La Comezón de los 40. C-3
Mi doble vida me tiene complicado mental y sexualmente. .
Mi vida había cambiado drásticamente, de la vida tranquila, reposada, de familia, que la única inquietud que tenía era la felicidad de mi hija.
Sexualmente hablando, no tenía mayores problemas, claro que el sexo regular con mi esposa, si bien era bueno, se iba haciendo cada vez más escaso.
De manera que ahora en la oficina, estoy pensando en Jenny, ideando una coartada para juntarme con ella.
– Jefe, tiene una llamada en la dos – me indica mi secretaria.
– Quién llama? – le pregunté.
– Del Banco Internacional dijo la secretaria – me extrañó porque no conozco ningún banco con ése nombre.
– Pásamela – le indiqué intrigado.
– Aló? – dije al teléfono.
– Hola amor, cómo estás? – la voz de Jenny es muy especial e inconfundible.
– Hola, bien y tú?
– Bien mi vida, cuando nos vamos a ver? –
– Estoy revisando mi agenda, pero no podría ser esta semana, en todo caso si ocurre algo te llamo – no quería verla tan luego, quería dejar pasar una semana o mejor 10 días, me complicaba con mi trabajo y mi familia.
– Te echo de menos, espero que sea luego –
– Si, yo también te extraño, voy a hacer lo posible, ok? –
– Ok, un beso –
– Igual, un beso para ti –
Primera vez que me llamaba a la oficina, que bueno que se le ocurrió un nombre comercial. Ahora tengo que pensar cuando la voy a ver. Estaba dejando pasar tiempo, pero esta llamada me dejó inquieto y con una erección. Tres días después la llamé, tenía una reunión almuerzo y no iba a volver a la oficina. Éso fue lo que le dije a mi secretaria.
Mientras me desvestia Jenny sentada en la cama bajaba mis pantalones introduciendo mi miembro en su boca. Después, desnudos hacíamos un 69, era algo que realmente disfrutaba, no sólo que ella me lo hiciera, me gustaba hacérselo yo, me gustaba su sabor aterciopelado que dejaba en mi boca, me gustaban sus jugos, además de sentir que ella chupaba mi ano introduciendo sus dedos. Antes de que me hiciera acabar le pedí que me penetrara ya! Y lo hizo con todas sus ganas haciéndome eyacular a chorros sobre mi pecho.
Recuperando la respiración relajado, sentía su miembro duro haciendo presión contra mis intestinos, su pelvis pegada contra mis nalgas, sus lindos pechos y sus hermosos ojos eran toda mi felicidad.
– Estás bien amor? – me preguntó.
– Ay sí, fue fantástico –
– Quieres que siga? –
– Si, por favor – ahora ya no me dolía, era todo lo contrario, lo disfrutaba. Y continuó hasta llenarme haciéndome tener otro orgasmo.
Pasamos el resto de la tarde haciendo diferentes posesiones. Cómo no la voy a amar si le dió color a mi vida.
– Hola papi, que bueno que llegaste – dijo mi hija en cuanto llegué dándome un abrazo y un beso en los labios, como siempre. No era un beso en la boca, aunque lo intentó varias veces pero yo se lo impedía, sólo un besito en los labios como muestra de cariño.
– Hola princesa, como estás? – abrazándola por la cintura mientras que ella se colgaba de mi cuello. La presión de su pelvis contra mi bulto me producía una revolución de testosterona, por lo que evitaba esos abrazos, pero esa vez no pasó nada. Mi miembro no tenía ningún interés en ningún tipo de acción, lo que me permitió abrazarla durante unos minutos.
– Qué ocurre ahora? – pregunté al oído.
– Es que tengo una fiesta y quiero que me lleves – – Pero si siempre lo hago… –
– Es que quieto que veas el vestido –
– Bueno, si me sueltas podría verlo –
– Pero no es éste, el otro lo tengo en la cama –
Después que me soltó fuimos a su dormitorio en donde se sacó el vestido que llevaba y se puso el otro.
– Un poco sugerente, pero depende de la fiesta – le dije. Relato este momento para que se tome en cuenta el grado de confianza que había entre mi hija y yo.
Mis encuentros con Jenny se fueron haciendo habituales, como parte del trabajo. Nos veíamos de noche una vez por mes, con cada cumpleaños de un compañero, me iba con ella a un motel. Para las vacaciones arrendabamos una cabaña en la playa todos los años.
Por suerte mi esposa no pudo tomarse las vacaciones junto conmigo, de manera sólo fuimos con mi hija los dos. Pero ésa es otra historia, el caso es que mi esposa fue después con mi hija y quedé sólo en la ciudad. Bueno, no tan sólo, cada tarde después del trabajo me iba con Jenny al motel de lunes a jueves, el viernes y sábado toda la noche, el domingo almorzaba con ella y después al motel hasta la noche.
Felices Vacaciones!
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