cálido beso, que me excitó sobre manera.
Al terminar la pieza, regresamos donde nuestro nuevo vecino, quien nos recibió con una nueva ronda de tragos, momento que aproveché para invitarlo a que bailase con mi mujer, pero él se comenzó a negar.
Fue cuando mi esposa, tomó la iniciativa y poniéndose de pie frente a nuestro invitado, extendió su mano y con una seductora y simpática sonrisa en su rostro lo invitó a bailar.
Él cortésmente accedió, y yo me quede disfrutando del trago, que mantenía en mi vaso.
Ellos comenzaron a bailar a la manera tradicional, un suave bolero, pero manteniendo sus cuerpos separados, cosa que casi de inmediato mi mujer mientras charlaba animadamente, cambió.
Colocando las manos de él sobre sus caderas y ella cruzando sus manos por dé tras del cuello de nuestro invitado, haciendo que de esa manera sus cuerpos se acercasen más hasta tocarse mutuamente.
En ese instante, no sé porque me imaginé ver a los dos bailando completamente desnudos, fue en ese mismo momento en que comencé a dejar correr mi imaginación, que observé a mi mujer que me miraba insistentemente con sus almendrados ojos marrones, como queriéndome decir algo con su mirada.
Yo haciendo un círculo en el aire con mis dedos, le indiqué que prosiguiera, y fue cuando me di cuenta de que ella comenzó a mover sus caderas de manera sensual, contra el cuerpo de nuestro invitado, quien sin detenerse a mirarme le plantó un soberano beso en la boca a mi mujer, mientras que yo me tomaba mi trago tranquilamente.
Al terminar la pieza ambos regresaron a mi lado en el sofá, ella muy acalorada sentándose entre nosotros dos, en ese mismo momento, ella se volteó hacia mí, al tiempo que colocó su mano izquierda sobre la tela de mi pantalón sobre mi caliente miembro.
Yo sin pensarlo dos veces, la volví a besar y comencé a acariciar su bello cuerpo, sin importarme la presencia de nuestro invitado.
Mientras que ella continuó sobando mi miembro, por encima de la tela del pantalón, en esos momentos al dirigir mi vista a nuestro invitado, observé como mi mujer al igual que a mí, pero con su mano derecha, acariciaba las entrepiernas del.
Por un instante tuve el fugaz impulso de decir que nos detuviéramos, pero en lugar de eso, me dediqué a ir desnudando a mi mujer, y al igual que yo, él también la besaba por su cuello al tiempo que también me ayudaba a desvestirla, hasta que quedó únicamente con sus dos prendas más íntimas.
En esos momentos, ella misma terminó por quitarse todo, quedando completamente desnuda ante nuestro invitado y yo.
De inmediato volteó su desnudo torso hacía nuestro invitado, quien en cosa de segundos se puso a mamar sus tetas y mordisquear los parados pezones de mi esposa, mientras que ella tomó mi mano derecha y la dirigió inmediatamente a el centro de sus piernas, las que me abrió completamente.
Yo con lo excitado que me encontraba en ese momento, ligeramente lamí su clítoris, pero de inmediato coloqué mi rostro contra su coño, dedicándome salvajemente a mamar profundamente su caliente coño.
No conforme con eso se me ocurrió vaciar el trago de ron dentro del coño de mi mujer, para de inmediato continuar mamándoselo, y bebiendo su contenido.
No sé por cuánto tiempo permanecimos así, lo que sí sé es que, mi mujer disfrutó del placer de un conjunto de excitantes y profundos orgasmos.
Cuando retiré mi cara de su coño, observé en su rostro una sonrisa de felicidad, mientras que nuestro invitado, aun chupaba como enloquecido las tetas de mi esposa, hasta que de la misma manera que yo finalmente se separó de ellos.
Ella nos vio por unos segundos, y de inmediato, poniéndose de pie primero para luego inclinarse sobre mi verga, la sacó del pantalón y sabrosamente se dedicó a mamármela.
Dejando sus nalgas completamente a la disposición de nuestro invitado quien, por su parte, antes de dar el siguiente paso, rápidamente se desnudó completamente, para luego separando las piernas de mi esposa dirigir su verga al húmedo coño de ella.
A medida que él comenzó a penetrarla, sus chupadas y lamidas sobre mi verga se hacían más profundas, al punto que por temor a venirme antes de tiempo decidí sacarla de su boca.
Al ver a ellos dos desnudos, en un santiamén me quité también toda mi ropa y comencé a besar ardientemente a mi mujer, mientras que dirigí mis dedos a su inflamado clítoris.
Podía sentir excitantemente, cada embate de la verga del contra el coño de mi mujer, mientras que ella movía sabrosamente sus caderas, él me dejó el paso libre, así que sin demora la penetré, por su caliente coño.
Mientras que nuestro invitado, se agachó tras ella, y separando sus nalgas dirigió su lengua al centro de las nalgas de ella.
Quien, al sentir tal cosa, gimió de placer profundamente y dejándome de besar comenzó a pedir que continuase, diciéndole lascivamente. “Dame más duro papi, métemelo todo.”
Yo seguía clavándome a mi mujer por su coño, cuando después de un corto rato, él dejó de lamerle el culo, y parándose tras ella separó sus nalgas y enterró su pedazo de carne entre ellas.
Al principio ella se quejó seguramente por el dolor, pero casi de inmediato, continuó moviendo sus caderas, de forma y manera tal, que la excitación que yo sentía se incrementó, no tan solo por estar viéndolos, y sentir el cuerpo de ellos contra el mío, sino que además del aroma a sexo que emanaba de nuestros cuerpos me enloqueció más.
Al punto que ya no me pude contener, viniéndome dentro de mi mujer, mientras que nuestro invitado continuaba metiendo y sacando su verga de entre las nalgas de mi esposa.
La que divinamente disfrutaba de todo aquello que los dos le hacíamos, hasta que finalmente al igual que yo él también se vino, pero dentro del culo de mi mujer.
Por un rato los tres nos quedamos exhaustos, yo me levanté para servirnos otras copas de vino, pero al regresar con ellas, mi esposa se encontraba mamando la verga del, de una manera tal que nada más de verla me comencé a excitar.
Ella agarró con una de sus manos mi verga y al tiempo que viciosamente se la mamaba a nuestro invitado, a mí me comenzó a acariciar las bolas, y poco a poco comencé a sentir como sus agiles dedos, comenzaban a rozar mi esfínter, para luego sin que yo me opusiera comenzara a introducirlos dentro de mi culo.
Por un buen rato ella se dedicó a mamar la verga del y acariciar mis nalgas, hasta que sin que nadie dijera nada, ella sacó la verga de nuestro invitado de su boca y la dirigió directamente a mi culo.
Yo me quedé sin saber qué hacer, hasta que comencé a sentir como mi carne se abría al paso del miembro de nuestro invitado, al tiempo que ella se dedicó a lamer mi verga, para luego continuar mamándola.
Mis nalgas se abrieron como nunca llegué a pensar que me pudiera suceder, mientras que mi mujer continuaba chupando mi verga.
Él me daba salvajemente por el culo, hasta que ya no pudiendo más se vino.
Al día siguiente, los tres nos despertamos, sin decir palabra mi esposa se dirigió a la casa y se puso una bata después de salir del baño, y después se fue a la cocina para prepararnos un suculento desayuno.
Mientras que nuestro invitado y yo nos quedamos un rato en la bodega, yo me encontraba sumamente cortado o avergonzado, por el hecho de haberme dejado dar por el culo de manera tal.
Cosa que en mi vida ni tan siquiera creo haber contemplado en momento alguno, mientras que él, como que se dio cuenta de mi estado de ánimo, y sin decirme nada se sentó en el piso, entre mis piernas, tomó mi mustio y adormecido miembro, y con una rapidez inusitada se dedicó a mamármelo, casi tan bien como mi esposa.
No lo podía creer, el hombre que salvajemente me había dado por el culo, ahora voluntariamente me mamaba la verga, chupándomela de manera incansable hasta que finalmente me volví a venir.
Justo en el instante en que mi esposa entraba con una bandeja de café y galletas.
No les diré que, de ese momento en adelante, nos dedicamos abiertamente a los tríos, porque sería falso.
Continuamos disfrutando de la compañía de nuestro invitado ocasionalmente, aunque mi mujer me ha estado sugiriendo que invitemos a nuestra casa a un maestro y a su pareja que es el conserje de la escuela donde ella trabaja.
Muy excitante, esta clase de relatos.
Delicioso relato , me encantaría que el amante de mi esposa también me posea , que deliciaaaa !
Mi marido me convencio a un trio y yo actue asi , en una agarre la verga del tercero y se la clave en el culo a mi marido , me recontra calento verlo ensartado y a el tambien le gusto volver con el culo roto , una vez por mes sale trio y volvemos a casa con leche en nuestras colas .