LA ZORRA DE MI MUJER FOLLADA POR SU SOBRINO (I).
Morboso y excitante encuentro sexual de mi mujer con su sobrino, deseoso de follarla desde hacía tiempo..
Javier es un chaval de 17 años, único hijo varón de la hermana de mi mujer y, por tanto, sobrino de ésta, joven con mucha afinidad con su tía por lo que nos visita con mucha frecuencia y se queda a comer o a cenar en nuestra casa así como a dormir en numerosas ocasiones.
Hace varios meses, Javi se había quedado a dormir en nuestro piso y por la mañana yo salí temprano de casa a realizar unas gestiones quedándose solos y aún dormidos tanto él como mi mujer, cada uno en sus respectivas habitaciones. Estuve en la calle como dos horas, subí al piso y abrí con sigilo quedándome tremendamente sorprendido por la situación que me encontré: Javi, nuestro sobrino puesto que yo también así lo considero, se encontraba en cuclillas delante de la puerta cerrada de nuestra habitación observando a su tía, mi mujer, por el agujero de la manilla, que no la tenía porque estábamos pendientes de adquirir una nueva al haberse estropeado la anterior y tocándose mientras la miraba. Él no se percató de mi presencia y me quedé apoyado en el marco de la puerta del salón observándolo sin decir nada. Tras un rato mirándolo me acerqué muy despacio a él, le toqué en el hombro y me miró algo asustado porque no me esperaba. En voz muy baja le pregunté «¿Qué haces, Javi?» contestándome sin vacilar «Mirando a mi tía, está muy buena y me gusta mucho», lo que me dejó perplejo. Lejos de lo que él podía imaginar me puse de rodillas y le pedí que me dejase mirar un instante por el agujero de la puerta, me acerqué y pude ver a mi mujer con sus maravillosas tetas al aire, en tanga y sujetando su liguero negro a las fantásticas medias que portaba. Lo miré y animé a Javi a que continuase observando y se siguiese excitando con su tía mientras un inusitado morbo se iba apoderando de mí a cada segundo experimentando yo también una buena erección aunque no le dije nada. Durante varios minutos más él continuó de rodillas mirando a Nuria y tocándose la polla por encima de su pantalón de chandal para volver al sofá y sentarse junto a mí para fumarnos un cigarrillo pudiendo comprobar cómo marcaba una enorme y excitada verga. Le pregunté que desde cuándo le gustaba su tía y me contestó sin dudar «desde hace mucho tiempo me excito cada vez que la veo, me pone muy cachondo y caliente y son muchas las pajas que me hago pensando en ella e imaginando que me la follo», al hilo de esta respuesta le pregunté que si le gustaría hacerlo y me dijo rotundamente que le encantaría, respuestas que cada vez me sorprendían más por su contundencia y me iban poniendo a mí más cachondo.
Llevábamos ya un rato sentados en el tresillo charlando cuando se abrió la puerta de la habitación y apareció mi mujer espléndida y radiante, con una preciosa trenza y embutida en una ajustada minifalda negra de cuero, camisa del mismo color con finas rayas blancas y majestuosas botas altas de fino tacón, se acercó a nosotros para darnos los buenos días y nos besó a mí en la boca y a él en las mejillas y se dirigió al servicio para finalizar de arreglarse y salir a la calle a hacer unas compras sin imaginar nada, exclamando Javi en voz baja «¡Jodeeerrr, madre mía qué buena está! Tras varios minutos salió, cogió el bolso, nos dio otro beso a ambos y me dijo «¡Cari, como mucho en hora y media o dos horas estoy aquí!», la acompañé a la puerta, la morreé suavemente y se marchó.
Javi y yo nos quedamos solos y preparé un café para los dos. Mientras lo tomábamos volví a sacarle el tema y le dije «¡Así es que te gusta y te pone tu tía!, ¿no…?», respondiéndome «¡Pero mucho y desde hace mucho tiempo!», respondiéndole yo «¡Qué cabronazo eres!», a lo que esbozó una muy pícara sonrisa diciéndome «La he escuchado y la he visto por el agujero, tras la puerta, follar muchas veces contigo y con otros tíos y sus gemidos me ponen muy caliente. Me encanta como folla. Me pajeo muchas veces pensando en ella», añadiendo «hace más de seis meses que no follo, desde que dejé la relación con mi ex». La conversación iba subiendo de tono y Javi no dejaba de tocarse ni yo de excitarme por lo que lo invité a pasar a nuestra habitación para mostrarle la lencería de su tía lo que nos puso aún más calientes a ambos, encantándole sus medias, ligueros y tangas, que olía con los ojos entreabiertos mientras se tocaba. Volvimos al salón, tomamos asiento nuevamente y le propuse que ambos nos hiciésemos una paja juntos para corrernos hablando y pensando en ella a lo que él accedió sin problema, ambos bajamos nuestros pantalones y dejamos al aire nuestras duras y tiesas pollas pudiendo comprobar que el chaval de 17 años posee una muy buena verga de 24 centímetros, gruesa y con un buen capullo rosado que haría las delicias de su tía Nuria por lo que le dije «¡Jodeeerrr, si «tita» coge tu rabo se vuelve loca!», respondiéndome «¡Me encantaría dárselo y que goce con él!». Acto seguido comenzamos a hablar mientras nos pajeábamos con suavidad y le propuse a Javi que yo lo pajearía a él y que él hiciese lo propio conmigo, lo que también aceptó. Intercambiamos nuestras manos y comenzamos a acariciar las pollas de uno y otro de arriba a abajo y con mucha suavidad para proporcionarnos gran placer. Tener el durísimo rabo del sobrino en mi mano, excitado por mi mujer, me producía un morbo increíble, enorme y muy tieso lo iba pajeando mientras él, con la cabeza apoyada en el tresillo y entornada al techo gozaba con los ojos entreabiertos conforme yo le hablaba de las maravillosas tetas y pezones de su tía, de su coño peludo y de su espléndido culazo. Él también masajeaba divinamente mi polla de arriba a abajo proporcionándome un gustazo inmenso. Así continuamos varios minutos hasta que Javi me dijo «¡No puedo más. Me corrooooo, me corrooooo, me corrooooo!», soltando numerosos chorros de leche caliente que aliviaron su calentura. Él continuó pajeándome a mí y poco tiempo después yo también comencé a soltar una gran cantidad de lefa que calmó mi deseo.
Tras las monumentales pajas de ambos pensando en mi mujer, nos limpiamos, nos vestimos de nuevo y le dije a Javi que le comentaría a su tía sus inmensos deseos de follarla para ver si aceptaba complacerlo algo que me agradeció sobremanera pidiéndome encarecidamente que la convenciese para que así fuese antes de marcharse a la calle para hacer unas cosas y tomarse unas cervezas para volver a casa después a comer con nosotros.
No habían transcurrido dos horas desde que se marchó cuando mi mujer volvió a casa de la calle. Dejó las bolsas que traía encima de la cama de nuestra habitación y me pidió que sacase unas cervezas del frigorífico para tomárnoslas juntos en el salón fumando un cigarrillo. Mientras hablábamos yo pensaba en lo sucedido con su sobrino y en cómo podía sacar el tema de conversación. Volví a la cocina a por otras dos cervezas, me armé de valor y le dije «Cari, tengo que contarte algo», ella se extrañó y me preguntó «¿Qué es eso tan misterioso que tienes que decirme…?», a lo que le contesté «Posiblemente te va a extrañar…», exclamando «¡Pero dime… Déjate de rodeos y cuéntamelo!». Sin más le dije «¿Sabes que tu sobrino Javi te desea con locura y que tiene unas inmensas ganas de follarte…?», respondiéndome sorprendida «¡Venga, no me jodas!», a lo que le contesté «Esta mañana, cuando llegué de la calle, lo encontré agachado delante de la puerta de nuestra habitación mirando cómo te vestías y tocándose, nos sentamos en el tresillo a charlar y me dijo que le encantaría follarte, que te ha visto varias veces haciéndolo conmigo y con otros tíos, que le encanta cómo lo haces y que le ponen mucho tus jadeos y gemidos», ella sonrió pícaramente y me dijo «¡Madre mía! ¿En serio…?», contestándole yo «¡Te lo juro, cari! Me ha puesto muy caliente a mí también hasta el punto de que le he mostrado tu lencería en nuestra habitación y nos hemos pajeado los dos aquí, en el tresillo, pensando y hablando de tí» y añadiéndole «¡Tiene una verga descomunal, le mide 24 centímetros, es gruesa y con un capullo rosado inmenso, como a ti te gustan. Y no imaginas cómo se corre el jodido cabrón!». Ella se sorprendió un poco pero noté que la situación le producía morbo y el hecho de pensar en follar con su sobrino la ponía caliente y cachonda, diciéndome «Cari, llámalo y pregúntale sobre qué hora vendrá a comer. Dile que yo aún no he llegado y que haga tiempo en la calle pero no le comentes que le voy a dar una sorpresa». Así lo hice diciéndome mi mujer «Cuando yo te diga lo llamas de nuevo y le dices que se suba, que ya está la comida, ¿vale, cariño?». Nuria me besó y me dijo «lo vamos a pasar bien, ¡ya lo verás!», entrando seguidamente en nuestra habitación y cerrando la puerta mientras que yo llamé a Javi y le comenté lo que me había dicho su tía.
Pasados poco más de 15 minutos Nuria salió de nuestra habitación radiante y guapísima, con el pelo recogido y vestida solamente con la lencería negra y las botas morbosas de fino tacón. No pude por menos que levantarme del tresillo y dirigirme hacia ella para abrazarla, acariciarla y morrearla mientras le sobaba sus maravillosas piernazas por encima de las medias y las cachas de su espléndido culazo diciéndole «¡Pero qué buenísima estás, jodida gran puta. Como para que tu sobrino no tenga ganas de follarte. Te follarían todos los tíos que encuentras a tu paso, zorrita mía!». Tras besarnos, abrazarnos y magrearnos ambos apasionadamente mi mujer me dijo «Éste sobrino mío va a saber lo que es follar de verdad con una madura. Le voy a sacar toda la leche de sus huevos». Le apetecía que tomásemos una cerveza antes de llamarlo de nuevo y eso hicimos durante casi 20 minutos hasta que me pidió que llamara de nuevo a Javier y le dijese que su tía ya estaba en casa e íbamos a comer en breve, contestándome él que en menos de un cuarto de hora subiría a casa.
Pasados poco más de 15 minutos sonó el timbre del portal y para darle una sorpresa a su sobrino mi mujer se marchó al baño no sin antes indicarme que si me preguntaba si le había comentado algo sobre el asunto le dijese que no me había dado tiempo a hablar con ella. Una vez en el rellano, Javi tocó el timbre de la puerta y me levanté a abrirle, nada más entrar me preguntó en voz baja si había hablado con su tía sobre el asunto en cuestión y tal y como me había indicado mi mujer le contesté que aún no habíamos tenido tiempo porque acababa de llegar. Entramos al salón y yo tomé asiento en un sillón para dejarlo solo en el tresillo donde se sentó preguntándome por su tía, respondiéndole yo que estaba en el baño. Me preguntó si la comida ya se encontraba preparada y le dije que estaba a punto. Mi mujer escuchaba nuestra conversación tras la puerta y no habían transcurrido ni dos minutos cuando hizo acto de presencia en el salón. Javi se quedó perplejo y con los ojos abiertos como platos mirando a su tía, radiante y vestida tan solo con sujetador, tanga, liguero, medias sexys y botas altas; él no acertó a mediar palabra mientras que mi mujer tomó asiento en el tresillo junto a él esbozando una caliente y pícara sonrisa. Nuria le preguntó «¿Qué te parece la tita?», respondiéndole él «¡Jodeeerrr, no tengo palabras. Estás imponente!», a lo que ella replicó «No me imaginaba yo que te gustase tanto y te pusieses tan caliente conmigo», contestando él «¡Ufffff, ni te lo imaginas, eres superior a mis fuerzas!». Mientras hablaban cada vez más pegados, mi mujer acariciaba las piernas a su sobrino por encima del pantalón del chándal y lo miraba de forma lasciva pasando su lengua por los labios; por su parte él pasó un brazo por detrás del cuello de su tía atrayendo su cabeza hacia sí y comenzando ambos a morrearse con deseo mientras que con la otra mano comenzó a acariciar y sobar sus tetas como poseído pudiéndose apreciar ya bajo el pantalón el enorme bulto de su polla totalmente dura por una descomunal erección, lo que su tía también pudo comprobar «de primera mano» al comenzar a acariciársela de arriba a abajo por encima de la ropa. Javier, totalmente entregado a mi mujer, desabrochó su sujetador y se lo quitó, dejando libres ante sus ojos las inmensas tetas que posee, comenzando él a acariciárselas mientras la morreaba con deseo para posteriormente chupar y comer sus grandes pezones y aureolas, provocando en ella gemidos y jadeos de puro placer que se acrecentaron cuando con la otra mano comenzó a acariciar suavemente su peludo coño, ya muy húmedo por el calentón.
La temperatura corporal de tía y sobrino iba acrecentándose a pasos agigantados mientras que yo, observando como mero espectador desde otro sillón, comenzaba también a sentir una gran erección por lo que mis ojos presenciaban.
Tras morrearse y magrearse con pasión, mi mujer le pidió a su sobrino que se pusiese en pie y se bajase el pantalón del chándal, a lo que él accedió sin dilación. Ante su cara y sus ojos quedó la enorme polla de Javier, totalmente erecta y dura, exclamando ella «¡Jodeeerrr, cariño mío, qué polla tienes, cómo me gusta!» y preguntándole a continuación «¿Se la vas a dar a tu ‘tita’, mi amor… Vas a hacerme gozar de placer con ella…?». Él no lo dudó y le respondió fuera de sí «¡Toda tuya. Lo estaba deseando. Hace mucho que soñaba con que me la mamases y con follarte como una buena puta!». Las palabras de Javi calentaron sobremanera a mi mujer y sin mediar palabra cogió su enorme verga, la miró de arriba a abajo con ojos de deseo mientras la masajeaba y comenzó a pasar su lengua por ella hasta llegar a su hinchado capullo, metiéndosela en la boca seguidamente para proporcionarle una mamada extraordinaria que hizo arrancar geniales gemidos de placer en él, que gozaba como un puto perro en celo con la cabeza erguida y los ojos entornados hacia el techo por el enorme gustazo que recibía en su durísima polla.
Tras largo rato degustando con exquisito deleite el grandioso rabo de su sobrino, mi mujer le pidió a él que le comiese el coño diciéndole «¡Hijo mío, cómeme el coño. Estoy muy cachonda y siento grandes deseos de correrme!»; él, sin vacilar ni un segundo, la ayudó a tenderse en el tresillo bien abierta de piernas con su preciosa lencería y mostrándole su riquísima almeja peluda en todo su esplendor. Javi se puso de rodillas y le dijo «¡Jodeeerrr, tita, no te imaginas lo que he soñado con tu coño y las ganas que tenía de hacerlo mío!», añadiendo a continuación «¡Tita, eres muy puta y lo sabes. Te voy a hacer gozar como se merece una auténtica guarra como tú!». Seguidamente se dirigió a mí y me dijo «¡Vas a ver con tus propios ojos cómo disfruta conmigo y con mi polla la gran puta de tu mujer. Te voy a hacer nuevamente su cornudo. Prepárate a disfrutar cabrón!». A continuación Javi comenzó a besar el coño de su tía introduciendo la lengua en su raja, pasándosela de arriba a abajo y haciendo que ella se estremeciese de gusto entre gemidos. Así continuaron durante varios minutos mientras ella le decía «¡Qué bien me comes el coño, hijo mío. Cómo me gusta, mi vida», preguntándole «¿Te gusta la almeja de la tita, mi vida… Te gusta…? Aquí la tienes toda para ti, disfruta de ella que me encanta», contestándole él «Tienes un coño maravilloso y lo quiero para mí. Me encanta tu coño y lo puta que eres». Ella, entre gemidos, le decía, «Si tu madre viese cómo me comes el coño y cómo gozo contigo no se lo creería, amor mío», añadiendo «Deberías comérselo a ella también alguna vez para que goce de placer y se corra contigo. Seguro que hace mucho que no folla y le encantaría sentir tu pollón dentro de ella», replicando yo desde el sillón donde me encontraba «Cari, tu hermana es tan zorra y puta como tú y yo no tardaré mucho en follármela porque la deseo y me da mucho morbo hacerlo». Javi me miró y continuó haciendo disfrutar a mi mujer hasta que, al momento, ella le dijo «¡Me corro, cariño, me corro de gusto. Sigue hijo de puta, sigue haciéndome tu zorra ante el cornudo de mi marido. Sigueeeee… Sigueeeee… Ahhhhh… Ohhhhh…», soltando todo su néctar en la boca de su sobrino mientras me decía a mí «¡Cari, qué bien me come el coño este cabronazo, cómo me corro, cornudo mío!».
Tras el maravilloso orgasmo de mi mujer, su sobrino le pidió que se pusiese de rodillas, a cuatro patas, en el tresillo y él comenzó nuevamente a comerle el coño y el culo pero en esta ocasión desde atrás mientras magreaba y masajeaba sus enormes y hermosas cachas. Nuria comenzó nuevamente a gemir con pasión y cachonda como una perra experimentando al poco tiempo un nuevo orgasmo que Javi volvió a degustar mientras le lamía su raja de arriba a abajo.
Tras gozar plenamente con su sobrino, mi mujer quería alargar en el tiempo que él la follase para mantenerlo en tensión aunque sí deseaba que le soltara toda su leche y degustarla antes de comer por lo que le pidió que se pusiese en pie para, sentada en el tresillo, realizar una espléndida y nueva mamada a su enorme y tiesa polla durante varios minutos mientras yo asistía al espectáculo con inusitado morbo y un deseo irrefrenable por correrme también. Era maravilloso ver a mi puta zorra chupar y chupar fuera de sí y con deleite la verga de Javi mientras él le decía «¡Sigueeeee, sigueeeee titaaaaa. Cuánto placer me das. Quiero darte toda mi leche en tu boca, mi tita puta. No pares, por favor, no pares y sigue comiéndome esta polla que será tuya cada vez que quieras!», mientras que ella le replicó «¡Cariño mío, quiero que vengas a follarme todos los días y a darle gusto a mi coño. Me vuelve loca tu pollón, mi vida!». Las palabras de mi mujer excitaron aún más a su sobrino y entre alaridos de enorme placer comenzó a correrse soltando en su cara y en su boca una enorme cantidad de leche que Nuria se encargó de tragar como una buena puta para gozo de ambos.
Tras la corrida de Javi, tía y sobrino se morrearon apasionadamente pero mi mujer no quería que yo me quedase con ganas de soltar la lefa de mi hinchado y duro rabo por lo que se dirigió al sillón desde el que yo los contemplaba, se sentó en uno de sus posabrazos y comenzó a morrearme y a abrazarme con su mano izquierda mientras que con su mano derecha comenzó a hacerme una magnífica paja que desembocó en una gran corrida por mi parte, corrida que ella se encargó de degustar de rodillas ante mi polla poniendo nuevamente de manifiesto que es una puta de categoría superior.
Una vez gozamos plenamente los tres, mi mujer se marchó al servicio para limpiarse y disponerse a realizar la comida no sin antes pedirnos que nos quedásemos en el salón desnudos y con nuestras vergas al aire ya que la «fiesta» no había terminado.
ME PARECIO MARAVILLOSO, excelente narrativa. te gustaria intercambiar correos, para hablar de relatos?