Me desquité, con el chofer del transporte público…
Ella descubrió a su marido siéndole infiel, y en venganza se acostó con el chofer de la buseta..
Santiago mi esposo, finalmente me convenció que nos mudásemos a una casa fuera de la ciudad, una zona muy tranquila, boscosa, pero lejos de todos mis intereses, como el Spa, el Centro Comercial, y mis más íntimas amigas.
Al principio no me afectó mucho, ya que estaba concentrada en terminar de arreglar la nueva casa después de la mudanza, pero apenas la casa estuvo arreglada, comencé a sentir la soledad, y la incomodidad de vivir tan lejos de la ciudad.
Así que traté de convencer a Santiago, de que comprásemos otro auto, para que yo pudiera moverme, pero con el cuento de que habíamos gastado mucho en la compra de la nueva casa, la única alternativa que me dio fue que, si quería ir a todos esos lugares, que tomara el transporte público.
Cosa que me indignó, y en consecuencia cuando esa noche quiso tener sexo, le dije que se buscara una puta. Por lo que, durante varios días, en represaría yo decidí no abrirle las piernas. Para colmo, al día siguiente una de mis amigas me llamó para decirme que, en el Centro Comercial, iban abrir una nueva tienda de ropa, y ofrecían que iba a ver una gran venta de apertura.
Por lo que, sin pensarlo mucho, me vestí de la manera más cómoda que pude, con una mini, y una blusa semi transparente que, aunque me queda algo apretada, a mí me encanta usarla, así que decidí tomar el transporte público para llegar a la ciudad.
Lo gracioso de todo eso, es que me tocó sentarme de tras del chofer, al principio no me di cuenta, pero uno de los espejos retrovisores lo tenía apuntado justamente entre mis piernas. En el momento en que me di cuenta, en lugar de cerrar las piernas, nada más por joder y haciéndome la distraída, apropósito separaba más mis piernas para ver como el pobre hombre se volvía loco, tratando de mirar mi coño.
Cuando me bajé de la buseta, con toda la intención caminé de la manera más sensual que pude, moviendo mis caderas, y sintiendo los ojos del chofer clavados en mis nalgas. Realmente la mercancía no era lo que yo esperaba, y para colmo Santiago no me podía recoger en el Centro Comercial, ya que supuestamente se encontraba fuera de la ciudad por cuestiones de negocios.
Así que resignada a mi mala suerte decidí regresar en el transporte público. En esos momentos me tocó ir sentada en uno de los asientos junto a la ventana, iba de lo más incómoda sentada en aquella buseta, cuando al mirar hacia la carretera, de inmediato reconocí el auto de mi marido, y desde luego a él manejándolo, para colmo iba acompañado de una tipa de larga y abundante cabellera rojiza, que por la pinta seguramente era una puta, y justo entró en uno de los moteles que hay en la carretera camino a casa.
Eso bastó para que yo me encolerizara, por lo que estuve a punto de pedirle al conductor que se detuviera para bajarme. Pero en el último momento, decidí desquitarme de mi marido. Y en el primero en que pensé fue en el chofer de la buseta, ya que por lo menos mientras que pudo no me quitó los ojos de encima, desde que entré a la buseta.
Así que apenas pude, me moví al asiento en el que había estado en el viaje de ida. Apenas tomé asiento, separé mis piernas y casi de inmediato él se dio cuenta, clavando nuevamente sus ojos en mi apenas oculto coño.
Pero en lugar de seguir haciéndome la distraída, le hice ver que lo estaba haciendo, con toda intención de que se fijase en mí. Pasamos frente a la parada en la que debía bajarme, sin que yo le pidiera que se detuviera, y poco a poco la buseta se fue quedando vacía, hasta que nada más quedamos el chofer y yo.
Fue cuando de la manera más seductora que pude, le dije. Por lo visto me distraje, si fueras tan amable de dejarme en mi casa, te lo voy a agradecer como no tienes idea. Casi de inmediato arrancó la buseta, sin recoger a ningún otro pasajero. Y apenas llegamos a la parada en la que debí haberme bajado, le indiqué que camino tomar, hasta que llegamos a los terrenos de mi casa.
Fue cuando levantándome la falda, mostrándole los pequeños pantis que estaba usando, le dije. Te gustaría acompañarme adentro, para mostrarte mi agradecimiento, y como si fuera un fiel cachorrito me siguió.
Ya dentro le dije, espero que no me tomes por una cualquiera, pero siempre he tenido la fantasía de serle infiel a mi marido con un perfecto desconocido.
Y tras decirle, él se me abalanzó encima, nos recostamos en el sofá de la sala, me tomó entre sus brazos, y con cierto desespero comenzó a besar y acariciarme toda, mientras que yo sin mucho esfuerzo me fui despojando de toda mi ropa hasta que quedé completamente desnuda entre sus brazos.
La verdad es que yo deseaba que Santiago nos encontrase en plena faena, ya que, conociéndolo, sabía que no haría nada, simplemente se limitaría a vernos, para luego una vez a solas, comenzar a llamarme puta, y recriminarme que me acostase con un perfecto desconocido.
Mientras que yo muerta de la riza le decía que él era todo un cabrón. Pero a medida que el chofer de la buseta seguía acariciando y besando mi desnudo cuerpo, me sorprendió a sentir su boca, chupando y besando mi coño.
Pero de una manera tal, que ya al poco rato, hizo que yo disfrutase de su alocado orgasmo, como hacía tiempo que no disfrutaba. Tras lo cual dirigió su sabroso miembro dentro de mi ya sensible vulva.
Por lo que a medida que él seguía metiendo y sacando su sabroso miembro, yo restregaba mi cuerpo contra el de él, sintiendo una y otra vez como sabrosamente aquella verga, me hacía gozar de un gran placer.
Hasta que nuevamente disfruté de un sin número de orgasmos, mientras que él a diferencia de mi marido continuaba sin venirse. Yo estaba tan extasiada, que cuando me pidió que le diera el culo, no tuve el valor de decirle que no.
Y cuando a medida que me fue penetrando, con fuerza me agarró el coño, y a medida que no paraba de moverse, su mano me apretaba con gusto y fuerza, hasta que nuevamente volví a disfrutar de un estruendoso clímax, haciéndome chillar como una loca, de placer.
Cuando mi marido regresó a casa, finalmente, ya hacía un buen rato que el chofer se había marchado. En cierto momento tuve la intención de confesarle mi infidelidad, nada más por molestar a Santiago, pero en lugar de eso me hice la indignada, al reclamarle que lo había visto entrar a uno de los moteles de la carretera acompañado de una puta.
Santiago para compensar esa mala experiencia, casi de inmediato me ofreció comprarme un auto. Aunque ocasionalmente prefiero, en lugar de usar mi nuevo auto, usar el transporte público.
Que exitante relato me imaginé todo lo que escribiste y la verdad me perdió mucho que rico es coger con un o una desconocida cuando se trata de una infidelidad..espero seguir leyendo te hasta pronto…