Infidelidad I: Mi puta personal
Una serie de relatos sobre mi vida infiel..
Esta es una serie de historias en las que me he visto envuelto a lo largo de mi vida, principalmente mi vida de casado, y es que para bien o para mal, he tenido varias aventuras, cada una de ellas con cosas muy ricas y dignas de contar. Todas las historias son reales, aderezadas con un poco de fantasía, pero en un 99% todo pasó.
Empiezo con la primer infidelidad, incluso antes de casarme empezó esta historia de pasión, con Lore, la secre de mi trabajo, yo estaba a mitad de los 20´s y ella ya casi terminando sus 40´s. Ella era una mujer ya madura, gordita pero con buenas nalgas y unas tetas que con cierta ropa resaltaban muy bien.
Realmente no recuerdo como fue que empezamos a tener conversaciones sexosas, pero a veces nos conectábamos en la noche al chat para platicar, sobre fantasías que teníamos ambos y esas cosas, ella decía que tenía más de 10 años sin sexo, ya que era mamá soltera, y yo le decía que yo quería ser el bueno para estrenarla de nuevo, y ella se reía pero me decía que no creía que un joven como yo quisiera con una señora como ella, además así de gordita, luego a los pocos meses me casé, y me decía que no podría hacer algo así, si ya era un hombre casado, durante varios meses se resistió aunque era evidente las ganas que tenía de que la hiciera mía. Seguido me hablaba en doble sentido, o se me repegaba cuando tenía oportunidad. Seguíamos con las conversaciones calientes, hasta que un día cayó.
Fue un día que estábamos trabajando y me empezó a escribir al chat:
No sabes lo caliente que estoy, toda la noche estuve pensando en coger, y sobre todo, coger contigo – Me dijo
Pues sabes que soy materia dispuesta, pero no quieres – le dije
Yo por mi ahorita te dejo que me hagas lo que quieras – me respondió
Pues a la hora de la comida vámonos a un motel – le propuse (la verdad lo dije pensando que diría que no)
Si nos dará tiempo? – me preguntó. Yo no lo podía creer, mi excitación aumentaba también cada minuto.
Sí, conozco uno no tan lejos, en serían como 20 min de ida y vuelta, nos quedan 40 para desquitarnos – Le dije
Órale, a las 2 en punto nos vamos, ya no aguanto más – me dijo.
Estuvimos por un buen rato en el chat diciendo lo que nos haríamos, cuando se llegó al hora, salimos volando y nos fuimos directo al motel. En cuanto entramos en el cuarto, lo primero que me dijo fue “sacatela que quiero mamartela”. Yo enseguida le hice caso y me acosté ella se fue directo a chuparla, y estuvo así unos minutos, sentía su aliento caliente en mi pene y sentía como hasta temblaba de la excitación. Luego se sacó las tetas y las frotaba en mi verga. Yo estaba extasiado, cuando sentí que me podía venir, le pedí que parara, la desvestí y la empecé a manosear por todas partes, le lamía las tetas mientras metía mis dedos en su vagina empapada. Me encantaba ver su panocha peluda, toda mojada con sus jugos. Me pidió que me pusiera condón, yo le hice caso aunque quería cogerla a pelo. Me lo puse y entré en ella, estuve bombeando un rato cuando me dijo “quiero que me des por atrás”, yo estaba encantado, con las parejas sexuales que había tenido había intentado probar el anal y ninguna accedió, el hecho que ella hasta me lo pidiera me calentó más. Mi verga estaba tan mojada de sus jugos y el lubricante del condón, que no me costó trabajo metérsela por el culo. Era delicioso ver sus nalgotas moverse mientras la embestía. Ella gemía como en las porno (nunca me había tocado una que gimiera tanto), yo resistía aunque sentía ya casi ganas de terminar, la saqué y se la iba a meter en la vagina otra vez, cuando me dijo que si la iba a meter otra vez ahí me quitara ese condón. Me lo quité pero no tenía otro, le pedí que me dejara meterlo así, me dijo que solo no terminara dentro, y sí entré en ella y sentir el interior de su vagina cálido y mojado me causó tanto placer que a las pocas embestidas no resistí más y me salí para llenar sus nalgas y piernas de una explosión de semen. Fue una delicia, con en una sola vez había hecho más que con todas mis otras parejas, nunca había podido probar el anal, muy poco oral, y tampoco me había animado nunca a venirme encima de nadie. De ahí surgió una relación basada en puro placer.
De ahí tuvimos algunos encuentros rápidos en horas de comida, o ratos que nos dejaban a solas en la oficina. Recuerdo mucho una ocasión que había que ir en sábado a la oficina y yo me ofrecí a ir, y ella igual para “ayudarme” en lo que se necesitara. Solo fuimos nosotros dos, y me dijo “vamos a apurarnos porque te tengo un regalito”. Nos apuramos y en unas pocas horas ya habíamos terminado, me dijo que fuéramos a la sala de juntas que estaba al fondo, empezó a caminar y yo fui tras ella, y mientras caminaba se levantó la falda, dejándome ver sus nalgotas en una tanga negra de encaje. Hasta ese momento me había tocado que usara puras panties normales de señora, no le prestaba tanta tención porque se los quitaba enseguida, pero en ese momento me prendió tanto. Llegamos a la sala de juntas y le dije que me encantaba mi regalo, y me dijo que ese no era todo el regalo. Yo estaba prendidísimo, ya quería metérsela pero ella siempre me pedía mamarla un rato antes de metérsela. La dejé que se diera gusto un rato, yo estaba de pie recargado en la mesa de la sala de juntas, ella en cuclillas mamandomela, la levanté la giré le levanté la falda y le hice la tanga a un lado y se la empecé a meter. Ya habíamos agarrado la costumbre de coger sin condón pero tenía que venirme fuera. Aunque ya estaba cerca de los 50s, decía que aún había riesgo de embarazo y prefería evitarlo, yo le daba gusto, sobre todo porque me encantaba llenarle las nalgas, las tetas y sobre todo, la panocha peluda de semen. Ese día mientras la embestía me dijo “te puedes venir dentro de mi”. Eso me calentó muchísimo, ya que ni con mi esposa había podido hacerlo, ya que no queríamos tener hijos aún y tampoco quería tomar pastillas o cosas así. Solo recuerdo que pregunté “segura?”, cuando empezó a decir, si, ya estaba vaciándome dentro de ella, recuerdo que no dejaba de tener arcadas mi verga mientras sacaba y sacaba leche. Por miedo que fuera a llegar nuestro jefe no nos echamos otro, pero ganas no me faltaban. Por ese día habíamos decidido dejarlo, después ya me contó que fue a ponerse el implante así que ya podía ahora si terminar donde yo quisiera…
Empezamos a buscar cualquier espacio para coger, el periodo más intenso fue una vez que se fueron todos a un proyecto y solo nos quedamos el ayudante general, ella y yo. Fueron como 3 meses, en los que buscábamos cualquier excusa para sacar al ayudante de la oficina, lo mandábamos a entregar mercancías o cosas así y le decía que si quería ya no regresara, obvio él encantado y nosotros más, nos dejaba la oficina para nosotros solos. Y así probé con ella de todo, por ejemplo, me daba beso negro mientras me la mamaba. Eso me dejaba tan sensible que a veces no aguantaba ni dos minutos cogiéndola, pero a ella le encantaba hacerme terminar rápido, trabajábamos otro rato y otra vez volvíamos a coger. Cuando estaba en sus días aprovechábamos y hacíamos otras cosas como darle por el culo, o me la mamaba hasta que terminaba en boca, o me dejaba hacerme rusas igual hasta llenarle las tetas o la cara de leche. Me complacía prácticamente en todo lo que le pedía, y le encantaba que le dijera que era mi puta personal, eso la prendía más. Lo único que nunca aceptó fue que hiciéramos un trío, yo quería ver sus nalgotas montando otra verga, o verla haciendo lesbianadas, pero nunca quiso ninguna de las dos, ni modo, supongo que todos tenemos un límite.
Después me cambié de trabajo, ya era más esporádico, pero buscábamos la forma de vernos de vez en cuando. Después me cambié de ciudad y ya fue cada vez más difícil. De lo último que pudimos hacer, una vez fue a la ciudad donde vivía, nos vimos y pasamos una noche juntos, llevó todas sus tangas y cacheteros que se había comprado a lo largo del tiempo que estuvimos cogiendo y me los modeló todos, cogimos varias veces en la noche, incluso recuerdo que nos dormimos y ya en la madrugada desperté porque ya me la estaba mamando otra vez, volvimos a coger y después la lleve a tomar su transporte de regreso.
De ahí nos hemos visto un pocas veces más, siempre para coger, después de más de 10 años de que todo empezó, aún me calienta la idea de, cuando se puede, cogerme a mi puta personal…
Espectacular historia