Infidelidad II: El reencuentro
Una serie de las aventuras que he tenido a lo largo de mi vida..
En esta segunda entrega de la serie, voy a contar la historia del reencuentro con una exnovia, que cuando estuvimos juntos no aprovechamos, y después, cuando en teoría no podíamos, lo hicimos.
Como dije en mi relato anterior, tuve que moverme de ciudad por cuestión de trabajo, pero dio la casualidad que llegué a la ciudad donde vivía una exnovia, Fernanda. Habíamos tenido un noviazgo muy corto, unos 3 meses. Ni siquiera llegamos a tener sexo, solo unos besos y fajes, pero nada más. Después cortamos, pero seguimos siendo amigos, luego se casó, se fue a otra ciudad y tuvo un hijo. Lo supe porque estuvimos en contacto por redes sociales por varios años.
Después cuando supe que me iba a la misma ciudad donde ella vivía, le comenté y quedamos de vernos para platicar. Y así fue, cuando me moví, inicialmente me fui unos 8 meses a vivir yo solo a un departamento, así que vivía como soltero, podía moverme libremente.
En cuanto llegué nos vimos a los pocos días en una cafetería, platicamos un rato y cuando nos fuimos, la acompañé a su carro y me despedí de ella dándole un beso en la boca, ella no hizo nada, solo se subió a su carro y se fue. Después me dijo que se había puesto nerviosa de que alguien nos hubiera visto. Cuando le dije que nos viéramos otra vez, me dijo que si quería pero le daba miedo que nos viera alguien de la familia o amigos de su esposo, ya que todos vivían por ahí. Yo le dije que la solución era fácil, que nos viéramos en mi depa, que dijera que quería cenar y lo llevaba, primero me dijo que no, que como creía, pero después a los pocos días aceptó, así que nos volvimos a ver.
Esa vez ya en el departamento, hubo más confianza, más acercamiento. Empezamos a platicar de nuestros matrimonios, que no iba tan bien la cosa, problemas, poco sexo. En su caso, me contó que el esposo no buscaba más que su propia satisfacción, no la excitaba, ni mucho menos la hacía tener orgasmos, solo, cuando andaba caliente, le volteaba y se la cogía, sin besos, sin caricias, sin palabras de amor. Obvio le dije lo tonto y patán que era su esposo, que ella era una mujer atractiva y que cualquiera quisiera estar con ella, empecé a endulzarle el oído, y terminamos besándonos. Empezamos con besos normales hasta que fueron subiendo de tono, empezamos a acariciarnos pero de repente se levantó y dijo que tenía que irse. Y se salió. Pensé que ahí quedaría todo, pero un día me dijo que me había cocinado un postre, que si me lo podía llevar, le dije que sí, que estaba en el depa, y al poco rato llegó, traía puesto un vestido muy lindo, enseguida mi mente voló, la dejé que pusiera el postre en la mesa y enseguida me le fui encima a besos. Sabía que era de lo que adolecía, así que se lo di, empecé a acariciarla, besarla en la boca, el cuello, a chuparle las orejas. Solo me dijo “por qué me haces esto?” y ya se rindió por completo. La conduje a la recamar, la acosté y empecé a acariciar sus piernas, y poco a poco fui subiendo, metiendo mis manos por debajo del vestido, todavía hizo un pequeño amago de resistir, pero en cuanto sintió mis manos acariciando su cintura, y bajando a su entrepierna y de regreso, ya no pudo resistir, me abrazó, me jaló a ella y seguimos besándonos, yo quedé encima de ella y empecé a repegarle todo, y cada que frotaba mi pene en ella, ella solo gemía. Después de unos minutos así, me preguntó si no quería entrar, a lo que respondí que claro que sí quería.
Me quité la ropa, y quise quitarle el vestido pero no quiso, dijo que no quería que la viera completamente desnuda, que le daba pena, solo se quito las panties y se levantó el vestido lo necesario para dejarme ver su vagina con una fina hilera de vello. Enseguida me subí en ella, y entré como un cuchillo en mantequilla, estaba empapada, mientras la embestía, le besaba el cuello, pegado a él como si fuera una sanguijuela, me había dicho que eso la calentaba. En efecto se notó que tenía muchos años de represión sexual, porque tuvo un orgasmo casi enseguida, y a los pocos minutos otro. Cada que lo tenía, me abrazaba con sus piernas y me atraía hacia ella mientras con la pelvis me apretaba. Sentía sus espasmos, era delicioso, me pidió que me detuviera mientras ella terminaba de tener el orgasmo, después me pedía que siguiera. Después del segundo orgasmo me pidió que me viniera, yo estaba tan excitado que no tarde mucho en también venirme, fue un orgasmo muy rico. Y así nos quedamos entrelazados un buen rato, hasta que repente me dijo:
Siento un chorro, no te pusiste condón? – me preguntó
No, pensé que lo habías notado, no hay problema, o sí? – le respondí
Pues aunque hubiera, ya qué? Ya lo hiciste – me dijo y nos empezamos a reír.
Después de un rato estar en cama platicando, se fue y quedamos en repetirlo. Después de eso nos veíamos una o dos veces al mes. Las demás veces ya me pedía siempre usar condón, yo lo hacía para tenerla tranquila, pero no me gustaba tanto. La verdad es que el sexo era bastante normal, como el que tenía con mi esposa, siempre de misionero, no le gustaba de perrito o de cucharita porque eran las posiciones habituales del esposo, además que siempre se quitaba solo lo de abajo, y se tapaba arriba por pena.
Una vez decidí intentar algo diferente, cuando empezamos la acción la empecé a calentar, la volteé y le metí las manos debajo de la blusa, le empecé a acariciar la espalda, eso le gustaba, se la levanté y le empecé a besar la espalda, primero se resistió un poco pero fue cediendo y cuando menos se dio cuenta se la quité, quiso quitarse pero no la dejé, seguí besándola, lamiendola toda, acariciándola, empecé a acariciar al mismo tiempo sus nalgas, y poco a poco empecé a meter mi mano en su entrepierna y a masajearla, gemía muy delicadamente, cada vez se sentía más y más húmeda. Me pedía que ya me pusiera el condón, y yo le decía que no, le quité el bra, y la volteé, empecé a lamer y morder suavemente sus pezones, ya se dejaba hacer lo que quisiera, seguía masajeando su clítoris y toda su entrepierna, después bajé poco a poco hasta poner mi boca en su vagina, empecé a hacerle oral y ella se retorcía como gusano, me decía que ya me ponga el condón, y yo le decía que no. Hasta que me dijo:
Ya metemelo por favor – me dijo jadeando
Espera, déjame ir a buscar un condón – le respondí haciendo como que me iba
No te vayas, así metemelo, ya quiero sentirlo, quiero que me des fuerte y rápido – me decía
Yo regresé enseguida, la abrí de piernas, y entré de un solo golpe, me puse sus piernas en mis hombros y la empecé a embestir. Me pedía que le diera más, así de fuerte, yo le daba más. Después me salí, me acosté y le dije que se subiera, ella se subió y empezó a montarme como desesperada, hasta se le salía a veces del frenesí que tenía, y después me sorprendió cuando se paró, se puso a un lado de la cama y se empinó y me dijo “cógeme así” yo me puse atrás de ella, y me la empecé a coger de perrito, ella gemía y me decía que la nalgueara, yo le daba nalgadas y ella me decía que más fuerte, y yo le obedecía. Después me dijo:
Quiero sentir como me llenas de tu semen
Yo la volteé, la acosté en la cama, la hice que me abrazara con sus piernas mientras la agarraba de la cintura y la embestía, ella apretaba cada vez más hasta que me hizo venirme, me vine como tenía mucho que no lo hacía. Nos dormimos un buen rato, y después se fue, ambos muy satisfechos.
Después de eso el sexo mejoró, hacíamos más posiciones, la logré convencer que usara algunos conjuntos con liguero y tanga, pero como todo lo bueno, tarde o temprano termina.
Una vez que estábamos cogiendo, cuando estaba por terminar, se me ocurrió salirme y venirme encima de ella, enseguida reaccionó muy mal y me dijo.
Que te pasa, por qué haces eso?
Perdón, se me antojó, pensé que no te molestaría – le dije algo apenado
Y por qué pensaste eso? Yo no soy las putas con las que seguro estás acostumbrado a tratar – me respondió
Ya no te enojes, disculpa, no vuelve a pasar – le decía intentando calmarla
Eres un cerdo igual que mi esposo y que todos los hombres – me dijo. Se paró, se fue al baño a limpiar, se vistió y se fue.
Después de eso nos distanciamos un tiempo, nos llegamos a escribir, pero solo saludos y ya. Después ya pudimos hablar y parecía que retomaríamos la relación, pero no, algo se rompió, además que ya no vivía solo, pues mi esposa ya se había ido conmigo, eso disminuía las posibilidades de vernos, y las pocas veces que nos volvimos a ver, después de tener sexo algo detonaba una pelea, cualquier cosa, una vez me reclamó que nunca le llevaba nada, ni una flor, que solo me interesaba para coger. Otra se enojó porque mientras la cogía de perrito, le quise meter el dedo en el culo, me volvió a decir que era como su esposo, que los hombres éramos unos cerdos, y yo igual me cansé de reproches y reproches, y decidimos dejar la relación.
Fueron buenos meses, durante un tiempo, tuvimos lo que necesitábamos, pero eso se había terminado, ahora a veces nos saludamos para ver como estamos, pero nadie menciona nada de sexo, así es mejor para todos, al final de cuentas, lo nuestro no podía pasar solo de una aventura.
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