Los Juguetes de Tedy
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por corderillo.
Cuando mamá se casó por tercera vez, su nuevo marido trajo con él a su hijo Tedy. Para ese entonces yo tenía ya 16 años y mi nuevo “hermano” era tres años más joven que yo. Pero qué impresión me causó aquel chico, con su cabello abundante y con sus músculos ya bien desarrollados, con su cara tan bonita y su aire de chulito.
Por aquel entonces yo había logrado convencer a una de las chicas más populares del colegio de salir conmigo. Creo que estaba enamorado de ella, aunque lo que más me atraía era su fama de zorra y lo fácil que me había resultado llevármela a la cama apenas una semana después de ennoviarnos.
Pero las cosas con Tamara no iban como yo hubiera querido. La chica era demasiado caliente de verdad y follábamos hasta tres y cuatro veces por semana, pero ella siempre andaba quejándose de que quedaba insatisfecha. Todo el tiempo se la pasaba diciéndome que si mi polla era demasiado pequeña, que si yo no aguantaba nada en metérsela y correrme…
Así las cosas, yo había tenido que resignarme a no follarla sino más bien a comerle el coño, metiéndole la lengua y chupándole con devoción, mientras ella se estremecía, gemía y se retorcía como una serpiente al tiempo que evocaba en voz alta las ocasiones en que había follado con el primo que la desvirgó hacía dos años o alababa entre jadeos la enorme verga de su anterior novio, hasta que quedaba agotada de correrse en mi boca y luego me miraba con una sonrisa pícara y me decía como si se dirigiera a un niño pequeño:
— Ahora ya te puedes sacar tu pollita y correrte una paja para que mami te vea lo hombre que te has puesto…
Yo no dudaba en liberar mi pito para empezar a meneármelo como un mono, mientras pegaba mi boca nuevamente a su coño y se lo besaba con apasionada devoción, para casi en dos o tres minutos correrme entre estremecimientos y jadeos que a Tamara le causaban mucha risa y algunos comentarios sobre mi habilidad para pajearme.
En ello llegó a nuestra casa Tedy en compañía de su papá y cuando Tamara vio por primera vez a mi nuevo “hermano”, se le fueron los ojos y poco le faltó para que un chorro de baba se le saliera de entre los labios. La muy zorra no pudo disimular la atracción que le producía el chico y yo me mosqueé y quise reñirle. Pero en cambio de prestarse a mis reclamos, ella decidió que nos fuéramos a su casa para tener sexo.
Como de costumbre, me arrodillé entre sus piernas y me dediqué a comerle el coño con esmero, mientras ella se retorcía y entre jadeos y gemidos pronunciaba el nombre de mi hermanito, al tiempo que alcanzaba orgasmos verdaderamente brutales, llenándome la boca de sus jugos y magreándome la cabeza para obligarme a chuparle más profundo entre su raja.
Aquella faena fue tan intensa, que no tuve necesidad de menearme la polla al concluir, pues ya me había corrido entre mis pantalones sin siquiera tocármela. Y una vez concluido el peculiar folleteo, Tamara y yo hablamos del asunto de mi hermanito:
— ¡Pero qué guapo que está ese chico! – me dijo Tamara.
— Si solo es un crío… – le respondí yo.
Tamara y yo teníamos ambos 16 años, de tal manera que mi hermanito era tres años más joven que nosotros. Así las cosas, no lograba comprender muy bien cómo era que a mi novia la hubiera impresionado tanto el chico, hasta que ella me lo explicó:
— Si es guapísimo ese chico. Y se le nota lo hombre que es. No más mirarle el paquete que marca para darte cuenta que es mucho más hombre que tú.
Aquello era realmente humillante para mí. Pero curiosamente, los comentarios de Tamara sobre la belleza de mi hermanito y ante todo sobre su hombría, me empezaron a calentar de nuevo. Así que no tuve muchos reparos en volver a enterrar mi cara en su regazo para dedicarme nuevamente a comerle el coño como si en ello me fuera la vida.
La insistencia de Tamara con la belleza y la hombría de Tedy era tal, que terminé por convencerme de la enorme superioridad del chico y empecé a comportarme con él con cierto servilismo y a observarlo con detenimiento, primero disimuladamente y muy pronto con todo descaro.
Él parecía no darse cuenta o no importarle la manera en como yo lo observaba. En las tardes, luego de llegar del colegio, se deshacía del uniforme y se paseaba por toda la casa en bóxer, exhibiendo ante mis atentos ojos el enorme bulto de su entrepierna. Hasta que en una ocasión mi curiosidad se hizo tan patente que Tedy tuvo la ocasión de burlarse de mí por ello.
Esa vez el cuarto de baño de su habitación había sufrido una avería, así que él debió tomar la ducha en mi propio cuarto de baño. Al concluir su aseo, salió completamente desnudo, secándose la cabeza con la toalla y bamboleando su enorme tranca que colgaba bien dormida entre sus piernas.
¡Joder! ¡Trozo de verga que se cargaba mi hermanito! Así en completo reposo, no le mediría menos de 17 centímetros. ¡Qué enormidad! ¡Con razón decía Tamara que Tedy era demasiado hombre! ¡Y saber que mi polla en la más esplendorosa erección no alcanzaría ni los 11 centímetros!
— A ti como que te van las vergas… – me dijo Tedy con sorna – …no más ver como se te salen los ojos viéndomela…
Traté de disimular un poco. Seguramente me puse rojo de la vergüenza. Pero sacando ánimos de donde no tenía y negándome que me fuera a atraer en lo más mínimo la enorme verga de mi hermanito, le respondí entre gagueos:
— E…es…que…que…la ti…tienes mu…muy…enorme…
Tedy se soltó a reírse y yo me encogí y traté de mirar hacia otro lado. Pero el subconsciente me traicionaba y no podía despegar mis ojos de la enorme verga que seguía penduleándole entre las piernas a mi hermanito.
— No te preocupes, cabrón… – me dijo el chico –…que ya estoy acostumbrado a que las chicas y los maricones se enloquezcan viéndome la verga…mejor anda a la cocina y prepárame una merienda que estoy hambriento.
¡Cabrón él! ¡Venir a imaginarse que yo era uno de los maricones que se enloquecían viéndole la verga! Pero mejor no discutir con Tedy. Y encontré la ocasión de salvarme yéndome a la cocina a prepararle su merienda.
Aquella tarde fui con Tamara y mientras estaba arrodillado a sus pies disponiéndome para comerle el coño, le conté de lo que había pasado en la mañana y le describí con detalles la enormidad de verga que se gastaba Tedy.
La calentura de mi novia y la mía propia fueron exageradas aquella tarde. Mientras yo le comía el coño con desesperada pasión, Tamara gritaba entre gemidos que deseaba que Tedy la follara. Se retorcía como una serpiente y me agarraba por los pelos hundiéndome la cara entre su entrepierna al tiempo que balbuceaba:
— Fóll…fóllame…fóllame Tedy…quiero tu…quiero…tu verga en mi coño…fóllame Tedy…
Y mientras gemía, chillaba y suplicaba porque Tedy se la follara, no paraba de correrse una y otra vez, llenándome la boca de sus jugos y haciéndomelos tragar hasta la última gota. Por mi parte, yo estaba tan salido, que no paraba de meterle la lengua en su raja, chupeteándole el clítoris, lamiéndole a conciencia, chupándole los labios de la vagina. Hasta que terminé corriéndome como un cerdo sin siquiera tocarme la polla.
Algunos pocos días después de aquello, con ocasión del cumpleaños de mamá, invité a Tamara a la celebración. Esa noche, mientras yo andaba de aquí para allá atendiendo invitados, ella se la pasó casi todo el tiempo pegada de Tedy, hablando y bailando con él.
Al día siguiente, mi hermanito me dio la sorpresa de que sabía con detalle cómo iba mi noviazgo con Tamara. Seguramente la muy zorra se la habría pasado toda la fiesta hablándole de nuestra relación y de la forma en como yo suplía las deficiencias de tamaño y de resistencia de mi polla:
— Tendrá el coño bien cerrado tu novia… – me dijo Tedy –…si no más le metes la lengua…además que si le metieras la polla tampoco habría mucha diferencia, porque Tamara me dice que tienes un pipi ridículo…
No me atreví a rebatir los comentarios de mi hermanito. Simplemente agaché la cabeza, rojo de la vergüenza y teniendo que aceptarme que él tenía toda la razón.
— Una hembra tan zorra como tu novia lo que necesita es una verga como la mía, que le destroce el coño – aseguró enfáticamente Tedy.
En ese momento sentí que empezaba a invadirme una calentura incontrolable. La sola idea de que mi hermanito fuera a follarse a mi novia me puso a cien. Pero no iba a ponerme en evidencia ante Tedy, así que me ofrecí para ir a prepararle su merienda como pretexto para apartarme de él y dejar de oír sus comentarios.
— Sí…hazlo…voy a darme una siesta… – me dijo –…así que prepárame la merienda y tráela a mi habitación a las cinco.
Aquel cabroncito me daba órdenes como si yo fuera su criado. Pero en mis circunstancias, yo no estaba para ponerme digno. Así que mientras él iba a darse su siesta, yo me fui a mi habitación a correrme un pajote de escándalo, imaginándome cómo sería que Tedy se follara a Tamara estando yo presente para observarlo cómo me ponía unos bonitos cuernos.
Aquello sucedió, al menos a medias, un par de días después. Ese día habían suspendido las clases para mí pero no para Tedy. Al llegar del colegio, mi muy guapo hermanito me llamó a su habitación y mientras se desnudaba para darse una ducha me comunicó escuetamente:
— En una hora viene Tamara – me dijo sin reparos –. La he invitado esta tarde y espero que seas buen chico y no vayas a dañarnos la diversión…
Me quedé de piedra ante el descaro de Tedy. Y al mismo tiempo se me empezó a poner tiesa la polla ante lo que muy bien podía imaginarme que pasaría aquella tarde. Pero mi hermanito me sacó de mi parálisis ordenándome:
— No te quedes ahí paradote y ve a arreglar tu habitación que voy a recibir allí a tu novia y no querrás que ella vea tu desorden…
Me apresuré a obedecer. Ahora estaba seguro a dónde iba la cosa entre Tedy y Tamara. La polla me dolía de lo tiesa ante la perspectiva de estar a poco tiempo de presenciar como mi hermanito iba a follarse a mi novia. No tardé en ordenar mi habitación y concluí tendiendo sábanas limpias sobre mi cama, pues seguramente era allí donde iba a consumarse el acto que me haría de verdad un cornudo.
Cuando ya todo estuvo listo, me fui en busca de Tedy para avisarle y me lo encontré saliendo de su habitación, vestido únicamente en bóxer y pantuflas. ¡Joder…qué guapo se veía! ¡Y ni se diga del tremendo bulto de su entrepierna! ¡Sería un verdadero espectáculo presenciar cómo mi hermanito iba a follarse a mi novia! ¡Tal vez al terminar me dejaran comerle el coño a Tamara! Pero mis previsiones no se hicieron realidad, pues ya Tedy había decidido otra cosa.
— Ahora te metes en mi habitación y no sales si no te llamo… – me ordenó –…y aprovecha para ordenar y limpiar…
Agaché la cabeza. Hubiera querido suplicarle a Tedy que me dejara estar presente cuando él se follara a Tamara. Pero no me atreví a rebajarme tanto. Más bien hice lo que me ordenaba y fui a encerrarme en su habitación. Casi al punto sentí que mi hermanito pasaba llave a la cerradura desde afuera, dejándome encerrado.
Sin la menor posibilidad de desobedecer sus órdenes, me dediqué con algo de desgano a ordenar su habitación. Y transcurridos unos pocos minutos sentí que llegaba mi novia y la oí conversar con Tedy muy animadamente. Casi enseguida sentí que ingresaban en mi habitación y no pasaron ni diez minutos antes de que los dos empezaran a jadear descontroladamente.
En el colmo de la calentura, imaginándome lo que estaría pasando en mi habitación, me despatarré en el suelo de la habitación de Tedy, abrí el cierre de mi pantalón y me saqué la polla para dedicarme a machacármela como un poseso. No duré nada en correrme y sin terminar de reponerme, tuve que volver a pajearme oyendo cómo los gemidos y los jadeos en mi habitación no cesaban ni por un instante e iban en aumento a medida que pasaban los minutos.
Al cabo de unos 45 minutos hubo una explosión de gemidos y luego todo se quedó en silencio. Seguramente Tedy acababa de clavarle un primer polvo a mi novia. Tamara tendría en esos momentos su coño rebosante del semen de mi hermanito. Para entonces yo ya iba por mi tercera paja y el solo imaginarme cómo la lefa de Tedy escurría de la vagina de mi novia, me hizo eyacular de nuevo.
Quedé completamente agotado y creo que me dormí sobre el suelo, con mi polla al aire y soñando que en esos momentos mi novia estaría mamándole mimosamente la potente verga de mi hermanito. Vino a despertarme una nueva sesión de gemidos y jadeos provenientes de mi habitación.
Era claro que Tedy había vuelto a la carga y estaría en ese instante follándose nuevamente a mi novia. Esta vez los gemidos y los jadeos eran más precipitados, casi desesperados. Alcanzaba a oír además el sonido que hacía la piel de los dos cuerpos al chocar en medio de la tremenda follada que le estaría dando mi hermanito a Tamara.
Mi polla me dolía de lo mucho que me la había machado, pero era inevitable que volviera a correrme una paja. Esta vez me tardé mucho en correrme y no lo hice sino hasta que luego del silencio que sucedía al nuevo orgasmo de Tedy, se reanudaba el folleteo yendo hacia el tercer polvo.
Aquello duró algo así como tres horas. ¡Que aguante tenía Tedy! ¡Qué macho que era mi hermanito! ¡Joder…que mi hermanito era un verdadero macho alfa…un VARÓN a carta cabal! ¡Y lo mejor es que me había hecho el favor de hacerme cornudo, follándose a mi novia en mi habitación y seguramente sobre mi propia cama!
Ya me corría yo la quinta paja de la tarde, con mi polla escocida y sin poder superar para nada la terrible calentura que me había provocado el que Tedy se follara a Tamara, cuando se abrió la puerta de la habitación en que me había encerrado y apareció mi hermanito ante mí.
La llegada de Tedy me paralizó. Me quedé despatarrado en el suelo, con mi polla entre mi mano y no pude evitar que los ojos casi se me salieran de la órbitas al ver el aspecto del chico. Iba completamente desnudo, algo sudoroso, marcando en su piel cada uno de sus músculos, con sus fuertes piernas como dos columnas bien asentadas sobre el piso y con su poderosa y enorme verga colgándole aún morcillona y brillosa. ¡Joder…qué guapo estaba mi hermanito!
Se quedó observándome por algunos instantes, sonriendo divertido seguramente por lo ridículo de mi situación. Yo no atinaba a moverme y ni siquiera se me ocurría intentar guardar mi polla entre mi pantalón.
— ¡Vaya, vaya! – dijo Tedy – ¡Pero si es que Tamara tiene toda la razón…tu polla es una miseria!
Su comentario me avergonzó demasiado. El enorme tamaño de la potente verga de mi hermanito resultaba siendo una afrenta al ridículo tamaño de mi pequeña polla. En ese momento me sentí tan poca cosa, que no habría dudado en arrastrarme hacia los pies de Tedy para venerarlo. Pero en cambio me quedé estático, viéndole la poderosa tranca con la que acababa de hacerme cornudo, mientras él comentaba:
— Con la miseria de polla que tienes, tu novia habrá pensado muchas veces en dejarte en todos estos meses que llevas de solo meterle la lengua… – me dijo Tedy con cierto tono de desprecio –.
Las palabras de mi hermanito me humillaron demasiado, pero en cambio de ir a salirle con una insolencia, tragué saliva y sacando valor de donde no tenía, me atreví a susurrarle:
— S…sí…Ted…Tedy…tú…tú tienes…ra…razón….
El chico se soltó a reírse a carcajadas y yo quería encogerme y que la tierra me tragara. Pero no podía dejar de verlo tan superior, tan guapo, exhibiendo sin reparos su poderosa verga aun goteando algo de semen y de los jugos del coño de Tamara.
— ¡Bueno, cornudo…! – me dijo Tedy entre carcajadas – ¡Como has sido tan buen chico, ahora tienes mi permiso para ir a comerle el coño a tu novia!
— Como tú digas Tedy…
Y entonces me levanté despacio para irme enseguida a mi habitación. Allí encontré a Tamara tendida sobre mi cama, dormitando un poco, completamente desnuda y despatarrada, con pegotes de semen sobre sus muslos y su vientre y su coño rebosante de leche espesa y blanca.
Me acerqué despacio y me tendí a su lado y la contemplé por unos instantes, sintiendo que mi polla palpitaba con desesperación entre mis pantalones. Poco a poco me acomodé hasta que mi rostro quedó a la altura de su coño y muy despacio empecé a lamer sus muslos, recogiendo con mi lengua las evidencias de las generosas eyaculaciones de mi hermanito.
Tamara empezó a jadear y a moverse un poco, mientras pronunciaba entre susurros el nombre de Tedy, lo que hizo que mi entusiasmo por lamerle creciera muy rápidamente. Así que acabé de recoger el semen de mi hermanito de los muslos de mi novia y lo saboreé antes de ir a lamerle en el vientre para dejárselo completamente limpio.
Para ese momento ya Tamara se retorcía como una serpiente, gimiendo y agarrándome fuerte por los pelos al tiempo que casi entre chillidos suplicaba porque Tedy volviera a follársela. Entonces pegué mis labios a su coño amorrándome con pasión e introduje mi lengua en su raja para de inmediato dedicarme a chupar y a lamer a conciencia, con verdadera pasión.
¡Y vaya charco de semen con el que me encontré! Tamara traía el coño inflamado y muy abierto y lo tenía completamente a rebosar de la lefa de Tedy. Empecé a tragar con gusto aquella leche espesa y salada, al tiempo que imaginaba la potencia con que la poderosa verga de mi hermanito había estado clavando a mi novia sin misericordia.
Hasta que Tamara empezó a retorcerse con desesperación y a halarme por los pelos como si quisiera arrancármelos. Supe que su orgasmo estaba próximo y me apliqué con mayor dedicación a comerle el coño, hasta que se corrió entre chillidos mezclando en mi boca sus jugos con el espeso semen de Tedy.
Cuando ya rendida de placer se desmadejó de nuevo relajando sus músculos y respirando con dificultad, yo me quedé por unos instantes comiéndole el coño hasta dejárselo impecable. Luego levanté la cabeza y con un susurro le pregunté:
— ¿Te ha gustado?
Tamara entreabrió sus ojos, me miró con una sonrisa algo ausente y me respondió con un hilo de voz:
— Ha sido brutal…Tedy es un verdadero varón… ¡Vaya macho que ha resultado tu hermanito!
Me incliné sobre su coño y se lo besé suavemente. Tedy definitivamente había conquistado a mi novia. Ahora él era su Dueño. Yo no era más que un cornudo sumiso.
— ¿Dejaremos de ser novios? – le pregunté con nostalgia.
— ¡No niño! – me respondió enfáticamente – ¡Si Tedy ha dicho que solo me quiere para jugar de vez en cuando!
Me sentí feliz. Tamara seguiría siendo mi novia y mi hermanito seguiría haciéndome cornudo. Deseé con todas las fuerzas de mi alma que la próxima vez que Tedy se follara a Tamara, me permitiera estar presente para verlo en todo su poder clavándola. Volví a besarle el coño a Tamara y me recliné a su lado imaginando lo que sería presenciar aquella nueva faena de mi hermanito.
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