¿Lo olvidarás, Mar?
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Mar1803.
Al terminar de besarnos ya estamos desnudos.
Te acuesto sobre mi cama y veo los detalles en tu piel: las marcas que el elástico de tu calzón dejó en tu pancita, y la cuadrícula que éstas forman con las estrías de tu vientre.
Recorro con mi lengua la voluminosidad de los músculos pélvicos colapsados por la maternidad hasta llegar a la oquedad de tu ombligo, escucho tus risas y siento la agitación de tus latidos.
Tomas mi cabeza con tus dos manos y la empujas para que mi boca quede en la mata enmarañada de tu sexo.
Aspiro tu perfume de amor consumado en tu encuentro matrimonial y mi lengua deseosa pasa a saborear la miel que él te dejó revuelta con tus jugos.
Mis manos estrechan tus chiches, juegan con tus pezones erectos y mi lengua penetra cada vez más tu sexo.
Suben de volumen tus quejidos hasta convertirse en gritos y surgen en chorro tus jugos, los abrevo desenfrenadamente, magreando más fuerte tu pecho
"¡Cógeme!", me gritas y yo obedezco.
Te cubro trepidante y tú me abrazas.
Nos besamos y abrazamos sin dejar de movernos.
Mi pene entra y sale un par de centenares de veces "!Qué verga tan rica!" dices entre aullidos antes de quedar con el cuerpo a la deriva, a merced de las últimas embestidas con las que vierto mi semilla revolviéndola con la de tu marido.
Miro en tu cara una sonrisa al sentir el calor de mi abundante venida.
El sudor conjunto empieza a escurrir por los costados de tu cuerpo.
Levanto tu brazo y mi lengua lame el sudor salado de tus axilas, lo que impide que mi pene se relaje completamente y la turgencia vuelve a templar mis deseos, lo sientes y dices suavemente en mi oído: "No te muevas, pero no lo saques, así está rico.
"
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