MARIA ROSA… UNA DIVINA..
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sureño001.
MARIA ROSA, UNA DIVINA.
(relato Nª: 09)
(Mi novena infidelidad)
Tal lo convenido con Lidia, su hermanita llegó a los tres meses de su partida.
Se conocieron con Lidia 2ª, porque llegó en el último día de su trabajo.
Al otro día la reemplazaba.
MARIA ROSA….
Un verdadero calco de su hermana Lidia, así que demás está describirla.
Nuestros primeros tiempos también fueron como con Lidia.
Ella era algo tímida pero poco a poco fue superando su timidez.
Comenzamos también a charlar mucho y lentamente comenzamos a comentarnos nuestras intimidades.
Así supe que, tal su hermana, no había tenido ni novio ni contacto alguno con hombres.
Inconcientemente me propuse conquistarla, cosa que fui haciendo paso a paso y con mucho tino.
Así fue que un día al llegar ella al trabajo y, como al descuido, roce sus labios suavemente con los míos.
Ella se sonrojó pero no dijo nada.
Al finalizar la jornada repetí el saludo, logrando la misma reacción de su parte.
A la mañana siguiente, cuando llego, rodee con mis brazos suavemente si cintura y la besé en los labios… ella respondió el beso y luego bajó la vista retirándose a su escritorio.
Poco a poco fui avanzando en la conquista hasta lograr de ella también respuesta a mis requerimientos y fue así como un día tuve que hacer un viaje de trabajo el pueblo vecino en el que permanecería dos o tres día y le dije que me tenía que acompañar.
Al llegar fuimos a un hotel y pedí una sola habitación… ella me miró sorprendida pero no dijo nada.
Cuando entramos a la habitación, la tomé en mis brazos y la besé largamente.
Ella respondió entregándose totalmente a mis caricias, que fueron avanzando y haciéndose más sexuales.
Le fui despojando muy despacio su ropa a la vez que yo también lo hacía hasta quedarnos los dos totalmente desnudos.
La tomé en brazos y la lleve a la cama.
Donde la deposite y comencé a recorrer todo su cuerpo con mis labios.
Ella solo murmuraba palabras de amor suavemente.
Cuando la sentí totalmente entregada, la puse de espaldas y abriendo sus piernas me subí a ella.
– Despacio por favor mi amor – me susurró – que es mi primera vez.
– Si amor le respondí.
Y suavemente comencé a recorrer con mis manos su conchita que estaba totalmente mojada, le lleve su mano derecha hacía abajo y le pedí que me tomara la pija… lo hizo y comenzó a masajearla de una manera hermosa.
La puse de espaldas en la cama y metiéndome de cabeza entre sus piernas y sin dilaciones comencé a chuparle el clítoris mientras mis dedos recorriasn toda su rajita y jugaban en el agujero de su conchita… ella gemía y se retorcía ante mi invasión.
Luego me puse de rodillas a su lado y comencé a rozar su rostyro con mi pija y acercándosela a su boca le pedí que la besara… ella primero se mostró esquiva a hacerlo pero ante mi insistencia comenzó a darle suaves besitos que me pusieron a mil… Cuando ya tomo confianza y sus besos recorrían todo el lago de la pija, desde las bolas hasta el glande, le pedí que abriera la boca y se la comencé a meter; primero quiso resisttirse pero ante mi insistencia, se metió el glande que ya a esta altura correaba líquido pre seminal que mezclado con su saliva le corría por el mentón y caía sobre sus tetas.
Entonces comencé a metérsela de a poco cada vez más a lo ella respondió abriendo más su boca y permitiendo que se la metiera tanto que le produje unas arcadas… lentamente se fue acostumbrando y termino mamándomela, primero muy torpemente pero muy pronto fue tomando confianza y termino dándome una rica mamada.
Entonces la hice que se acostara de costado dándome la espalda y yo me puse atrás de ella en cucharita, tomé mi pija con una mano recorriendo toda su rajita frotándola con el glande, mientras con la otra le acariciaba suavemente el clítoris, seguimos así largo rato sintiendo como ella se estremecía con esas caricias y cerraba con fuerza las piernas cada vez que mi pija avanzaba metiendo la cabeza en su conchita.
De a poco logré ir metiendo cada vez más adentro la cabeza de mi pija, tarea que se veía facilitada por la enorme emanación de jugos que emanaban de su concha.
Ella gemía y temblaba de pasión.
Se la afirmé más fuerte y comencé a penetrarla hasta encontrar la resistencia del himen.
– Te voy a penetrar, mi amor – le dije – te voy a romper el himen.
– Si mi vida – me respondió- te espero.
Con un suave pero firme movimiento se la metí de una solo envión hasta sentir mis bolas afirmadas en su culo.
– Hay – Grito- ¡que dolor!
– Esperemos un poquitito mi amor – le dije – quedémonos quietos hasta que tu conchita se habitúe a tener mi pija adentro.
– Si amor – me respondió – me duele mucho!
– Ya va a pasar y vas a gozar mi vida – le dije.
Nos quedamos un largo rato quietos haciéndonos mimos y besándonos hasta que ella comenzó lentamente a moverse….
Entonces si comenzamos la más divina danza de sexo y pasión.
Primero muy suave, entrando y saliendo sin apuros… por momentos más rápido volviendo a hacerlo lento.
De a poco fue tomando confianza al punto que terminó haciéndolo como una experta.
Cambiamos poses pasando por el misionero, el perrito, yo sentado en el borde de la cama y ella sentada sobre la pija, ella de espalda con las piernas sobre mis hombros y allí fue donde nos entregamos por completo a la más violenta sesión de sexo en la que la cama crujía tanto que parecía se rompería.
Lo hicimos sin parar hasta llegar los dos a la vez al más maravilloso orgasmo.
Rendidos quedamos yo arriba de ella por un largo rato sin sacársela dándonos besos mientras la pija se iba poniendo morcillosa y ella con sus contracciones la fue expulsando hasta que se salió por completo.
Bajé acostándome a su lado y abrazados nos quedamos dormidos hasta el otro día en que debíamos comenzar nuestra tarea.
Lo nuestro duro casi dos años.
En este periodo vino Lidia de paseo y….
las dos fueron mías sin que ellas lo imaginarán… Llegué a batir el record estando por la mañana con Lidia… a media tarde con María Rosa y por la noche nuevamente con Lidia o viceversa.
La visita de Lidia duró un mes y la verdad que me dejaron totalmente rendido!
Con María Rosa fueron encuentros con una dulce y maravillosa mujer que hacía el amor a veces de la manera más dulce y serena pero gozándolo y haciéndome gozar muchísimo y otras con la violencia más desenfrenada en la que nos dábamos mutuamente sin con cesiones hasta acabar y quedar totalmente rendidos.
Debo reconocer que cuando estaba con ella, yo imaginaba estar con su hermana Lidia, pero nunca se lo dije ni tampoco le comente mi relación con su hermana mayor.
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