Intercambio de esposas, cuernos y bisexualidad. II parte.
Siguen las aventuras compartiendo a nuestras esposas y follandolas delante nuestras respectivas y respectivos. Más aventuras bisexuales..
La noche del viernes fue apoteósica para los cuatro y eso se nota en las caras que teníamos por la mañana cuando nos vimos en el desayuno. Isabel, mi esposa, estaba radiante, se le notaba una serenidad propia de una mujer satisfecha. Cuando llegó al salón se dirigió hacia mí y me besó en la boca. Estaba guapísima, su melena morena muy bien alisada y peinada, sus movimientos eran lentos y pausados. Llevaba puesta una minifalda blanca muy corta que dejaba ver sus preciosas piernas y sus pies sólo calzaban una minúsculas chanclitas. Para cubrir su pecho llevaba puesta una camiseta de tirantes muy escotada y no llevaba sujetador con lo cual, sus pechos aparecían turgentes y coronados por sus dos preciosos pezones. Noté un sabor extraño en su boca y en sus labios durante ese beso matutino que me dio, seguramente se trataba del sabor de la polla de Javier, lo cual me confirmó más tarde cuando me confesó que le regaló una estupenda mamada de polla nada más despertarse a su lado.
Al momento aparecieron Javier e Irene, los dos cogidos de la mano. Ella se había recogido un moño y lucía un vestidito azul marino muy ceñido a su cuerpo y que era muy cortito también con lo cual, sus preciosas piernas de mujer madura quedaban ofrecidas y expuestas para deleite de los que allí estábamos y en especial para mí. La noté un poco avergonzada, ya que vendría de contarle a su esposo lo realizado conmigo en la cama la noche de nuestro estreno como amantes, e intercambiadores de esposas. Por muy liberales que se sea no es fácil reconocerle a tu marido que la noche anterior disfrutaste de varios orgasmos con otro macho y que no quedó sin penetrar ni un solo lugar de tu cuerpo. Javier y yo nos saludamos dándonos un abrazo y ellas se dieron un besito abrazándose también produciendo una foto muy morbosa debido a lo guapas que estaban y a lo sensual de sus vestimentas.
Nuestras mujeres nos habían contado todo lo que hicieron la noche anterior y nosotros le habíamos contado a ellas lo hecho, pero juntos los cuatro no se hablaba del tema eso quedaba para la intimidad de cada pareja, aunque todo sabíamos todo de todos, lo cual añadía morbo al momento. Terminamos de desayunar y me aventuré a romper el hielo de forma abrupta. Me puse de pie sin decir nada y le guiñé un ojo a Javier. Me quité la camiseta dejando mi torso desnudo. Miré a mi esposa buscando su complicidad y ella me sonrió. A continuación, me quité los zapatos y bajé mis pantalones sacándolos por los pies, quedándome sólo con los slips. Las miradas de los demás lo decían todo. Mi polla estaba ya erecta y el bulto era ya notable. Me acerqué sigilosamente a Irene la esposa de Javier y le dije. “con tu permiso Javier”, cogiendo a su esposa de la mano y ayudándola a levantarse de la silla que ocupaba junto a su marido. Javier asintió con la cabeza e Irene su esposa accedió a mi petición de forma obediente. De la mano me la llevé al sofá ante la atenta mirada de los demás. Una vez en el sofá me senté dejando a Irene de pie. Mi cara quedaba a la altura de la pelvis de Irene y enseguida empecé a besarle los muslos. El vestido azul marino era tan corto que me permitía deleitarme con los muslos de la mujer de mi amigo en su práctica totalidad. Irene empezó a excitarse al sentir mi cara y mi boca entre sus piernas. Besé su coño sobre la tela del vestido mientras la sujetaba del culo y la apretaba contra mi boca. A mi esposa se le estaba poniendo cara de calentorra presenciando esa escena. Miré a Javier y le dije: “querido dile a tu esposa que se baje y se quite las bragas y cuando lo haya hecho que se suba el vestidito hacia arriba”. Javier presa de una creciente excitación no tardó en pedirle eso y más a su esposa,” cariño quítate las bragas, quiero ver como lo haces delante de mí. Cuando estés lista quiero que te subas el vestido y cojas a mi amigo de la cabeza refregándole tu rajita por la boca”. Irene obedeció a su esposo de forma inmediata y no tardé en estar comiéndole el coño a Irene ante la excitada mirada de todos lo que allí había.
Javier al ver su esposa excitada y a mi con mi boca en su coño decidió levantarse y desvestirse también, sólo que él lo hizo por completo. Estaba erecto completamente y se acariciaba la polla deslizando su piel hacia abajo y mostrando su brillante capullo. Me excitaba mucho ver a mi amigo masturbándose con su atenta mirada puesta en su esposa y en los emergentes jadeos que empezaba a emitir presa de la excitación que disfrutaba. Mi esposa odiando quedarse relegada se levantó y cogió a Javier de la mano y se vinieron al sofá con nosotros. Isabel se sentó abriéndose de piernas y mirando a Javier que no cesaba de masturbarse.
Me encantaba el sabor del flujo de Irene y la cantidad de los mismos que emanaban de su vagina, a su vez, la escena de mi amigo pajeándose delante de mi esposa sentada abierta para él me estaba poniendo a mil. Me parece una de las cosas más pervertidas que puede ver un marido, ver a otro pajearse delante de tu esposa. Isabel no quitaba ojo del miembro de Javier y deslizó sus braguitas hacia el lado dejando su coñito al aire y a la vista de mi amigo. No tardó ni un segundo en arrodillarse y en meter la boca entre las piernas de mi esposa. No tardamos en tener a nuestras esposas jadeando y echas unas auténticas golfas.
Saqué la boca de la entrepierna de Irene y me eché hacia atrás en el sofá invitándola a subirse encima. Irene se me abrió de piernas mientras yo bajé mis slips sacando mi miembro erecto. Agarré por el culo a mi amante y la subí a pulso dejándola caer sobre mi polla la cual entró de golpe. Irene al sentirse penetrada empezó a culear como una posesa. Giré mi cabeza para mirar a mi esposa y ella me estaba mirando fijamente. No pude contenerme y preso de la enorme excitación que tenía le espeté: “Mira cornuda, mira cómo me hace disfrutar Irene”, mi mujer cambió la cara y levantó a Javier del pelo echándoselo encima. Javier sólo tuvo que empujar su cadera para entrar completamente en el cuerpo de Isabel. Mi esposa abrazaba a Javier clavándole las uñas en la espalda y le decía: “Así cabrón, fóllame como anoche, reviéntame delante de mi marido, mmmmm, enséñale al cornudo este cómo se folla a una mujer”, exclamaba mi esposa desencajada y cabreada.
Irene culeaba obscenamente sobre mi polla viendo a su marido penetrar a la mía, esa mujer madura era una auténtica amazona. Sus caderas se movían atrapando toda mi polla en su vagina y su cara denotaba la enorme excitación que le estaba subiendo por las piernas las cuales empezaron a temblar anunciando el tremendo orgasmo que iba llegando a su vagina. Irene comenzó a gritar de gusto: “Siiiii, siiiiiiii, sigue, me corro, me corro, que gusto por dios, que gusto, me corro, me corro, aahhhhh, ahhhhhh.” Irene empezó a temblar y a correrse de gusto encima mía, sus piernas temblaban y sus sacudidas a mi polla eran violentas y continúas. Tuve que sujetarla para que no me partiese la polla de la intensa forma de penetrarse que tenía. Seguí apretándole la polla hasta que hizo gestos con su mano de que parase que no soportaba más placer. Cayó sobre mí rendida y sudada, convulsionando y jadeando.
Javier al ver a su esposa en ese estado no resistió más y comenzó en empalar a Isabel de forma violenta. Mi mujer aguantaba estoicamente los empujones de Javier con cara de gusto por que ser follada así, de esa forma tan violenta le encanta. No aguantó mucho más y comenzó a correrse en el coño de mi esposa totalmente sudado, soltando unos enormes chorros de semen que no tardaría en conocer en breves momentos.
Mi mujer se quitó a Javier de encima y se puso de pie. Tiró del pelo de Irene haciéndola levantarse de encima de mi polla y se subió de pie al sofá. Puso su coño en mi boca y me dijo: “Lame cornudo, lame el semen de tu amigo, abre la boca cabrón y comételo”. Mi esposa me refregaba el coño follado por la boca sujetándome del pelo. Irene cogió a su esposo de la mano y le dijo: “Ven aquí, arrodíllate aquí conmigo, ponte de rodillas ante mi hombre”, le dijo a Javier,arrodillándose los dos ante mi polla. El coño de mi esposa empezaba a expulsar el semen espeso de Javier y ahí fue cuando me di cuenta de la enorme cantidad que le había metido. A su vez Irene cogía mi polla erecta y obligaba a su esposo a metérsela en su boca, obligaba a Javier a mamarme la polla. Ninguno de los dos somos maricas pero he de reconocer que me estaba matando de gusto con esa mamada. Mi mujer comenzó a correrse en mi boca terminando de expulsar la lefa de Javier ayudada por unos chorros de pis que se le escaparon con el orgasmo. Yo no aguaté más y comencé a correrme dentro de la boca de Javier que tenía la cabeza sujeta por su esposa mientras le decía: “ Así maricón traga, trágatelo todo, cumple tu fantasía de comerte la polla de un hombre y que se te corra en la boca”.
Los cuatro estábamos extasiados y presos de una gran ola de placer. Habíamos disfrutado mucho y sabíamos que aquello no había hecho más que empezar. Una línea peligrosa y excitante se había cruzado aquella mañana de sábado. Nuestras respectivas esposas comenzaron a besarnos saboreando de nuestras bocas los restos de semen que aun perduraban en ellas. Nuestras mujeres conocían nuestro morbo de ser unos cornudos y eso lo iban a aprovechar. Ya no nos cortaba follar los cuatro juntos, y aún quedaba mucho fin de semana.
Espero que os guste……dedicado a todos los hombres que disfrutan con este tema. Agradezco los correos recibidos. Dedicado especialmente a Javier.
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