María José me resulta muy atractiva – I –
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
María José es la mujer de un amigo, no se trata de una tía que esté espectacularmente buena ni se trata de un bellezón, a mi me parece una mujer guapilla de cara y que me resulta especialmente atractiva desde hace muchos años, es bastante tímida y no suele hablar mucho, esta timidez la hace aún más atractiva y deseable.
Yo nunca había reparado en María José hasta aquel entonces y fue hace ya bastantes años cuando por primera vez sucedió que estando en la celebración del cumpleaños de otro de los amigos rocé sus tetas por casualidad, aquel roce se prolongó durante un buen rato e incluso cuando su novio por aquel entonces vino a por ella, Maria José le dijo que estaba allí bien (yo estaba haciendo la barbacoa y ella estaba a mí lado), después de aquello recuerdo me hice mi primera paja por María José, tuve que ir al baño después de sentir sus tetazas en mi codo continuamente y desfogarme por ella, vaya corrida que me pegué.
Pasaron unos años hasta que un día me ruborice a más no poder al sentarse Maria José enfrente de mí mientras vestía una falda blanca hasta poco mas de la mitad de sus muslos, al sentarme en un tajo bajo y ella estar sentada apoyándose en la pared justo enfrente me di cuenta de que se le veían todas las bragas, ella no hacía ningún gesto para evitarlo y yo no sabía ni donde mirar.
Lo cierto es que sin quererlo se me iban los ojos a su entrepierna donde sus bragas blancas de encaje ocultaban su coño, no quería mirar pero no podía evitarlo.
En un momento que miré a los ojos a Maria José me di cuenta de que ella me miraba a los ojos también y me sonreía con una sonrisa picarona, efectivamente la muy cabrona sabía lo que yo veía perfectamente y además sabía que yo estaba mirándola hecho un manojo de nervios.
A todo esto contribuía que su novio estaba allí mismo al lado mío, yo no sabía como ponerme pero no podía evitar mirarle a las bragas, la verdad sea dicho me puse morado, ya que a ella no le parecía importar, es más le gustaba que yo mirara,.
Pasarían unos años más y ahora ya estando casada, en una noche todos los amigos de cena y con unas copas la busqué con la mirada y después de que me pilló varias veces mirándola, ella se me dijo al pasar yo a su lado:
_ ¿Qué pasa?.
como irritada con un tono desafiante y que me resultó cortante, lo cual me hizo tener cierto miedo por haber estado mirándola.
_ ¿Le comentará algo a su marido? (pensaba yo para mí con temor)
Al poco tiempo fue la cena en la que nos juntábamos todos los amigos por Navidad, fuimos a un restaurante y al llegar nos colocamos por un lado todos los tíos juntos y para otro lado las respectivas (la mía no había ido ene esta ocasión), cosa que hacíamos siempre que nos juntábamos.
No reparé en María José en toda la cena (la verdad, después de lo que había sucedido hacia bien poco.
, me daba corte) ni en el primer garito donde tomamos una copa, pero al estar tomando la segunda copa en otro garito y estando yo charlando con otro amigo y su marido miré hacia el grupito donde se encontraba ella como quien no quiere la cosa, y de repente la veo a ella mirándome fijamente, al instante dejé de mirar (después de lo de la ultima vez.
), pero picándome la curiosidad al poco volví a mirar disimuladamente y , allí estaba María José otra vez mirándome fijamente.
Esta vez no aparté los ojos de ella y la respondí desafiantemente clavando mi mirada en la suya, al cabo de un buen rato esta vez fue ella la que la apartó, estuvimos un buen rato jugando a este juego, yo estaba totalmente empalmado, no podía remediarlo, y sólo con la mirada de Maria José (que sería de llegar a pasar algo más allá de una sencilla mirada).
Así continuo el juego durante un buen rato (yo mientras disimulaba de vez en cuando con su marido y el otro amigo diciendo alguna bobada y riéndome ocasionalmente).
Después María José se acercó al grupo donde nos encontrábamos nosotros, yo me desligue de su marido y el otro amigo y me acerqué más a ella y la mujer del otro amigo para bailar un poco, después de reírme unas cuantas gracias María José se colocó a mi izquierda pegándose con disimulo, yo acerque mi codo a su teta y ella lo aceptó sin apartarse ni un ápice, todo lo contrario, era ella la que se acercaba más a mi y me rozaba con sus tetas que tanto me maravillan, y así estuvimos todo el rato, yo no cabía de gozo, me ponía la polla durísima y hasta llego a creer que me corrí solo de sentirla y olerla.
Sus tetazas me vuelven loco y no podía desaprovechar la situación de que María José se las dejara tocar disimulando, nos pasamos más de una hora en esta situación hasta que nos fuimos.
Ya al despedirnos todos nos besamos y nos emplazamos a vernos de nuevo en otra ocasión, fue cuando al mirar de nuevo a María José la encontré mirándome otra vez a los ojos y sonriendo otra vez con descaro (y esta vez ella al lado de su marido), yo le correspondí con otra sonrisa como diciendo:
_ ¡hasta otra!, y nos despedimos
Aquella noche no recuerdo cuantas pajas me hice a costa de María José, no se me iba de la mente lo que había sucedido, no podía dejar de pensar que me podía follar a la tía que más había querido follar en toda mi vida (aunque fuera la mujer de un amigo).
Pero nunca pasó nada, fue pasando el tiempo y desde aquello casi no ha habido ocasión de juntarnos, hasta que el otro día tomando un café a media mañana, oigo.
_ ¡Buenos días!
Levante la cabeza para ver quien era.
era María José
_ ¡Vaya!, ¡cuanto tiempo! (le respondí y le di dos besos dejando el periódico que estaba leyendo sobre la barra)
_ Sí, hace mucho,.
como ya no nos reunimos.
-dijo ella sonriendo-
_ Es verdad
_ ¿Me invitas a un café?
_ Claro que sí, no faltaría más.
Ella dejó su bolso sobre un banquete y yo le pregunté que como quería el café.
En aquel momento la examiné con un vistazo, llevaba una falda con un poco de vuelo por encima de la rodilla y una camisa con dos botones del escote desabrochados, me detuve en sus tetas, seguían igual de buenas y apetecibles que siempre, pude adivinar que llevaba un sujetador negro.
retiré la mirada enseguida no siendo que se percatara y me tomara por un salidorro.
_ Cortado con sacarina –me dijo-
_ Las mujeres siempre guardando la línea.
(le dije sonriendo)
_ Sí, ya ves, (dijo mirándose al cuerpo), da igual lo que haga (como diciendo que estaba gordita)
La verdad María José, era un poco ancha de caderas, no tenia un tipo estupendo pero a mi me atrajo siempre un montón.
En ese momento el sobre de la sacarina se le cayo al suelo, ella se agachó para recogerlo y.
¡Dios mío!, ¡lo que pude ver!.
Al inclinarse para recogerlo y desde arriba pude observar perfectamente casi sus dos tetas enteras al abrírsele el escote de la blusa, el sujetador que llevaba era precioso, de encaje negro que dejaba entrever su carne a través del mismo, no pude dejar de mirar en toda la operación de recogida hasta que ella dirigió su mirada hacia arriba y me pilló mirándola al escote, en ese momento con su mano derecha echo su blusa hacia el cuerpo y se levanto mientras yo disimulaba cogiendo de nuevo el periódico (que para entonces puedo decir que no se ni en que idioma estaba del estado de los nervios en que me había puesto).
Tomé un sorbo de café a ver si me calmaba, ella echó la sacarina en el suyo y mientras daba vueltas al café me dijo:
_ ¿Te ha gustado?
_ ¿ El qué? (dije yo asustado)
_ Lo que no has dejado de mirar cuando me he agachado (con una sonrisa picarona)
_ Bueno.
es que.
_ Sí, ahora di que no has visto nada (y toma un sorbo de café mirándome a los ojos)
_ Ha sido sin querer, yo no sabía que.
_ Sí.
Ya, como aquella vez que no dejabas de mirarme las bragas.
¡Joder!, no sabia donde meterme.
_ ¿A qué te refieres?
_ No te hagas el loco, que los dos sabemos a qué me refiero
_ De verdad María José no se qué quieres decir
_ ¿Qué pasa?, ¿te gusto?.
_ Bueno… ejem….
no, no se trata de que me gustes, pero si que me atraes (dije ruborizándome como un adolescente)
Y pegándose a mi hasta sentir sus tetazas me dice susurrándome al oído:
_ Está bien, porque tu también me atraes a mi.
_ Dime ahora también que no te gusta sentir el roce de mis tetas y que no te gusta lo que acabas de ver.
¡Dios mío!, ¡no me lo podía creer!, la muy cabrona me estaba poniendo cachondo allí mismo.
Se aparto y volvió a mirarme a los ojos mientras se terminaba el café.
La polla se me había puesto durísima y se podía notar el bulto en el pantalón.
María José miró hacia abajo a mi entrepierna, sonrió, se me acercó y abriendo su mano la colocó en la polla por encima de mi pantalón y apretó la mano con fuerza sobre ella.
Yo ya no podía más, estaba a punto de caer mareado del placer y la excitación y de repente sentí salir todos mis fluidos preseminales.
Ella soltó mi polla y yo solo pude lastimar en voz baja:
_ ¡Dios mío!
se aproximó a y me dijo sonriendo y en voz baja:
_ Dios no ha tenido nada que ver con esto….
….
Me invitabas ¿verdad? (elevando el tono de voz ya)
Cogió su bolso y salió del bar dejándome allí con un fuerte dolor de estómago de esos que te embargan hasta la médula.
No sabía como reaccionar.
La observé como ensimismado desde atrás, caminando paralela a la barra del bar con su figura esbelta y a contraluz hasta salir por la puesta de la cafetería.
De repente se me ocurrió algo, pague y salí corriendo hasta la calle……
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