La cartera
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola a todos, me llamo María Dolores, pero me dicen Lola, tengo 50 años, casada, mis hijos ya son mayores, trabajo en Correos, repartiendo la correspondencia, soy una mujer, digamos, rellenita, se que tengo buenas piernas, y es de tanto caminar, pero lo que mas resalta en mi, son mis tetas, como dice mi marido, el tamaño justo, jajajaja.
Con mi trabajo he conocido infinidad de personas, pero en la urbanización que hay a las afueras del pueblo, vive un señor argentino, que siempre le llevo muchos paquetes para su hija que es el que realmente me ha llamado la atención.
Un hombre que si bien no es muy alto, si se le ve muy fuerte, cabellos largos, la barba mas abajo del pecho, con muchos tatuajes, siempre usa un pañuelo en su cabeza, es el típico motero de las películas.
Su acento y su forma de hablar tan dulce me gusta mucho, siempre me quedo hablando con él, lo que mas me gusta, como a toda mujer, es que siempre tiene un piropo para mi.
La semana pasada estaba yo en Talavera de la Reina haciendo unos mandados, cuando por accidente me encuentro con Eduardo, que estaba comprando alimentos para sus mascotas, tiene unas mascotas de lo mas curiosas, a la mayoría de la gente les da grima el verlas, incluida yo, pero son sus mascotas.
Cuando nos vimos, nos saludamos, me invitó a tomar algo en una terraza, a lo que le dije que no, ya que por mi trabajo, me conoce mucha gente y no quería malos entendidos con mi marido.
Me dijo de llevarme al pueblo en su moto y le dije que sí, y si también quería ir a su casa a tomar una cerveza con él y seguir conversando, a lo cual también acepté.
Era la primera vez que viajaba en una moto tan grande, iba agarrada de su cintura y un poco asustada.
Sentía el aire en mis piernas y mis pies, ya que estaba de bermudas y sandalias.
Llegamos a su casa y no me quité el casco hasta no estar dentro, ya que no quería que nadie me viera la cara.
Me dio una lata de cerveza y le pregunté si eran los únicos animales que tenía, los del salón, "no, en el dormitorio tengo más, queres verlos?", me dijo.
A mi me dio un no se que pasar a su dormitorio, pero lo vi un hombre muy respetuoso y accedí.
Nos sentamos en los pies de su cama y estaba viendo una de sus serpientes, "parecemos marido y mujer sentados en la cama viendo tus animales", le dije, bebiendo un trago de cerveza, que estaba bien fría, "si fueras mi mujer, no estaríamos viendo los animales", me dijo, mirando mi cara, "y que estaríamos haciendo?", le pregunté tontamente, a lo que él me cogió el mentón y me dio un beso en la boca, "oye, que eres muy lanzado", le dije, sintiendo como pasaba su brazo por mi cintura y me atraía mas hacia él y me volvía a besar, pasando su lengua por mis labios.
Me sentí tan extraña besándome con otro hombre que no era mi marido, que cerré los ojos y abrí mi boca, buscando con mi lengua la suya, sintiendo como nos dejábamos caer en su cama y su mano, mientras nos besábamos, buscaba una de mis tetas.
"Eduardo, que soy una mujer casada", le dije, pero dejaba que meta su mano dentro de mi camiseta y busque sacar una de mis tetas del sujetador.
Los besos seguían, sentí su mano acariciar mi teta, estrujar mi pezón, yo me sentía extraña, era la primera vez desde que me había casado, que le iba a ser infiel a mi marido.
Eduardo me besaba la cara, el cuello, las orejas, hasta que llega a mi pecho y me empieza a chupar la teta que tenía fuera, yo gemía mientras le acariciaba la cabeza, sentí como me iba desabrochando las bermudas y metía su mano entre mis piernas haciendo que gima muy fuerte cuando me empezó a acariciar le coño, sabía muy bien como tratar a una mujer.
Yo con mis pies, me descalcé las sandalias, él me siguió besando y me empezó a bajar las bermudas junto con las bragas que llevaba puesta, levanté un poco el culo para que me las pueda quitar, me siguió besando, hasta que me hizo gritar de placer al sentir su boca en mi coño, su lengua lamiendo mi clítoris, mientras Eduardo me abría las piernas con sus manos y me comía el coño, yo como pude me quité la camiseta y el sujetador.
Lo único que hacía era gemir y retorcer mi cuerpo de placer.
Estaba completamente desnuda en la cama de un perfecto desconocido, le estaba metiendo los cuernos a mi marido, pero lo único que sentía en ese momento era placer.
Siento como me empieza a meter un dedo en el coño, estaba empapada, tan cachonda que no me reconocía a mi misma, en ese momento solo quería sexo, quería ser follada.
Me levanta las piernas bien arriba y gimo casi gritando cuando siento su lengua lamer mi ano, lo único que yo hacía era estrujar mis tetas mientras Eduardo me estaba matando con su boca y su lengua en mi ano para volver al coño, yo movía mis caderas restregándolas contra su cara, hasta que siento como me va metiendo un dedo en el culo.
Yo soy muy reacia a tener relaciones por atrás, ya que las veces que lo hice, me dolió mucho, pero Eduardo fue tan delicado que me relaje y seguí disfrutando, hasta que con su boca comiendo mi coño y su dedo dentro de mi culo, me hicieron tener un orgasmo.
"Cariño, folla mi coño, quiero tener tu polla dentro mío", le dije, entre gemidos de placer.
Eduardo se terminó de quitar la ropa y veo su polla bien dura, como se va acomodando entre mis piernas y con su mano dirige la polla hasta la entrada de mi coño, y entre gemidos me la fue metiendo.
Era flipante sentir como esa polla se iba metiendo en mi coño, sintiendo cada centímetro que me entraba, hasta que me la metió toda, la sentía bien adentro.
Le hice la tijera, lo envolví por su cintura con mis piernas y me movía, disfrutando como sentía su polla dentro, como él se movía y hacía que entre y salga de mi coño.
Hacía mucho tiempo, por no decir años que no disfrutaba así del sexo, de lo bien que me estaba follando Eduardo.
A medida que hacía entrar y salir su polla de mi coño, me chupaba las tetas, me besaba, "así cariño, sígueme follando así que estoy disfrutando mucho", le dije, con mis piernas bien levantadas y abiertas, sintiendo todo el placer que me estaba dando con su polla.
En un momento dado endereza la mitad de su cuerpo, quedando de rodillas entre mis piernas sin sacar su polla de mi coño y me siguió follando así, cogiendo mis talones, me levanta mas las piernas y siento como saca su polla de dentro mío, y la acomoda contra mi ano.
Yo no dije nada, pero me tensé, no me gusta follar por el culo, me duele mucho, pero sentía como Eduardo hacía una pequeña fuerza y sentí como mi ojete se iba abriendo, despacio, muy suavemente hizo otra fuerza y sentía como me iba entrando su polla en mi culo, no sentía dolor, me fui relajando, Eduardo empezó a pasar su lengua por la planta de mis pies, con su dedo a acariciar mi clítoris, hacía que me relaje mas y él seguía metiendo muy despacio su polla, haciendo que sin ningún dolor mi ojete se fuera abriendo, hasta que después de un rato, no se el tiempo que habrá pasado, siento como pega su cuerpo al mío y su polla estaba toda dentro de mi culo.
Los dos estábamos sudados.
Fue la primera vez que me metieron la polla por el culo y no me dolió, estaba disfrutando, gemía, sentí como Eduardo, siempre con la suavidad que lo caracteriza, empezó a mover su polla para los costados, abriendo mas mi ojete, subía y bajaba su cintura, haciendo que su polla entre y salga de mi ano, mientras me follaba el culo, su dedo no dejaba de acariciar mi clítoris, haciendo que mis gemidos sean muy fuertes.
Escucho que suena mi móvil, que lo había dejado sobre la mesa de noche del costado de la cama, era mi marido, nos quedamos quietos, atendí la llamada, yo estaba hablando con mi marido con las piernas en alto y la polla de Eduardo toda dentro de mi culo, eso me daba un morbo impresionante.
"que quería tu marido?", me dijo Eduardo, siguiendo con la follada que me estaba dando por el culo, "nada cariño, decirme que ya había salido del trabajo y que estaba yendo para casa, no hagas caso, tú sigue haciendo que disfrute con tu polla follando mi culo", le dije, volviendo a relajarme y disfrutar como estaba disfrutando.
Me saca la polla del culo, y me hace poner en cuatro, sacando bien mi culo para afuera, sentir como se acomodaba detrás mío y me la volvía a meter fue algo que me llevó al cielo, sentía mis tetas ir y venir a medida que Eduardo metía y sacaba su polla de mi ojete, yo sola me empecé a acariciar el coño, que jamás en mi vida lo había tenido así de mojada, "cariño, me voy a correr de nuevo, sigue así, no pares que me corro", le dije, teniendo mi segundo orgasmo, temblando literalmente de pies a cabeza, "Lola, yo también me voy a acabar", me dijo, metiendo su polla bien adentro de mi culo, y lo sentía temblar cogiendo bien fuerte mi cintura con sus manos y moviendo su polla en círculos.
Lentamente las palpitaciones de su polla dentro de mi culo se fueron calmando, al igual que los temblores corporales que teníamos, me fui dejando caer sobre su cama, sintiendo como se salía su polla de mi culo, él se acostó a mi lado, nos abrazamos, sentía su leche salir de mi ojete, mojando la parte interna de mis nalgas, "puedo volver a venir?", le dije, besando sus labios y pasando mis pies por sus piernas, "a que vas a querer venir?", me dijo Eduardo, sonriendo y besando mis tetas, "a que me sigas follando", le dije, mordiendo uno de sus hombros, "me haz echo disfrutar como nadie en la vida", le seguí diciendo, besando ahora su boca, sintiendo su mano acariciando mis nalgas, "siempre que quieras vení, que voy a estar esperando", me dijo, pasando su dedo por el contorno de mi ano, "siempre que pueda, no te olvides que soy una mujer casada, cariño, voy a lavarme al servicio que mi marido ya debe de haber llegado a casa", le dije, besando su boca y me fui a lavar el culo, ya que la leche me salía como si estuviera meando por atrás.
Y así fue como Eduardo se convirtió en mi amante.
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