Me enréde con un profesor
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola lectores. Me dicen Chiqui, y es porque soy bastante pequeña (1.56 mt). Soy casada desde hace 2 años. Mi vida matrimonial había sido bastante buena. Mi marido hace todo lo posible por complacerme, ya que soy muy caliente. A pesar de mi estatura tengo un cuerpo apetecible, con senos pequeños pero parados en forma de cono y mi piernas son bien formadas para mi tamaño y mi trasero como buena morena prieta es levantadito.
Todo comenzó cuando mi esposo consiguió trabajo fuera de la ciudad, estaría de lunes a viernes afuera, eso hizo que me decidiera por seguir mis estudios e ingresé a la universidad del Estado en la carrera de Comercio Internacional, todo iba bien hasta que conocí a Humberto un profesor de la universidad, con el cual recibo uno de mis cursos. La atracción fue mutua y durante el curso yo le miraba y el me miraba continuamente, haciéndome ojitos. El tendrá unos 35 años, además de ser profesor tiene una empresa propia y al parecer le va muy bien.
Iniciando la semana, un lunes, al terminar su clase, me dijo si le podía ayudar llevando unos libros y trabajos de los estudiantes a su vehiculo. Yo le dije que si, ese día había llevado a propósito una falda negra bien corta, para enseñarle mis piernas, y el se había dado cuenta, ya que no me quitaba los ojos de encima. Llegamos a su vehículo, era una camioneta agrícola, al parecer nueva. El me lo confirmó, me dijo que me presentaba su última adquisición y me dijo que entrara a su vehiculo. Ya adentro, me tomó de las manos y me dijo que yo le gustaba un montón, no sé como se me salió y le dije que èl me gustaba también, pero que era casada, Humberto me contestó diciéndome que él también era casado. Casi inmediatamente nos buscamos los labios y nos dimos el más cálido beso que se volvió prontamente de lenguita, las cuales retozaron y se revolvieron entre ellas.
Humberto desabotonó mi blusa y luego zafó mi sujetador y mis senos fueron a parar entre sus labios, llenándomelos de besos, lamidas y saliva. Yo no pude evitar gemir de placer, porque la técnica que usaba èl era excitante. Me mamó mis dos senos y mi panochita se llenó de flujos vaginales rápidamente. Terminó de chuparme mis tetitas y me cerró la blusita, luego me dijo que lo seguiríamos otro día. Me quedé muy caliente, tanto que tuve que tocarme mi chuchita en la cama para poder dormir.
Al siguiente día se repitió casi igual. El me pidió acompañarlo a su vehículo y ya adentró comenzaron de nuevo los besos mojados, era un experto en besar, no cabe duda. De pronto sin que yo me diera cuenta, se sacó la pija erecta y cuando estaba yo en lo mejor de los besos, me tomó de la cabeza y me la bajó hasta su pene, primero me sorprendí, pero con lo caliente que ya estaba no me importó chuparle la pija que la tenía dura. Me di cuenta que tenía una pija linda, rolliza, dura, de buen porte y una cabeza mediana buena para mamar. Yo no soy una novata en el arte de mamar, asi que le di un rico repertorio de chupadas y lamidas a su pene. Se la estuve mamando unos diez minutos hasta que lo oí que se venía, asi que retiré la pija de mi boca y ésta se puso a dar latigazos de semen dentro del vehículo. Asi terminó nuestro segundo encuentro. Yo llegué a la casa con sentimiento de culpabilidad, había tenido un pene en mi boca que no era el de mi marido y me había gustado mucho.
El dia miércoles y jueves no nos vimos, porque el no trabajo en la universidad ese día. Créanme que se me hicieron largos esos dos días, ansiaba verlo. Asi llegó el ansiado día viernes. Llevé mi mini más corta de todas, era una de color café oscuro, y una tanguita del mismo color, de blusa utilicé también la más atrevida, no tengo muchos senos, pero esa blusa enseña mis apetecibles senos pequeños. Humberto rapidamente cayo en mi red, no me quitaba los ojos de mi cuerpo. En ocasiones le abrí un poco las piernas para que viera mis hilitos dentales. Al terminar, Humberto me pidió que le cargara sus cosas al vehiculo.
Nos metimos adentro y empezaron los ardientes besos. Sus manos tocaban mis piernas, luego mis muslos y más tarde mi panochita sobre mi ropa interior. El hizo a un lado los tirantes de mi blusa y eliminó mi sujetador, me dejó sin nada de la cintura para arriba, luego se puso a mamar deliciosamente mis tetitas, vi que el estaba excitadísimo. Con una mano apreté su pija sobre el pantalón, estaba empalmado al máximo. Dejé que se comiera mis senos y sin consultarle abri su cierre del pantalón y bajando mi boca atrapé su buena pija y la empecé a mamar, me fui bajando al piso del vehiculo y me puse casi hincada, desabroché su pantalón y se la bajé, asi lo hice también con su calzoncillo, de este modo tenía más disponibilidad de chupar su linda pija y más tarde sus hinchados cojones peludos. Saqué toda mi experiencia para darle una chupada de pija de altura. Pasaron quince minutos cuando lo oí empezar a correrse, esta vez no retiré mi boca de su pija, sino aceleré mi mamada. Una buena cantidad de semen salió de su cabeza, y toda fue a parar a mi boca y garganta, la tragué casi toda. Al terminar el me levantó la cabeza y me dio el más tierno beso, mis labios aún tenían el producto de su venida.
-Vamos a mi casa, mi esposa no está- me dijo. Yo que estaba mojada y caliente, le dije que si, quería terminar esto como se debe. Me llevó a su casa, entramos y desde allí nos besamos ardientemente, Humberto metía sus manos en mi tanguita tocándome y apretándome las nalgas, en eso me cargó en sus brazos y me llevó a su dormitorio. Me acostó en la cama y le dije que me preocupaba su esposa, el me dijo que ella estaba a cientos de kilómetros de allí. Asi que eso me tranquilizó. Se subió en mi, él era más alto que yo, y entre besos y chupones de tetas, me quitó toda la ropa, incluyendo mi tanguita, me dejó en cueros, luego él hizo lo mismo.
Se sumergió entre mis muslos y me dio la más soberbia chupada de coño que yo recuerde en mi vida. Me hizo correrme dos veces en su boca, su bigote estaba empapado en mis jugos vaginales. Creí que desfallecía de placer. No quería que terminara de comerse mi panochita. Pero el estaba tan excitado, que lo que quería era follarme. Se acostó boca arriba y me pidió que me subiera encima, esa posición la conozco muy bien, es una de la preferidas de mi marido. Asi que me ensarté en su empalmada pija y luego me puse a cabalgársela a diferentes ritmos, llegó un momento en que yo me movía salvajemente sobre su pija, quería metérmela toda hasta que me topara en los ovarios. El gemía de placer y me pellizcaba los pezones o bien me mamaba las tetas por momentos. Mis movimientos me llevaron a un estruendoso orgasmo, que yo degusté saltando sobre su enorme pija, gimiendo y gritando.
Luego Humberto me tomó de la cintura y dimos vuelta en la cama aún con nuestros sexos ensartados uno con el otro. Asi él quedó arriba y yo abajo. Ahora él tenía el control de la follada. Se empezó a mover con movimientos de cadera increíblemente ricos. Ese hombre sabía usar su pija de veras. Me sujetó encima de mi, casi me cubría toda, ya que él era con mucha más talla que yo. Se movía en mi panocha como los ángeles. En cosa de minutos me hizo llegar a otro orgasmo interminable; sentí su pene llegar a lugares en mi vagina que nadie había estrenado. Cerca de su clímax, se movió como loco encima de mi, sacando y metiendo su pija en mi panocha. Ahora el fue quien gimió y gritó, un chorro de semen caliente inundó mi chuchita. Se dejó de mover dentro de mi hasta que su pija dejó de palpitar. Le vi gotas de sudor a Humberto en su frente y un rostro de satisfacción.
Nos pusimos la ropa y quiso invitarme a cenar. Yo le dije que no y que quería irme ya. Llegué a la casa y me vino de nuevo el sentimiento de culpabilidad. Le había sido infiel a mi marido por vez primera, aún llevaba la evidencia en mi vagina y mi tanguita repletas de semen. Al otro día llegó mi marido, actué como si nada e hicimos el amor esos dos días. Pero ahora mi mente me jugaba sucio, aunque yo no quería me ponía a hacer comparaciones en la cama, y siempre la mejor cogida y mamada de panocha me la había dado Humberto el viernes.
Se me hizo largo el fin de semana, era obvio que estaba obsesionada por Humberto. El día lunes lo vi y mi corazón latió fuerte. Como de costumbre me llevó a su vehículo en el parqueo y nos besamos. Yo le dije que debíamos terminar ahora que luego sería muy tarde, el me dijo que entonces quería darme la despedida en un motel en ese momento, yo tenía más cursos, pero no pude negarme a tal invitación.
Ya en el motel, me hizo darle al inicio una felación estando el de pie y yo acostada en la cama como perrita, me dijo que le gustaba como le mamaba su pija y sus cojones y que nadie se los chupaba como yo, asi que nuevamente le di una demostración a Humberto. Luego, abriéndome las piernas en la cama, él me hizo los honores, me desnudó, a él le gustaba quitarme la ropa, y me dio otra deliciosa mamada de panocha, me vine de nuevo en su boca. Después me colocó en cuatro al estilo perrito y me la ensartó por detrás en la vagina. Se movió con un rico movimiento de cintura, su pija entraba y salía de mi estrecha panochita y me llevaba al cielo de placer. Yo gemía como loca y le pedía que me siguiera cogiendo y que no me dejara aún. El me daba más duro por atrás, y siento que un su dedo juega con mi ano, eso no me incomoda, ya que no era virgen de allí, pero no era lo preferido por mi marido.
Sigue jugando con mi ano hasta que me mete la punta de su dedo, yo me relajo y Humberto lo mete todo en mi culo. Luego, saca su pija hinchada y mojada por mis fluidos vaginales y me la pone en mi culo y me la ensarta, yo tuve que relajarme mucho para no sentir mucho dolor, su pija era más grande y me podía lastimar. Pero no fue asi, mi hombre me hizo vibrar enganchada por el culo, me cabalgo como un rico macho hasta que me hizo correrme de placer. Nunca alguien me había hecho sentir penetrada al máximo por mi hoyito chiquito, sentí que me desmayaba y mi culito estaba abierto como nunca. Humberto me siguió penetrando hasta que logró venirse adentro de mis intestinos. Fue algo delicioso ese polvo, aún lo recuerdo, follamos con todas las ganas y nos entregamos como si fuera de verdad la última vez.
En la cama nos abrazamos, nos besamos como despidiéndonos, pero luego hablamos de solo limitar nuestros encuentros a una sola vez por semana. Sería los viernes en la noche. Ya que Humberto solía salir con sus amigos los viernes y en mi caso mi esposo no llega hasta el sábado en la mañana, además no tenemos teléfono domiciliar sino él se comunica conmigo solo por mi móvil.
Seguimos follando alrededor de cuatro meses más, casi todos los viernes en la noche. Me llegó a amar en la cama como un experto, sabía todos mis puntos de placer. Finalmente terminamos y cada quien por su lado. Hoy solo es un ardiente recuerdo.
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