Historia de mi esposa
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ferrosillo.
Hola, mi nombre es Jandro y el de mi esposa Ali, ella tiene 42 años muy bien llevados, mide 1,65, es castaña con media melena, talla 95 de pecho y ojos oscuros. Tenemos hijos y perfectamente cabe en el concepto de milf. Como a tantos muchos nuestra vida sexual es un poco rutinaria y se limita prácticamente a una vez por semana, si acaso.
Ella trabaja en una empresa de ambulancias, y por tal motivo en algunas ocasiones hace guardias, las cuales, le son bien retribuidas, quizás demasiado bien.
Su jefe se llama Alfredo, es un señor de unos 60 años de edad, bajo, calvo y un poco tripudo, bastante desagradable y bastante putero. Su compadre se llama Juan Carlos, es uno de los conductores, tiene unos 55 años, divorciado también bajo, muy velludo y aficionado al porno en internet.
Los dos tipejos siempre han deseado a mi esposa, la miran con descaro, devorándola y desnudándola con la vista. Una vez sin que ellos se percatasen de mi presencia escuché como les gustaria follársela, lo cual, y ante mi estupor no me produjo indignación todo lo contrario, excitación al recordar lo que aquellos desgraciados comentaban de mi mujer.
Recuerdo perfectamente aquella noche. Ali tuvo que ir a trabajar al turno de guardia de 10 de la noche a 7 de la mañana. Se vistíó con ropa cómoda, un jersey de punto, sujetador de color azul con tanga a juego, y unos leggins que realzaban su trasero y piernas.
A las 0,35 horas mi esposa se encaminó al baño y pasó por delante de la oficina de su jefe, la puerta estaba entreabierta y de espaldas al ordenador se encontraba Juan Carlos. La pantalla del ordenador se reflejaba en un cristal y Ali acertó a ver una escena porno, una chica rubia preciosa era follada por dos auténticos sementales, la chica comía una de las vergas mientras la otra perforaba su coño.
Mi mujer escuchó unos leves gemidos y pudo ver como Juan Carlos con su verga en la mano se masturbaba frenéticamente, su mano subía y bajaba por aquel pollón de unos veinte centímetros, mucho más grande y gorda que el mío.
No se que pasó por la cabeza de mi esposa, no podía quitar la vista del enorme pene de su compañero de trabajo, alternativamente miraba esa verga y la película, en la cual, los dos hombres finalmente se corrían en la cara, pechos y cuerpo de la espléndida protagonista.
Ali se sintió humedecer e instintivamente deslizó una de sus manos por debajo de los leggins y del tanga, que estaba totalmente empapado, y se introdujo un par de dedos en su húmedo coño. Con gran rapidez y ansiedad buscó su clítorix y empezó a masturbarse.
Pasado un rato, unas manos poderosas atraparon desde atrás los pechos de mi esposa. Alicia dio un gran alarido e intentó zafarse de aquellas manazas. Una de las manos se deslizó por debajo del jersey y apartando la copa del sujetador, agarró uno de los pechos magreándolo a su antojo y pellizcando su pezón. La otra mano se deslizó por debajo de su tanga y un dedo muy largo y grueso se introdujo en su húmeda vagina.
Alfredo llevaba un rato viendo como Alicia se masturbaba y cuando notó que mi esposa estaba muy caliente la abordó. La manoseó todo lo que quiso, la masturbó y apoyó su paquete contra las nalgas de mi esposa.
Mira que putó tan caliente tenemos aquí Juan Carlos, te estaba espiando mientras te pajeabas viendo porno, dijo Alfredo.
Suelteme por favor dijo mi esposa mientras pataleaba con la intención de separarse de su jefe. Alfredo hizo caso omiso y apretándose con más fuerza al culo de mi esposa continuó masturbándola.
Juan Carlos con su verga colgando se acercó a mi esposa, y sin más preámbulo cogiendo la cabeza de mi mujer le estampó un beso en sus labios. Acto seguido agarró el jersey de Alicia y tirando de el se lo arrancó quedando mi mujer en leggins y sujetador delante de aquellos dos individuos.
Mi esposa intentó zafarse pero el dedo de Alfredo en el interior de su vagina, el arte con el que el viejo la masturbaba, hizo que sus defensas empezasen a desaparecer, siendo sustituidas por audibles gemidos de placer y un continuo restregar su trasero contra el bulto de Alfredo.
Los dos individuos terminaron de desnudar a mi mujer.
-Que buena estas zorra, dijo Alfredo. Durante todos estos años he tenido envidia del marica de tu marido, pero esta noche voy a vengarme de él por todas las pajas que me cascado en tu honor.
-Cuantas veces hemos soñado con follarte, contestó Juan Carlos, y ahora te tenemos aquí desnuda mientras te sobamos ese cuerpo de puta.
Alfredo abrazó a mi esposa por delante mientras Juan Carlos abrazando a mi esposa por detras empezó a apretar los pezones de Alicia con fuerza. Dos hombres, dos verdaderos machos estaban punteando el coño y el culo de mi esposa. Cuatro manos acariciaban y sobaban a su antojo su cuerpo.
Alicia, ya totalmente entregada a ellos, muy excitada por los insultos empezó a pajear a Alfredo y Juan Carlos.
– Puta arrodillate y quitame el boxer, dijo Alfredo.
-Todas las casadas sois unas zorras que necesitais una buena racion de polla, gritó Alfredo. Trágatela hasta los huevos puta le ordeno a Alicia.
Mi esposa, con una mano descapulló el pene de su jefe mientras que con la otra acariciaba sus enormes testículos, para finalmente introducirse aquella verga en su boca.
– Que suerte tiene tu marido, así se la chupas pedazo de puta, dijo Juan Carlos meneándosela viendo la escena. Zorra asquerosa, cuantas pajas me he cascado pensando que te follaba por todos tus agujeros, y ahora estás de rodillas mamando la polla de tu jefe.
Juan Carlos se pusó delante de mi esposa y cogiéndola de la cabeza la obligó a mamar su verga.
Alicia de forma alternativa masturbaba y comía la polla de aquellos dos machos, mientras ellos se reían de ella, de lo recatada y modosita que parecía, de la suerte que yo tenía, y de lo cornudo y cabrón que me iban a hacer aquella noche.
Transcurrido un buen rato, Alfredo y Juan Carlos llevaron en volandas a mi esposa hasta un sofá. Alfredo se sentó, separó las nalgas de mi mujer y untando sus dedos con los propios flujos que destilaba el coño de mi esposa, los fue introduciendo en el ano de Alicia. Mi esposa dió un alarido de dolor pero los dedos perforaron su culo dilatándolo hasta que Alfredo cogiéndola de sus hombros la hizo sentarse sobre él clavando su verga en su dilatado ano.
Juan Carlos por su parte, separando las piernas de mi esposa, la penetró de un solo golpe.
Los dos machos durante mas de un cuarto de hora montaron a mi esposa. Alicia gemía y jadeaba por el placer que su jefe y compinche le estaban proporcionando.
-Suplica que te follemos dijo Alfredo.
-Follarme cabrones, dadme el gusto que mi marido no es capaz de proporcionarme, dijo Alicia.
-Nuestras vergas son más grandes y duras que las del hijo puta de mi marido, ¿verdad putita?, dijo Juan Carlos.
-Si darme más duro, nunca he sentido algo así, darme todo el placer que el cornudo de mi esposo no sabe darme
No se cuantas veces llegó a correrse mi esposa, pero Alfredo y Juan Carlos entre rugidos y exhabruptos se corrieron dentro de Alicia. Cuando los dos machos descabalgaron a mi esposa chorros de semén corrieron por el coño y culo de mi mujer.
– Con un poco de suerte se la vamos a devolver preñada al cornudo de su maridito dijo Alfredo.
Aquella noche Alfredo y Juan Carlos se follaron a mi mujer todas las veces que quisieron, intercambiaron de posiciones de forma reiterada, se corrieron dentro y fuera de ella mientras Alicia orgasmaba una y otra vez.
Todo esto me lo contaron Alfredo y Juan Carlos. Lejos de pegarles un par de h…, me excité mucho, simplemente negué todo, dije que era imposible.
A los pocos días recibí un video en mi correo electrónico, lo abrí y os podeis imaginar lo que en el aparecía. No es el único que he recibido.
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