La comezón de los 40.
Siempre he sido un hombre tranquilo, casero y amante de mi familia. Nunca le había sido infiel a mi esposa, mis amigos me decían » macabeo «, hasta esa noche. .
En la empresa donde trabajaba había la costumbre de salir a comer cuando un compañero estaba de cumpleaños. La cuenta la pagábamos entre todos menos el cumpleañero.
La cena, como de costumbre, bien regada, y después de la torta y cantar el Feliz Cumpleaños, pagué mi cuota y les dije que me iba a casa, ya había tomado suficiente.
Todos dijeron que fuéramos a otro lado a seguir la jarana y que la noche era joven aún.
Me corearon el macabeo mientras salía del restaurante.
Camino a casa veo a una chica muy bonita que me hace dedo. 👍 por lo general no llevo a nadie en el auto, por seguridad. Pero no sé qué me pasó, seguramente por curiosidad, detuve el auto y bajé el vidrio del copiloto.
– Hola! Me llevas? – me preguntó.
– Si, claro – dije sacando el seguro de la puerta, no podía ser tan descortés. Ella abrió la puerta y se subió. Algo me decía que algo no estaba bien, su falda corta quedó más corta dejando gran parte de sus muslos a la vista.
Eché a andar el auto sin preguntarle nada, tenía como un nudo en la garganta, sus piernas hacían latir co fuerza mi corazón.
– Tienes lindas piernas – balbucié mirándola de reojo.
– Te gustan? – preguntó subiendo más la falda hasta dejar la punta de su blanca ropa interior a la vista. La sangre golpeó en mis sienes y mi miembro pegó un salto.
– Si, se ven muy suaves – agregué. No sé qué pasaba conmigo, nunca me había sentido así.
– Quieres tocarlas? – me preguntó acercando su pierna a la mía. No podía hablar, tragué un poco de saliva y soltando la palanca de los cambios rocé con la yema de los dedos su blanca y suave piel. Mi miembro palpitaba, yo temblaba en mi interior y no podía concentrame en la conducción.
– Te gustó? –
– Si, es muy suave y delicada – dije pasando los dedos por la cara interior de sus muslos. Había bajado mucho la velocidad hasta detenerme en la zona más oscura que encontré.
– Perdona la pregunta, pero tu cobras? – la estaba tratando de prostituta.
– Si, pero a ti te hago un precio especial por la » francesa » – me dijo acariciando mi muslo y subiendo hasta mi bulto el que estuvo acariciando.
– A donde vamos? – le pregunté decidido.
– Podemos ir a un motel o un driving –
– No tengo mucho tiempo de manera que prefiero el driving, sabes dónde hay uno?
– Sigue manejando, yo te guío – unos 15 minutos después entrábamos al driving, estaba bastante oscuro, un tipo me hizo señas para que me ubicara en un estacionamiento cerrado.
– Buenas noches, qué se van a servir? – preguntó una chica que se acercó al auto. Miré a mi compañera con cara de interrogación.
– Dos combinados – dijo ella. La chica se retiro y subí el vidrio, me sentía incómodo, nunca había estado en esa situación.
– Relájate, echa el asiento para atrás – dijo mientras ella lo hacía. Coŕri mi asiento separándome del volante. Ella me abrazó y me besó mientras su mano acariciaba mi miembro por encima del pantalón. Ya estaba ahí y no había nada más que hacer.
En éso llega la chica con los tragos y se va.
– Baja el respaldo, échate hacia atrás y bájate los pantalones – estaba tan nervioso que me costó desabrochar todo. Luego de bajar mis pantalones a la mitad de mis muslos dejé expuesto mi miembro a su máxima expresión.
– Que lindo – dijo mientras lo recorría con su mano, después me masturbó lentamente y finalmente lo metió en su boca caliente. Nunca había sentido nada igual y eso que mi esposa me hizo lo mismo muchas veces. Sus labios rozaban mi bello púbico mientras mi miembro entraba por su garganta. Ah, que delicia, que placer, estaba gozado como nunca. Con una mano acariciaba su espalda, metí la mano izquierda por entre sus piernas abiertas hasta arriba.
– Espera – dijo ella, después de sacar ni miembro de su boca, sujetando mi mano entre sus piernas.
– Qué pasa? No te puedo tocar? – le pregunté.
– Si, pero te vas a llevar una sorpresa – claro que era una sorpresa, era una chica tan linda y tan joven que no pensé jamás que podría ser otra cosa. Su mano seguía masajesnfo mi miembro.
– Quiero ver – le dije con curiosidad. Ella levantó la falda dejando a la vista su ropa interior. Una tanga blanca muy fina que no era capaz de contener su miembro que se asomaba por arriba con la mitad de su cuerpo y su cabeza rosada. Con un dedo bajé la tanga y su miembro salió completamente. No se si fue curiosidad, morbosidad o simplemente calentura. Tomé su miembro y le dí unos apretones, estaba suave, caliente y duro. Lo masturbé al mismo tiempo que ella me lo hacia a mí.
– Te gusta? – su pregunta me cayó de sorpresa, no había pensado en éso, estaba haciendo las comparaciones. El de ella era más largo, más grueso, más blanco y más rosada su cabeza. Si era más lindo que el mío. Moví la cabeza asintiendo, mo podía hablar.
– Te gustaría chuparlo? – me preguntó, no había pensado en éso, ahora lo estaba pensando.
– No tengas miedo, no te va a pasar nada, yo te digo como hacerlo – dijo con un mano en la nuca tirando hacia su miembro, me dejé llevar y abrí la boca.
– Éso, así, chupa suave, como yo te lo hice a ti – y lo hice, todo lo que me dijo y como me lo dijo. No sabía mal, esa suave y tenía un gusto especial, parecido al mío, ese mismo gusto tenía mi esposa cuando me besaba después de chuparmelo. Metí todo su miembro hasta mi garganta y seguí moviéndome como ella lo había echo. Después me levanté para respirar limpiando mi boca con el dorso de ña mano los hilos que chorreaban de mi boca.
– Ahora yo – dijo ella empujandome hacia atrás. De espaldas en mi asiento ella volvió a meter mi miembro en su boca.
– Levanta esa pierna – dijo indicando mi pierna izquierda, saqué mi pantalón con su ayuda y puse mi pie en el tablero. Sus dedos acariciaban mis testiculos, la zona entre ellos y el ano, finalmente chupó su dedo medio y lo introdujo por mi ano mientras chupaba mi miembro, que cosa más exquisita. Mi esposa me hacía lo mismo, muchas veces me hizo eyacular con sus dados.
– Quieres que te lo meta? – me asustó.
– Me va a doler, nunca me lo han hecho – lo dije como excusa, pero pensando que podría probar.
– No te preocupes, lo voy a hacer con cuidado – dijo levantándo mis miernas girandome hacia ella. Vi su miembro aproximándose a mi ano.
– Tranquilo, relájate y relaja tu ano para que entre suave. Trate de relajarme, ya estaba en éso, no me iba a echar para atrás. La miré a los ojos, unos hermosos ojos.
– Acaricia mis pechos – dijo mientras me mastubaba, sentía la presión suave y caliente de la punta de su miembro, poco a poco la presión fue aumentando cada vez hasta que finalmente entró, no pude evitar un quejido porque me dolió.
– Relájate, respira hondo, cuando estés listo sigo. Tenía toda su cabeza y parte de su miembro dentro de mí. Hice lo que dijo, respiré hondo y me relajé para recibir su miembro.
– Estoy listo – le dije. Ella empujó un poco y se detuvo. Cada vez que entraba un poco me dolía, después de varios empujones más tocó fondo. Sentía su miembro empujando mi estómago, así de largo era o así lo sentí yo. Su bombeo no estuvo exento de dolor pero me fui acostumbrando hasta que comencé a eyacular sobre mi estómago.
– Tienes papel? – me preguntó.
– Sí, en la guantera – le respondí. Se echó hacia atrás sin sacar un centímetro, abrió la guantera y me pasó el rollo. Mientras me limpiaba ella siguió moviéndose y moviéndome hasta que la sentí quejarse, cada estocada a fondo era un chorro de su semen caliente, 4 – 5 estocadas y me llenó con sus jugos.
– Te lo voy a sacar – junté un poco de papel y lo puse en mi ano al momento de sacer su miembro algo flácido que salió haciéndome cosquillas . Me limpié lo mejor que pude, me puse más papel entre mis nalgas y me puse mis boxes y los pantalones.
– Un trago – dijo ella alcanzandome uno de los vasos, me hacía falta un trago, me tomé casi la mitad del vaso.
– Estás bien? – me preguntó.
– Si, muy bien, gracias –
– No quieres metermelo a mí? –
– No, tengo que irme a casa, pero otro día puede ser –
– Pisa el pedal del freno tres veces – lo hice.
– Cuánto te debo? – no le había preguntado el precio antes.
– Nada, no me debes nada, fue un placer estar contigo –
– No, no es justo, déjame pagarte – dije sacando todo el sencillo que me quedaba pasándoselo.
– Con esto es suficiente – dijo sacando uno de los billetes de mal alta denominación, yo le había pasado como 6.
– Necesita algo más? – preguntó la chica.
– No, gracias, ya nos vamos – le dije entregandole los vasos. El consumo se pagaba antes.
– Ya pueden salir – dijo marchándose. Eché a andar el motor y por el espejo vi al mismo tipo que estaba atrás haciendo señas.
– Dónde te dejo? – le pregunté mientras conducía de vuelta.
– Llévame a mi casa – guiándome.
– Déjame aquí, esa es mi casa – apuntando una casa que estaba al otro lado de la plaza.
– Me llamas tú o te llamo yo? – me preguntó.
– Yo te llamo, dame tu número – anoté su número pensando que no llamaría. Me dió su número y un beso, nos besamos como enamorados y se bajó.
¿ Que voy a decir cuando llegue a casa? Me preguntaba mientras apretaba el acelerador. Las cosas que hago – pensaba mientras me rascaba la cabeza y mi ano no dejaba de palpitar.
Mi esposa dormía, me senté en la taza del baño para botar todo lo que tenía adentro. Para mí sorpresa no salió casi nada. Acto seguido me duche para sacarme el perfume de ella, mi semen seco de mi estómago y el semen de ella de mi ano. Fui a la cocina y me serví un whisky doble que me tomé de un trago, sentí el calor en mi estómago y un relajo en las extremidades, me acosté y me dormí agotado.
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