Infidelidad no planificada II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Sandra tomo la mano de mi esposo y se dirigió hacia su habitación, no sin antes decirme que ya yo había tenido lo mío y que ahora le tocaba el turno a ella. Y que podía pasar la noche con Alberto y que si la curiosidad nos lo permitía podíamos repetir el encuentro de la cocina. Debo confesar que sentí algo de celos al ver como mi esposo se alejaba de la mano de mi mejor amiga, consciente de lo que iba a suceder, quede muda por unos instantes, hasta que Alberto llegó por detrás de mi colocando su mano suavemente en mi cadera.
Empezó a acariciarme, pero mi mente estaba en lo que iba a suceder entre mi esposo y Sandra, Alberto ya comenzaba a subir mi vestido cuando le detuve, para invitarle a observar lo que hacían Sandra y mi esposo, Alberto no sentía lo mismo que yo, no tenía interés en otra cosa que no fuese perforarme las entrañas nuevamente, resistió todo lo que pudo y tuve que ponerle mala cara para que dejase de toquetearme y masajear mis tetas, yo solo quería satisfacer la curiosidad morbosa de ver a mi esposo con mi mejor amiga.
Saque a rastras a Alberto de la habitación a fin de asomarnos por la ventana de la habitación donde estaba Sandra, tuvimos que subir al techo de su camioneta para poder alcanzarla con algo de comodidad, al asomarnos pudimos percatarnos que hacía muy poco habían comenzado, apenas se habían desnudado y estaban en la fase de los besos y las caricias, Sandra llevaba la iniciativa, acariciaba el miembro de Juan, con bastante habilidad, este lo disfrutaba bastante mientras se deleitaba con sus jugos vaginales, los que extraía a borbotones usando sus dos dedos, Sandra es de senos grandes, aunque un poco más pequeños que los míos, es copa c y yo soy d, pero ambas somos 36, a Juan no parecía importarle en lo más mínimo ese detalle, estaba entretenido por completo con la raja de Sandra, ella disfrutaba del juego a la vez que devoraba por completo la verga de mi marido, le daban arcadas de lo profundo que se la metía, chupaba sus bolas con la lujuria de una experta apretando su vulva contra la cara de Juan asfixiándolo de placer, era un encuentro carnal que superaba con creces el mío con Alberto, este sin importarle que estábamos en un estacionamiento estaba de cuclillas entre mis piernas saboreando mi frustrada vagina que a pesar de todo estaba húmeda frente al espectáculo.
Dejé que Alberto se entretuviera con mi chocha, pero mi verdadero interés era ver a Juan con Sandra, ella se puso en cuatro patas frente a Juan para mostrarle lo que se iba a comer, este sin perder tiempo le cascó la verga hasta las bolas, arrancando un largo grito de placer en Sandra, esta serpenteaba con sus caderas al ritmo de su hombre, no parecía creer la cogida que le estaban dando, Juan golpeaba con fuerza las nalgas de Sandra en cada embestida, ella aceptaba complacida el golpe de aquel macho que hoy arrancaba sangre y sudor de todos los rincones de su cuerpo, tomo sus caderas y de un envión le volteó sobre la cama sin sacarle la tranca de su vagina, ese movimiento hizo que Sandra no pudiese salir aún de su asombro cuando ya le subían sus piernas por encima de los hombros para meterle la verga hasta lo más recóndito de sus entrañas, se arqueó en la cama con la embestida de Juan, este sujetaba sus hombros para que no se pudiera zafar de su tranca.
Con cada embestida Sandra gemía como potra adormecida, y entre murmullos y gemidos balbuceaba que quería mas, Juan tomó su palabra y se dejo caer en la cama indicándole, que se subiese encima, ella accedió de inmediato encascándose la verga de mi marido que para ese momento estaba como a reventar, estaba hinchada y su glande inmenso y rojo destilaba aun parte de los fluidos de Sandra, se le sentó bruscamente encima y comenzó a cabalgarse la verga con dolor y placer, la verga de Juan estaba proporcionalmente del doble del grueso de la de Alberto, y parecía que Sandra ya lo estaba resintiendo. Se dejaba caer con todo su peso sobre la verga de mi marido, y su cara notaba el dolor del desgarre de sus entrañas, Juan se sentó y aún con ella cascada, se levantó para cogérsela de pié, sujetaba sus piernas por debajo de sus rodillas sin dejar campo para resistirse a la entrada del pene de Juan, este aprovechó de darle unas lengüetadas salvajes en la boca que Sandra sin alternativa posible aceptaba aferrada con ambas manos al cuello de Juan.
Llevaban más de 40 minutos tirando, parecía que el observarme tirando con Alberto había sobrecargado las energías sexuales a Juan, y estaba desquitándose con Sandra. Mi amiga ya contaba con más de tres orgasmos y un sinfín de espasmos y convulsiones que no se cómo catalogar, Alberto no había eyaculado ni una vez a menos que lo hiciese dentro de Sandra, lo cual dudo ya que suele ser un poco escandaloso con sus orgasmos.
Bajaron un poco el ritmo aunque sin dejar de follar, Sandra sonreía en lo que parecía una conversación intima, no podía escuchar claramente ya que la ventana estaba cerrada y teníamos video pero no audio. Alberto seguía jugando con sus dedos dentro de mi vulva, chupándola de vez en cuando, aunque ya ni sentía lo que me estaba haciendo, me mantenía completamente concentrada en el polvo que estaba observando. Siguieron así como 5 minutos más cuando Sandra se incorporó y buscó un tarrito de crema para bebes, se untó una buena dosis en el culo y ya está, Juan le calzó la verga en el culo, ¡!! Me quería morir!! No sé si por la envidia, celos, o no sé qué, pero me daba mucha rabia que Sandra le diera el culo a Juan, este tenía una cara de felicidad que ni les cuento, el ir y venir dentro del culo de Sandra estaba llenado su ego hasta donde nunca lo logré yo.
Luego de varias posiciones más alternando penetraciones por su vagina y por detrás, Sandra sacó la verga del culo y la dirigió sin inmutarse a su boca para degluir completamente la descarga de leche que por allí salía, deduzco que era mucho a juzgar por la cantidad de convulsiones de Juan y lo desorbitado de los ojos de Sandra sorprendida en su inocencia una vez más, la vi tragar como 4 o cinco veces. Estaba indignada, no sabía qué hacer, bajé de la ventana y allí estaba Alberto con su verga erecta en la mano esperando a ser atendido.
En ese momento no quería realmente nada con él, pero la indignación y los celos me colmaban y opté por darle una mamada allí casi al amanecer, y en pleno estacionamiento, acabó en mi boca y a propósito deje las trazas en mi cara y en el cuello, así mismo llegué al cuarto donde Alberto se disponía a ir a la cama, quería que me viera y que supiera que a mí me habían acabado en la cara dos veces en esa misma noche, pero tiempo perdido, ni notó lo que le mostraba, solo se volteó un poco para dar las buenas noches y se echó a dormir
Esa noche me sentí frustrada, pero al día siguiente y después de conversar largamente con Juan, entendí y comprendí que solo se trataba de sexo y que su verdadera pareja soy yo. Ahora nos identificamos muchísimo mejor y dejé por completo de pensar en otros hombres.
Ahora cuando queremos desahogar nuestro desenfreno sexual, acudimos a Sandra y Alberto quienes están siempre dispuestos a pasar un buen rato de pasión, sexo y lujuria.
Excelente relato muy entretenidas las dos parted y el final lo mejor. Vale