Inicio con bajón, cierre grato y placentero.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
E1: Se averió nuestro televisor y hubo que llevarlo al servicio de reparación.
E2: Me gusta ver futbol.
Puesto que el equipo de Boca Junior, jugaba en su cancha, la semifinal de la Copa Libertadores, aceptamos, mi esposa y yo, la invitación de nuestros vecinos, Soledad y Diego, para ver el partido por TV, es su casa.
E3: Boca, jugaba muy mal e iba perdiendo peor.
El clima en el living, se volvió denso.
Daniela, mi esposa, aburrida y con sueño, insistió que yo me quedara y se volvió a nuestra casa.
E4: Un increíble error del arquero de Boca, posibilitó el tercer gol del rival y, en Diego, una intensa crisis nerviosa (es hincha fanático.
Nunca imaginé que existiese una pasión tan desmedida, por un club de futbol).
Soledad salió con él del living.
Cuando regresó, sola, comentó que le había suministrado al marido una fuerte dosis de ansiolíticos y se sentó a mi izquierda en el sofá, como para acompañarme hasta la finalización del partido.
Abro paréntesis: Soledad es una mujer grande (más de 55, poco menos de 60), aun agradable a la vista.
Rasgos faciales armónicos, ojos celestes oscuros, piel cuidada, cabello largo rubio teñido.
Alta, delgada y de figura proporcionada, esto es tetas, caderas y culo en su justa medida.
Yo, Juan, mañana cumplo 60 y mantengo un cuerpo razonable y libido elevada Cierro paréntesis.
Un par de veces, al voltear la cabeza hacia ella, la sorprendí con sus ojos fijos en mí, en lugar de la pantalla.
“Esta nube trae agua” pensé.
-¿Otro cafecito o algo fresco?- murmuró sonriendo, la tercera vez.
-Mejor algo fresco-
Fue a la cocina y volvió con dos latas y dos vasos.
-Diego duerme y no va despertar hasta mañana, creo ¿Te gusta el jugo de manzana?-
-Claro que si y, éste de manzanas verdes, es el mejor.
–
Sirvió los dos vasos, me dio uno y, sonriente y sugerente, propuso un brindis.
Decidí tantear el terreno:
-Nena, con tu marido planchado y mi mujer dormida, vos traes el fruto prohibido, aunque sea en jugo, sigue siendo el fruto del pecado.
–
Se rió y con la mirada fija en mí:
-No, estás equivocado, es de manzana común del valle de Río Negro –
-¡A bueno! Si querés, el sabor a pecado, se lo agregamos nosotros.
–
-Juannnn ¿No somos grandes para ….
eso? –
-No somos pibes, pero vos estás muy linda …-
– Mentira, soy casada, vieja, triste y aburrida –
– Los dos tenemos ganas de conocernos … mejor –
Le acaricié la mejilla, el cuello, acerqué la cabeza y di un beso en la boca, ni amagó negármela.
-Vení, abrazame – le acaricié la espalda y, luego, la teta derecha.
-¡Pará es de locos!! –
Mantuve el abrazo y el manoseo:
-¿Querés que paremos acá? –
– ¡No! Pero por favor, no hables más, vení vamos a otro cuarto.
– Se levantó y, tomados de las manos, fuimos al segundo dormitorio de la casa, bastante alejado del principal.
Atrás quedó la voz del relator de futbol.
Cerró la puerta, nos sentamos en la cama y nos “trenzamos” en un boca a boca fervoroso.
Mi mano, inició una incursión en la parte interna de sus piernas y, no demoró en alcanzar la concha.
La sentí en estado avanzado de humedad.
Los besos se convirtieron en porfía de lenguas y manoseos indecentes.
Cuando la temperatura había subido más allá de lo “aguantable” acometí, con delicadeza, la tarea de desnudarla, quitada la remera sólo el corpiño le “defendía” las tetas de tamaño apropiado.
Me deshice de él y me entretuve un buen tiempo, chupando y lamiendo ambos pezones.
Ahí comenzó exteriorizar su disfrute:
-¡Siii, ….
¡Mmmmm!-
La acosté, quité la pollera y la bombacha.
Me paré para desvestirme, ella aprovechó para abrir la cama y cubrirse con la sábana.
-Me da vergüenza que me veas- se justificó.
Me deslicé a su lado, le dí un nuevo beso en la boca que devolvió con vehemencia.
Reanudé las caricias en los pechos, la barriga, las piernas que ya había doblado en V y abierto a más no poder.
Gimiendo, manoteó mi verga templada y murmuró:
-¡Que buena que está ….
para chuparla!-
-¡Nada de eso hoy, otra vez será, quiero entrarte ya – y fui subiendo encima de ella.
Le presenté mi miembro a la entrada de su cueva:
-Aflojate y mirame, Sole mientras te voy entrado ….
Estás hermosa –
Dilató las pupilas y se estremeció al percibir la cabeza ingresando.
Movió, hacia mí su pelvis e hizo que la penetrara por completo:
-¡Ahhhhh ….
Grandiosoooo! –
Ahí empecé el entra y sale, a cogerla despacio.
Unas pocas embestidas, me descontrolé y aceleré el pistoneo.
Sole empezó a gritar:
-¡seguí, seguí ….
no pares por favor! ….
¡Hacémela sentir toditaaa! –
Le tapé la boca con una mano.
Por “si las moscas”, el marido hizo un despiole de aquellos por un gol, cuál sería su reacción al encontrarnos hechos un amasijo de carnes.
Sole se calló, salvo gemidos, suspiros y exclamaciones susurradas.
De pronto fue presa de agitación, de una convulsión intensa e involuntaria de los músculos del cuerpo :
-¡Ahhhhhhhhhhh ….
Diossss míoooooooo.
Me hiciste acabarrrr- en voz alta y ronca de goce.
Fue mi turno de soltar semen, con profusión, en su concha.
Acabé a los gruñidos de placer.
Me dejé caer a su lado.
Volteó el cuerpo y comenzó a besarme y acariciarme el torso, sin parar
-¡Gracias, Juancito! Hace siglos que no experimentaba un orgasmo.
Fue hermoso-
Le respondí:
-Gracias a vos, Bambón, me encantó cogerte-
Tuve la sensación que mi miembro pretendía empinarse de nuevo.
Fueron sólo ganas e ilusión, a mi edad la recuperación es lenta.
Además la prudencia indicaba que no podía demorar más mi regreso a casa, so pena de no poder justificar la tardanza.
Me vestí, ella se cubrió con una bata y nos despedimos con un beso y la promesa de réplica:
-¡Gracias de nuevo, Juancito.
No te pierdas, ehhhh!-
-Para nada, tenemos muchas asignaturas pendientes – le dí una última palmada en los glúteos y me fui.
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