La mujer de mi hijastro 4
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cuando nos despertamos los tres, Vilma fue la que rompió el hielo, dándonos los buenos días, como si estar desnuda en la cama con su hija y el amante, fuera algo casi sin importancia.
Mientras desayunamos, Vilma dijo que estaba pensando dejar a su marido, ya que el comportamiento que él tenía con ella, la ahogaba, entonces Mireya dijo de dejar a mi hijastro también, ya que estaba en la misma situación que su madre.
Yo las escuchaba, la verdad que tenían razón, sus maridos parecían idiotizados con la religión.
Lo que casi me hace caer de espaldas, es que las dos dijeron de vivir conmigo.
«A ver, paren un poco, que dejen a sus maridos eso es cosa de ustedes, pero vivir los tres juntos?, eso ya me supera.
Que, voy a tener dos mujeres?», les dije un poco incómodo, no podía creer lo que me decían.
Tanto Vilma como Mireya me decían que no iban a tener donde vivir, que se iban a quedar tiradas, que no me iba a arrepentir, ya que iban a ser muy complacientes.
Y a decir verdad, estan muy buenas las dos, si hasta no parecen madre e hija, más parecen hermanas.
Terminamos de desayunar, y otra vez se pusieron mimosas y terminamos cogiendo de nuevo.
Nunca imaginé la faseta lésbica de Mireya ni de su madre.
Mientras entre ellas hacían un 69, le cogía la cola a la que estaba arriba, y así se iban dando vuelta y las iba cogiendo.
Le sacaba la pija de la cola a Mireya, y Vilma se la metía en su boca, dándole unas chupadas, y Mireya hacía lo mismo, cuando la sacaba de la cola de su madre, y ellas se seguían chupando sus conchas y yo cogiendo sus colas.
La verdad que me hacían disfrutar en la cama.
Cuando Vilma se va a su casa, ya me habían convencido de vivir los tres juntos.
Bueno, la que se armó en casa cuando Mireya le dijo a mi hijastro que se quería divorciar, desde condenarla al fuego eterno, hasta quererla cagar a trompadas, me hizo meter en la discusión para evitar la violencia.
En la casa de Vilma fue algo parecido, con la diferencia de que el marido de Vilma la surtió ya que hasta la policía fue.
Vilma se vino a casa, estaba aterrada esa mujer, mi hijastro la quiso echar, a las dos, y yo le dije que no, que es mí casa y ahí mando yo.
Bueno, hasta el pastor vino, no entraba en razones, nos condenó mil veces al infierno, hasta que lo eche a la mierda a ese fanático.
Mi hijastro ofendido y enojado conmigo, se fue a vivir a casa de su ex suegro.
Me maldijo por todo lo alto, «menos mal que sos religioso», le dije a modo de burla.
cuando se fue, con un tremendo portazo.
Vilma y Mireya lloraban abrazadas las dos.
Mireya llevó a su madre a darse un baño de inmersión, la mujer estaba toda marcada de los golpes.
Los días fueron pasando, todo iba volviendo a la calma.
Mireya dormía conmigo y Vilma en el dormitorio de su hija.
Seguíamos teniendo relaciones los tres juntos o también alternaban durmiendo una u otra conmigo.
Vilma es tan complaciente como la hija conmigo, es una maravilla cogerlas, como disfrutan, como me hacen disfrutar.
Me encanta verlas en cuatro patas, abriendo sus nalgas, dejando que vea sus abiertos anos, escuchar sus gemidos cuando se las meto por el ano.
Una tarde, estaba Vilma en el borde de la cama, levantando sus piernas, yo le estaba cogiendo la cola, y Mireya sentada sobre su cara dejando que su madre la chupe toda y ella chupando los pies de su madre, era a cual de los tres gritaba y gozaba más.
Este es mi sueño echo realidad, coger a la madre y a la hija juntas, disfrutar del sexo a pleno, esas orgías que hacemos, después cogerlas por separado.
Hasta habíamos dicho de comprar una cama más grande para dormir los tres juntos.
Mireya siempre me jodia que la embarace, que quería tener un hijo mío, no caí en cuenta que Vilma también menstruaba, y no me cuidaba con ninguna de las dos, les llenaba no solo sus colas, sus bocas, también la concha les llenaba de leche.
Como cerca del año, viene Mireya diciéndo que está embarazada, nos pusimos todos contentos, cuando cogiamos lo hacíamos con más cuidado, hasta que poco más de dos meses, ahí si que me caí de culo cuando Vilma dice que ella también está embarazada.
Las tenía embarazadas a las dos, no lo puedo creer.
Ellas estaban felices, madre e hija embarazadas juntas y del mismo hombre.
Lo que me da mucho morbo es cuando cogemos, y ellas con sus panzas, sus pasos torpes, como se ordeñan de calientes cogiendo.
Verlas en cuatro patas, con sus panzas y sus tetas colgando mientras les cojo las colas.
Como les crecieron las tetas.
Muchas veces las veo desnudas de espalda, y me cuesta reconocerlas, son iguales, y verlas desnudas, panzonas, con esas caritas sonrientes, felices.
Esto suena a locura total, ni yo que lo estoy viviendo lo creo, pero es mi realidad, son mis mujeres, y estan esperando mis hijos.
Son dos mujeres maravillosas, que por circunstancias de la vida no fueron felices en su matrimonio, y ahora somos felices a nuestra manera.
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