Gracias a FBook
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Crisbis.
Esta historia es real
Mi nombre es I…,
Tengo 57 años, esto pasó hace 5 pero empezó hace muchos años y hace 7 siguió gracias a facebook.
En mi viaje de egresados conocí a Raúl, un chico de Rosario.
No pasó nada, por la educación muy represiva que recibí, aunque me hubiera gustado.
Un tiempo después me escribió, pero no me animé a seguir y nunca le contesté.
Hace 7 años, recibí un mensaje por Facebook de Raúl D.
B.
, preguntándome si yo era I.
, que vivía en la calle N 440.
Hasta de mi vieja dirección se acordaba.
Me contó que estaba casado, tenía un hijo, yo le conté de mi matrimonio y mis dos hijos.
En fin, entablamos una amistad por FB.
Le conté a mi marido, él confiaba ciegamente en mí, por lo que lo aceptó naturalmente.
Con el tiempo esa amistad se hizo más fuerte, y un año después Raúl vino a Buenos Aires un par de días solo.
Yo ya estaba de vacaciones, así que le hice esos dos días de guía turística.
Mi marido, pobre confiado, incluso encontró un hotel de pasajeros cerca de casa y una noche fuimos a cenar los tres, el iluso lo tomó realmente como una amistad inocente.
Con el tiempo fuimos intimando más, inclusive nos escribíamos varias veces por semana, también whatsapp y algunas veces hablábamos por teléfono.
Nos encontramos a escondidas algunas veces, yo le mentía a mi marido con la complicidad de M y S, mis dos cómplices en esto, hasta que en un momento decidimos ir por más.
Aprovechando que mi marido iba a viajar por trabajo, coordiné con Raúl para encontrarnos en un hotel en Escobar, el Hotel de la Flor, un Viernes a la noche mientras mi marido estaba afuera.
M, una de mis amigas, me cubrió con la mentira de ir a la casa de su hijo en Cardales.
Salí de mi sesión de terapia, mi psicóloga me apoyó en lo que estaba haciendo, y manejé hasta Escobar, aclaro que nunca me gustó manejar en ruta y menos en hora pico.
Llegué al hotel, nos encontramos y cenamos algo liviano, después fui a mi habitación a prepararme.
Me di una ducha calentita, relajante, y me perfumé con Carolina Herrera tradicional, mi favorito, que me trajo mi marido a la vuelta de uno de sus viajes.
Me puse un camisón sexy de color blanco que el cornudo me había regalado para nuestro último aniversario, sin ropa interior, y me recosté para esperar a mi amante.
Golpeó la puerta, trajo una botella de champagne para brindar, todo un detalle.
Tomamos una copa y las dejó sobre un mueble, me abrazó y me besó.
Sentí su lengua jugando con la mía, respondí a su beso.
Fue bajando por mi cuello, hombro, me bajó un bretel y suavemente me acarició una teta, después empezó a besar mi pezón, que ya se había endurecido, mientras con su mano acarició mis muslos bajo el cortísimo camisón hasta que llegó a mi concha, ya completamente mojada.
Sus dedos se deslizaron fácilmente adentro mío, me temblaron las piernas.
Se desnudó rápidamente, su verga era mucho más grande que la del cornudo.
Me sacó el camisón, se arrodilló y pasó la lengua por mi concha totalmente depilada, me senté en la cama y agarré su cabeza, hundiéndola entre mis muslos.
Su lengua me hacía gozar como loca, entonces se paró y acercó a mis labios su pija, brillante por su excitación.
Yo nunca había querido chupar una, nunca se lo acepté a mi marido, al principio no quise, pero cuando la apoyó en mis labios la besé, y por curiosidad pasé suavecito la lengua, tenía un sabor extraño pero agradable.
Él aprovechó mi boca entreabierta y suavemente empujó su pija, mientras me explicó cómo chupársela, con cuidado de no rasparsela con los dientes, usando labios y lengua.
Puso las manos detras de mi cabeza y empezó a moverme atrás y adelante, me estaba cojiendo por la boca! Mientras se la chupaba nos mirábamos a los ojos, en un momento empujó muy adentro, sentí que me ahogaba, me dieron arcadas, me saltaron lágrimas, pero me retuvo así unos segundos interminables hasta que aflojó.
La saqué de mi boca, volví a clavar mi mirada en la suya seguí chupándosela.
Repitió este jueguito varias veces, yo estaba entregada.
Entonces me recostó sobre la cama y se acomodó entre mis piernas, sentí su verga apoyada en los labios de mi concha, presionando.
Cerré los ojos, lo besé y con un movimiento de caderas me lo fui metiendo.
Sentí como se abría paso adentro mío, ensanchando mi vagina, hasta que hizo tope contra el útero, era la primera vez que me llegaban tan al fondo.
Se quedó quieto un momento para que me adaptara y después empezó a moverse lentamente, la sacaba casi totalmente y volvía a metérmela.
Con cada embestida parecía como si creciera.
Estuvo cojiéndome así un rato largo, hasta que empecé a sentir el cosquilleo del orgasmo que venía.
Abracé su cadera con mis piernas, abriéndome más, y lo atraje lo más adentro que pude, moviendo mis caderas cada vez más intensamente, hasta que en un momento empecé a gemir, casi gritaba, exploté en un orgasmo como nunca había tenido.
Mi concha se apretó sobre su verga y de repente sentí como se hinchaba y como empezó a acabar adentro mío, mi orgasmo seguía interminable, con cada bombazo me echaba más de su leche caliente, creí que me llenaba el útero.
Se quedó arriba mío, su verga todavía dura.
Esa noche no dormimos, me cojió varias veces más, hasta quedar agotados.
Después de cada cogida me hacía chuparle la pija hasta dejársela limpia y de nuevo dura, no me podía negar, era superior a mi.
Una de las veces me acabó en la boca sin avisarme y no me dejó sacarla ni escupir, me lo tragué como él quería.
No me animé a entregarle la cola y él me lo aceptó, hubiera sido mi debut anal, pero me hizo prometer que la próxima vez me iba a dejar culear.
Al otro día nos despedimos temprano, yo tenía que volver a mi casa para descansar y después preparar una buena comida para recibir al cornudo, que llegaba el Domingo a la madrugada.
No sentí ninguna culpa, ni me dio pena el cornudo, si tomé la precaución de ponerme una toalla íntima para que la leche que todavía me quedaba adentro no manchara el asiento del auto.
Lamenté la menopausia, me hubiera gustado que me embarazara, llevar un hijo suyo en mi panza y hacerle creer al boludo de mi marido que era suyo, pero llegamos tarde para eso.
El Domingo fui a buscar al cornudo al aeropuerto, volvimos a casa, estaban nuestros hijos que vinieron a almorzar.
Como siempre, me trajo algunos regalos incluyendo mi perfume.
Le di una carta que escribí el Sábado a la tarde, hablándole de nuestro amor recargado y otras mentiritas por el estilo, y cuando nos quedamos solos descansó un rato y más tarde cojimos.
Su verguita prácticamente bailaba en mi concha, pero no se dio cuenta de nada raro ni yo le dije nada respecto de su miniatura.
Ese día cometí un error que terminó siendo afortunado, cerré mal mi correo y al otro día descubrió un mail de Raúl, se enteró de todo y se calló, no abrió la boca.
Un tiempo después me confesó que sabía lo que había pasado, pero no me dijo nada por miedo a perderme.
Fue en ese momento que me di cuenta que iba a poder hacer con el cornudo lo que quisiera, que con tal de no perderme se iba a someter a mi voluntad.
Hasta aceptó compartirme con tal de no perderme, y decidí aprovechar el poder que eso me daba sobre él.
Pero eso es otra historia
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