La esposa de mi tio y yo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
La verdad es que estoy pasando la mejor epoca de mi vida sexual, a costa de la esposa de mi tío Bruno. He aquí el relato, real.
Para explicarles un poco los antecedentes: El tío Bruno es el hermano menor de mi madre, él está casado con Helen, quien tiene en este momento 41 años, es una hermosa mujer, de buena familia, buenas costumbres, siempre fue seria, hogareña y muy responsable con todos. Ella tiene una figura alta, tez trigueña, un cuerpo muy bueno a pesar de la edad y dos hijos, ella se pinta el cabello de rubio y le va muy bien, siempre viste a la moda. Toda la familia ha dicho que el tio Bruno fue quien mejor elegió esposa.
En mi caso tengo 23 años, soy alto y fuerte, con bigote, de buen porte, gracias a dios se me bendijo con un falo de 6.5 pulgadas. Siempre he admirado la belleza física de Helen, la esposa del tío. Había tenido unos cien sueños húmedos pensando en ella. En ocasiones, dentro de los últimos dos años, cuando platicabamos podía ver que ella se fijaba en mi, pero por su forma de ser nunca, pero nunca siquiera me dijo una indirecta, siempre hizo lo correcto.
Un día de mis vacaciones, yo cursaba el segundo año en la facultad de arquitectura de la universidad estatal, cuando recibo una llamada del tío Bruno, el un poco alterado, me dijo que ese fin de semana había alquilado un chalet frente a la playa para pasarlo con su esposa Helen, pero que surgieron problemas (no me quiso decir cual) con su esposa y ella le pidió que se marchara. –“mira Eduardo, Helen se quedó en el Chalet y parece que no esta muy bien, quisiera pedirte que fueras a hacerle compañía, el Chalet es el número 6, por favor te lo pido”-, yo acepté y dejé a mis amigos para en motocicleta ir a buscar a Helen. Esos Chalets estaban como a media hora de donde yo vivo con mis padres.
Llegué y toqué la puerta, nadie abrió. Cómo la puerta no estaba cerrada con llave, abri y pasé adelante. A los pocos metros, vi una figura de mujer sentada en un sofá grande, era la esposa de mi tío, Helen. Me acerqué sin decir nada y me di cuenta que estaba llorando, ella me vió, me senté a su lado y la abracé para contemplarla, fue algo que hice espontáneamente.
–“Que pasó Helen??”- le pregunté.
Ella levantó la vista, con los ojos llorosos. –“Tú tío…tiene otra mujer”-
Me quedé pensando antes de contestar -“Estas segura??”- dije
-“El mismo me lo dijo….además tiene un hijo de cinco años con ella”-
-“Que idiota!!”- contesté espontáneamente.
Vi que ella estaba tomando algo en un vaso frente al sofá. Lo jalé lo olí y era ron, me levanté y fui a servirle otro trago y se lo dí.
-“gracias”- dijo ella.
-“El tío si que la cagó, como es posible, si tiene todo, una linda familia y sobre todo una mujer preciosa por esposa”- lo dije también como lo pensé.
Ella me vió otra vez con sus ojos llenos de lagrimas. Luego dijimos varias cosas entre ella y yo sobre el tema. Pronto ella se calmó y se quitó las lágrimas de los ojos, le serví otro trago para ella y ahora uno para mi.
-“Mira Eduardo, todos hemos tenido oportunidades, yo pude serle infiel muchas veces a Bruno aún con sus propios amigos, incluso familiares me han propuesto acostarme con ellos, pero yo me mantuve siempre firme, porque lo respeto, ya que es mi esposo y padre de mis hijos”-
-“Eso no tienes que decirlo Helen, tu eres una mujer de principios y muy bella y simpatica, eres un cuero de mujer todavía, hasta yo me he sentido atraido por ti”- Uyy ya lo había dicho, no se como reaccionaría.
Se me quedó viendo un momento a los ojos, -“En serio, Nunca lo noté Eduardo”- me dijo ella, ahora yo me sonrojé.
Por todo lo acontecido, no me había dado cuenta que Helen tenía puesta una bata azul, y tenía puestos unos zapatos de tacón altos, que lógicamente no iban con la bata de baño, por lo que supuse que ella se había preparado para un agasajo con mi tío y este tonto le confesó lo de su aventura con la otra mujer antes de follar.
El tiempo pasó, dos tragos más para Helen y dos para mi, allí sentados, ahora yo ya liberado por los efectos del ron, a cada rato le vaía las piernas a Helen, era bellas de buenas proporciones, ella se dio cuenta de eso, pero ella también ya liberada por el alcohol, me dijo entrecortadamente.
-“Eduardo!,.. me creerías que también tu me haz atraido la atención?”.
-“En serio?- respondí.
Ahora más con valor -“Si, pero creo que nunca te fijarías en esta vieja”!!-
Sin el efecto del ron creo que no me hubiera animado a lo que hice. La vi a los ojos, la tomé del brazo y mi boca buscó su boca. La tomé fuerte para restregarle mis labios a los suyos y mi lengua se coló entres sus labios. Crei por un instante que ella me separaría y posiblemente me abofetearía, ya que siempre había sido muy sería. Pero no fue asi, pronto sentí su lengua entrelazarse con la mía. Aún más, algo que nunca esperé, se subió a horcajadas sobre mi, asi que quedó sentada abierta sobre mis piernas, de frente a mi, seguimos besándonos apasionadamente, los besos sonaban como chicle.
Helen desató su bata, de reojo pude ver que solo tenía puesta ropa interior, un pequeño sujetador casi transparente, que dejaba ver toda la belleza de sus senos grandes, y abajo un diminuto calzón tipo bikini, todo color salmón.
Mis manos recorrieron todo el perimetro de su cuerpo, su cintura, sus caderas, sus nalgas, luego toqué sus senos sobre su brazzier, era duras aún y bien formadas. Ella al ver que le tocaba sus tetas, dirigió una de sus manos al cierre que estaba en medio de sus senos, lo abrió, dejé sus labios un momento, definitivamente eran un tremendas tetas, con vistosas aureolas y bellos pezones morenos. Como si fuera un iman mis labios buscaron instantáneamente sus tetas, me prendi de una de ellas y la mamé completamente, dándole chupones y mordiscos suaves sobre todo a su pezón. Helen empezó a gemir de emoción tomándome en ocasiones por la cabeza y me la apretaba contra sus senos. Al cabo de unos minutos, hice lo mismo con su otra teta, yo sentía que eran los manjares más ricos del mundo en ese momento.
Mientras me devoraba sus tetas, mis manos recorrían sus partes íntimas, mis dedos ya jugueteaban dentro de su calzoncito, su suave vulva era excitante, luego, ingresé un dedo dentro de sus labios vaginales y sorpresa!!, Helen estaba mojadísima!, estaba gozando al igual que yo, eso era lo mejor de todo. Mis manos también recorrían sus nalgas, mis dedos jugaban con su raja y el ojito de su culo. Nuevamente no besamos ahora con más saliva que antes. Ella me fue quitando mi Tshirt, me quedo el torso desnudo. Ella bajó sus labios a mis tetillas, ohhh que placer, la edad de Helen se convertía ahora en el mejor ingrediente, su experiencia para manejar la situación, me hizo gemir cada vez que chupaba mis tetillas.
Me excité tanto por eso, que apasionadamente meti uno de mis dedos en su raja, uyy calientisimo estaba alli adentro!!. Ella cerró los ojos cuando mi dedo entraba y salía de su raja depilada. –“uuy Eduardo!, que rico me lo haces!”-, dio Helen.
De repente, entre besos húmedos, chupada de tetas y de tetillas estabamos,cuando ella se puso de pie, frente a mi se quitó la bata y el sujetador que estaba abierto, luego con un erotismo barbaro, se fue quitando su calzoncito lentamente con una sonrisa muy cachonda. Yo me quedé boquiabierto viendo la belleza madura que tenía frente a mi, su sexo completamente y finamente depilado, sus bellas curvas de la cintura a sus nalgas, era exceso (que estaba pensado en mierda de mi tío??), no pude más que desabotonarme los pantalones y bajarlos al igual que mi boxer, mi verga estaba erguida totalmente, Helen la vió e hizo una carita como diciendo –y donde haz tenido eso escondido?-
Helen se puso de rodillas frente a mi, que estaba aún sentado en el sofá, y tomando con sus manos mi verga, la frotó con sus delicadas manos y se la llevó a la boca, chupó el glande y lamió todo lo largo de mi falo, yo estaba vibrando de pasión. Luego ella bajó a lamer mis testículos, uno por uno, que ricooo!. Qué clase de mamada me estaba propinando, esa mamada llevaba toda la experiencia de sus 15 años de casada. Aún más, su lengua bajó de mis cojones a mi orificio anal y me lo lamió varias veces, en ese momento crei que mi verga iba a estallar, pero solo fue una sensación única.
De allí se volvió a parar y nuevamente se sentó sobre mi, pero en forma inversa, es decir dandome la espalda, ella tomó mi verga con una mano y la guío a su raja, luego se fue sentando para incrustarsela toda, hasta que sentí que solo mis cojones quedaron afuera, luego comenzó a moverse dándose sentones suaves sobre mi verga, luego se movía en forma circular y luego seguía moviendose arriba y abajo, que cogida por dios!.
Tuve que pensar en otras cosas que no fuera reales, si no quería venirme ya y hubiera sido desastrozo dejar asi a Helen. Asi que la abracé para apretarle sus tetas, la jalé para besarle los labios, pera ella no dejaba de mover su trasero contra mi verga, contoneándose. Por fin la oí gemir de placer, eso me tranquilizó, el saber que no solo yo la estaba pasando bien. Helen tardó para empezar a gemir y gritar, pero una vez empezado ya no acabó hasta que llegó a su orgasmo.
En un momento de descanso post-orgasmo que ella hizo, aproveché para quitarla de encima de mi verga, ella se paró y me dijo
-“como quieres ahora?”-
-“me gustaria estilo perruno, colocate sobre el sofá”- le contesté, ella con la experiencia de mujer madura, se colocó en cuatro sobre el sofá y tomó un brazo del mismo para colocar sus manos y aferrarse, yo me puse atrás, no pude menos de tomarme unos segundos para apreciar semejante culo y par de nalgas, eran exquisitas, tal vez no con la lozanía de una adolescente, pero si con la voluptuosidad de una mujer bella. Como dije no pude evitar manosearle las nalgas, bajé la cabeza y se las besé también, pude ver su raja dilatada, a simple vista se podía ver la entrada abierta a su vagina, todo con un color rojo pardo.
Finalmente la penetré y me puse a bombearle mi verga en su coño, me aferré a sus nalgas y se hundí hasta el mismo fondo cada vez que se la metía. Helen empezó a gemir de nuevo, mi movimiento era de menos a más intensidad, el interior de su vagina seguía calientisimo, me quemaba la verga, pero eso para mi era una delicia. Mientras la follaba Me pegué a su espalda, es decir mi pecho unido a su espalda y aumenté la intensidad, mis cojones revotaban en sus nalgas, nuestros gemidos se unieron para volverse una sola voz. Helen emitió un quejido largo, era otro orgasmo, afortunadamente para mi fue unos segundos antes que yo comenzara a descargarle un buen chorro de esperma dentro de su raja colorada.
Me separé de su coño y me senté a descansar junto a ella en el sofá. Helen aún estaba en la posición en cuatro descansando. Ella se levantó posteriormente y se puso la bata sin nada abajo. Se volteo y me dijo con una sonrisa –“Estuvo lindo Eduardo!”-. Se fue hacia el tocador y yo preparé otro par de bebidas.
Platicamos un rato más. Yo me vestí y quise despedirme, pero ella me dijo y casi me rogó para que me quedara con ella la noche. Yo, claro que acepté gustoso.
Ella preparó un baño de tina, nos metimos desnudos, y seguimos platicando, lo cual alternabamos con besitos de lengua y caricias. Ella me enjabonó el cuerpo con interés en mis genitales, luego yo lo hice también y con jabon en los dedos, se los metí en su raja, luego la besé en la boca, cuello y después bajé a sus tetas, las mamé lentamente, ella se fue calentando y me dijo al oido -“vamos a la cama!”-.
Ya en la cama, la acosté boca abajo y mi boca se fue hacia su raja, comencé a mamarsela besándo todas su partes, ingles, vientre, ombligo, labios vaginales, labios menores, todo, ella solo me tomaba del cabello y gemía. Pronto sentí llegar sus eyaculaciones vaginales a mi lengua, Helen estaba viniendose a chorros. No pude resistir más la excitación y me subi al estilo misionero y la penetré con fuerza, me fui sobre ella y busqué sus labios para besarla, asi que hicimos el amor besándonos a todo momento y yo saliendo y entrando en ella. A los diez minutos nuevamente le inundé su raja de semen caliente, nos quedamos abrazados un buen rato, mi verga aún dentro de su vagina, hasta que se hizo pequeña. Nos soltamos solo para dormir.
Helen se separó de mi tío Bruno y se quedó en la casa. Había pasado tres semanas de eso, cuando me llamó para invitarme a cenar, después que sus dos hijos se fuera a la cama. Como se imaginaran y es para otro relato, la volví a coger y de allí lo he hecho unas veinte veces (incluso le estreno su culito en una de ellas). El problema ahora es que estamos enamorados y no podemos dar a conocer nuestra relación.
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