La puta de mi novia
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi nombre es Carlos y el de mi novia Dayana, tenemos algo más de tres años de noviazgo y como 5 meses viviendo juntos. Ella es una mujer blanca de un metro setenta y dos cms. cabello largo negro, muy liso, y unas curvas espectaculares, muy bien dotada de senos y un papo gordito rosado que sabe a gloria.
Todo comenzó cuando ella tenía diecisiete años, nos enamoramos y empezamos a salir juntos. Siempre compartíamos una buena intimidad, pero a la hora del sexo, ella decía que debíamos esperar a su mayoría de edad, y que estuviese más segura de mí, me resigné a que mi novia era santurrona y nada podía hacerle. Poco a poco fui ganando terreno y cuando ya llevábamos tres años juntos ya me lo había mamado hasta el final, incluso se había tragado mi leche y yo le había hecho lo mismo, le chupe hasta la pepa del culito, y a pesar de haberle arrancado muy buenos orgasmos, siempre se negaba a ser penetrada. Yo siempre acepte esta situación en la seguridad de que solo era cuestión de tiempo para que ella tomara la decisión.
Cierto día, cuando pasaba un rato en mi casa, toco a mi puerta, venía con un bolso lleno de ropa y unas cuantas cosas más, me dijo que se había ido de su casa y que si le aceptaba se vendría a vivir conmigo. Acepte sin pensarlo, y a los dos días de mudada entre copas y algo de comida, comenzamos nuestra sesión de sexo oral, en un largo y delicioso 69 que no tardo en arrancarnos a ambos sendos orgasmos. Mientras descansábamos conversamos un poco y no tardamos en retomar las caricias y los besos, nuestros cuerpos sudados no tardaron en acoplarse uno encima del otro y como por instinto abrió sus piernas indicándome que ya era hora de entregarme lo que tanto deseaba.
No podía creerlo, en verdad me tomó por sorpresa, sin embargo, con mucha naturalidad, enfile mi pene hacia su vagina, frotándolo suavemente en sus labios, lo fui introduciendo poco a poco hasta que su orificio lo permitía, luego de un ir i venir suave en la puerta se lo enfile hasta la base, un delicioso aullido salió de su garganta, anunciando la apertura de su anillo virginal, me detuve por unos pocos segundos, antes de empezar a suavemente bombear dentro de aquel inexplorado pero sumamente lubricado orificio. Estuvimos un poco más de quince minutos en esa posición, solo modificando la altura y ritmo de sus caderas y la apertura de sus piernas. Como para ese momento no había motivos para cuidarse, en el momento de eyacular se lo saque y deposite mi semen en sus senos, ella acostumbrada a ello, lo frotó por donde le alcanzo e incluso hasta probo un poco entre sus labios.
A partir de allí, teníamos sexo todos los días, ella estaba amañada, todas las noches, como por instinto antes de ir a dormir, comenzaba a mamármelo hasta ponerlo a reventar, luego se ponía en la posición que se le ocurriera y comenzábamos a tirar de lo lindo hasta que acababa dentro de ella, porque al solo comenzar a tener sexo comenzó con las píldoras. En varias ocasiones le sugerí se dejara coger por el culo, pero su negativa era rotunda, a pesar de haberle mostrado videos y algo de literatura al respecto, nunca logre una respuesta positiva.
Un domingo, mis padres me llamaron de última hora para que les ayudara con su auto, soy Técnico mecánico y a la hora de cualquier percance me llaman es a mí. Ella, ya estaba en pijamas y esperando su acostumbrada sesión de sexo antes de dormir. Se molestó un poco lo tardío de la llamada y se negó a ir. Yo que ya había accedido decidí dejarla e irme. Mis padres viven cruzando la ciudad, lo que implica casi una hora de camino de ida y otra de vuelta, tiempo suficiente para pensar en lo molesta que estaría Dayana a mi regreso. Me detuve por combustible y decidí comprarle los chocolates que le gustan. A los pocos minutos me llamo mi padre para decirme que habían solucionado el problema y que disculpara la molestia pero que no hacía falta que fuera. Maravilloso, ya comenzaba a imaginarme cuando llegara a casa la cogida que le daría a Dayana luego de contentarla.
Llegue a casa y para mi sorpresa las luces del living estaban encendidas, un vehículo desconocido para mi estaba en la entrada así que estacione fuera. Me invadió la curiosidad y decidí bordear la casa para entrar por detrás. Al entrar escuche un par de voces pero solo pude reconocer la de Dayana, me acerqué y desde el pasillo me coloque en un sitio desde donde podía divisar completamente la sala sin ser visto. Estaba Dayana, acompañada por un hombre Joven como de veinticinco años, y daba la impresión de que conocían.
Para mi sorpresa, Dayana seguía en pijamas, y a pesar de que su figura se trasparentaba completamente, a ella parecía no importarle. Conversaban muy amenamente y entre sonrisas, le ofrecía cerveza y algo de picar, se sentaron en el sofá y con mucha naturalidad, Dayana cruzó sus piernas, mostrando completamente el muslo a su visitante, quien no disimulaba su embeleso ante su hermosa pierna. No podía escuchar claramente de que hablaban, estaba concentrado en imaginar lo que estaba a punto de pasar. Por un momento mis celos estuvieron a punto de hacerme intervenir, pero mi morbo tuvo más fuerza y me lo impidió.
Luego de terminarse cada uno su cerveza, el tipo se abalanzó, sobre los labios de Dayana, quien no titubeó en recibirle abrazándole con mucha lujuria, sus manos le despojaron de su camisa, y en cuestión de segundos ya le había desnudado por completo. No podía creer lo que veían mis ojos, mi novia se levanto y mientras bailoteaba de lado a lado fue desabrochando su bata, al mejor estilo de una bailarina profesional. Sentí rabia al ver el poco o ausente pudor al desnudarse por completo, cosa que siempre había demostrado conmigo a pesar del tiempo que llevábamos juntos, era otra mujer completamente desinhibida, se le arrodillo entre sus piernas y sin perder tiempo se casco la verga de su visitante en la boca hasta donde le entro, a los pocos segundos ya el tipo tenía una enorme erección digna de una competencia, yo no lo tengo pequeño pero este tipo me llevaba ventaja, mientras le devoraban la verga el tipo aprovechaba de manosearle las tetas y deslizar sus manos por la espalda hasta apretar sus nalgas. Mi novia está muy buena, no por nada estuve esperando tanto tiempo para comerme ese virgo, que ahora sin mucho esfuerzo estaba a punto de gozarse otro.
Terminada la labor, Dayana se coloco a gatas en el mueble, pensé que se la iba a clavar pero comenzó a mamarle la chucha desde esa posición, para mi sorpresa, con sus manos sobaba las nalgas y las abría completamente, metiéndole la lengua en el culo hasta donde podía, ella solo me permitía tocar sus nalgas y acariciarlas pero nunca abrirlas y mucho menos meterle la lengua en el culo, esta situación ya me molestaba bastante. Luego la tomó de los muslos y la volteo para dejarla en posición de corrida, allí le enfilo la verga en su chucha de un solo golpe, no sé si por pena o qué, pero siempre que penetro a dayana ella hace un sonido particular como de dolor, que a mí me hace ir con más cuidado, allí no lo hizo y su visitante la embestía con mucha fuerza como queriéndola traspasar, estuvieron un poco más de cinco minutos en esa posición entonces cambiaron y fue dayana la que se sentó encima de él, desde mi posición podía ver como se engullía por completo aquel enorme pedazo de carne en su roja vagina, mientras el tipo le devoraba las tetas.
Allí, cabalgó, convulsionó, bailó y después de una larga faena con el trozo adentro, se bajo, para colocarse de perrito, se lo entucaron hasta la pata, y luego de un continuo azotar de sus nalgas, que quedaron rojas de tantas palmadas, llego el momento del orgasmo. No sé si es por orgullo, pero creo que ella fingió el orgasmo, cuando él estaba eyaculando dentro de ella. No sé si por el exceso de teatro o porque de verdad estaba excitadísima. Lo total es que cuando pensé que ya se había terminado todo, solo descansaron unos pocos minutos antes de comenzar un 69, después de cada polvo dayana se queda dormida y cuesta un mundo despertarla, aquí ni siquiera aguanto dos caricias y ya estaba montada con la verga en la boca.
Estuvieron un buen rato en esa posición y al pararse ella se dirigió rápidamente a la cocina. Casi me desmaye al ver que lo que busco no era precisamente una cerveza, sino un envase con aceite de comer, se lo unto en la entrepierna, el también tomo un poco y se lo unto en la verga, siempre me vanaglorie de haber tenido la paciencia para esperar y comerme el virgo de Dayana, pero lo que mis ojos veían no me daban crédito alguno.
Luego de metérsela unas pocas veces en la chucha, se la saco y se la enfilo lentamente en el culo, pensé que se desmayaría, gritaría o algo, pero nada de nada, ella solo con uno que otro gesto de dolor, acepto la estocada hasta el final, encorvando su cuerpo como para apaciguar la desgarrada, y hasta agarro sus nalgas para separarlas un poco y facilitarle la entrada.
Se detuvo un poco antes de comenzar el mete saca que fue agarrando un mayor ritmo hasta convertirse en un violento pistón que se perdía entre el hasta ahora sin estrenar intestino de mi mujer.
Con el fuerte ir y venir pude ver cómo le goteaba la leche desde dentro de su vagina y caía en el sofá. Ella culeaba esporádicamente con algo de dificultad como para agarrar el ritmo de su amante, quien a los pocos minutos ya convulsionaba de placer llenándole el orificio de leche, siguió perforándola por unos segundos más, mientras la leche salía por los costados de su culito.
Cayeron desvanecidos en el sofá y luego de una rápida visita al baño, supongo a limpiarse el aceite y la leche, volvieron al living a vestirse y sentarse como que nada hubiese sucedido, ella esta vez se cambio de ropas y se coloco algo casual y hasta un poco conservador.
Salí por detrás, me volví a subir al auto, para simular mi llegada, esta vez acerque el auto hasta casi golpear al del visitante, al entrar a la casa, vi su cara y estaba normal, como quien no rompe un plato y el tipo se presentó muy educadamente como un amigo de la universidad. Me uní a la conversación sin dejar de observar los gestos de Dayana quien en varios momentos dejó notar algo de nerviosismo, sobre todo cuando le pregunté por una mancha aceitosa en el sofá. Me dijo que era de una ensalada que había comido y se le había derramado. Menos mal que no la olí porque creo que se desmallan los dos. A poco más de media hora, el visitante se despidió y se fue. Ambos se merecen un óscar a la mejor actuación, porque de no haberlos visto con mis propios ojos, jamás lo hubiese creído.
Han pasado varias semanas desde el acontecimiento y Dayana sigue con el teatro cada vez que hacemos el amor, no deja que le toque el culo y creo que es para reservárselo a su visitante. Le he hecho una que otra pregunta sugestiva a ver si despierto su sinceridad y me lo cuenta todo, pero hasta ahora, nada. No puedo negar que me excito mucho el saber que en vez de una santurrona tengo una puta en mi casa, pero el saber todo lo que me oculta le resta bastante la emoción.
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