Intercambio, cuernos y bisexualidad. V parte y final.
Se puede decir que tras ese fin de semana aparte de cornudos somos maricas. .
Isabel, mi esposa y yo nos quedamos en la terraza de esa casa de campo mientras veíamos a Javier y a Irene marcharse para su dormitorio cogidos de la mano. En esa escena, a priori nada extraña, de no ser porque Irene, llevaba cogido de la otra mano uno de los arneses que habíamos recibido de la tienda, y que habían sido usados hace escasos minutos en la fiesta que montamos en ese patio. En dicha fiesta mi mujer había sido convenientemente penetrada por Irene, la esposa de mi amigo, y Javier y yo habíamos cruzado otra vez la línea de la bisexualidad para deleite de nuestras respectivas mujeres.
Isabel y yo seguíamos desnudos y disfrutábamos del sol de la tarde sentados juntos en aquel sofá. Mi esposa de repente se subió sobre mí abriéndose de piernas y se sentó sobre mis muslos. Me di cuenta enseguida de lo duros y gordos que tenía sus pezones, lo cual denotaba la incipiente calentura que tenía. Me miró a los ojos y me sonrió diciéndome: “Cariño hace un momento que tu amigo Javier me ha estado follando la boca, y tengo que confesarte que me ha encantado”, me dijo Isabel. Yo la miraba excitado y me acerqué a su cara. Nuestros alientos comenzaron a mezclarse y comencé a comerle la boca a mi esposa. Pronto comencé a notar el sabor salino del líquido preseminal que Javier había dejado impregnado en la boca de Isabel.
Mi esposa sabía el morbo que me daba sentirme un cornudo y me abría la boquita para que yo metiera mi lengua en ella. Isabel apretaba sus muslos contra mi cuerpo y no paraba de decirme: “Así amorcito, sigue, límpiame la boquita, mira como me la ha dejado tu amigo Javier, límpiamela, yo sé que te gusta que me sepa la boquita a polla de otro hombre.” La verdad era esa, me encantaba saber y sentir el aroma íntimo de otro hombre en la boca de mi mujer.
En esos momentos yo ya estaba totalmente empalmado. Mi esposa se separó de mí y se puso de pie cogiéndome de la mano para levantarme del sofá. Me abrazó y pegó su cuerpo al mío. Notaba sus duros pezones clavándose en mi pecho. Me miró y me dijo. “ábreme la boquita cariño”. Lo hice e Isabel metió en mi boca su dedo corazón. Lo comencé a chupar. Mi esposa me miraba lascivamente mientras metía su dedo en mi boca, el cual ya tenía bien ensalivado. Me lo sacó y volvió a abrazarme rodeando mi cintura y esta vez sentí su mano bajar hasta mis glúteos. Isabel metió su húmedo dedo entre ellos y fue directa a mi esfínter. Instintivamente separé mis piernas un poco para facilitarle la labor. Ella no paraba de mirarme a los ojos y de dedicarme una socarrona sonrisa. De repente sentí como mi esposa comenzaba a penetrarme el culo con el dedo. Solté un grito de dolor por que el dedo se había secado y su uña arañó parte de mi ano por dentro, pero ella lo obvió por completo. No sé por que pero empecé a mover mi cintura en círculos, el dedo de mi esposa tocaba todo mi recto por dentro y eso me empezó a matar de gusto.
Mi esposa al verme así de excitado y estar ella poniéndose a tono me dijo: “Será mejor que busquemos a Javier y Irene, vamos a su dormitorio”. Sacó el dedito de mi culete y me pidió que cogiera el arnés y los consoladores que quedaban en la terraza. Cuando lo hice me pidió que le diese uno de ellos y comenzó a lubricarlo con el bote que Irene había pedido al Uber esta tarde. Cuando lo tuvo lubricado se puso tras de mí y me ordenó que abriese las piernas. Isabel acercó esa polla de silicona a mi esfínter y empezó a apretarla hacia dentro hasta que consiguió meter la cabezota. Solté un grito de dolor al sentir esa cabezota entrarme. Mi esposa empezó a girarlo en círculos para dilatarme el esfínter. En seguida lo consiguió y me penetró por completo con él enterrándomelo en el culo. Con esa polla metida dentro de mí, mi esposa me ordenó que caminase despacio hacia el dormitorio de nuestros amigos. Isabel me sujetaba del hombro tras de mí y mantenía metido ese dildo en mi culo. La escena era muy humillante para mí, pero a la vez muy excitante, yo me estaba muriendo de gusto.
Poco a poco caminando muy despacio salimos del patio entrando en la casa. La habitación de Javier e Irene estaba cerca del salón y se empezaron a escuchar jadeos. Al llegar a la puerta los suspiros de Javier eran totalmente audibles e Isabel me pidió que tocase a la puerta. Mi esposa seguía penetrándome de pie con ese consolador y yo sentía mis entrañas completamente llenas. Toqué con los nudillos la puerta del dormitorio de mis amigos. Los jadeos de Javier cesaron por un momento y sólo se oyó la voz de Irene: “pasad chicos, os estábamos esperando”. Abrí la puerta e Isabel apretó el consolador para metérmelo aún más dentro en señal de que empezase a caminar.
Fueron cinco a seis pasos los que separaban la puerta de la zona donde estaba la cama y al llegar la situación que vimos fue dantesca. Irene estaba sentada en una silla con el arnés puesto y Javier estaba sentado sobre ella de espaldas. Javier se encontraba completamente penetrado por su mujer y ella le sujetaba la polla tirándole de la piel hasta abajo. Enseguida comprendí los jadeos que se oían desde fuera. Mi amigo estaba muy erecto y de su glande descubierto salía y caía una enorme gota de líquido preseminal que bajaba por su polla hacia sus huevos. Irene le apretaba desde atrás mordiéndole la oreja y el cuello a su esposo.
La esposa de Javier apretaba sus dientes y daba fuertes empujones de su pelvis contra el culo de mi amigo. Se intuía que lo tenía bien clavado hasta el fondo. De repente Irene preguntó a mi esposa: “¿Amor, no vas a estrenar el arnés?”. Isabel me acercó a ellos y me giró sujetando el consolador dentro de mi culo. Ellos al ver mi situación alucinaron. De repente mi esposa le pidió a Javier: ¿Me lo sujetas Javier mientras me pongo las correas?”. Yo me moría de vergüenza de estar de espaldas a mi amigo con eso metido en el culo. Mi amigo acercó su mano y sujetó el consolador dejando que mi esposa estuviese libre para ponerse el arnés. No sé muy bien por qué pero al sentirme así de espaldas a mi amigo y saber que era él el que sujetaba el consolador empecé a mover mi culito en círculos, como si estuviese bailando eróticamente. Javier no tuvo que hacer nada, con los empujones que le daba Irene tan fuertes valía para meterme el consolador hasta el fondo. Yo mismo estaba sorprendido de lo que le cabía a mi recto.
Isabel terminó de ajustarse las correas y lubricó el enorme pene de silicona que estaba sujeto a ellas. Irene al ver a mi esposa preparada llevó su mano a la de Javier y entre los dos sacaron el consolador de mi culo. Irene al verlo le dijo a su esposo: “qué limpio amor, que limpito le ha salido a Jose esta polla de su culito, ¿verdad amor”? Javier se limitaba a seguir jadeando de la terrible follada que le estaba propinando su esposa y no dijo nada. No dijo nada por la follada recibida y porque Irene no tardó en llevar el consolador que había salido de mi culo y se lo llevó a la boca de Javier. Mi amigo al tenerlo tan cerca sacó su lengua y comenzó a lamerlo.
Mi esposa me agarró de las manos y me acercó hacia ella girándome y acercándome la polla de silicona al culo. Cuando me giré vi a Javier abierto de piernas y jadeaba denotando el enorme gusto que le propinaba su esposa. Isabel, mi esposa cogió con sus manos la verga de silicona y la metió entre mis glúteos pasándola de abajo a arriba mientras me decía: “Esto es lo que vas a sentir ahora amor, así que arrodíllate y ponte como un perrito”. Obedecí de inmediato, en el fondo envidiaba a Javier y estaba loco por que mi esposa me hiciera lo que la suya le estaba haciendo a él. Cuando me puse a cuatro patitas estaba tan cerca de las piernas de Javier que sus muslos estaban al alcance de mi boca. Mi esposa me agarró de las caderas y sujetando la verga de silicona comenzó a intentar metérmela cosa que no tardó en conseguir. Mi culo estaba bien dilatado de la penetración recibida mientras caminaba con ese consolador metido en él.
Mi esposa me penetró hasta el fondo sujetándome de las caderas, e Irene hacía lo propio con Javier mientras lo sujetaba de su empalmada polla con una mano y con la otra, seguía poniéndole el consolador que había salido de mi culo a la altura de su lengua, para que lo chupara. Desde luego el plan inicial con el que llegamos a la casa había cambiado por completo. Isabel me empujaba desde atrás follándome, lo que hacía que cada vez estuviera más entre las piernas de Javier, que estaba sentado sobre su esposa ante mí. Irene al verme así tan cerca de Javier y de rodillas me dijo: “Jose dale un besito a mi esposo en uno de sus muslos, o mejor dicho cielo, dale un mordisquito y un chupetón, quiero ver como le haces un moratón a mi esposo”. Yo estaba muerto de gusto de la follada que mi esposa me estaba metiendo y acerqué mi boca muy cerca de la ingle de mi amigo. Tenía muy cerca sus huevos. Comencé a darle un chupetón en su muslo. Noté los muslos de mi amigo muy sudados, debido a la buena cantidad de vello que él tenía en esa zona del cuerpo. Javier dejó de lamer el consolador que su esposa le acercaba a su boca y pegó un par de gritos de dolor al sentir mis chupetones muy cerca de su ingle. Succioné con fuerza asegurándome que iba a crearle un hematoma. Y así fue, cuando separé mi boca de su muslo Javier tenía ya un moratón de cierto tamaño en él.
A Irene le excitó mucho el juego y al ver la pierna de Javier amoratada le comentó a su esposo: “Ummm amor, ¿qué te hace tu amigo?, ¿te gusta que te marque así?” Javier presa de una excitación enorme contestó a su esposa: “ me duele un poco amor, pero me gusta mucho que me marque así los muslos, me gusta que me los coma y que me los muerda”. Irene había tirado el consolador que tenía en la mano y me cogió del pelo y me dijo: “Hazle otro en la otra ingle Jose, marca a tu amigo en la otra pierna”. No tardé en obedecerla y metí mi boca en la ingle de Javier y empecé a morderle y a succionarle con fiereza. Javier comenzó a gritar de dolor, pero eso a mí me importó muy poco. Agarré la piel de mi amigo con los dientes y succioné lo más fuerte que pude. Javier se retorcía de dolor. Cuando solté el bocado de su muslo Javier tenía un moratón enorme en él.
Mi esposa me regañó por tanta fiereza y me dio varios empujones fuertes que me acercaron del todo a la entrepierna de mi amigo. Isabel excitada a tope me dijo: “Pídele disculpas amor, dale mimitos a tu amigo y pídele disculpas, cómele los huevos para pedirle perdón”. Irene tenía la polla de Javier cogida con su mano y levantada hacia el cielo. Sus huevos rebotaban en los muslos de su esposa y acerqué mi boca a ellos comenzando a lamérselos y a besárselos. Javier no tardó en cambiar los quejidos de dolor por jadeos de gusto al sentir mi lengua y mi boca lamiendo sus testículos. Javier me miraba excitado y tremendamente penetrado por su esposa me decía. “Si Jose, si, lámeme los huevos, me has hecho mucho daño antes en las piernas, eso es, ahora dame mimos y pídeme perdón”. Mientras tanto Isabel seguía abriéndome el culo a base de darme profundas penetraciones.
La situación llegaba a un nivel de excitación difícil de soportar. La dos esposas penetrando salvajemente a los maridos y nosotros moviendo los culitos como dos nenas culeando como locos. Irene volvió a cogerme del flequillo y me levantó la cabeza diciéndome: “Basta de comerle los huevos a Javier, ahora quiero que le comas la polla y le hagas una mamada como Dios manda”, me dijo su esposa, y acercándome a su verga abrí mi boca y comencé a bajar y a subir mi cabeza dándole a Javier una mamada como su esposa pedía, como Dios manda. Las embestidas de Isabel detrás de mí ayudaban a tragarme la polla de Javier casi hasta la garganta. Javier tenía la polla hinchadísima y su glande emanaba líquido preseminal. Me excitaba mucho tener su vello púbico tan cerca de mi boca, Javier era un hombre muy velludo y eso me encantaba. Yo estaba volviéndome loco de placer de sentir a mi esposa penetrarme y de sentir la polla de mi amigo en la boca. Mi amigo no aguantó mucho más y sentí dos chorritos de orina mezclados con semen golpearme la garganta. La polla que su esposa le clavaba en el culo unida a la mamada que le estaba dando yo le hacían incapaz de retener nada. Tras esos dos chorritos de orina que Javier eyaculó comenzó a jadear más fuerte y de forma más continúa. Irene sabía el momento que se acercaba y comenzó a propinarle a su esposo empujones violentos y él a su vez me sujetó la cabeza dándome fuertes pollazos en la boca. De repente las piernas comenzaron a temblarle y Javier comenzó a correrse. Sentí el primer chorro de semen de Javier golpear mi garganta. Era un semen espeso y muy denso. El siguiente vino tras el primero a la siguiente contracción de las piernas de mi amigo. Así sucesivamente hasta que me llenó la boca de semen espeso propio de los hombres de su edad madura. Javier temblaba compulsivamente y en el último estertor de placer volvió a expulsar un chorro de orina que no pudo controlar y que me llenó la boca mezclándose con su semen. En ese momento yo no pude más y abrí la boca tosiendo, estuve a punto de ahogarme si no es porque Javier me soltó la cabeza y me dejó respirar.
Irene, la esposa de Javier dejó de penetrarlo y se lo quitó de encima pidiéndole que se fuese a la cama. Su mujer se puso de pie quitándose el arnés y volvió a sentarse abriendo las piernas de par en par. Isabel, mi esposa al verla así dejó de follarme y me pidió que me fuese con mi amigo a la cama. Isabel se puso en pie y se fue hacia la silla que ocupaba Irene ofrecida. No tardó en echarse sobre ella y en comenzar a follársela. Yo llegué a gatas a la cama y me subí sobre ella viendo a Javier allí tendido. Su polla erecta aún tenía colgando una gota de semen que bajaba por su piel. Me acerqué a el y le abrí las piernas diciéndole: “pónmelas en los hombros Javier”. Subió sus piernas apoyándolas en mis hombros y levantó su culo. Me acerqué a él echándome encima y cogí mi polla con mi mano acercándola a su esfínter. Javier estaba tan dilatado que no me costé nada en absoluto penetrarlo. Y empecé a follármelo.
A nuestro lado se oía a la mujer de Javier suplicarle a mi esposa que le diese fuerte. Irene estaba fuera de sí y rogaba a mi esposa entre jadeos de ambas: “ Así Isabel, dame, dame más fuerte cariño, empuja, necesito que me des muy duro amiga mía, rómpeme como si fuese una niña, así amor, quiero que me duela como si fuese una nena, así, dame, dameeee”.
Yo en esos momentos ya estaba follándome a Javier sobre su cuerpo. Él levantaba las piernas al cielo y se abría de par en par para mí. Me excitaba mucho notar su cuerpo sudando y me afanaba en besarle el cuello y la boca mientras lo penetraba. Los gritos de Irene aumentaron de nivel, Isabel la estaba dando su merecido. Mi esposa le apretaba violentamente el arnés y la penetraba con rudeza. “¿Te gusta Irene?, ¿Te gusta cómo te follo nena?”, le decía mi esposa. Isabel fue la primera en sentir que le llegaba el orgasmo. El rozamiento del arnés sobre su clítoris la estaba matando y comenzó a correrse sobre Irene. A su vez, la esposa de mi amigo al notar el orgasmo de mi esposa comenzó también a correrse como una loca gritando. Nuestras mujeres comenzaron a gritar a la vez presas de una fuerza de placer que las estaba volviendo locas. Irene más que gritar lloraba de gusto e Isabel empujaba su arnés contra ella presa de un enorme orgasmo que la estaba volviendo loca de placer.
Los gritos de nuestras esposas rompieron el freno de mi mente y empecé a penetrar a Javier con más fuerza. Eso hizo que no tardara en empezar a correrme yo también llenándole el culo a mi amigo de semen. Javier al sentir mi orgasmo y el semen en su culo se abrazó a mi y me dijo al oído: “así cariño, córrete y préñame bien preñado amor”. He de reconocer que ese fue uno de los mejores polvos de mi vida hasta ese momento. Y no había sido con una mujer.
Los cuatro quedamos jadeando. El fin de semana planeado había sido muy diferente a lo que habíamos pensado, pero estoy seguro de que todos lo habíamos disfrutado a tope. Estas cosas pasan alguna vez en la vida y hay que tomárselas con tranquilidad. Quizás no somos tan heteros como pensamos y a veces descubrimos que nos gustan otras cosas también.
Con este relato termino de narrar el maravilloso fin de semana que pasamos los dos matrimonios en esa casa de campo. Espero que os haya gustado y que sirva para excitaros como merecéis.
Saludos y gracias a todos los que me habéis escrito por correo.
Me encantó cada uno de tus comentarios. Se me hinchó el pene de solo leerlos. Sigue escribiendo 😉
Espectacular saga bisexual , la fantasía que nunca he cumplido con mi esposa , como me gustaría cuando vamos al swinger que el macho de turno para ella también me cogiera a mi , solamente se lo mamo para ponerlo duro dentro de ella y luego chupo su vagina repleta de semen , tal vez mas adelante ella me permita disfrutar de sus vergas también , muchas gracias por tantas erecciones al leerte , un abrazo .