Encuentro olvidado, consuegra empalada.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Haydee abrió la puerta de su casa y preguntó con expresión de intriga en la cara:
-¡Juaann! ¿Qué haces por acá?
Ella es la madre de mi yerno y vive, con su marido Luis (Lucho), a más de 30 kilómetros de mi casa. E ahí la extrañeza de verme llegar a las 16:00 hs, solo, sin aviso y sin la compañía de esposa, ni hija, ni nietos.
-Quedamos con Lucho, hoy, aquí y a esta hora, para ver juntos un ….. –
-Pero, él se fue a Capital. Pasá que lo llamo al celular. –
Ella tiene 58 años, 1,70 metros de estatura y a despecho de los años, conserva el rostro agradable, con dos ojazos color miel, nariz pequeña, labios gruesos, cabello largo rubio teñido, silueta esbelta, un par de tetas, naturales admirables, un culo firme y hermosas piernas.
Yo, con 65 cumplidos, me conservo aceptablemente bien y mantengo, intacto, el deseo sexual.
Volvió con el teléfono inalámbrico en la mano:
-Che, el boludo de mi marido se olvidó de la cita contigo, te lo paso, decile de todo menos lindo. –
Lucho lamentó su desatención, como iba a tardar más de 3 horas en regresar, se disculpó y concertamos una nueva reunión para otro día.
-¡Que cosa! Antes de irte tomá un café conmigo. Así probas una torta que hice. ¿Dale? –
Con ella simpatizamos desde el momento que nos conocimos. Con el tiempo, en ocasión de reuniones familiares, fuimos entrando, cada vez más, en confianza. La simpatía, se transformó, al poco tiempo, en apetito carnal, por lo menos de mi parte.
La circunstancia era inmejorable para tantear el terreno, “correr un albur”.
Charlamos sobre temas variados y triviales, sentados lado a lado en el sofá, hasta que, terminado el café:
-¿Qué te pareció la torta? ¿Te gustó?– preguntó sonriente.
-Muy rica, deliciosa. Pero ahora …. me gustaría saborear otra cosa. –
-¿? –
Le apoyé el dedo índice en sus labios.
-¡Mmmmm! ¡Esta nube trae agua!!! – murmuró con sus ojos en mis ojos.
Sin rodeos le hablé de lo “embalado” que me tenía y de mis ganas de tenerla en la cama.
Ella al principio, simuló asombro. Luego, alegó que nunca le había sido infiel al marido, que nuestra situación familiar no daba para amorío, ….
Dejé de escuchar sus argumentos en contra, acerqué lentamente mi cabeza a la suya, le tomé la cara entre mis manos y le di un beso largo y apasionado, que me devolvió fogosamente.
A ese primer beso furibundo, le siguieron otros de quemar y abrasar, en la cara, las tetas y todo lo que quedaba al alcance de mi boca. Ella se fue calentando, tanto o más que yo, empezó a jadear y se aplicó a quitarme la camisa, me acarició el pecho y besó mis pezones.
Mi respuesta a su estímulo fue comenzar a quitarle la ropa. Quedó con un corpiño blanco y una bombacha diminuta del mismo color. En seguida sus hermosas tetas quedaron sin protección y “sufrieron” el ataque de mis manos, labios y lengua.
Haydee, se las arregló para soltarme el cinto, bajarme el pantalón y buscar con su mano el bulto en mi entrepierna. “Juancito” tieso y liberado no le dejó dudas de donde pretendía ir meterse.
Yo no quería más dilaciones, la acosté en el sofá. La vista no podía ser más excitante: las curvas perfectas, la piel blanca contrastaba con el tapizado negro, los pechos redondos, coronados con sus pezones erectos, delataban su excitación, las piernas, suaves separadas en V me atraían irresistiblemente.
Me eché entonces sobre la ella, chupando los pezones, amasando sus tetas, besándola en el cuerpo, bajando lentamente la bombacha en procura de su concha.
Haydee temblaba de pasión, en cuanto llegué a la cachucha, la encontré súper mojada. Comencé con mi trabajo de lengua, ella a retorcerse y a gemir, gemidos que se convirtieron en gritos, sus manos se crispaban sobre mi cabeza como pretendiendo empujarla más adentro: quería que mi lengua la perforara.
Me incorporé, con calentura al tope, terminé de deshacerme de la bombacha, del resto de mis prendas, empuñé mi verga crecida y la penetré brutalmente.
Protestó, con un grito ahogado, por la estocada desconsiderada, emanada de mi vehemente deseo. Me dediqué de lleno al bombeó sin compasión, fuerte y duro. Haydee, acompañó con gemidos y demás manifestaciones guturales de placer, hasta que gritó algo así como
“¡¡ahiii….Diocitoooo míoooo….me…me mueroooo…!!!”,
y al frenético movimiento de su pelvis, acelerado a más no poder, se le sumó un estremecimiento global de su cuerpo. El orgasmo la descontroló. Yo seguí con el mete y saca, pocos instantes más, presa de un remolino de goce carnal hasta la catarata de semen impostergable, “catastrófica” y muy bien recibida por ella.
-¡Siiiii!!!…. dámela toda ….. no te guardes ni una gotita….-
Seguimos superpuestos, abrochados, con respiración y pulsos acelerados.
La charla post-cogida, fue con gran abundancia de elogios mutuos:
-¡Qué loco!! Por un imprevisto quedamos solos y nos amasijamos como dos pendejos descocados. …. ¡Qué bárbaro!! ¡Qué tarambanas!!!–
-Pero, estuvo bueno ¿O no?-
-¡Siiiii!!¡Qué divino me cogiste!!…..¡gocé a milll!!….. ¡como hace muuuucho no gozaba!! ¿Y vooos?-
-¡Sos una fiera, cogiendo, …tu tajo, es un volcán en erupción, escondido entre las piernas!! Sabes a gloria.-
– …. Desde los tiempos de la facultad que no perdía así el juicio, el uso de la razón … –
– ¡Qué suerte que fue conmigo, linda …. Hace mucho que fantaseaba con vos …. –
-Yo también, más de una vez, sentí cosquillas en los “países bajos” al tenerte cerca –
– …… –
Vueltos en sí de la enajenación de los sentidos y del desgaste físico, nos higienizamos por separado.
A mi edad, el tiempo de recuperación, necesario para que mi verga despierte del letargo en que la sume una cogida, soberbia como la relatada u otra no tanto, es de horas.
Ese día no había tiempo para un segundo polvo.
Al despedirnos, mi consuegra, dejó en claro que quería “replay”:
-No te pierdas, Juanchi-
Yo ni hablar. Vamos a seguirla, mientras el cuerpo aguante.
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