Leticia solo leticia
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Las manos de don Matías recorrieron ansiosas aquel cuerpo extasiado que sin ningún empacho se le entregaba, las manos acostumbradas al rudo trabajo se deleitaban acariciando, mimando las tetas que se palpaban duras, ardientes y que eran coronadas por dos pezones grandes y gordos. De la boca de Leticia se escuchaban leves gemidos, que parecían susurros incitadores y que invitaban a seguir explorando lo más recóndito e inimaginable.
Leticia era una importante ejecutiva de una compañía trasnacional, de piel blanca, cabello negro, su cuerpo era una evocación a la diosa del amor; bella en la toda la extensión de la palabra, asediada por los hombres; era quien en ese momento estaba entregada sin recato alguno a un hombre que no pertenecía a su estrato social, que le había sido presentado por su madre hace algunos días, y fue a petición de la misma que ella había asistido a esa fiesta, donde ahora se encontraban, pero ya no en el jardín sino en una de las recamaras de la casa. Lo que si podía afirmar es que desde el momento que lo conoció se dio cierta atracción entre ellos; a ella le fascinaban esa clase de hombres que no se andan con rodeos para encamar a la mujer que ellos deseaban.
Leticia vestía un lindo vestido color negro corto, que mostraba la belleza radiante y exquisita que poseía, ahora ese vestido yacía en el piso y tan solo le quedaba una tanga negra. Don Matías era un viejo alto, fornido, moreno, calvo, de unos cincuenta años de edad y contaba con algunas carnicerías, era amigo de la madre de Leticia, además de contar con su aprobación de que él se podía coger a la linda muchacha.
Las bocas se entrelazaron en un tórrido beso, repleto de pasión y morbosidad; él atrapo la bien cuidada lengua de ella, absorbiéndola, mordiéndola levemente. Leticia se dejaba querer por ese hombre que le quería arrancar hasta el último aliento, fueron minutos interminables de pasión desmedida, los gruesos labios del sujeto no querían soltar los delicados labios que también se mostraban ansiosos por seguir dejando escapar la miel cálida y dulce que emanaba poco a poco.
_mmmm. Me gusta papi, me gusta sigue besándome
:¡Que linda eres Lety, eres toda una hembra!
Don Matías la acostó en la amplia cama y se dedico a brindarle las mejores caricias, recorrió con la lengua la piel blanca, aterciopelada y candente, deteniéndose en los puntos estratégicos en los que sabia haría vibrar a la beldad. Pronto los pezones ocuparon un lugar dentro de la ansiosa boca del viejo, que experto les dedicó minutos de inmejorable placer, candentes chupadas que hacían estremecerla, haciendo que ella se afianzara a la espalda musculosa del viejo.
_sigue papi, mámame las tetas. ¡Aaay!
Don Matías siguió con su labor, no había prisa, no tenía motivo por apresurarse, disfrutaba enormemente de ese suculento bocado que no todos los días se disfruta y por ello las cosas debían hacerse despacio.
El tibio vientre fue recorrido con maestría; poniendo el mayor énfasis en el sexy ombliguito, lo lleno de saliva, lo secó, lo masajeó, le dedicó también un tiempo, quería que la apuesta muchacha ardiera de placer, que le pidiera la verga que estaba ya lista. Antes de llegar a la intimidad de la chica, su boca se dirigió hacia las nalgotas que suplicantes también anhelaban ser agasajadas, se deleitó, se embelesó recorriendo las blancas y lindas nalgas hasta perderse en el oculto hoyito, el lo descubrió provocando en Leticia una nueva oleada de placer que la hizo cimbrar de pies a cabeza.
El agujerito de la dama fue objeto de una apetitosa chupada, recorrió con su golosa lengua los pliegues del diminuto orificio, haciéndole saber que también estaba interesado en él. Leticia con los ojos cerrados simplemente se dejaba querer y mimar. Ella estaba enterada de que su mami había hecho todo eso para complacerla, para que disfrutara, sabía que don Matías la haría inmensamente feliz;
Matías volteó a Leticia, colocándola boca arriba, ella le abrió las preciosas piernas mostrándole su vagina, que lucia hermosa, perfectamente depilada e invitando a que alguien la besara y la hiciera suya. Ella jugó con su ardorosa panochita introduciéndose un dedo, haciendo un movimiento para que él le chupara el dedito, lo cual accedió con agrado, para después sumergirse en su vehemente intimidad, saboreando los exquisitos jugos que manaban para el deleite de él; fueron momentos cargados de placer en los que Leticia sentía desmayarse por el éxtasis que sentía. Un aaaah prolongado escapo de su garganta y con ello un torrente de un exquisito néctar que el viejo carnicero no vacilo en beber.
Don Matías separó las piernotas de Leticia , acaricio la vagina y estaba a punto de metérsela cuando ella en forma seductora, agarro la larga y morena barra y la trajo hacia ella; durante unos instantes se dedico a darle en primera instancia unos besitos en la punta, recorriendo con su lengüita juguetona el dilatado glande, ensalivándolo, poniéndolo aun mas caliente.
_papi, que vergota tienes, ¡me gusta! uuhmmm
_ Te la vas a comer toda Lety
Don Matías ensarto a la bella chica, quien dio un grito de excitación, comenzando un mete y saca pleno de erotismo y sensualidad, las piernas de la chica buscaron la cintura del viejo para envolverlo en un abrazo y con ello lograr que las cogidas se hicieran mas duraderas y excitantes. Las bocas se buscaban afanosamente, haciendo que sus lenguas se enredaran y se lamieran trémulamente. La boca de don Matías encontró los fogosos pechos de la agraciada joven y complemento el momento de dicha y de placer mamándolos a discreción.
Una embestida salvaje hizo que la mimosa Lety clavara las delicadas uñas en la espalda de Matías, algo en su interior había hecho que mojara aun mas su ya húmeda intimidad, don Matías sonrió complacido, pleno y besó las axilas de la muchacha, quien extrañada por la caricia se separó de él.
Leticia se coloco a horcajadas de espaldas a don Matías, quien veía el ardiente trasero moverse hacia su dilatada verga, ella guiaba al candente fierro con las manos para que cumpliera con su cometido. Cuando sintió que la enorme cabeza entraba en su interior dejo escapar un suspiro, que hizo que el hombre se emocionara y la sujetara aun más de la breve cintura.
Cuando la dura verga estaba en el interior, ella comenzó con unos sensuales movimientos, haciendo círculos con él delicioso culo, tragándosela, succionándosela, arrancándole una oleada de inmenso placer, las amplias y apetitosas nalgas subían y bajaban ante la cara de felicidad del rudo sujeto.
_Leticia, qué hermosa eres, me gustas mucho.
_mmm. Cógeme papi, me gusta mucho.
Los cuerpos cayeron de lado, sudorosos, la enhiesta verga se encontraba en todo su apogeo, trabada en la intimidad de la muchacha, quien permanecía inmóvil esperando que el hombre se acomodara para comenzar de nuevo el delicioso escarceo. Las manos del carnicero lograron su propósito, abrazo a la chica y con una mano se dedico a acariciar el cuerpo sabroso e inquietante. Mientras el palo comenzó de nuevo su fogosa acometida, provocando sensaciones placenteras en ambos órganos; la panochita de ella sentía acariciar las estrellas por las ricas embestidas y el falo venudo sentía llegar hasta lo mas alto del cosmos por las cosquillas que esa ardiente vagina le ocasionaba.
La cara de don Matías estaba cerca de la de ella, en su cálido oído le decía cosas bonitas, agradables que hacían que se excitara aun mas. Mordisqueaba el lóbulo de la orejita, pasándole la lengua haciendo que Leticia sintiera sensaciones insospechadas.
_mamita, que lindo culo, que bonito. Nunca pensé que te iba a tener asi.
–
papi, no quieres que te la mame?_ preguntó melosamente la bella Leticia, al tiempo que acomodaba al viejo acostado bocarriba mientras ella juguetona buscaba con la boca la negra verga. Cuando la encontró se metió en primera instancia el duro glande, mamándolo suavemente, mordisqueándolo; la lengua recorrió el palo en forma rica y sensual deteniéndose para aplicar leves mordiditas seductoras que hacían enloquecer al viejo.
Lety se encontraba dueña de la situación con una mano acariciaba las bolas que se mostraban grandes, plenas repletas de leche que de un momento a otro iban a ser descargadas para el deleite de la mujer que la recibiera. Su boca hambrienta y seductora subía y bajaba en la larga verga que entraba con facilidad en aquella cavidad dulce y complaciente.
Las manos del carnicero acariciaban la negra cabellera de la chica, era un cabello fino, delicado y que emanaba un aroma frutal, ¿como era posible que esa mujer con clase pudiera estar ahora sometida a la voluntad de un viejo que en nada se comparaba con la juventud y el porte de su marido?
La mano del viejo se regodeaba acariciando las nalgas que se mostraban plenas y deseosas, sentía que estaba a punto de sucumbir, la lengua especializada de la chica estaba a punto de hacerlo terminar, de hacerlo llegar, en un rápido movimiento se puso de pie, haciendo que ella se hincara para que siguiera comiendo el pedazo de chocolate que tenia en la boca.
_mamita, lo que pasa es que tengo una fantasía
_¿cual amor?_ contesto la chica completamente entregada.
_quiero echarte la lechita en tu boquita.
Ella sonrió y se dedico a chuparla un poco mas para después en forma voluptuosa abrir la exquisita boca para esperar que don Matías vaciara el contenido; él golpeo la anhelante lengüita con el pedazo de carne, mientras se masturbaba dentro de la boca. Instantes después aquella verga descargaba su contenido en la anhelante boca de la chica, quien no se daba descanso tragándose aquella esencia que le parecía el más delicioso de los postres.
Seductora, la chica se dedicó a mamar la verga, no estaba conforme, quería mas y sabia como obtener el placer suficiente.
CONTINUARA.
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