La primera vez
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Danae.
Confieso que nunca fui muy fiel, no le veía lógica y no sentía necesidad de pertenecer a una sola persona. Tal vez porque no me enamoré en serio de nadie. Pero en un intento de acoplarme y hacer "lo correcto", me centré en un solo hombre y fue cuando acepté vivir con él. Con el tiempo (un par de años) me di cuenta de que no fue buena idea, aunque para ese tiempo ya estábamos comprometidos. No lo engañé con algún amig@ "especial" de los que sabía que tenía, o con uno de esos conocidos que un sinfín de veces me tiraron los tejos; con ellos sería sexo seguro y confiable. Quizá buscaba sentir adrenalina; una emoción diferente, pues la primera vez que le fui infiel fue con un extraño que contacté en un sitio web para citas casuales. Me resultó afín un hombre que vivía en otra ciudad bastante distante de la mía. Nos quedamos de ver en un hotel de una ciudad que nos quedaba en medio y así el viaje sería más corto para ambos.
Estaba muy nerviosa cuando llegué, hacía un par de minutos que me había mandando un mensaje diciéndome que ya me esperaba en la habitación. Sabía que era peligroso y en ese momento sentí un latigazo de miedo por quedar con un completo extraño con el sólo que había intercambiado un par de fotos. Pero me calmé cuando comencé a fantasear con ser una prostituta, supuse que el proceso para contactarlas era similar y me excitó la idea. Iba muy guapa, me había arreglado con esmero, tanto que el taxista que me llevó del aeropuerto al hotel tenía rato de estarme comiendo con la mirada. Se me había abierto la gabardina que vestía y el escote del vestido rojo debajo de él era bastante revelador, la falda se me había subido por los muslos al sentarme y se me asomaban los ligueros. Recuerdo que pasamos por un par de baches y mis senos se bambolearon pesadamente por todos lados y el taxista se embobó por completo, casi chocó con el automóvil de frente por no haberse fijado en la luz del alto. Me sobresalté y rápido me cerré la prenda, pero después sonreí de satisfacción pues entonces sabía que también a mi "cita" iba a gustarle.
Mi miedo llegó de nuevo cuando caminaba por el pasillo de las habitaciones del hotel buscando el número, y conforme me aproximaba a mi destino mi paso se volvió muy lento, por un momento me dieron ganas de girarme y salir corriendo; ¿qué tal si el tipo era un violador?, pues quién me aseguraba que lo poco que me había dicho sobre él era verdad. Sabía que estábamos en uno de los mejores y más rimbombantes hoteles de la capital del país, él había pagado por completo la habitación para demostrarme que podía confiar que era un "hombre de bien". Pero eso no me certificaba mi seguridad. Dejé de caminar, me mordí un labio y me reí de puros nervios… ¡¿Qué estaba haciendo?! No tenía necesidad de venir tan lejos para tener sexo… Pero entonces mi móvil comenzó a vibrar y me sobresalté, sabía que era él y vi su mensaje: "sigo esperándote muy excitado, pero ya estoy algo impaciente". Y tenía razón de estarlo; pues llevaba casi una hora esperándome. Luego escribió: "¿vas a dejarme plantado? te juro que me tiraría ahora mismo de la terraza y saldrá en las noticias: hombre salta con el rabo bien tieso". Me reí y recordé porque me había gustado; tenía mucho sentido del humor. Suspiré profundo y pensé: "qué más da, ya estoy aquí". Di dos pasos y de repente vi como a dos metros de mí un hombre salió de una habitación asomándose hacia los pasillos. Era él. Me vio y me sonrió con entusiasmo y seguí…
Cuando estuvimos dentro después de saludarme de una manera muy formal, de preguntarme sobre mi viaje y si me gustaba la habitación, mis ojos de inmediato buscaron verle la entrepierna, pero al instante me ruboricé cuando levanté la mirada y el emitió una risilla… fue vergonzoso. Fui demasiado obvia. En ese momento se me acercó y yo di un paso hacia atrás hasta topar sobre la pared y le sonreí. Cuando estuvo muy junto de mí note que mi cuerpo temblaba. No se me ocurría decir nada, estaba demasiado nerviosa. Y caí en la cuenta de que mi fantasía estaba errada; pues como prostituta en ese momento sería un verdadero fracaso. No sabía si detenerlo o lanzármele encima o ¿qué se hacía con un extraño en una habitación en ese tipo de situaciones? ¿No deberíamos charlar algo primero? Hacia tanto tiempo que no ligaba con alguien y mi antigua seguridad no sé por qué no emergía… Lo sentí olerme el cuello hasta que se me acercó al oído y me susurró: " Eres mucho más bonita en persona. Te ves preciosa." Me vio a los ojos y me dijo: "quítate la gabardina" Le obedecí sin cavilar pues su seguridad y su repentino tono imperativo me gustó. Ni siquiera me dijo un por favor. Me observó de pies a cabeza fijando después sus ojos en mi escote; viendo cómo iban y venían mis senos con mi respiración, entreabrió la boca y suspiró, pero no me tocó. Se desapartó de mí unos pasos y me preguntó retomando su tono cortés si deseaba algo de beber. Sin pensar si tenía sed o no, me negué y de nuevo mis ojos se fueron hacia su entrepierna y esta vez vi su bulto excitado.
? Te ves diferente a las fotos. ?atiné a decirle para sacar conversación.
? ¿y eso te gusta o debería preocuparme?
En verdad era mucho más atractivo en persona; tenía una voz muy grave, era altísimo, con una corta barba grisácea por todo su angular mentón, sus ojos eran de un profundo color miel que al sonreír dejaban entrever unas arrugas. Y su sonrisa… era perfecta.
?Eres más grande de edad ¿verdad? ?Sonrío y asintió. Me reí y le vi cambiarle el temple; ya no se veía tan seguro de sí.
?Está bien seré sincero; no tengo 38, sino 45años, ¿Eso te molesta?–enfatizó con una gesto de preocupación.
Baje la mirada y sonreí; me gustaba más así, no se lo dije pues me agradó ese repentino aire de inseguridad, además no podía objetarle porque también le había mentido; dije tener 30 años y que era casada cuando en realidad tenía 26 y sólo vivía con quien estaba comprometida. Pues aquellos perfiles de contacto que me gustaban buscaban casadas afines a su situación para una aventura sin compromisos, y por extraño que me pareciera no buscaban solteras o jovencitas. Levanté la mirada y le respondí: "No me importa tu edad, pero ¿y en lo otro me mentiste?" Volví a mirarle la polla con un gesto de preocupación y él echó una carcajada divertido. Me tomó la mano y la puso allí y me dijo: "Chécalo, en eso no te mentí ni un centímetro". Y empezó a restregarse con mi mano mientras me miraba las tetas en un escote que parecía dejar salir al descubierto el pezón en cualquier instante. Cuando su miembro se alargó hacia abajo por su muslo y sentí como se ensanchó en mi palma, pude descifrar muy bien el gran paquete cabezón que me esperaba. No pude evitar gemir excitada y sentir entre mis piernas un brote de humedad.
En ese momento me tomó por la cintura y me besó, seguí sobándole la polla extasiada y llena de ansiedad. Sus manos se metieron por debajo de mi vestido y me apretó las nalgas; "que buena estas" ?murmuró en mis labios y me empujó con ímpetu hasta llevarme sobre la pared. Allí nos morreamos y magreamos por todos lados, la sensación era indescriptiblemente excitante, nos tocábamos con deseo, con urgencia… De rato lo tenía con la boca en el canalillo de mis senos y sus manos apretándolos suavemente hacia sus mejillas, como si quisiera meterse entre ellos y ahogarse allí, con ansiedad me los sacó por completo y se desapartó. Quería llenarse los ojos de mí; verme con la falda subida hasta la cintura y con los senos totalmente por fuera del vestido, su expresión era de lascivia y jadeaba por la boca, sabía que le complacía lo que veía: una mujer muy excitada meneando las caderas; con una diminuta tanga, medias negras y con ligueros, dispuesta sobre la pared sólo para él. Esa había sido su petición: "te quiero ver vestida elegante pero bien puta" Y en ese momento se me vino a la cabeza la mía y me pregunté si no lo habría olvidado…
Ya le había abierto la camisa y desabrochado el pantalón pero cuando intenté sacarle la polla me tomó de las muñecas y con cierta fuerza ?sin hacerme realmente daño? me las apresó por encima de mi cabeza. Le sonreí pues eso me encantó y con tono urgido le repliqué: "por favor ya quiero verla, quiero tocarla…. déjame mamártela". Gruñó excitado mientras cerraba los ojos; seguro lo imaginó… Después me vio, me sonrió torcidamente y me dijo: "No aún no" y en ese momento su boca fue directo a comerme con ímpetu las tetas. Cerré los ojos y lo deje hacer; qué rico me las mamaba todas y cómo succionaba mis pezones… hasta que en sus ansias me mordió uno ligeramente fuerte y protesté, pero calló mi gritito besándome la boca y metiéndome toda la lengua que me sabía dulcemente mucho a menta. Sólo me soltó las muñecas para tocarme entre las piernas, se las abrí más y se me escapó un labio vaginal de la diminuta tela toda húmeda que intentaba cubrir en vano mi completo depilado coño, sus dedos se escabulleron por allí tocándolo, gemí cuando recorrieron toda mi raja y enseguida los hundió con una facilidad dentro de mí…
Un gruñido complacido interrumpió sus besos, seguro le sorprendió encontrarme tan caliente, húmeda, hinchada y tan expuesta de mi intimidad. Me empezó a masturbar y pude escuchar el sonido del chapotear de sus dedos con mis flujos. Esta vez me dejo tocarle también y por fin le saqué la polla, gemí largo cuando sentí esa suave piel enfundando un imponente tronco venudo, mi palma se humedeció cuando le acaricie el capullo y me encargué de embarrarle toda esa humedad por todo su falo y sus caderas se acoplaron al ritmo de mi mano. De rato los dos estábamos allí ya sin besarnos, con nuestras bocas pegadas pero abiertas, jadeando de ansiedad masturbábamos mutuamente. Él no dejaba de emanar excitación y eso hacía que mis manos se volvieran más complacientes en mis caricias. Pero cuando menos lo esperé me tomó por la cintura y me giró para pegarme toda la verga sobre mis nalgas y empezó a masturbase sobre ellas, lo sentí en medio deslizándose y percibí en mi ano lo caliente de su tronco. Me tomó las tetas con ambas manos y las sobó. Mi vestido ya estaba como cinturón en mi cuerpo y él tenía los pantalones y sus calzoncillos sobre sus tobillos. Sentía su torso desnudo restregarse en mi espalda, ladeé mi cabeza buscándole su boca, de inmediato me correspondió y nos seguimos besando. Y mientras me comía le suplique en un susurro: "Penétrame así"… Desapartó su labios con una dificultad de estarse separando de un imán, jadeando y temblando se inclinó, y sin verlo, supe que sacó rápido del bolsillo de su pantalón un condón, en segundos me volvió a buscar la boca, me deslizó la polla de nuevo por mis nalgas y sin piedad me la metió entera de un jalón en mi vagina…
Gemí en profundo lamento complacido al sentir un delicioso dolor por la forma desesperada y ansiosa como me abrió las carnes, no había sido sutil y mi vagina respondió a ese dolor palpitando y expidiendo más humedad. Pero me sorprendió sentir que no empezó su vaivén de la misma forma, sino que se quedó un rato estático dentro de mí, presionando, sintiendo palpitar mi interior tratando de acoplársele. Fui yo la que empezó a moverse y lo escuché jadear. Se desapartó ligeramente y me vio recargándome bien con las manos sobre la pared, empecé a moverle las caderas y la cintura serpenteando y en círculos, y eso me permitió arrancarle varios gemidos roncos por mis movimientos y el masaje que obtenía en todo su falo con mi vagina. Pero de rato retomó su ansiedad, se recargó en mí y entonces fue cuando me empezó en serió a follar. Sentía como iba y venía su rabo en mi interior golpeteando mi cerviz y haciéndome gemir con cada embestida… mis nalgas se sacudían junto con mis tetas y él se complacía en magrearlas.
Fue enardecedor, hacia tanto tiempo que no sentía tanta excitación que cuando menos lo espere me sorprendió mi cuerpo explotando en un orgasmo que me hizo dar un alarido… y mientras me corría, disminuyó el ritmo de sus embestidas para que mi éxtasis no se violentara y se alargara con ese firme y sutil vaivén dentro de mí. Fue tan intenso que sentí mis piernas flaquear, tuvo que abrazarme para sostenerme y me susurro: "y sólo es el primero." Minutos después ya estábamos sobre la cama completamente desnudos, me comió el coño con una maestría y ansiedad que extrañaba sentir y me corrí de nuevo como una perra embarrándoselo todo en la cara… Me folló con intensidad de varias formas y gozó de mi cuerpo poniéndolo como más deseaba.
Fue en el momento en que estaba ahorcajadas sobre él sentado en la cama, con mis senos en su cara mientras lo cabalgaba como posesa, que de pronto mi abstracción se interrumpió por un ruido que se me hizo muy familiar, me detuve para ver que provenía de la mano que escondió debajo de la almohada a nuestro lado, ¡algo vibraba!, le miré a los ojos y le sonreí con entusiasmo y me devolvió una sonrisa llena de picardía. Sacó la mano y me lo mostró, era lo que le había pedido: un vibrador. "No lo olvidé" – me dijo, y entonces sacó por igual un lubricante y se lo empezó untar. Yo sonreía de oreja a oreja, pues bien sabía a dónde iba a parar ese falo. Y cuando lentamente empecé de nuevo mover mis caderas con él en mi interior, sentí como me embarró el ojete también de lubricante y me lo acarició mientras nos veíamos intensamente a los ojos. Colocó la punta detrás de mí y me estremecí cuando la vibración tocó mi carne, me expandí para darle entrada, pero no lo empujó y gemí en protesta. "¿Ya lo quieres?" ?me preguntó con malicia, y mi rostro esbozó suplica y ansiedad: "sí ya por favor ya mételo". Y empujó… Sentí como la cabeza de ese falo de plástico abrió mi esfínter y sin meterlo más me empezó a ensanchar, era inevitable no sentir el ligero dolor del comienzo, pero estaba tan excitada que no dejaba de mover mis caderas con su polla bien dentro de mí. Todos mis jugos vaginales escurrían y se desparramaban sobre su pubis y sus huevos, mientras me seguía introduciendo sutilmente al nuevo invitado…
Hasta que dio un empujón firme y me lo metió todo. Le veía a la cara cuando su hacer me provocó entornarle los ojos de dolor y gemir en lamento… deje de moverme, lo abracé, escondí mi rostro en su cuello y me rodeo con su brazo toda mi cintura en una muestra de consuelo y afecto. Sentía como mi ano palpitaba tratando de acoplarse y el hábilmente por un momento no lo movió, espero. Hasta que sentí que aquello en mi esfínter empezó a vibrar con otra intensidad mayor y empezó a empujarlo hacia mi ombligo como si tratara de romper la carne que separaba a ese falo de plástico del suyo, en segundos mi cuerpo empezó a sentir tremendas descargas de placer. Levanté un poco la cadera para que fuera él quien también me follara la vagina, me aferré a su cuello y empecé a gemirle desesperada, la sensación de la vibración en mi culo dilatado con las embestidas en mi vagina de su polla me hizo enloquecer de placer y solo balbuceaba "un más, más, más…" Sabía que él también en cualquier momento se correría, ya había aguantado demasiado y ahora también sentía aquella vibración a través de mi carne, sus jadeos y sus gemidos me lo anunciaban y la forma desesperada que en ese momento me arremetía con su polla. En toda la habitación se escuchaban nuestros jadeos, gemidos y el chapoteo de nuestros sexos. Nos llegó al mismo tiempo el paroxismo de placer y nos corrimos al unisonó en un inmenso grito, terminamos retorciéndonos sobre el colchón remolinando las sabanas debajo nuestro. Fue una follada magistral de más de una hora de caricias y locuras en la cama.
Minutos después estábamos recostados viéndonos de frente, muy juntos pero ya sin tocarnos, platicamos poco, nos reímos mucho y sonreíamos. Sentí una apacible intimidad con él. Me pareció absurdo reconocer que no me molestaba estar en la cama con ese extraño que me miraba con una sonrisa complacida, al parecer ninguno tenía prisa por irse. Fue inevitable no compararlo con el hombre con el que vivía y me dio pena pensar que con él, después del displicente sexo que ya existía entre nosotros al instante huía. Comprendí allí lo fallida de nuestra relación y sentí un ligero remordimiento que me impulsó a levantarme, pero me tomó de la mano y me detuvo.
?No te vayas todavía, quédate un poco más ?me dijo, y al ver que quizá le esbocé una sonrisa con ironía agregó? Sé que acordamos que sólo sería un encuentro sexual, sin mucha charla, ni compromisos posteriores, pero me gustaría que te quedaras un poco más.
? Me aseguraste que tenías otro compromiso en un par de horas ?le objeté.
?No tengo ninguno, lo dije por si esto resultaba mal… pero nunca pensé que sería así contigo.
Me quedé callada, temía hablar y que me traicionara mis deseos de decirle un sí. Volví intentar zafarme de su mano pero él me retuvo.
?Quédate a dormir conmigo, yo te pago el boleto de avión para mañana.
? ¿dormir? ?pregunté sobresaltada.
? Bueno si no quieres dormir no hay problema, puedo mantenerte despierta toda la noche con mi rabo… ?y me sonrió.
Eché la carcajada y lo vi reírse conmigo. Le mire a los ojos y no sé porque me avergoncé de que la idea me encantara, le desvié la mirada y me tope con el vibrador a un lado de él, cuando se dio cuenta de lo que veía lo tomó con su mano y me sonrió con malicia.
? Si te quedas te dejó meterme esto en el culo y te enseño como debes trabajárselo a un hombre para que le guste… me muero porque me lo hagas.
Mi corazón dio un sobresalto de emoción, mis ojos brillaron y sonreí llena de picardía, siempre había tenido esa inquietud. Decidí no quedarme por esa noche… sino todo el fin de semana y aprendí.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!