Encuentro olvidado, consuegra empalada_2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Tres semanas después de nuestra improvisada primera vez encamados, coincidimos con Haydee, mi consuegra, en una reunión familiar.
Por la tarde, después del almuerzo, cargado el termo y el mate, la mayoría de los hombres, se dispusieron ante el televisor para asistir a un partido, clásico, de futbol. Una vez más, pude comprobar la volubilidad del juicio masculino frente a los avatares deportivos y ante el televisor en particular. Cuando la tensión de los cruces por cuestiones del juego aumentó en forma considerable, me separé del grupo y me acerqué a Haydee, que estaba, copa en mano sentada, momentáneamente sola, en un sillón del jardín:
-¿Qué haces solita Haydee?-
– No me hables, estoy abandonada, bebida y caliente-
-¿Caliente de la cabeza o del bajo vientre?-
-De arriba un poco, de abajo demasiado –
-¿Te hace falta un orgasmo?-
– ¿A verrrrr? … Se me antojan dos, por lo menos.-
-¡Qué bueno sería que pudiese dártelos yo!!-
-Qué bueno sería. Pero ahora no hay como. Mañana Lucho no está ¿Te podes dar una vuelta por mi barrio? No por casa, no es prudente.-
-¡Dale!! … A eso de las 4:00 de la tarde te llamo y te digo donde te espero.–
Al día siguiente, 15 minutos antes de lo acordado, la llamé:
-Hola encanto, estoy en el Acceso Oeste cerca del hotel La Femme ¿Queres que pase a buscarte?-
-No esperame en la esquina, voy en un taxi –
-Bueno, vení sin calzones que tenemos que hablar-
-¡Jajaja! Alla voy –
En el telo, elegí una habitación 4 estrellas – Lady Godiva la denominaron.
Ni bien cerrada la puerta me pegué a su cuerpo, le comí la boca, le arranqué la blusa, la apoyé contra una pared, le saqué el pantalón, mientras jugaba con los dedos en su concha mojada le susurré:
-¿Vemos si conseguís el primer orgasmo? –
-¡Siiiii! …. ¡Daleee!! …. Cógeme y haceme acabar –
La llevé hasta la cama y la empujé sobre ella. Dos segundos después estaba completamente desnuda. Masajeándole las tetas comencé a lamerle lo pezones, uno después del otro.
La calentura la atrapó y empezó a gemir:
-¡Metémela! …. Haceme acabar ahora – murmuraba entre jadeos.
Separé sus piernas y la emprendí a lengüetazos en la concha. Creo que demoró menos de cinco minutos en acabar, aparatosamente.
La besé con mi boca empapada en sus flujos vaginales.
-Ya tenés el primero que te prometí – le susurré
– ¡Siiii!!! Yo me encargo del segundo – murmuró en mi oído, al tiempo que subía arriba mío y metió mi verga tiesa en su almeja. Arqueó la espalda hacía atrás apoyando las manos en mis rodillas y comenzó a cabalgarme, desaforadamente, mientras le pellizcaba los pezones o le amasijaba la cola sentía como crecía mi placer cada vez que me embestía.
– Calmate que no sé cuánto voy a aguantar – le pedía
Se inclinó hacia adelante refregándome las tetas en la cara, abrió más las piernas metiéndome más adentro suyo. Pude percibir la proximidad de mi epílogo. La contracción intensa e involuntaria de los músculos vaginales, su agitación con sacudidas, rápidas y frecuentes, sus suspiros, gemidos y grititos no dejaban dudas que ella se acercaba a su segundo orgasmo.
Me costó imponerme, obligarla a dejarse caer, de espaldas, en el colchón y conseguir quedar arriba de ella, sin interrumpir la penetración.
A la sumo, un par de docenas de enérgicas pistoneadas fueron suficientes para, yo, soltar una catarata de semen y para que, ella, con un frenético movimiento de pelvis y un largo “¡¡Ahhhhhhhh!!!” me notificase que había acabado por segunda vez, esa tarde.
Nos separamos, un buen rato después, exhaustos y jadeantes.
– Debería haber pedido uno o dos más ¿no te parece? ¡Jajajaja!!!!- murmuró
– Y un inflador para recuperar al “amigo” ¡Jajaja!!!- repliqué
-Si de soplar se trata, contá con mi boca y mis pulmones ¡Jajajaja!!!! –
No demoró mucho para pasar “de lo dicho a hacerlo” Fue placentero aunque, mi verga, no reaccionó al “tratamiento” oral. Más que una buena mamada, hubiese necesitado la máquina del tiempo para retroceder unos veinte años de edad y cogerla por segunda vez en el breve plazo de un turno de 2 horas de un hotel alojamiento.
Pero, en mi mano derecha, mi dedo medio no pierde rigidez. Gracias a él, introducido en la justa medida en la concha y apelando al conocido movimiento que solemos hacer con el dedo para decir “vení, vení” sin hablar y el complemento de besos en toda parte, a mi alcance, de su cuerpo – preferentemente en las tetas – Haydee tuvo, sobre el filo de la terminación del turno, el tercer orgasmo de la tarde.
Yo, por naturaleza, opto por proyectarme hacia adelante muy poco. Lo justo y suficiente para saber que al viernes le sigue un sábado y al sábado un domingo. Después, quién sabe, tal vez acontezca algo extraño o reiterado y lleno de prodigios llamado lunes, donde, en ausencia del marido, Haydee excitada piense:
“¡Si vos no estas mi amor… me cojo a mi consuegro!!!”
Y suene mi teléfono celular.
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