Las mujeres Monroy
Las mujeres de una familia rompen la motona vida de un cuarentón..
El día que los Monroy se mudaron al barrio cambió mi vida para siempre.
Los Monroy son una familia de 5, papá, hermano, hermano, mamá y la pequeña hermana, y son ellas quienes nos interesan.
Camila Monroy es una jovencita de 8 años, alegre y juguetona, delgada y de cara pícara, curiosa y obstinada, cuando un tema le interesa, llega hasta las últimas consecuencias y eso lo descubrí con ella.
Samantha Monroy es una mujer en sus 30, joven, hermosa, amable y muy, muy atenta.
En cuanto a mi, soy un hombre adulto, 40 años, divorciado de una mujer de 37 años que se harto de mi poco deseo sexual y mi poco romanticismo.
Dedicado a mi trabajo, llego a mi casa todos los días a ver televisión mientras mi uniforme se lava y tiendo, no tengo más ambisiones en la vida que poder vivirla tranquilo.
O al menos así era, porque como dije, mi vida cambio cuando los Monroy se cambiaron al barrio.
No había pasado ni 2 días que llegaron al barrio para que me pasará algo que rompía mi paz, esperaba como siempre que mi uniforme se lavar cuando tocaron a mi puerta.
Molesto por la interrupción atendí, al abrir la puerta descubrí que era la señora Monroy, pero yo no lo sabía en ese momento.
¿Siiiiii? ¿Qué desea?
Muy buenas tardes vecino, mi nombre es Samanta, Samantha Monroy, soy su nueva vecina y vengo a presentarme.
Mucho gusto señora Monroy, mi nombre es Dan.
Mientras ella hablaba cosas que no me interesaban no podía evitar apartar la mirada de su enorme par de tetas que se ocultaban detrás de su playera, se venían hermosos y prominentes, aún ergidos, orgullosos, dispuestos a desafiar la gravedad.
En ese momento en que ella seguía diciendo no sé que cosas recuerde a mi ex esposa, una mujer obesa de senos marchitos que se dedicó a descuidarse apenas nos casamos, y no es que yo sea un Adonis, pero trato todos los días 30 minutos rumbo a mi trabajo y hago lo mismo regreso, si bien no soy un fisicoculturista, me mantengo esbelto y con buena condición.
Estaba perdido en mis pensamientos cuando reaccionó y me doy cuenta que Samantha me estaba repitiendo la misma frase una y otra vez.
¿Me está usted mirando las tetas cabellero? ¿Me está usted mirando las tetas caballero?¿Me está usted mirando las tetas caballero?
Cuándo por fin reaccioné mire apenado a la mujer y no pude articular palabra, quería disculparme, pero maldita sea no conseguía proferir palabra alguna.
Caballero, si lo que quiere es verme las tetas, invítame a pasar, con gusto se las muestro, pero en un lugar más privado, soy una dama casada.
Mi miembro reaccionó de inmediato, poco apetito sexual, pensé, en realidad era tu obesidad lo que me mataba las erecciones.
Invité a pasar a la señora Monroy quien apenas cerré la puerta se quitó la playera, que monumento de mujer, esbelta, se notaba su figura atlética, seguramente hace ejercicio pensé, una cintura pequeña, los músculos se su espalda se marcaban de una manera sensual, femenina, mientras me quitaba la camisa ella se bajaba el pantalón, pensé que solo me dejaría jugar con sus senos, pero no, estaba contemplando el trasero más hermoso que había visto en toda mi vida, redondo, parado, trabajado en horas de gimnasio, las piernas ¡Qué piernas! Torneadas, definidas y gruesas, pero no un grosor desagradable, un grosor femenino, de una atleta con cuerpo natural.
Mi pene estaba duro, años de quemarlo a puñetas me tenían harto, quería guerra, quería vagina, cálida, mojada, y la tenía en frente de mi.
Cuando estuvo desnuda la señora Monroy se giró de frente a mi, qué hermosos senos, grandes, con el pezón oscuro a diferencia del resto se la piel, sonreía, pícara y jovial.
Muy bien caballero, me acabo de cambiar de barrio y estoy buscando un buen miembro para que me den lo que mi marido no puede, le aclaro algunas cosas: 1 nadie puede saber esto, 2 soy una hembra muy demandante y requiero de sexo constante, 3 le soy infiel a mi esposo, pero no pienso dejarlo y 4 usted no va a ser el único, si está dispuesto a aceptar esto, entenderá que demando discreción absoluta.
Sí, acepto.
Muy bien caballero, venga y metame ese miembro suyo que ya estoy muy mojada y lista.
La señora Monroy se sentó en el descansa brazos dei sillón, se llevó la mano a la vagina, se acarició por fuera y me mostró lo mojada que estaba.
Que visión, una mujer con el abdomen liso, con esa forma de gota de agua, una vagina depilada seguramente con cera, labios delgados ligeramente separados y un clítoris que sobresalía hermoso como una pequeña montaña.
Me arrodillé delante de ella y baje a tomar agua, que delicia, tibia y fresca al mismo tiempo, dulce, revitalizante, al momento de probar esos jugos sentí como recuperaba ese apetito sexual que mantuve dormido todos los años que viví con mi ex esposa, mi miembro pulsaba deseoso de perforar esta flor que se me ofrecía.
Hmmmm, haaaaa, siiiiii, caballero, es usted muy animado, oooooh dios, hace años que nadie me lo hacía así, siga, siga.
Obediente le hice caso a la señora Monroy y seguí comiendo de ese fruto por al rededor de 10 minutos, tiempo en el que ella no dejó de animarme a seguir comiendo hasta que llegó a su orgasmo.
¡Qué venida! Mi boca se inundó con su flujo, su vagina pulsaba y sacudía miamdibula y dientes, casi sentía que se me desarmaba el rostro al sentir su explosión en mi boca.
La señora Monroy seguía gimiendo y yo seguía comiendo, pero ella es una dama que sabe mostrar gratitud.
Entre gemidos y jadeos me invitó a determe.
Le pido amablemente caballero que se detenga, me ha dado mucho placer y me siento obligada a corresponderle, lamentablemente estoy corta de tiempo, así que no podré atenderlo como es debido, así que le ofrezco dos opciones igual de efectivas.
¿Desea usted que lo atienda con boca o con mi ano?
¿Ano? ¿Sexo anal? Nunca lo he probado pensé, y ahora se presenta a mi casa una dama despampanante dispuesta a darme los placeres prohibidos.
¿Será mucha osadía si le pidoe permita saciarme con su cavidad anal señora?
La mujer sonrió y se lamió la mano, levántese caballero, una vez de pie sobó mi glande mojandolo con su saliva, levantó su pierna y me invitó a sostenerla y así de pie guió mi glande a su cavidad anal y con un poco de presión de mi parte se hundió.
De pie en la sala de mi casa estaba copulando con una hembra de 30 años, hermosa, atlética y caliente.
No sé cómo describir mi primera experiencia penetrando un ano, era deliciosa si, pero morbosa también, era algo doblemente prohibido, una mujer casada y sexo anal.
No sabía si era normal, pero su recto hacia una especie de succión que me estaba llevando rápidamente al límite, mis gemidos de placer y cara me evidenciaban.
El caballero está cerca, lo sé, no se sienta mal, ya se acostumbrara a mi forma de copular, le pido que no se contenga y se apresure, no tengo mucho tiempo y necesito volver a casa.
Dejándome llevar por el placere, la emoción de lo prohibido y las caricias nuevas que recibía en mi miembro, eyacule una buena cantidad de semen en el recto de las hermosa dama que exhaló y esbozó una sonrisa al sentir el fruto de su masaje.
Uuuy caballero, pero que cantidad de semen a botado en mi interior, creo que nos vamos a llevar muy bien, pero recuerde, si habla, jamás volverá a pasar.
Así como de desvistió se volvió a vestir, cuando se agachó me mostró de nuevo sus nalgas y su ano marrón expuesto escurriendo semen.
Con la gracia que había llegado, se retiró, dejándome en medio de mi sala con el miembro al aire y unas gotas de semen colgando.
Habiéndome repuesto de la situación me vestí mojando mis calzoncillos con mi propio semen, dispuesto a pasar al baño mis planes fueron interrumpidos cuando la puerta volvió a sonar.
Atendí rápido pensando que la señora Samanta Monroy había vuelto, pero no, era una pequeña la cuál era la primera vez que veía y de inmediato supe era la hija de la dama con la que recién había copulado.
Buenas tardes pequeña ¿En qué puedo ayudarte?
Señor ¿Ha visto a mi mami? La estoy buscando, la vi entrar a su casa pero no la he visto salir ¿Sabe usted dónde está?
Si pequeña, estuvo aquí hace un momento y partió a tu casa hace un momento, si te apuras, la alcanzas en el camino.
La pequeña abrió los ojos y sonrió mostrando su chimuela dentadura
¡Gracias señor!
La pequeña salió corriendo a su casa y en la esquina antes de doblar se giró para gritar.
¡Yo ví!
Para enseguida desaparecer.
Gracias por leer este relato, valoro en gran medida tu calificación y comentarios!
Ufff amigo porfavor continua relatandonos esta historia
Ya subí otro fragmento, está en proceso de aprobación.
Gracias por darte el tiempo de leer mi relato!
Buen relato, inicio raro e Interesante, ojalá puedas avanzar más adelante con otra entrega, así como también saber porque es que la señora, es tan directa y demás
Qué bueno que te gustó.
La 2da parte ya está en proceso de aprobación, pero es sobre la pequeña Camila, espero te guste igual.
Qué pedazo de relato!
Muy excitante y con morbo.