Forzada en San Valentín
ces lo que haces no lo deseas hacer, pero otras… no dejarías de hacerlo.
Arturo era un hombre bastante simple. Con pocos estudios, alto, guaperas y una bonita polla que si al principio de conocernos la dominaba, al casarnos, era ella quien lo dominaba a él ¡hasta 11 veces ha llegado a follarme en un día! Nunca tenía bastante y cualquier sitio, en cualquier posición, era suficiente para penetrarme y vaciarse totalmente. O simplemente, se la sacaba para que se la mamase hasta derramarse en mi boca o garganta, y hacer que me lo bebiese. Incluso conduciendo.
Ya de novios-emparejados, quería que hiciésemos intercambios y aunque yo de monja no tengo nada, ir de intercambios con 19 años yo (él 27) era solo para que se follase él otras mujeres y eso, a mí, el ponerme de cebo para follarse a otras no me apetecía. Al volver del viaje de novios, ya me dijo otra vez de irnos a follar de intercambios, y al decirle otra vez que no, es cuando me empezó a follar cada vez más veces y cada vez más duro. Hasta que un sábado…
Casi en Navidades y con solo 7 meses casados, ya no aguantó más mi esposo y quiso obligarme a mantener un trío con otro hombre, un semental, como me decía, ¡como si él no fuese suficientemente semental como para follarme varias veces al día, desde que se despertaba hasta que se volvía a dormir por la noche ¡menos mal que trabajaba y estaba unas horas fuera de casa! Aunque al mediodía, me follaba al llegar para comer y cuando se iba al trabajo. Ya me estaba acostumbrando a ir casi en pelotas por casa y dejar correr por mis piernas su semen y mis fluidos, porque esa era otra ¡me follaba tan duro y tan a lo bestia, que me arrancaba unas corridas de muerte! En eso es muy bueno. Pero claro ¡tantas veces al día!
No sé por qué, posiblemente para que me dejase una temporada tranquila, acepté. Incluso el sábado por la mañana me acompañó a unos grandes almacenes para ayudarme a buscar ropa provocativa ¡la leche, yo no tenía nada que no fuese exhibicionista ni provocativo! Tal y como yo siempre iba vestida, parecía una puta en horas de trabajo con mi ropa y mis taconazos. Muchas veces me preguntaban en bares qué cobraba por un completo ¡me podía haber ganado la vida mejor que él! Y siempre iba sin sujetador ni bragas, a no ser que tuviese la regla.
Era una de las cosas que más me atrajeron de él. En mi casa, mis padres siempre me estaban diciendo lo guarra que iba vestida y lo puta que parecía. Pero para él, yo, que era bastante más joven que él, siempre llevaba demasiada ropa. Primero me hizo ir sin sujetador, luego con faldas cortas en lugar de pantalones, luego con faldas más cortas y sin bragas… Y me enseñó a exhibirme, a provocar, a atraer las miradas de hombres y de mujeres… incluso me hacía coger su cigarro en las terrazas y fumármelo yo!
Después de cenar me terminé de arreglar. Me maquillé «como una puta» como me decía Arturo. Me puse una microfaldita de cuero negra con dos aperturas laterales y un top a juego, con enorme escote y poco cuero. Zapatos rojos de 10 cm y bolso a juego. Lo que digo, ¡de puta, puta! Fuimos al piso de su amigo y era un apartamento playero ¡posiblemente el único apartamento habitado de todo el edificio! Y el propio Jorge nos abrió la puerta ¡y con un pantalón también de cuero negro ceñido! No llevaba nada más.
Un calor enorme llenaba el apartamento. La calefacción estaba a tope y al entrar en el salón, miré alrededor y miré a Jorge. Mediría más o menos como Arturo, sobre 185 cm. Músculos de gimnasio, quizá un poco mayor, unos 37-40 años, tatuado, bastante primitivo de comportamiento. Apenas estuvimos en el salón, ya me dio un morreo con lengua bastante largo mientras sus manos empezaban a jugar con mis tetas por encima del cuero. De repente, dejó una de sus manos mi teta y se fue directa al coño, y al notar que no llevaba bragas, dijo:
– Joder Arturo, seguro que tienes razón y tu mujer es más puta de lo que parece. Lleva una faldita de mierda que no tapa nada y no lleva bragas! ¡Será puta!
– Así es más cómodo follarla y no pierde la ropa interior. Además ¿no hemos venido a follar a María? ¿Para qué queremos la ropa interior o exterior?
Y mi esposo se empezó a desnudar. Jorge no tardó nada en quitarse los pantalones y ya podéis pensar lo que tardé yo con la poca ropa que llevaba. Además, ya os he dicho que no soy monja y las manos de Jorge me calentaron más que la calefacción. Me gustan pocos polvos pero fuertes y largos, no como hacía Arturo y otros muchos, muchos polvos de corta duración… y Jorge no estaba nada mal. Un poco bestia, pero si te gustan los polvos duros y largos, mejor un bestia que un santo.
Y al mirar su polla tuve una buena sorpresa. Si mi esposo la tenía de unos 20 cm, poco más gruesa de lo normal y algo curvada, la polla de Jorge no bajaría de los 23 cm, más gruesa que la de mi marido y prácticamente recta. Y en la bolsa de sus huevos tenía puesto un grueso piercing. Le sonreí, me acerqué a él y apenas me tuvo a la distancia conveniente, agarró con sus dos manos mis redondas y rellenas tetas y me las aplastó con sus manazas.
Estuvo un buen rato masajeándolas mientras notaba las manos de mi esposo jugando con mis glúteos. Me acerqué un poco más a Jorge y rodeé con mis brazos su cuello, y antes de aplastar mis labios contra los suyos, le dije al oído:
– Jorge, si quieres de verdad hacer cornudo a mi marido, fóllame duro, alarga tu corrida y demuéstrame que sabes usar eso pollón que tienes. Si de verdad crees que soy una puta, putéame hasta que te agotes.
Aplasté mis labios contra los suyos. Mi lengua se introdujo en su boca. Soltó mis tetas, apartó a mi marido y agarró él mi culo aplastándome contra su cuerpo. Mi cuerpo, subido a mis taconazos, empezó a moverse y rozarse contra él. Sé que eso lo hago muy bien y caliento mucho a quien se lo hago. He provocado muchas corridas y manchado muchos pantalones de hombres que han bailado conmigo ¿es que acaso no es eso lo que queréis los hombres, que las mujeres os hagamos correr solo con rozaros? Pues eso.
Pero lo que yo no sabía, es que esa noche, mi amado y estúpido marido, había pensado ponerme a prueba. Él sabía lo muy caliente que soy y también sabía que no me gustaban los intercambios porque luego presumía de las mujeres que se había follado, cuando en realidad, por cada mujer que él se follaba, yo me follaba varios hombres. Y tampoco sabía él, que todas las pocas noches que íbamos de intercambio de parejas, yo me encerraba un rato en los baños para no ser tan follada por lo que os he dicho antes ¡no me gustan las folladas de menos de 5 minutos y adiós! Adoro las folladas bestias, con precalentamiento-calentamiento-ebullición… y hacer que al hervir «ese líquido», se derrame y lo manche todo.
Y Jorge iba a ser la prueba. Quería saber si no me opondría a ser follada por otros. Porque por lo visto, lo que más le ponía era ver ¡y sobre todo SABER! que yo era una tía fácil. Como supe tiempo después, si él me exhibía, era con la intención de que los que me miraban viniesen a por mí, me llevasen con ellos/ellas, y él fumarse un buen puro mientras me follaban, y a él se le ponía dura pensando lo que me harían. Ya veis, una buena polla y un mejor cornudo.
Tal y como estábamos, de pie, Jorge me quiso penetrar, pero mis tacones eran demasiado altos y me los quité, separé las piernas y en un plis-plas, su polla penetró en mi coño. Cierto es que sus pollas eran gruesas, pero mi coño ¡está tan usado a pesar de mis 23 años…! Mi coño estaba lleno de su polla. Notaba ¡y mucho! la diferencia de grosor entre esta y la de mi esposo. Pero me gustaba lo que tenía dentro y empecé a elevarme, levantando los talones y aguantando mi cuerpo con los dedos de mis pies. Jorge empezó a ronronear y a darme unos besos que me calentaban brutalmente.
Noté también, como la polla de mi esposo se quería meter en mi culo y como pude, poco a poco, retrasé mi culo sin sacarme la polla de Jorge, y lentamente, también esa polla fue penetrando en mi muy usado culo. Le costó más de lo habitual, porque la polla de Jorge ocupaba un buen espacio interior y yo no estaba acostumbrada a dobles penetraciones de pie y no sabía cómo ponerme. No es como hacerlo tumbada. Levantaba mi cuerpo, lo ladeaba, lo echaba hacia delante o hacia atrás. Y poco a poco, las dos pollas se instalaron dentro de mí ¡y tener dos pollas como esas dentro de mí era la ostia… me estaban volviendo loca!
Y sin ser consciente de ello, porque cuando te están follando tan maravillosamente no eres consciente de nada que no sea el placer, darlo y recibirlo, fui sacando de mi interior esa vena de puta-putísima que tantas veces ofrecí a mi marido, pero que lógicamente, nunca había sacado en los intercambios ¡y me entregué a estos dos, a satisfacer todos sus deseos! Y a correrme yo una y otra vez.
Me entregué de tal manera, que en algunos momentos se quedaban quietos y yo, solo con la fuerza de mis dedos, me levantaba y me dejaba caer. Era como si me los montase en una cama o sillón, pero de pie. Cierto es que me cansaba bastante y máxime, con las corridas que empezaba a tener y que aunque no lo creáis (los hombres), agotan de verdad. Jorge, que llevaba un buen rato follándome, se corrió también, y una espesa cantidad de semen llenó mi coño ¡follábamos sin condón! Pero su polla se quedó casi tan rígida como antes y yo, sin darle importancia a su corrida, les seguí galopando. Y Jorge puso énfasis al decir:
– ¡Joder María… eres mucho más puta de lo que me ha dicho tu marido! ¿De verdad no te gustaría trabajar de puta? Tengo unos amigos que te podrían hacer ganar más de 5000€ mensuales ¡y sin pagar impuestos al Gobierno! Todos para ti.
Eso hizo que la parte de atrás mía se parase. Mi marido dejó de follarme, se quedó miserablemente quieto y le preguntó a Jorge:
– ¿Has dicho más de 5000€ mensuales?
Yo le dije que me siguiese follando porque estaba a punto de correrme de nuevo. Reinició su follada, pero en esos momentos aunque su polla estaba dentro de mi culo, ni su polla ni su cabeza estaban en eso, sino en los malditos 5000€ trabajando de puta. Así que me dediqué a follarme a Jorge. Nos comimos a besos y volví a correrme, mientras su polla siguió demostrando que en esos momentos, valía mucho más que la de atrás.
Nuevamente y con un grito, se corrió Jorge, y yo iba a aplastarme totalmente a su cuerpo, cuando noté las manos de mi ya coronado cornudo esposo agarrando mis tetas con fuerza, inequívoca señal de que estaba a punto de correrse él también. Y así fue. Tuvimos unos momentos de relajación los tres abrazados ¡un matrimonio perfecto! Noté esa extraordinaria sensación de cómo las pollas de tus amantes se van reduciendo dentro de ti, mientras celebran su victoria al llenarte de leche.
Poco a poco nos fuimos moviendo. Yo, con mis manos intentaba tapar mis agujeros para que dejasen de salir tanto semen y mis fluidos mientras me iba al baño. Me limpié, hice pipí y volví al salón donde mis dos machos empezaban a fumarse un puro, cómodamente sentados en el plastificado sofá.
Le cogí el puro a Jorge, me senté entre los dos, cogí la botella de ron con miel que allí había y me llevé la botella a la boca bebiendo bastante de su contenido ¡tenía sed! Durante unos minutos fumamos en silencio (Jorge cogió otro) Los tres estábamos agotados y muy satisfechos del rato pasado, pero de repente, el cornudo de mi derecha le vuelve a preguntar a Jorge:
– ¿De verdad Jorge, María podría ganar tanto dinero trabajando de puta? Leche, yo trabajo mogollón de horas y no llego a los 1800€ netos.
– Por supuesto. Tengo una amiga del instituto que no es tan guapa, ni es tan joven, ni está tan buena como María, y casi todos los meses gana eso. Y los veranos, en las playas modernas y con los turistas, gana más de 7000-8000€.
– María -me dice mi marido- Con lo que a ti te gusta follar ¿no podrías dedicar unas horas a follar como puta en lugar de estar en casa? ¿Te imaginas lo bien que viviríamos con tus ganancias y las mías?
– Marido mío, ya sabes que estudiando en el instituto fui puta durante una temporada y aunque ganaba dinero, no me gustó. Hay hombres que apenas te la meten en la boca, el coño o el culo, se corren y ya está, y a mí me gusta que me den caña. Lo único que me gustaba eran las orgías y los gang-bangs siempre que fuesen muchos hombres para mi sola. Pero no me dejaban ir muchas veces porque era demasiado joven.
– Pero ahora ya no lo eres ¿no podrías meterte de nuevo? En eso si te follarían cantidad de veces.
– Pero el caldo se me quemó. No me interesa. Y por cierto ¿no hemos estado sentados mucho tiempo sin follar? Porque Arturo me ha asegurado que me iba a encontrar aquí con un semental de cojones y solo me has follado de pie ¿No sabes hacerlo en la cama?
Y si, os juro que Jorge sabía hacerlo en la cama y otros sitios. Y con él y con su polla me lo pasé de cojones durante un par de horas más. Y no estuvimos más tiempo (yo quería dormirme allí y por la mañana seguir follando) porque mi amado esposo me insistía una y otra vez en que me hiciese puta y en lo que podríamos hacer con el dinero de los dos: Viajes, coches para los dos, comprar un apartamento playero como el que estábamos, reformar la casa de su tía-abuela en el pueblo para los veranos y fiestas… Me cansé de sus chorradas y nos fuimos.
Pero Arturo es muy especial y cuando se le mete una idea en la cabeza, solo abriéndole la cabeza y sacándosela directamente, se le puede ir… ¡y no siempre! Viendo que yo cada día le rechazaba la idea, dejó de hablar de ella, pero eso no quiere decir que por dentro y a espaldas mías, no cejase en su empeño. Y me preparó una fiesta de San Valentín.
Me dijo que quería que nuestro primer San Valentín de casados fuese muy especial. Tendríamos una estupenda cena fría con buenos vinos y cavas valencianos, y que Jorge nos dejaría su apartamento para todo el fin de semana ¡y me lo creí!
Fuimos el sábado por la tarde al apartamento de Jorge y al llegar al aparcamiento frente al edificio, sacó mi marido una petaquita de esas curvadas para licor, agitó su contenido para que yo oyese que quedaba poco y me lo ofreció diciéndome que «todo era para mí». Y yo ¡gilipollas de mí», me lo creí y me lo bebí entero. Cierto es que no había mucho, pero yo no sabía que dentro había puesto unas gotas que le había facilitado un amigo de Jorge dominicano, y que me provocarían unos enormes deseos de follar ¡cómo si eso a mí me pudiese hacer falta! Lo que yo no quería, como ya os he comentado, era ser un imán para los deseos sexuales de mi esposo. Y tampoco quería ser una puta.
Al moverse el ascensor para subir, me noté algo rara, pero lo achaqué al movimiento del propio ascensor. Mi marido abrió con llave la puerta, entramos dentro y vimos la mesa del salón-comedor llena de bandejas de comida tapadas con plásticos y muchas botellas de vinos tintos y licores. Los vinos blancos y los cavas estaban dentro del frigorífico. Mi esposo me dice:
– María, vete al dormitorio y quítate la ropa que llevas. Solo te hacen falta las medias y esos taconazos tan impresionantes ¿no crees mi amor?
Sonriendo, me quité la camiseta mientras iba hacia el dormitorio dejando mis tetas al aire, y apenas abro la puerta y entro, un montón de voces masculinas me grita:
– ¡¡¡ SORPRESA !!!
Y os juro que fue una enorme sorpresa. Habían seis o siete hombres y entre ellos un mulato (el dominicano que le dio las gotas a mi marido), un negro guineano, un chaval joven colombiano, y el resto eran españoles con Jorge al frente. Ninguno de ellos tendría más de 40 años, el joven, posiblemente no llegaría ni a los 20 ¡y todos tenían unas muy respetables pollas! Mi marido llegó por detrás, me empujó dentro del dormitorio en el que casi no cabíamos todos, y me dice en voz alta:
– No dijiste el otro día que te encantaban las orgías y los gang-bangs de muchos hombres para ti sola. Pues ahí los tienes, solo para ti. He hablado con dos organizaciones de puticlubs y las dos desean que trabajes para ellos y para este tipo de sexo. Y haciéndolo solo los fines de semana, podrás ganar más de 7000€ mensuales. Ser una puta te llenará de placeres y nos llenará los bolsillos. Y ahora yo me voy y no regresaré hasta mañana al medio día, y de esa manera, ellos te follaran a su gusto ¡y espero que al tuyo! Y como dirían muchos ¡Feliz noche de San Valentín! Comeremos mañana juntos y hablaremos del futuro.
El muy cabrón de mi ya coronado cornudo voluntario, no me dio ni un beso. Me dejó allí, como una cordera entre lobos, y se marchó como lo que era ¡un maldito cornudo acomplejado y sin dignidad! Aunque las gotas hacían ya su efecto y mi coño ya llevaba rato pidiendo guerra, mi cerebro tomaba buena nota de lo que estaba sucediendo gracias a mi esposo ¡Y juraba venganza!
Karim, el musculoso y tatuado negro, se acercó a mí, me quitó la camiseta de mis manos, puso su manaza sobre mi cabeza y me empujo para abajo. Estaba claro lo que quería ¡que se la mamase de rodillas! Le sonreí, me arrodillé ante él y bajando sus calzoncillos aún puestos, saqué su impresionante polla chocolate-amarronada. La masturbé un poco para que mis manos y mi cerebro se fuesen adaptando a esas medidas y me la fui metiendo poco a poco en la boca ¡era gruesísima! Me ocupaba toda la boca y me costaba un poco introducirla hasta el fondo. Cierto es que me las tragaba enteras, pero siendo esta tan gruesa!
Poco después, noté que tragarme entera esa polla iba a ser imposible. Yo estaba acostumbrada a pollas como la de mi marido o incluso la de Jorge, como hice días antes, pero la de Karim era mucho Karim. La llevé hasta el fondo de mi boca, prácticamente hasta mi garganta, pero una vez allí me di cuenta que era imposible más. Y masturbé lentamente a Karim mientras con mi lengua iba masajeando su glande. Pocos minutos después, una enorme descarga de semen inundó mi boca y yo no pude tragármelo todo, porque por su tamaño, el semen se me escapaba por mi boca y hasta por mi nariz, sin embargo, Karim acarició mi rostro y me dijo:
– Muy bien hecho María ¡no solo vas a ser una buena puta, sino que ya lo eres!
Y me ayudó a levantarme. Pero aun no estaba del todo de pie, desde atrás me quitaron la faldita y totalmente desnuda, unos brazos me cogieron y me llevaron hasta la cama. Y todo lo que sé de las horas que me estuvieron follando, lo sé por las grabaciones de las dos cámaras de video que Karim trajo y que me grababan desde los dos lados de la cama.
Me tumbaron de lado y dejaron caer mi cabeza, y así, mientras un desconocido me clavaba su pollón en el coño, el mulato me empotraba su polla en mi boca, y esa, aunque con problemas, si me la pude meter hasta los huevos y se descargó en mi garganta. Mi cuerpo fue poseído por todos múltiples veces y en todas las posiciones.
Aproximadamente una hora después de empezar mi multifollada, tuve mi primera verdadera doble penetración que fue vaginal. Un hombre se puso boca arriba y yo me puse de espaldas a él clavándome su polla en mi coño y cabalgándole. Me cogió de las tetas y me tiro sobre él, y el jovencito, se tumbó encima mío y con fuerza, me fue penetrando buscando algún hueco entre la polla ya metida y mis paredes vaginales. Solté un enorme grito de dolor y mi follador de abajo me tapó la boca y siguieron follándome. Tuve otras dos verdaderas penetraciones dobles, pero esta vez anales y en las mismas posiciones mis dos folladores. Y de las penetraciones dobles clásicas (coño y culo) tuve varias, como en tres ocasiones tuve triple penetración de boca, culo y coño.
En tres ocasiones fui al baño. Nunca me vi con algún alimento en las manos ni masticando (todos los demás fueron varias veces al comedor y se les veían copas en la mano). Compartí varios porros y puros con todos y bebí mucho, sobre todo, vino blanco y cava, posiblemente porque estaban fresquitos. Esnifé varias rayas de coca. Y fui feliz. Se me veía muy contenta. Limpié varios culos y la persona que más atención me prestó y más veces me folló por todas partes, fue Karim. Después de más de 5 horas de follada, aparece uno de los españoles vestido y tocándose el reloj como señalando la hora… y se fue.
Un rato más tarde se fue otro… y luego otro. Cuando yo empecé a dar señales de agotamiento solo estaban conmigo Karim, Jorge y el jovencito Arapiles. Karim se tumbó a mi lado, me abrazó y nos pusimos a dormir. Arapiles se abrazó a mí por el otro lado de mi cuerpo e hizo lo mismo. Y Jorge se fue a dormir al salón. Sobre las 12 horas, Arapiles me despertó y me encontré que era la única ocupante de la cama. Me dijo que estaba preparando el desayuno para él, para mí y para Karim, ya que Jorge se había marchado.
Simplemente estirar las piernas me provocaba un dolor enorme. Me mareé al levantarme y vomité. Ayudada por Karim, fui al baño, oriné y me di una poderosa y potente ducha abrazada a él, dándonos unos besos apasionados y calentísimos. Tan calientes, que su polla empezó a crecer otra vez y me la metió sin problemas hasta el fondo de mi culo, ya que me puse de espaldas a él para poder enjabonarme.
Con ese «masaje», poco a poco fui recuperándome y me terminé de duchar y de secar yo sola. Pero ni os imagináis la cantidad de semen que salía de mis agujeros, especialmente de mi culo. Es como si me hubiesen llenado los intestinos hasta el mismísimo estómago. Fui descalza hasta la cocina y allí, ni Arapiles ni Karim me habían esperado, y ya estaban dando cuenta del corto desayuno que había preparado el peque con las sobras.
– Es que soy soltero, no vivo con mis padres, no quiero pareja y me gusta comer bien, así que no tengo más remedio que aprender a cocinar -es lo que nos dijo riéndose- No había nada en el frigo, estaba vacio.
Terminando yo el mini-desayuno, entró mi supercornudo marido. Un poco con cara rara, como de miedo, preguntando cómo había estado la noche. Prácticamente los tres pasamos de él. Encendimos unos porros bien cargados y se guardó un buen rato de silencio mientras los saboreábamos. Karim tomo la palabra y me dijo:
– María, Arturo está empeñado en que tú trabajes de puta. Yo soy el encargado de un puticlub muy especial en el que también trabaja Arapiles, ya que es actor porno y hace espectáculos de sexo como striper, peep shows, de chulo para maduras, y otros muchos. Es decir vive del sexo. Tú eres una puta maravillosa y te quieras disfrazar como te quieras disfrazar, eres y serás puta toda su vida. Lo llevas en tu ADN y disfrutas y haces disfrutar follando. Esta noche has tenido más de 40 penetraciones, y tres dobles y verdaderas folladas, que muy pocas profesionales aguantarían y tú nos provocabas.
+++ Dejando aparte que tu marido te drogó esta noche para que no opusieras resistencia a tus deseos de no ser la puta que eras antes, yo he tenido el honor de compartir tu cuerpo con estas otras personas que esta noche te hemos follado y ¡me gustaría ofrecerte trabajo en nuestro club! Solo para aquello que tú desees, los días de la semana que tú desees, y en las horas que mejor te venga. Te garantizo más de 7000€ mensuales y si nos dedicas atención, serán más de 10.000€.
+++ Has estado de puta madre y en cuanto te has calentado, porque has empezado muy fría, posiblemente por el desconocimiento de lo que ibas a hacer, te has portado como una loba. Tres de los presentes se han ido porque ya no podían follarte más, y a todos nos duele la polla de tanto penetrarte y tan seguido ¡eres fabulosa… y quiero que pienses mi oferta!
– Os lo creáis o no -dije yo- solo pienso en comer y no quiero salir a ningún sitio porque mis piernas están como acartonadas. Así que ¿por qué no va alguien al restaurante que hay cerca de la playa, compra comida, nos la comemos y seguimos hablando? Y que alguien me traiga una botella de vino blanco, no me hacen falta ni vasos ni copas.
El cornudo de mi marido fue el que salió de compras y pagó. Comimos, nos encendimos unos buenos cigarros, nos soplamos más rayas de coca… ¡y hablamos!
Acepté ser puta con varias condiciones. Por una parte, mi esposo y yo dejaríamos de ser un matrimonio de «gananciales» (1) para ser legalmente un matrimonio de «capitulaciones matrimoniales» (2). Seguiríamos siendo matrimonio, pero yo viviría a «mi libre albedrío». Me iniciaría además en el porno, de la mano de Arapiles y de Karim. Y con mis clientes yo follaría sin condón… a no ser que ellos lo exigieran. Y el musculoso y simpático Karim, sería mi representante, mi agente… y mucho más.
Y algunas otras cosas que se me ocurrirían antes de firmar el convenio matrimonial.
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Nueve meses y medio después de esta fabulosa noche, estábamos juntos, mi esposo, mi madre y mi suegra, junto a la cama del hospital donde yo me encontraba acostada. En mis brazos y dándole de mamar, tenía una recién nacida ¡mi primera hija! Y lo más maravilloso de todo, era el enorme color negro de su piel. Quizá un poco menos negro de lo que digo porque era mulata. Pero… vamos, ¡que se notaba que su padre NO era su padre!
De repente, mi suegra vuelve a preguntar:
– Pero ¿y por qué os habéis empeñado en que se llame Valentina… si en ninguna de las dos familias hay un Valentín?
Y claro, tuvimos que volver a explicar a la madre de mi cornudo esposo, que ese nombre era en honor de la celebración «especial» de San Valentín. Y del amor de mi esposo hacia mí dándome esa fiesta tan amorosamente recordada. Y mi pobre madre se mataba a reírse, mientras mi suegra no se enteraba de nada. Solo miraba la piel de la niña.
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Queridas amigas y amigos, estamos en la semana de San Valentín ¡VIVA EL AMOR! Disfrutad de él y sed felices ¡muy felices!
Libre95 — [email protected]
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(1) Matrimonio en el que gane lo que gane cada uno, los bienes son legalmente a medias entre los dos.
(2) Matrimonio en el que cada uno de los esposos es dueño absoluto de lo que gana, de lo que compra o de lo que adeuda. El otro conyugue no tiene derecho a nada suyo. Lo que yo ganase, sería solo para mí.
Menos el embarazo y la droga, me gustó, yo haría lo mismo