Graciela ama con intensidad
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Su nombre es Graciela, la conocí cuando fui a una tienda a reparar el movil de mi hijo mayor. Ella me atendió, sus ojos estaban delineados de color negro, ojos café oscuro, sus tetas eran impresionantemente paradas y cuando se agachó a sacar un repuesto, pude verle la raya superior de sus deliciosas nalgas paradas, debido a su pantalón de cintura baja, ella se quedó varios segundos sacando algo y yo aproveché para darme un agasajo visual, se me hizo agua la boca, lo juro.
Entable conversación y vi que su boquita era pequeña y de labios carnosos, le dije que era muy linda y que me gustaría invitarla a tomar algo, ella me dijo que era casada, no me importa que lo seas le dije. A pesar que no logré convencerla, me dio el número de su movil. Le estuve poniendo mensajes de texto, al principio no me los contestaba, pero varios días después, conversabamos a través del celular, ella me contó que tenía un hijo de tres años, el mismo tiempo que tenía de casada. Tenía 1 año de trabajar en ese lugar.
Luego le envíe flores dos veces y chocolates en una ocasión. Yo le dije que también era casado, pero que me gustaba mucho ella. Por fin aceptó salir conmigo, pidió permiso dos horas antes de su salida, ya que su marido era muy celoso y controlaba la hora de entrada a su casa. La llevé en mi automovil a un lugar solitario con mucha naturaleza. La invité a pasarnos a la parte posterior del auto. Alli la empecé a besar, que rico besaba Graciela, su lengua era muy húmeda y delgada. Le quité la camisa que usaba para trabajar, que lindas tetas tenía, le besé el cuello y luego le fui bajando el bra y mis labios tocaron por primera vez sus enormes senos. Los mamé con devoción, los chupé por largos minutos, mientras ella gemía. Sus pezones los devoré y se erectaron como penes. Gracielita gemía y ronroneaba como gatita en mis brazos.
Saqué mi verga del pantalón y ella se la empezó a comer, ohh dulzura!, que barbara para mamar es Gracielita, parecía que tenía meses sin hacerlo, pero una mujer casada y de ese cuerpo, es poco probable. Antes que me hiciera terminar en sus labios, le dije que quería cogerla. Ella estuvo de acuerdo, se quitó el pantalón sin ningún reparo y se subió sobre mi y se ensartó mi verga en su coño sin miseria. Luego empezó a moverse como cabalgándome, mientras sus tetas se balanceban frente a mi. Las tomé con ambas manos y me puse a mamarselas de nuevo mientras ella me exprimía la verga con su raja. Graciela empezó a gemir como si tuviera mucho tiempo de haber cogido, vaya que solo un denso bosque era testigo de nuestra follada y de nuestros gemidos.
Ella levantaba los brazos, los ponía en su cabeza y seguía moviendo su pelvis y me arrancaba espasmos de placer. Yo sentía que mi verga se movía dentro de su raja que era un caldo de jugos vaginales. De pronto ambos empezamos a jadear fuerte, los dos llegamos a un rico orgasmo juntos. Casi le mordí los pezones y ella hizo su coño para delante apretándome la verga en su interior. Fue una deliciosa venida juntos. Nos vestimos y me dijo que la llevara a su casa. Unas dos esquinas antes se bajó y me agradeció el rico momento que pasamos.
Yo quedé envelesado de su forma de amar. A las dos semanas volvimos a salir, esta vez ella dijo al propietario que su hijo estaba enfermo y que necesitaba llevarlo al médico, la llevé al mismo lugar. Esta vez yo había decidido mamarle su rico culo que se cargaba. La puse en cuatro en el sillón de atrás del auto viendo hacia la ventana trasera. Le chupé la raja y me comí su culito arrugado, ella contoneaba su trasero y me pedía que le siguiera comiendo más, se vino entre quejidos y gemidos. Lamí su venida agridulce. Que clase de trasero se mandaba Gracielita, yo no quería dejar de comerle y morderle sus nalgas, pero el tiempo era contado. Me puse atrás y la penetré.
La estuve fajando por varios minutos, mi verga entraba y salía de su delicioso coño colorado. Mis manos no dejaban en paz su tetas grandes y las apretaban y pellizcaban a cada instante. La oí correrese de nuevo, yo quería terminar también con ella y aceleré mis bombeos y mientras ellas se retorcia de su orgasmo yo me vine dentro de su coño y lo llené de mi semen. Tardamos varios minutos gimiendo y respirando profundo, había sido una excelente follada. La dejé nuevamente cerca de su casa, y antes de despedirse me dijo que se sentía mojadita, ya que su braguita se había mojado de mi semen, que le había salido de su raja en el viaje de regreso.
No tenía la oportunidad de estar con Gracielita muy seguido. Pero fueron todas intensas, la tercera vez, fue ella quien en un mensaje de texto me puso que su marido se iba a reunir con sus compañeros de promoción del colegio y que no estaría casi todo el día de un sabado. Me dijo que quería estar conmigo y que no quería que fuera en el auto. Asi que me la llevé a uno de los moteles más caros, los cuales son muy cómodos.
Iniciamos con una rica 69, yo metido entre sus piernas devorándome su raja y ella tragándose todo el tronco de mi verga. Me la mamó tan rico y con tanto deseo, que hubo un momento en que no pude seguir chupándole el coño, debido a que me hacía gemir con sus deliciosas chupadas.
Primero la penetré en la posición del misionero y ella me atajó con sus piernas y estuvimos follando de lo lindo, como siempre ella pidiendome más y más y jadeando de pasión, hasta llegar a su orgasmo. Luego sin perder tiempo ella me montó y me cabalgó por un buen rato, ella tenía su mundo, se ponía a hacer gestos, levantaba los brazos, gemía, se quejaba, hablaba sola, pero ella la gozaba a su modo. Solita se llevó ella misma a otro orgasmo.
Luego de recuperarse, Gracielita sacó de su bolso un condón extra-lubricado, le pregunté para qué y me dijo que quería que se metiera en su ojito del culo y que sin condon le dolía demasiado su orto, en cambion con condon no siente dolor y la goza más. Ella se colocó acostada boca abajo en la cama, se puso una almohada debajo de su vientre para levantar más sus belicosas nalgas y abrió las piernas como invitación hacia mi. Me subí sobre ella con el condon puesto y abriendo con mis manos sus bellas nalgotas, la fui penetrando poco a poco, cada centimetro de recorrido en su recto fue agradecido con gimoteos y gritos de pasión de ella. –Asi papi, asi, cógeme bien el culo, quiero que me la metas toda!- me decía Gracielita.
La termine de ensartar por el culo y me puse a bombearle mi verga. Su culito era apretadito, pero era más excitante ver mi verga entrar entre sus dos bellas carnes que eran sus nalgas. Estuve ensartándola por unos quince minutos antes de que mi verga empezara a arrojar grandes chorros de semen, que quedaron encerrados en la bolsa plástica. Ella la gozó como siempre.
Fueron más de dos horas de sexo intenso. Yo quedé agotado como nunca, al igual que Gracielita.
Al inicio de la semana siguiente, me dejó de enviar mensajes de texto en mi movil. Esperé unos días más y me fui a verla a la tienda donde trabajaba, me indicaron que ya no trabajaba allí. Ya no he vuelto a saber de ella. Sé donde vive, pero si ella decidió romper la relación, es su derecho.
Este relato es por ti. Gracielita, la que ama con intensidad.
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