La mujer del pastor
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Soy divorciado, una niña tuve con mi exmujer. Vengo de un hogar con mucha solvencia económica, tuve una vida descarriada, entre vicios como el licor y las mujeres. Finalmente como a los 33 años, senté cabeza, pero no pude salvar mi matrimonio, terminé una carrera universitaria y tomé parte de los negocios de mi padre, todo eso ha hecho que mi actual vida tenga una posición económica muy buena, pero no en el amor.
En el residencial donde vivo, se pasaron a vivir una pareja, joven, sin hijos aún. El, que llamaré, Israel, un joven de unos 25 años, iniciando su carrera de pastor religioso. Ella, que llamaré Carmen, un muchacha de 21 años, morena de ojos verdes, un cuerpo muy atractivo, a pesar que la obligaba él a usar vestidos largos hasta los tobillos se le notaba una bella figura, era extrovertida, divertida, apasionada y muy cachonda, al inicio no entendía como habían terminado juntos ellos dos. Como nuevos vecinos los visité y pronto entablamos una relación de amigos. Yo que necesitaba llenar un espacio en mi solitaria vida, los comencé a frecuentar y ellos abrieron su casa para mi, me hice de su religión y todo iba muy bien al inicio.
Sin embargo la carne es debil, comenzó a haber cierta relación amistosa entre Carmen y yo, de la que Israel no se daba cuenta. Todo inició cuando, Israel fue invitado a predicar en California, yo mismo por influencias mias y de mi familia, le ayudé a conseguir la visa americana. El joven Israel me dejó encargada su casa y su mujer. Realmente la había puesto en malas manos. Apenas tenía dos días de haberse ido y una noche en que la visité, me pidió que me quedara a cenar, luego nos sentamos en la sala, fuimos hablando de muchas cosas, hasta que ella habló de su intimidad, de los problemas en la cama que tenía con Israel, los problemas de no quedar embarazada, que ella era una chica que necesitaba ser amada en la cama y que Israel le decía que las relaciones de la carne son solo para procrear, porque era mundano, ella se sentía que era una mujer que no era deseada.
Y más cosas que no recuerdo. Yo aproveché para tomarla de las manos y decirle que era una mujer muy atractiva, aunque la obligaran a vestir ropa fuera de moda y horrible, ella se rió. Para resumir que luego de tomarla de las manos, la abracé, poco a poco nuestras bocas se unieron, la de un hombre solitario y la de una mujer insatisfecha, que pareja!!. Casi le arranqué el vestido, luego la besé toda, inicie por su cuello, luego desaté su sosten y devoré sus bellas tetas que tenía, mamé y apreté sus erectos pezones, Carmen gemía como loca, pidiendo más en cada momento. Luego arranqué su enorme ropa interior y me metí a chupar su sexo, tenía una raja desatendida, con vello púbico desalineado y grande, aún asi le chupé sus labios vaginales y le tome su clitoris entre mis labios, la hice temblar de gusto. Como dije su cuerpo era de pecado, con lindos contornos y caderas anchas.
Luego de darme un festin con su raja, me quité la ropa en segundos y ella alli acostada en el sofa me esperaba con las piernas abiertas, me coloque encima en la posición misionera y la comencé a coger frenéticamente, metiendo y sacando mi verga de su vagina, ella gemía sin cesar, casi gritaba de gusto y yo no dejaba de penetrarla un instante, entramos a un ritmo salvaje, los dos en pocos minutos convulsionamos llegando al climax, ella se corrió primero y luego yo deposité una gran cantidad de leche en su vagina, nos quedamos prendidos y abrazados uno del otro hasta que nuestras respiraciones se tranquilizaron. Luego como es común, empezaron las disculpas, de ella y mías por lo acontecido, -será mejor que te vayas!- dijo ella, me vestí y abandoné su casa. Al siguiente día, yo la llamé, quería saber que sentía. Hablamos de lo comprometido de la situación y al inicio casi juramos que no debía suceder de nuevo. Gran error. A los dos días, ella llegó a mi casa, la invité a pasar y ella comenzó a como a lamentarse y llorar, yo la consolé, luego ella levantó los ojos y dijo que no había dejado de pensar en lo sucedido la noche anterior, que se había masturbado pensando en mi, lo cual era pecado. Yo me acerqué a su rostro y la besé, nuestros labios estuvieron unidos diez o quince minutos, inclusive dándonos leguita. Luego comencé a sacarle el vestido, ella lo permitió todo.
Cuando la tenía solo en ropa interior, ella me dijo al oido -Hazme el amor otra vez-, yo la cargué y la llevé a mi cama, alli la desnudé toda, la chica se miraba preciosa desnuda en mi cama. Yo hice lo mismo, y le pedí que me mamara la verga, ella me dijo que tenía años de no hacerlo, pues su marido no se lo permitía, me comenzó a mamar como una diosa, me arrancó gemidos de pasión. Luego la coloqué en una 69, yo arriba. Me metí entre sus piernas y comencé a comerle la raja y ella engullía mi verga dentro de su garganta, nos mamamos hasta hacernos venir el uno al otro, primero yo la llevé al cielo con un sonoro orgasmo y luego ella me lo mamó hasta que me sacó hasta la última gota de semen que tragó con gusto. Luego comenzamos con la misma posición anterior, me coloqué encima y la penetré, nos abrazamos y comencé a pistonearle mi verga, primero despacio, pero conforme pasaban los segundos le daba más duro. Luego rodamos en la cama y ella terminó encima de mi, se sentó y me empezó a cabalgar como una experta, la chica antes de juntarse con el pastor pues debió tener mucha actividad sexual, pues se movía como una experta, se desmontaba solo para mamarme la verga y luego continuaba moviéndose delicioso. Carmen se provocó un largo orgasmo moviendose de arriba a abajo, yo la tomé de la cintura y la acerqué para mamarle sus buenas tetas, ella inclusive las tomó con cada mano y me las ofrecía en la boca para chupárselas.
Yo sentía que mi verga se la tenía metida hasta los ovarios, pues ella se movía muy rico y profundo encima, en ocasiones yo levantaba mi pelvis para metérsela aún más profundo, ella gemía y cerraba los ojos cada vez que yo se lo hacía asi. Luego me fui sentando y ella acostándose, le dije -voltéate!- y ella lo hizo poniéndose en cuatro, pude apreciar mejor su bellas nalgas redondas, su espalda tomaba forma de guitarra. Me puse atras y no pude dejar de besar sus duras nalgas morenas, luego las chupé y le pasé la lengua como si fueran grandes helados, luego con ambas manos le abrí las nalgas y divisé su otra parte erótica para los hombres, su ojete del culo, me acerqué y con la punta de la lengua lo acaricié, Carmen gimió y me dijo -te gusta mi culo, lo quieres?, me quieres coger por allí?-, fue una clara invitación, asi que tomando sin perder tiempo le unté abundante saliva a mi verga y se la puse en su ano y fui empujandola, ella gimió y me pedia que me fuera despacito, fui metiéndosela en su recto apretadito, fue una experiencia deliciosa, metía un poco y pistoneaba, metía un poco más y pistoneaba, después de tres o cuatro minutos se la tenía metida hasta la mitad y comencé a culiarla, Carmen gemía de placer, me preguntaba si le gustaba su culo, yo le decía que estaba rico entre embestidas y quejidos.
Nunca había degustado un culo como el de Carmen, tuve la paciencia, el tiempo y el gusto para culiarla por un buen rato, la puse de ladito en la cama, porque en cuatro ya mostraba agotamiento, -ya no aguanto!- dije antes de comenzar a pegarle latigazos de leche dentro de su ano, fue tanta leche que salía por la comisura de su esfinter. Que enorme polvo de culo. Ya no hubo tantos arrepentimientos como la última vez, aún después de vestirnos, nos comimos a besos unos quince minutos en el sofá del living, luego se marchó. No podría narrar lo que sucedió en los ocho días siguientes que su marido, el pastor, no estuvo. Creo que cogimos todos y cada uno de los días antes que llegara. Luego hubo una pausa, no supe de ella. Hasta que Israel me invitó a cenar una noche, durante la cena me dijo que su mujer le había confesado su infidelidad conmigo, yo me quedé petrificado, luego de un sermón, me dijo que me perdonaba, yo me quedé aún más sorprendido, me dijo que no había rencores y que veía el arrepentimiento de su mujer.
A las dos semanas de eso, ellos se mudaron a una zona más centrica de la ciudad, algo alejado de donde yo vivía. Pasaron casi los tres meses y yo no tenía noticias de ellos, tenía aún el sentimiento de culpabilidad, pero me tardó eso hasta que Carmen me llamó por teléfono a mi casa, me dijo que quería verme, que era urgente. Nos reunimos en un restaurante de comida rápida, ella no iba con los vestidos largos como la conocí, sino iba casual, blusa con escote donde lucía sus senos, falda un poco arriba de las rodillas y zapatos de tacón. Se miraba linda, pero yo estaba más preocupado por que me iba a decir. Pues la cosa fue a mejor, me dijo que nadie la había hecho vibrar en la cama como yo, que fueron sus mejores momentos y que no podía olvidarme, y que se había vestido asi para mi.
No tardé en sacarla de alli, fuimos en mi auto directo a un motel, alli la volví a coger por todos lados, cogimos como dos horas y luego la fui a dejar a su casa. No había problema con Israel, pues andaba otra vez fuera del país. Desde entonces me cojo una o dos veces al mes, Carmen cada vez está más rica. No sé si iré al infierno por esto, pero de verdad ella es muy buena en la cama.
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