Me cojo a mi cuñada -una hembra infernal-
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Para la Navidad de 2010 se organizó una gran reunión familiar, típica de esas fechas. El tema es que mi cuñado se había separado hacía cerca de 2 años y si bien se sabía que tenía nueva pareja, nadie sabia quién era, pues él desde hace algún tiempo está radicado en el norte del país, haciendo trabajos para una multinacional. La cuestión es que junto a su nueva pareja llegaron el mismo 24 a la tarde. Algunas caras no fueron de lo más amistosas con la nueva integrante de la familia; pues había algunos familiares que la juzgaban de ser la culpable de la separación de Maxi, mi cuñado.
De mi parte, como también hacía poco que había comenzado a integrar la familia de mi pareja, enseguida me sentí identificado con Débora y me demostré amistoso, pues no es muy agradable no ser bien recibido. De su parte también tuve rápidamente muestras de buena onda. Debo decir que la nueva pareja de mi cuñado es una morocha de aproximadamente 1,75m de alto, de 35 años de edad, de cabellos lacios largos, de una cola perfecta y unos pechos totalmente proporcionados, ni chicos, ni grandes; que pueden ser muy bien percibidos pues no solo se le ven a contraluz por la transparencia de sus camisolas, sino también por los generosos escotes que usa. En la parte de abajo generalmente, cuando no anda de jean, tiene una calzas blancas o negras que marcan bien toda su anatomía y permiten saber que usa colaless. Como se quedarían aproximadamente 20 días y aprovecharíamos para ir unos días a la playa, Débora y yo, pasada la fiesta principal, comenzamos a organizar todo. Mi esposa y su hermano, antes de salir ya habían dado síntomas de tener un estado gripal de verano. Los he tenido y sé que son más molestos que los de invierno.
La cuestión que habíamos alquilado una casa relativamente cerca de la playa en Necochea, los dos primeros días fuimos todos, pero el estado gripal, previas inyecciones, igual siguieron tanto en mi esposa como en mi cuñado. Realmente daba bronca verlos así, porque el clima y la playa estaban ideal para pasar desde la mañana hasta el atardecer. Al tercer día no quisieron ir y obviamente nosotros tampoco, pero después de comer insistieron ambos que aprovecháramos al menos la tarde nosotros. No de muchas ganas salimos con Débora caminando para la playa. Yo no soy de llevar muchas cosas en la mano y como hacía calor solamente llevaba puesta mi bermuda y en un pequeño bolso una remera, para la vuelta. Mi cuñada tenía un vestido playero multicolor y no presté atención que malla tenía abajo, pero los dos días anteriores llevó una enteriza que marcaba perfectamente todo su cuerpo, pero que no revelaba a mi modo de ver, el verdadero pedazo de hembra que era. Llgamos a la playa y el clima había cambiado y se veían grandes nubes, pero igualmente había muchísima gente. Así que nos ubicamos en nuestras esterillas a tomar sol y teníamos un bolso con unas gaseosas, sándwiches, cremas y mi remera. Noooooo!!!! Cuando se sacó el vestido playero tenía una malla de dos piezas, color blanca que contrastaban con su piel morena. Casi me muero!!! Encima la parte de abajo era colaless. No, no, no. Era imposible no mirarla. Esos pechos que se veían perfectos, más sueltos que con la malla anterior. Honestamente pasaba la gente y no podían dejar de ver esa mujer que tiene un cuerpo bien estilizado y cuidado de hacer mucha rutina de gimnasio y cuidarse en sus comidas. Me coloqué en posición contraria a la de ella cosa de poder verla de pies a cabeza. Se me hacía difícil hablar porque estaba descentrado viendo ese culo.
El calor enseguida se hizo notar, así que fuimos al agua a refrescarnos. Cuando salimos, la parte de debajo de la malla, al estar mojada, me dejó ver una parte más oscura que revelaba que había una delicada depilación. A todo esto debo decir algo, ya había tenido un par de erecciones y sentía que en la cabeza de mi verga había jugo. Repentinamente comenzó a nublarse, levantarse viento y sin aviso, una lluvia torrencial. Todo el mundo corriendo hacia los autos, juntando lo que no se les volaba. Nosotros no tuvimos otra posibilidad que juntar nuestras pocas cosas e ir hacia el Parque Lillo que es una especie de bosques de pinos muy extenso. La lluvia y el viento no cesaban, así que nos internamos dentro de ese bosque y quedamos en un lugar a cubierta de la lluvia. Para entonces me coloqué mi remera porque la mojadura y el viento me hizo sentir frío. En escaso tiempo no quedó nadie en el sector de playa y menos dentro del bosque, pero la lluvia persistía. Débora comenzó a tener frío así que primero se apegó un poco a mi, que también temblaba. En un segundo paso buscó que la abrazara para cubrir su espalda, lo cual hice. Yo tenía mucho frío, pero mi mente estaba hirviendo, igual que mi pija. No podía dejar de pensar que esa cola estaba apoyada sobre mí, por lo que no pude dominar mi mente y evitar una erección que Débora rápidamente comenzó a sentir entre sus nalgas. Al principio fue una situación tensa, no sabía cuál iba a ser su reacción. Hasta parecía que ninguno de los dos estábamos respirando.
De pronto sentí que ella se apoyó bien contra mi verga y empezó un suave vaivén de adelante hacia atrás. En principio pensé: “Estoy delirando, no es real”. Pero fue su respiración agitada la que me confirmó que sí, que era real lo que estaba sucediendo. Ahí también me di cuenta que mi respiración estaba acelerada. Dejé caer el bolso, la tomé de la cintura y comencé a afirmar con mayor presión mi pija contra ella. La tormenta, el viento y la lluvia no había cesado, pero eso ya no era un problema. Se levantó el vestido, bajo su malla y agarrando el tronco de la verga lo hacía jugar desde su cola hasta su jugosa conchita que, de verdad se sentía bien caliente. Debo decir que no tengo una verga descomunal, pero lo que más llama la atención a todas las mujeres es que la cabeza es bien acampanada entonces se dan cuenta que lo más complicado es que entre la cabeza, pues el tronco es mediado. Se dio vuelta y sin dejar de tocarnos comenzamos a besarnos apasionadamente, con una calentura desconcertante pues no hubo nada previo como para que estuviéramos así. Su lengua y la mía se entrecruzaban, entraban, salían, todo una locura absoluta. Con mi boca y lengua degusté las sales de su cuello. Cuando sintió la lengua en el cuello estalló en un orgasmo que lo sentí cuando aprisionó fuertemente con las piernas, los dedos que exploraban lo profundo de su vagina. Su acabada y descontrol le dejó escapar más que un gemido un sonido gutural, bien primitivo y salvaje. Ese orgasmo lo llevo grabado en mi mente. Sin apresurarse, besándome todo el cuerpo, llevó hasta mis huevos, que de a uno metía totalmente en su boca con una suavidad extrema. Luego comenzó a lamer desde entre mis huevos todo el tronco.
Al tronco le dedicó buen tiempo, pues lo lamía y lo chupaba de costado. De la cabeza no dejaba de salir líquido lubricante. De repente sentí esa boca caliente que abrazó completamente toda cabeza y comenzó a degustar los líquidos que continuaban saliendo. Tras largo rato y manejando los tiempos para que no me acabara, volvió a mi boca, a besarme alocadamente. Yo, después, bajé a sus pechos, unos senos con unos pezones que parecían dibujados, tomar esas dos tetas, acariciarlas y mamarlas fue algo muy exquisito. A esta altura estábamos a full, así que acomodamos las esterillas en las que nos recostábamos en la playa y nos sirvieron de cama sobre el acolchonado piso que se forma de hojas secas de los mismos pinos. Hacía frío, pero no importaba. Se sacó toda la ropa y la puso de almohada. Ambos quedamos desnudos en medio de ese pequeño bosque, no podía creer que tenía ese pedazo de hembra por un momento para mí.
Comencé abriendo sus piernas y guiado por sus dos manos fui a su cántaro sagrado. Su concha estaba totalmente empapada de sus jugos, jugué con sus labios, se los chupe de a uno. Con su clítoris estuve largo rato y le robé dos terribles acabadas que finalizaron igual que la primera en un gemido animal y con el fuerte cierre de sus piernas, le tomé hasta la última gota de su leche. Rápidamente se incorporó y se puso en cuatro. Agarrando el tronco de mi verga lo llevó directamente a su concha, que ella sola en un brusco retroceso se engulló hasta la mitad. Tenía que mirar hacia los costados y desconcentrarme porque sus gemidos eran tan excitantes que podía acabarme en cualquier momento, más viendo ese culo desde atrás que iba y venía con mi verga metida hasta las pelotas.
Mientras ella se movía en mi verga yo comencé a jugar con un dedo en su culito. Esto aumentó no solamente su movimiento, sino al parecer también su goce, pues comenzó a emitir otro tipo de sonidos más suaves pero intensos. En una de esas, sentí su gemido animal y que quedó estática por un momento con mi verga hasta los huevos. Suavemente retomé el movimiento porque yo estaba el límite y ella me dijo: “dejame a mí, que va a entrar sí o sí”. Se sacó la verga de la concha y se la apoyó en el culo, empujaba pero nada y a mí me dolía, lubricaba con la leche de su concha y nuevamente empujaba la pija, así intentó varias veces hasta que cuando se lubricó, se la apoyó e iba a empujar, la tome bien de las caderas y la traje fuertemente hacia mí. Su grito fue un ¡Aaaaaayyy!!! seco y quedó inmóvil por unos instantes; pero luego empezó a retroceder suavemente y a volver hacia delante. Sentir y ver mi verga bien apretada dentro de ese culo hermoso, hizo que yo empezara a gemir en señal que estaba por acabar. -(Los hombres tenemos la ventaja que cuando las cogemos en cuatro patas, tenemos una visión hermosa. Vemos como les entra y le sale de su concha y también vemos su culo. Vemos si el culo está muy roto, si es chiquito y podemos jugar en él)- También podía oir sus gemidos de gozo, así que le enterré el pedazo que faltaba y comencé a bombear fuertemente. Nuevamente estaba descontrolada y se hacía palanca con mi verga en el culo. No pude más y me acabé como un caballo.
Me gritaba: "Clavala fuerte y hasta el tope" mientras no paraba de moverse. Cuando se la saqué de la cola, empezó a reir, porque como aún estaba un poco dura, hizo el típico ruido de una sopapa y según ella, esperaba ese momento para ver sí haría ese ruido o no, por la forma de la cabeza. El resto de leche que había quedado, en mi verga fue mamado por ella hasta la última gota. Nos quedamos abrazados un momento, besándonos y cuando la tuve nuevamente erecta, no hizo otra cosa que mamármela y tirar el primer chorro entre sus tetas, el resto lo dejó caer sobre su lengua que hacía de canal y lo llevaba hacia la boca. Con cara bien de puta, me mostraba la leche bien pastosa entre sus labios, lengua y boca, para luego abrir su boca y hacerme ver que la había tomado toda.
Cuando nos dimos cuenta, había pasado una hora y media desde que comenzó la lluvia. Nos vestimos, juntamos nuestras cosas y mientras caminábamos dentro del parque, no paramos de besarnos y tocarnos. Al otro día pudimos repetir, luego se nos cortó porque ya íbamos ella con mi cuñado y yo con mi esposa. Ahora solamente esperamos la llegada de fin de año, pues sabemos que nos vamos a encontrar y siempre organizamos algo y nos escapamos un turno a un motel, para darnos con todo. Ah, me olvidaba, yo tengo 50 años y realmente considero que esto ha sido un regalo del cielo.
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