La sauna
La verdad es que me gustaba la comida de rabo que me estaba haciendo aquella desconocida, así que dejé que continuara.
No hace mucho llegó a mi mail un anuncio de un spa situado en un hotel de cinco estrellas en la costa levantina. La oferta era bastante atractiva y mi mujer y yo nunca habíamos tenido la oportunidad de ir a uno, así que tras comentárselo y parecerle una buena idea me dispuse a realizar la reserva para ese fin de semana.
Llegamos al hotel el viernes al mediodía. Muy lujoso, con la entrada de mármol, luminoso y moderno a la vez. Tras hacer el check in un mozo nos acompañó a la habitación tirando del portamaletas. Le di una propina y nos dispusimos a inspeccionar la habitación. Era grande. La cama era tamaño king size. Un televisor de 32 pulgadas colgaba de la pared. El baño muy grande y no le faltaba ningún detalle. Tras la cortina un balcón con vistas a la piscina y enfrente otro hotel, de inferior categoría.
Mi mujer se dispuso a darse un baño en aquella majestuosa ducha con hidromasaje. Yo me tumbé en la cama y encendí el televisor. Tenía todos los canales del mundo. Uno a uno fui pasando los canales hasta llegar a uno americano que ponía una peli porno. Era una peli de Mario Salieri, un director que me encanta por el morbo que tienen sus películas. Un chico se follaba a una joven por el culo mientras su madre dormía al lado. Son escenas cortas, pero cargadas de mucho morbo. Me puse tan cachondo que me desnudé y fui a la ducha en busca de mi mujer. Estaba frente a un chorro de agua que masajeaba su rostro y sus tetas. Me puse detrás de ella y se las cogí. Las apreté y jugué con sus pezones. Me dijo que había descubierto un chorro de agua que te daba justo ahí dándote un placer exquisito. Supusimos que quien lo ideó ya lo hizo pensando en eso. Presioné el botón y un potente chorro salió disparado dando justo en el clítoris. Ella cogió mi mamo para sujetarse a la vez que gemía moviendo las caderas como si tuviera un consolador dentro. Después lo apagué, la puse de rodillas y la invité a comerme la polla mientras caía el agua sobre ella. Pasaba su lengua relamiendo el agua que resbalaba por toda mi polla dura, bajaba a los huevos, los lamía y volvía chupar. Me encanta ver mi polla entrar y salir de su boca de mamona, cómo succiona mientras me mira sabiendo el placer que me da. Después hice que se sentara y que abriera las piernas. Dirigí un chorro de agua sobre su coño abierto y el masaje comenzó a excitarla hasta tal punto que se corrió de gusto. Cuando se levantó la puse contra el cristal de la ducha aplastando sus tetas contra él. Ella, al sentir mi polla dura sobre su culo, abrió un poco las piernas permitiendo que entrara en su coño. El agua caía sobre su espalda y resbalaba por su culo produciendo un sonido peculiar a cada golpe de polla que le daba, como quien chapotea sobre un charco. Me excita ver su culo redondo, moreno, agarrarme a su cintura estrecha y empujarla contra mi polla para que la sienta toda dura dentro de ella. Ella gime, cada vez que la penetro y sé que quiere más duro. La pone cachonda saber que estoy a mil porque me excita mucho su culo perfecto al que azoto haciendo saltar las gotas de agua. De vez en cuando le recuerdo que así me follé una vez a una clienta sobre la mesa de mi despacho y se pone más cachonda aún pensando en la situación. Y me pide detalles que la excitan aún más y tras insultarme varias veces nos corremos casi a la vez.
Tras estrenar la habitación descansamos un poco. Luego dimos una vuelta por el hotel, tomamos unas copas e hicimos tiempo para cenar. A la mañana siguiente, después de desayunar la gente iba al gimnasio o la piscina. Estuvimos tomando el sol y disfrutando de la piscina climatizada. Poco a poco la gente fue desalojando el recinto pues se acercaba la hora de la comida, momento que aprovechamos para ir a la sauna, pues no habría nadie. Abrimos la puerta y era como entrar en un enorme banco de niebla caliente y con un fuerte olor a eucaliptus. Casi a ciegas llegamos a un banco de madera y nos sentamos. No nos dimos cuenta, pero estábamos al lado de una pareja que por lo visto ya llevaba un rato allí. Entre la niebla vi que el tipo se levantó, cogió un cazo y vertió el contenido sobre unos trozos de carbón. Enseguida salió más humo extendiéndose por la sauna. No vi hacia dónde se dirigió el tipo, pero sí sentí una mano que subía de mi muslo hacia el paquete y allí se detuvo tanteándolo. Pensé que a mi mujer le excitaba el hecho de poder hacer una guarrería delante de otros sin ser vistos, así que dejé que la sacara y me la meneara hasta ponerla bien tiesa. Luego sentí algo húmedo sobre la punta de la polla, era una boca que estaba tragando y lamiendo. Fue al cogerle la cabeza cuando me di cuenta de que no era mi mujer quien me la estaba comiendo. Rápidamente la busqué con la mirada con el temor de ser descubierto. No la vi. La verdad es que me gustaba la comida de rabo que me estaba haciendo aquella desconocida, así que dejé que continuara. Después dejó de mamar y sentí que mi polla se hundía en algo suave, blando y caliente. La tía me estaba haciendo una paja con las tetas, una cubana. Cuando se cansaba me la mamaba y luego seguía con la cubana. Después se sentó despacio sobre mi polla hasta tenerla toda dentro. Mis manos acariciaron su culo, duro, subieron por las caderas y tras agárrale las tetas comencé a chuparlas mientras me cabalgaba. El humo poco a poco se iba disipando y pude vislumbrar en una esquina de la pequeña estancia dos figuras moviéndose. Afinando la vista pude ver que el tipo se estaba follando de pie a mi mujer y que de vez en cuando los dos nos miraban. No había palabras, solo gemidos y movimientos buscando el máximo placer. Era follar por puro morbo y eso nos ponía a los dos. Cuando mi mujer se corrió el tipo la acercó hasta nosotros, hizo que se arrodillara y le folló la boca mirando a su pareja cómo me follaba y él le acariciaba los pezones. Tenía la polla tan gorda que apenas le cabía en la boca. Al correrse esparció todo su esperma por la cara de mi mujer cerciorándose de que lo veía bien. Eso debió excitar en extremo a su pareja pues se corrió gimiendo varias veces hasta que un seco movimiento denotó que había acabado. Sin perder tiempo se arrodilló y me la estuvo chupando hasta conseguir que me corriera dentro de su boca. Sin más, salieron de la sauna sin conseguir ver bien sus rostros. Fue algo muy morboso y excitante, pues paseando por el hotel no lográbamos adivinar quién había sido nuestra pareja de juegos.
Por la noche, durante la cena nos pusimos cachondos hablando de lo que había sucedido y mirando al resto de matrimonios. Me comentó que le recordó al día en que Juan, el marido de una amiga en común, la folló en el baño mientras ella cocinaba. A fecha de hoy aún no sabe lo que pasó. Incluso una noche que fuimos de discoteca le hizo una paja y ni nos dimos cuenta.
A la mañana siguiente, como no teníamos que dejar la habitación hasta las doce pedimos que nos trajeran el desayuno a la habitación. Mientras esperábamos me metí en la ducha dispuesto a disfrutar de aquel hidromasaje por última vez. No recuerdo cuánto tiempo estuve, pero me explayé bien. Salí en pelotas del baño y sorprendí a mi mujer chupándosela al botones que nos había traído el desayuno, el mismo que nos subió las maletas. El chico, que por su expresión, desconocía que yo estaba en la habitación sacó la polla de la boca de mi mujer y me pidió perdón una y mil veces. Me fijé en su polla dura, no estaba mal dotado y le dije que sería una pena irse con esa dureza al trabajo, así que le dije que continuara. Él no daba crédito a lo que decía hasta que mi mujer se la volvió a meter en la boca y continuó trabajándole la polla. Cogí un croissant y me lo comí mientras les observaba de cerca. Unos gemidos indicaban que el chico estaba a punto de correrse momento en el cual mi mujer se la tragó toda y masajeó con la lengua succionando hasta la última gota de leche que luego escupió en una servilleta. Después se tumbó en la cama, se abrió el albornoz y abriéndose de piernas le enseñó el coño. Antes de que el chico se dispusiera a comérselo, cogí un poco de leche condensada y se la vertí sobre la raja. El chico lamió y lamió ávidamente como si llevara una semana sin comer. Ella gemía como una loca disfrutando de aquella lengua que le daba tanto placer. Cuando se corrió le di al chico mi móvil y le dije que me grabara follándola en el balcón. La llevé afuera y la recliné sobre la baranda follándola por detrás para deleite de un voyeur que teníamos enfrente, el cual no tardó en sacársela y masturbarse mientras nos miraba. Mi mujer le saludaba con la mano y él respondía una señal de ok. La saqué de su coño y le dije al chico que acercara el móvil y que grabara bien mi polla introduciéndose suavemente en su culo. La sacaba y metía suavemente hasta que los movimientos fueron más rápidos consiguiendo que mi mujer gimiera mezcla de placer y dolor. Cuando me corrí un rastro de leche salió de su agujero y ahí corté la grabación.
Cuando nos fuimos, el chico nos llevó las maletas al coche y mi mujer le dio una tarjeta diciendo que si algún día se pasaba por allí estaría encantada de recibirle. El chico miró la tarjeta sonriendo y por su expresión deduje que no tardarían en verse de nuevo.
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