La vecinita cachonda y su secreto
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Llamenme Carlos, de 41 años, con un matrimonio de 19 años, dos hijos. A pesar que nunca había sido infiel a mi esposa, era de los hombres que fantaseaba estar en los brazos de otra mujer y el destino me cumplió ese deseo.
Ella, que llamaremos Lorena, es un chica bonita de tez blanca, cabello castaño oscuro, bellos ojos grandes café oscuro, pero lo que es grandioso es la forma y silueta de su lindo culo. Los conocimos, mi esposa y yo en una reunión entre vecinos del residencial donde vivimos, eran nuevos vecinos, rapidamente hicimos amistad, y al cabo de una semana, eran nuestros invitados para cenar, fue alli donde pude observar que Lorena era muy atenta conmigo y en más de una ocasión me coqueteó, al principio crei que asi era con todos, pero no. Esa noche salio a conversación que ellos necesitaban algunos trabajos de carpintería, y lo cual es uno de mis hobbies, tengo un pequeño taller en la parte trasera de nuestra casa, donde hago trabajos extras y me gusta hacerlo. Concertamos una visita a su casa.
Durante esa visita, que fue una semana después, Lorena estaba sola, de hecho yo no había visto a su esposo durante toda la semana, ella me comentó que su trabajo no le permitía estar mucho tiempo en casa, en esa ocasión Lorena tenía puesto un pantalón blanco ajustado a su cuerpo, que resaltaba ese par de nalgotas imponentes que tenía, se miraba muy rica.
Tome algunas medidas y mientras lo estaba haciendo, no dejaba de verle su escultural cuerpo. Lorena me preparó una merienda, me senté en la mesa del comedor con ella y charlamos un rato. Ella durante la conversación destacaba mi trabajo en carpintería y que le atraían los hombres trabajadores, me decía cosas como:
_lástima que mi marido no es como tú-
-Ay tan lindo que eres-, -dichosa tu mujer que tiene alguien como tu en casa- y cosas parecidas, que me estaban animando a lanzarme, además su forma de caminar frente a mi, sus atenciones, todo decía que me coqueteaba. Y uno de hombre sabe cuando una mujer está interesada.
Me dijo que si quería más y se puso de pie dándome la espalda y su lindo trasero me quedó de frente, respiré fuerte y tomé el riesgo, me puse de pie y la abracé por atras, inmediatamente ella reaccionó, pero le comencé a besarle el cuello y mis manos la abrazaban por la cintura, yo le decía cosas lindas, pero ella dijo -que pasa?, noo que hacés?- y solo eso fue su resistencia, le besé el cuello, ella ya no opuso resistencia, y mis manos entraron por el frente de su blusa y luego por debajo de su sosten, acaricie sus lindas tetas, ella comenzó a mover sus nalgas en pequeños circulos que masajeaban mi verga, que ya estaba a su plenitud, bien empalada.
La fui empujando hacia adelante hasa que quedó frente al mueble de cocina, luego le desabotoné su pantalón estando atras, ella ayudó un poco, se lo bajé y me quedó unas lindas nalgotas, solo con un pequeño bikini color fusía cubriéndolas, me agaché y luego me hinqué para comenzar a comerle sus bellas nalgas, eso era lo que yo más quería hacer en ese momento. Le tome sus bellas montañas de carne y le di varios chupones y besos como si quisiera devorarme completo su trasero. Ella se contorsionaba y solo decía -ayy, ayy-, y no ponía resistencia alguna, es más trataba de levantar más su culo.
Le bajé su braga y abri sus nalgas con ambas manos y deposité mi rostro entre sus dos muros de carne, lamí su ano y su raja, le pasaba la lengua por ambos, ella se mojó enseguida y pude lamer sus jugos íntimos. Su culo era un manjar. Puse la lengua enrollada y dura y con ella quise penetrarle la raja y el culo, Lorena daba de gritos y se contorsionaba para todos lados, la estaba pasando bien.
-Papi que rica tu lenguita!!, ahhh- decía Lorena embargada por la pasión del momento.
Noté que ella estaba un poco incomoda parada, asi que vi un sofá cerca en la sala y la cargué con el pantalón arrastrandose aún prendido de sus pies. La acomodé en cuatro en el sofá, le desprendí el pantalón y nuevamente me puse a chuparle el culo, ella seguía encendida gimiendo y chillando que se lo siguiera haciendo rico. Mi rostro estaba de nuevo entre sus blancas carnes. Mi lengua seguía jugando con su esfinter y bajaba a su clitoris para darle el más placer posible. Un tremendo orgasmo avasalló a Lorena y yo no me desprendía de su culito. Me tomé su nueva venida.
Para ese momento mi verga ya destilaba gotas preseminales, por fin dejé de comerle el trasero y me puse detras y sin rodeos la penetré de inmediato, ella pujó cuando se la dejé ir casi toda en su raja, me acomodé y tomándola por la cintura me puse a bombearle mi verga en su raja mojada, yo estaba tan caliente que le bombeaba mi verga duramente, pero al parecer a ella le agradaba asi. Mi verga entraba hasta lo más profundo de su vagina, los gemidos y gritos se hicieron presente de nuevo en Lorena. -asiii papi, que rico, que rico me coges papi!!-
Aceleré mis pistonazos en su raja, pero al cabo de pocos minutos y debido a eso yo ya quería eyacular, Lorena se corrió primero y unos segundos después lo hice yo, echándole un chorro inmenso de esperma que se fue a guardar adentro de su raja. Yo seguí pistoneandola hasta que mi verga quedo seca de esperma. Luego nos desprendimos.
-Uyy que hicimos?- decía Lorena cuando nuestras respiraciones se calmaron despúes de nuestro climax.
Como casi siempre sucede, charlamos que esto era un error y que debíamos evitar otro encuentro asi. Pero la verdad, ambos deseabamos otro y mejorarlo todavía.
Asi que la siguiente ocasión que llegué a trabjar a su casa, ella estaba vestida con un vestido de una pieza muy pegado a su cuerpo, era corto y con zapatos de tacón. Nuevamente Lorena se veía rica, su marido no se aparecía por ningún lado. Empezamos sentándonos en el sofá para degustar una taza de café, pero luego comenzaron los besos suaves, los besos húmedos y la tocaditas. Ella me extrajo la verga del pantalón y se puso a mamarla, alli comprendí que Lorena era una mamadora innata, porque me dió talvez la mejor mamada de mi vida, se comió todo mi tronco, se la metía totalmente en su boquita y se comió mis guevos completitos, no tomé el tiempo pero bien pudo estar mamandomela unos 20 minutos y no quería soltarla, hasta que me hizo eyacular y me dejó la verga limpia y seca.
Para reponerme le dije que le quería comer su raja, pero ella me dijo que alli no estábamos cómodos, y me llevó a su cama matrimonial, se quitó la braga y me abrió las piernas en la cama y se tocó y abrió los labios vaginales como ofreciéndomelos, eso fue como un viagra para mi, ver a esa bella mujer tocándose la raja y ponerla a mi disposición, se me olvido el sexo oral y avalánzandome sobre ella la penetré sin miramientos, me puse a darle pistonazos secos mientras ella me abrazaba y gemía pidiéndome más verga. En dos minutos estaba yo al borde de una nueva eyaculación, pero para evitarla me zafé de su vagina y bajando a su raja abierta, húmeda y dilatada, le comencé a comer el coño como desesperado, mi lengua entraba un par de centímetros adentro de su raja, lo cual la volvió loca, me jalaba los cabellos de la cabeza y se contorsionaba en la cama levantando las piernas y diciendome cosas sucias.
-cométe bien mi coño papi, comételo bien, asiiii!-
-papi, me vas a meter la verga otravez??-
-papi que comida de coño me estás dando!-
-Asi papi, rico, bien rico papi!-
Luego de ponerla bien loca y caliente con la mamada de coño, ella se volteo y se puso en cuatro y abriendo sus nalgas con ambas manos me pidió que la cogiera por el culo, yo sabía que no iba a durar mucho para eyacular, pero no podía negarme a clavarla por su lindo orificio, asi que me acerqué y poniendo mi glande en la entrada de su culo, la fui penetrando lentamente, hasta que llegué a meterle la mitad de mi verga. Luego me puse a moverme en sus intestinos, ella que quiso participar en esta culeada, comenzó a mover su culo en círculos, delicioso no cabía duda, pero me hizo acabar rápidamente, me corrí dentro de su recto, pero seguí culeandola no permitiendo que mi verga se redujera y perdiera su dureza.
Hice lo imposible para no dejar de cogerla, lo logré, pero sus movimientos y mis pistonazos secos y profundos en su culo, me llevó en diez minutos a volverme a correr dentro de su recto por segunda vez.
Luego de ese segundo día. Me la seguí cogiendo todo el tiempo en que les hice los trabajos para los que me habían contratado. Mi esposa empezó a dudar de mi fidelidad, por eso dejé de ir a su casa con la excusa de ver los trabajos. Me parecía raro no ver a su marido frecuentemente, hasta que ella me confesó que no era su marido sino era su amante. El tenía su familia en otra ciudad y solo le pagaba el alquiler de la casa y la llegaba a coger una o dos veces al mes.
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