Finalmente decidí irme a confesar con el nuevo Pastor
Luego de haber visto a una pareja experimente sensaciones desconocidas, que considere pecado, por lo que me fui a confesar.
Soy una chica muy joven, de 18, recién casada, recatada, fiel servidora de la iglesia de mi Congregación, cristiana evangelista. Dentro de poco me voy a convertir en monja para dedicarme por entero al servicio del Señor.
Debo aclarar que mi boda fue un arreglo entre mis padres y Don Aurelio, el viejo hacendado de los más ricos del pueblo, un hombre mayor que no me toca y por eso aun me conservo algo virgen.
Si algo, aunque parezca extraño. Hace unos meses tuve cierto desliz con mi Pastor, el cual me convenció de entregarme a él, como representante sagrado en la Tierra, para demostrarle a dios que en verdad estaba preparada para entrar al servicio del Señor.
No recuerdo bien como fue, pero creo que el buen Pastor me dio algo de tomar que me puso loca de excitación, así que cuando el hombre me lleva a su habitación y me empieza a tocar, yo ya estaba al borde del colapso, agitada, nerviosa, me escurrían los jugos anticipando un enorme placer, así que, sin más, me le entregue.
Les confieso que la situación no paso a mayores, dado que el buen Pastor tenía un pequeño pene de apenas unos cms, por lo que no alcanzo a mancillarme del todo, apenas si me robo un poco de mi virginidad, ya que aun conservo lo demás.
Él quería estar conmigo casi a diario, así que me llevaba a su habitación después de misa para meterme el cuerpo del Señor y para que yo hiciera suficientes méritos para poder convertirme en monja, según el, pero sin embargo no tenía la hombría necesaria para complacer a una mujer tan devota y ardiente como yo.
El caso es que algo supieron mis papas, así que, para ocultar mi deshonra, me casaron con don Aurelio, hombre muy ocupado, siempre fuera por negocios, así que ni luna de miel hubo, ya que solo era un compromiso con mis padres.
Al poco, cambiaron al Pastor, ya que se encontraba algo delicado y el clima del lugar no le favorecía. Así que, en su lugar llego el Padre Agapito, un hombre alto, de buen físico, algo mayor como de 65, pero bien conservado.
Al principio me daba pena confesarme con él, ya que, siendo nuevo, no había tanta confianza, como con mi Pastor anterior. Así que, trataba de mantenerme alejada del confesionario hasta que algo ocurrió que me sentí obligada a decírselo.
Así que ese Domingo, como todos los días, me fui a la iglesia y esperé a que la misa terminara para hablar con él.
Como le dije que era algo bastante delicado, se ofreció a llevarme a su habitación para que le platicara con más confianza mi problema.
~A ver hija, ven siéntate aquí y cuéntame que te tiene tan preocupada. No te había visto por acá.
Me decía al tiempo que me devoraba con la mirada. A pesar de ir vestida de lo más recatada, bajo mi vestimenta se me dibujaba mi silueta, y se adivinaba que me cargaba un par de piernas y nalgas de infarto, lo que, en la calle, hacían voltear a todos.
Además, se notaba claramente el par de tetas que me cargaba, medianas, redondas y bien paradas, y que con el frio del lugar, los pezones se me paraban, haciendo ver, en conjunto, mi tremendo cuerpazo.
Yo estaba acostumbrada a las miradas ardientes de todos los hombres, desde más chica, así que eso para mí era de lo más natural.
Me acerque al padre observando su mirada recorrer todo mi cuerpo de arriba a abajo, con cara de incredulidad.
(Pero que bárbara, pensaba el Padre, esta niña sí que esta buenísima, donde se había metido que yo no la había visto, Pero que piernas, que nalgas, que tetas, ufff)
Me acerqué sonriendo y me senté con total confianza junto a él, tal como me lo había pedido y empecé a confesarme acerca de lo que me pasaba.
~Padre, he pecado, anoche fui al cine y de repente, entre lo semioscuro y la luz de la pantalla, vi a una pareja cerca de mí, que se abrazaban y besaban con gran pasión.
~Sí? ¿Qué más hija?
~Pues resulta que la chica le tenía tomada su verga con la mano y se la frotaba. Y el chico se retorcía de placer, así que le empezó a manosear las tetas llegando incluso a chuparle los pezones. Entonces la chica también se retorcía de placer.
~Pero eso no es grave hija, me decía el Padre con tono conciliador, como para que no me preocupara demasiado por ese asunto, pero se notaba que le empezaba a crecer el bulto debajo de la sotana.
~No Padre, ese no es el problema, le aclaraba.
~Entonces que hija? Dime.
~El pecado que le quiero confesar es lo que yo sentí al momento de estarlos mirando. Estoy muy avergonzada Padre, por favor perdóneme. Suplicaba sollozando.
El buen hombre paso un brazo sobre mis hombros recargándome sobre su pecho, tratando de consolarme.
~A ver hija, cuéntame, ¿qué fue lo que sentiste?
~Esto es demasiado vergonzoso para mi Padre, decía sin dejar de sollozar.
~No te preocupes hija, para eso estoy yo aquí, para escuchar, habla con total confianza, ni yo ni el Señor te vamos a juzgar, todos somos hijos de dios. Continua.
~Ya agarrando cierta confianza con el Padre Agapito, le empecé a contar mi experiencia.
~Pues resulta Padre, que al poco de estarlos observando, empecé a sentir cosas extrañas, sentía un tremendo calor, especialmente entre las piernas, más tarde en los senos, era algo realmente inexplicable.
~Continua hija, me decía, ya con cierta excitación en su voz. Y su bulto estaba ya queriéndose salir de la sotana.
~Pues tuve pensamientos impuros Padre, me sentí totalmente desconcertada, padre, en un momento dado, me dieron ganas de ser yo la que estuviera con el chico, en lugar de ella y de pronto sentí como se me humedecía todo entre las piernas y hasta se me mojaron las pantaletas.
~Perdóneme Padre, porque he pecado, continuaba yo sollozando.
~En verdad necesito que me perdone, yo quiero ser monja y no quiero tener que luchar contra esos pensamientos. Ayúdeme, Padre, se lo ruego.
~ ¿Así que deseas ser monja, hija? Me preguntaba con cierta malicia.
~Si Padre, ayúdeme, se lo pido por favor.
~Está bien, solo que hay cosas que no comprendo, así que sería bueno que me explicaras todo nuevamente, pero con todo detalle, para que yo pueda darme cuenta de la magnitud de tu pecado.
~Está bien Padre. ¿Qué debo hacer?
~Primero tómame como viste que le tomaban al chico, decía tragando saliva y tratando de mantener la serenidad, al tiempo que ya, sin poderse contener, se sacó su enorme verga y me la dio a que se la tomara tal como vi a la chica hacerle a su novio, o lo que fuera.
Me quede sorprendida de mirar tremendo vergon que se cargaba el padrecito, nada que ver con la de mi marido y mucho menos con la del padre anterior.
Sin querer, trague saliva y sin querer pues se me hizo agua la boca. Así que, sin más, acerque mi mano hacia su verga y se la tome rodeándola con mis dedos.
En ese momento sentí como una tremenda descarga eléctrica que me recorría por toda la columna, haciéndome estremecer. Mi corazón empezó a palpitar tremendo, con gran fuerza, como si se me quisiera salir del pecho.
Sin que el Padre me dijera nada y sin que yo lo pudiera evitar, mi mano solita empezó a frotarle la verga al Padre, haciendo que mi clítoris se estremeciera palpitando de gusto y mi sexo empezar a escurrir.
mi clítoris se estremeciera palpitando de gusto.
mi clítoris se estremeciera palpitando de gusto.
~ Padre, estoy sintiendo lo mismo que sentí al ver a esa pareja.
~Ummm, ya veo, me doy cuenta.
~Ahora necesito que me expliques, que le hacia el chico a su novia.
Sin detenerme a pensar, de inmediato quite los botones de mi blusa, me levante el bra, dejando a la vista mis hermosos senos, ya con los pezones totalmente duros y parados.
Le tomé de la cabeza y la dirigí rumbo a mis tetas, el Padre se abalanzó sobre de ellas sin decir palabra y las empezó a manosear y a chuparme los pezones, ardiendo ya de caliente el buen hombre.
Yo me estremecí nuevamente al contacto de sus labios, sentía como me chupaba bien rico y mi sexo no paraba de escurrir.
Yo le empecé a frotar la verga con mayor energía sin saber exactamente porque que hacía eso, pero algo como que me impulsaba, además que sentir ese enorme pedazo de carne caliente, palpitante, entre mis manos, me hacía estremecer de pasión.
Después de unos momentos haciéndome eso, el padre se incorporó y con la voz cargada de lujuria me dijo.
~Que más hija?
Ya no supe que paso Padre, discúlpeme, al sentir todas esas nuevas y extrañas sensaciones, salí corriendo de ahí, sintiéndome sucia y pecadora.
~Ummmm ya veo.
~Si me permites hacer alguna sugerencia, debemos completar el tratamiento, para estar completamente seguros de lo que te ocurrió, ¿estás de acuerdo hija?
~Si Padre, lo que usted me indique, con tal que me perdone.
El Padre me tomo de la cabeza y la dirigió hacia su enorme verga, en una clara indicación de lo que quería que yo le hiciera.
~Chupa hija, trata de imaginar como la chica se lo hacía a su novio.
Yo, caliente como ya me había puesto el Padre, sin más, abrí la boca y le empecé a chupar su enorme cabeza, impulsada por un extraño deseo incontenible, le empecé a lamer todo el tronco y hasta le acariciaba sus enormes huevotes con las uñas, haciéndolo estremecer y gemir de deseo.
El me levanto la falda y me acaricio los muslos, luego me empezó a dedear el sexo, notando como estaba yo de mojada y completamente excitada. Yo le dejaba hacer, apretando su mano con los muslos, gimiendo y jadeando, pero sin dejar de saborear tan rico manjar.
~Que más crees que pudo haber pasado entre ellos hija? Me preguntaba con su tremenda verga llena de mi saliva y totalmente dura y bien parada, loco ya de lujuria y presa de total excitación al igual que yo.
~No se Padre, ¿se la cogió? Respondí inocente, viéndolo directo a los ojos con la mirada cargada de intención, y con tremendas ganas de que su respuesta fuera afirmativa.
~Ummm puede ser hija. ¿Te parece bien si lo intentamos? Su voz sonaba ansiosa, cargada de lujuria y bajas intensiones hacia a mí.
~Si Padre, como usted ordene, con tal que consiga perdonarme.
Respondía yo ansiosa y antes de que el santo varón pudiera responder, yo ya me estaba encuerando. Yo ya no me aguantaba las ganas de sentir dentro de mí su enorme verga. Sería la primera vez que me comiera una de ese tamaño y por nada del mundo me iba yo a perder tan tremenda oportunidad.
Sin más, el santo varón, tratando de ayudarme en mi problema, yo ya todita encuerada, me subió a la cama, poniéndome en cuatro cerca de la orilla, mientras el de pie, se apresuraba a meterme su enorme verga.
Me tomo de las caderas, me acomodo la punta de su verga a la entrada de mi sexo, que no paraba de escurrir sus jugos, lo que sirvió de lubricación, y poco a poco, empujando despacio, me la fue metiendo, arrancándome gemidos y suspiros de pasión y lujuria desmedida.
~Ahhhhhhyyy Padre, despacio que aun soy algo virgen, le pedía.
~Disculpa hija, en verdad estas muy estrecha. Se ve que no te han usado en mucho tiempo, pero eso lo vamos a solucionar de inmediato, no te preocupes.
~Si Padre, gracias.
El caso es que el buen hombre, se tomó algunos segundos, haciendo algunos esfuerzos, y con movimiento fuertes y rápidos de mete saca, logro meterme todita su enorme verga hasta quedar totalmente dentro de mi sexo.
Entonces empezó lo mero bueno. El generoso Padre me estuvo dando una tremenda cogida que duro bastante tiempo, como nunca en mi vida.
Logro sacarme tremendos orgasmos varias veces de lo caliente que me había puesto y de lo rico que sentía su enorme vergota entrando y saliendo dentro de mi uffff.
Momentos después, me tomo de las caderas jalándome hacia el,
y recostándose sobre mí, me atrapo de las tetas y apretándolas un poco, se movió más rápidamente y al poco sentí claramente como se terminaba dentro de mí en un tremenda venida que me lleno toda de su leche caliente.
Caímos tumbados sobre la cama totalmente exhaustos desmadejados, yo sentía el cuerpo como de trapo, las piernas débiles y cansadas por el esfuerzo, así que nos quedamos dormidos abrazados, el aun con su tremenda verga dentro de mí.
Continuara…
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